Este artículo ha sido motivado por las investigaciones y estudios de caso de seis aldeas en el distrito de Gimbo de la zona de Kafa (Fig. 1). En las áreas del estudio de caso, el nivel de ingresos generado por los productos no maderables varía de casa en casa, pero en promedio llega a ser, al menos, un tercio del ingreso anual de los hogares rurales. Este ingreso puede acabarse debido a la gran deforestación ocasionada por la excesiva producción de madera. Sin embargo, es importante resaltar que el considerable esfuerzo que los lugareños hacen para asegurar el acceso a los recursos forestales, es una consecuencia directa de la importancia que éstos tienen para su economía familiar.
Figura 1. Áreas de estudio en el suroeste de Etiopía
Reforma agraria y acceso a bosques
A fines del siglo diecinueve, el gobierno central de Etiopía se expandió para controlar la región de Kafa, reemplazando a sus reyes como la autoridad dominante. Tierra y bosques fueron asignados a notables del lugar y a extranjeros con riqueza y poder. Los últimos estaban más interesados en extraer algunos de los bienes de mayor valor comercial que poseía el bosque, tales como el café. La mayoría de la población local pasó a ser arrendataria, que solo podía acceder a los recursos del bosque mediante una variedad de acuerdos de tenencia.
En marzo de 1975, el nuevo gobierno militar de Etiopía (conocido como Derg) proclamó una reforma agraria que puso todos los recursos del suelo etíope –incluyendo las tierras de cultivo, praderas y bosques– bajo administración directa del Estado. Como parte de la reforma se establecieron las Asociaciones de Campesinos (ACs).
Uno de los retos de las ACs fue la implementación de la reforma agraria y la solución de los conflictos de la tenencia de tierras. Como la promulgación de la reforma agraria fue decretada sin la debida preparación, su implementación se realizó de forma apurada e improvisada, dejando un amplio margen a la interpretación local. Por lo tanto, en la mayoría de las áreas en las que se promulgó la reforma, ésta se aplicó tomando en cuenta las concepciones locales de justicia y titulación.
El compromiso de las ACs en el control del acceso a los recursos forestales cambió. En algunas de las áreas del estudio de caso las autoridades de las ACs vieron a la reforma únicamente como un medio para distribuir la tierra destinada a la producción agrícola. La ausencia de directivas específicas sobre la utilización de los bosques reforzó esta perspectiva – la ley referente a los recursos forestales tomó forma sólo cinco años después de la promulgación de la reforma. Los pobladores de estas comunidades continuaron reclamando el acceso al bosque a través de los canales reconocidos por la costumbre local.
Los principios establecidos para el acceso al bosque incluían la proximidad geográfica a éste y el reclamo por su propiedad hereditaria y el récord de uso continuo verificable del recurso.
En otras comunidades en las que los conflictos sobre el uso local de los recursos forestales amenazaban la implementación fluida de la reforma agraria, las autoridades de las ACs intervinieron y distribuyeron sectores del bosque a los hogares que más los requerían, como zonas de apicultura y recolección de café. Sin embargo, esta intervención nunca fue reconocida oficialmente en la reforma agraria.
Ni el acceso al bosque sancionado por las ACs, ni su utilización siguiendo los principios consuetudinarios fueron oficializados por la reforma agraria. Básicamente, según la política «oficial» del gobierno, los recursos forestales debían ser preservados para ser legados a las generaciones futuras.
En marzo de 1990, aproximadamente un año antes de la caída del Derg y la instauración de un nuevo gobierno, el Derg proclamó un alto en la reasignación de tierras. Esto también fue tomado como una orden para que las ACs se retiraran de la asignación de derechos forestales.
La actual legislación forestal
El gobierno etíope posterior al Derg (de 1991 al presente) continuó apoyando el control estatal de la tierra. La actual ley de tierras propicia la participación de la inversión privada en la agricultura y reconoce el «derecho de posesión» de los campesinos sobre las tierras de cultivo. Sin embargo, no se pronuncia en cuanto al bosque natural del cual procede la mayoría de los productos forestales comerciables. La actual regulación forestal del país contiene un fuerte elemento de protección de los bosques, pero no señala con claridad los derechos al uso del bosque por los pobladores locales. Esta regulación considera que la producción de madera por los pobladores es una actividad ilegal, e introduce un elemento de legalidad cuestionable para las operaciones de recolección de recursos forestales, como la apicultura y recolección de especias y café silvestre. Esto significa un conflicto directo con las prácticas tradicionales de uso forestal.
La ley forestal promulgada confía al Ministerio de Agricultura las tareas de controlar, proteger y administrar los recursos forestales, depositando su confianza en los «guardias forestales» que son los empleados del Ministerio de Agricultura para la protección contra los incendios y las violaciones del uso forestal. A pesar de estos esfuerzos, son frecuentes los informes sobre usurpación de áreas de bosque natural. Los guardias forestales carecen de los incentivos y apoyo logístico para frenar esta tendencia. No es para sorprenderse que los recursos forestales en la zona montañosa de Kafa sigan siendo vistos y utilizados como recursos comunitarios de la aldea. Esta situación compleja es consecuencia de un desencuentro entre la política gubernamental, la capacidad de implementación y la realidad de la población de base. Los mecanismos informales de acceso al bosque, descritos a continuación, deberían ser vistos como instrumentos desarrollados para asegurar medios de vida forestales dentro del marco impuesto por las restricciones del entorno socio-cultural local.
Wejoo y Gogoo
En el presente periodo post-Derg una creciente proporción de los hogares más jóvenes carecen de derechos directos para el acceso forestal. Aunque los derechos tradicionales pueden ser heredados, las dinámicas de población imperantes hacen que a las familias más jóvenes les sea difícil beneficiarse de estos derechos. Aun así, los lugareños emplean una serie de sistemas informales que posibilitan a las generaciones más jóvenes y a otros sectores de la población participar directamente en la economía forestal local.
Uno de los sistemas es Wejoo. Según este sistema los padres otorgan árboles a sus hijos, cuando éstos alcanzan la madurez, de tal forma que puedan recolectar productos forestales para ellos mismos y sus familias, y también como anticipo de su apoyo continuo en las actividades forestales y de cultivo de alimentos. El otro sistema informal de acceso forestal, Gogoo (que literalmente significa «partes iguales»), es un convenio de aparcería para bienes forestales. Tanto el Wejoo como el Gogoo son originalmente prácticas tradicionales; sin embargo adquirieron importancia en los últimos años como formas de suplir la carencia de mecanismos reconocidos institucionalmente para el acceso forestal.
El Gogoo es un medio de acceso forestal mucho más difundido que el Wejoo. Su importancia puede ser explicada en términos de tres factores principales.
Distribución de habilidades
La distribución desigual de las habilidades en apicultura y producción de leña significa que algunos poseedores de derechos sobre los árboles necesitan un socio para alcanzar el valor económico completo de sus recursos forestales. Por ejemplo, en la producción de miel, aquellos que poseen un acceso directo a recursos arbóreos buscan los servicios de compañeros expertos en la preparación y el montaje de colmenas en las ramas altas de los árboles del bosque. La cosecha es una tarea de equipo y la producción es dividida equitativamente. En el procesamiento de la madera, al procesador le corresponden dos tercios de la ganancia de las tablas producidas, mientras que al «propietario» sólo el tercio restante. El procesamiento de la madera es una actividad ilegal, aunque los involucrados son ampliamente conocidos localmente. Una aplicación débil de las leyes forestales, combinada con la incertidumbre respecto al uso de los bosques naturales de parte de los pobladores, ha impulsado el procesamiento de madera para la obtención de beneficios a corto plazo, aunque esta práctica no sea sostenible.
Sincronización
Entre los agricultores de mayor escala es necesario que la recolección del café sea hecha a tiempo, y para esto es necesaria su participación en el cultivo compartido o de aparcería. Durante el periodo de la cosecha principal (octubre-noviembre) los aparceros (los recolectores) reciben un tercio del total de la cantidad que recolectan. En la segunda cosecha de café, que principalmente consiste en la recolección de granos de café caídos, los aparceros reciben la mitad de lo recolectado. La recolección de los granos de café caídos es una actividad que consume tiempo y es socialmente menospreciada, lo que podría explicar por qué la cantidad entregada al aparcero es mayor.
Estigmas
Hay un estigma cultural asociado con el mercadeo del espino cerval (Rhamnus cathartica) y las especias, pero el incremento de la comercialización de estos productos ha motivado a los poseedores de los derechos sobre el bosque a optar por compartir los convenios de aparcería. En el caso del espino cerval que es utilizado como un saborizante en la preparación de las bebidas alcohólicas locales, los aparceros reciben la responsabilidad de vender el producto que la persona con los derechos sobre el árbol ha recolectado, y los ingresos de la venta son repartidos equitativamente. Para las especias, especialmente en el caso del cardamomo etíope (Aframomum korarima), el aparcero es responsable tanto de la recolección como de su comercialización, porque es usual que el poseedor de los derechos sobre el árbol no quiera tener nada que ver con la venta de especias, una actividad de bajo estatus social. El aparcero se queda con la mitad del ingreso de las ventas y le entrega la otra mitad al poseedor de los derechos.
En particular, el Gogoo ha sido identificado como un medio importante para asegurar el acceso a los recursos forestales para los hogares más jóvenes que no poseen dominios de bosque para apicultura, reconocidos tradicionalmente u otorgados por las ACs. Por otra parte, el convenio Gogoo ha ayudado a los campesinos de pocos recursos, incluyendo a las mujeres, en la generación de ingresos monetarios que, de otra manera, habrían sido difíciles de obtener.
El camino hacia adelante
La situación del acceso forestal en la zona montañosa de Kafa muestra una combinación compleja de tenencia estatal y derechos privados de utilización de facto, similares a los sistemas de tenencia superpuestos que existen en buena parte del África subsahariana. Los lugareños han desarrollado convenios para el acceso al bosque que reflejan la realidad cambiante. Sin embargo, la falta de reconocimiento oficial de los derechos de acceso al bosque que se adecuen a las exigencias locales, ha contribuido a la inestabilidad en la tenencia de la tierra e impulsado una mentalidad cortoplacista en el uso de los recursos forestales, por ejemplo a través de la extracción ilícita y aserrado de madera. Por lo tanto reconciliar la posición del Estado como dueño absoluto de los recursos con la preocupación de los pobladores sobre la seguridad de sus derechos de uso del bosque, es un tema muy importante.
Los responsables políticos necesitan reconocer formalmente los derechos de uso del bosque por las familias rurales, de manera similar al reconocimiento de las tierras de cultivo. Esto podría facilitar el desarrollo de normas institucionales a nivel local que pongan coto a las formas destructivas de uso del bosque.
La administración forestal sostenible demanda que los «derechos» para el uso de los recursos forestales estén acompañados de las correspondientes «obligaciones» para cada campesino en lo que respecta a la conservación del bosque. Por lo tanto, la ley forestal debería ser re-orientada para apoyar el desarrollo de la organización local y la administración forestal, en lugar de la aplicación de una política totalitaria de protección forestal a través de guardias forestales, como ha sido hasta ahora. Estos pasos deben ser tomados como medidas preliminares que apunten a estabilizar el uso local del bosque en un nivel sostenible. Al mismo tiempo, también es importante tratar las inequidades existentes entre generaciones para el acceso forestal directo, mediante un proceso de consulta a nivel local.
El interés que tienen en la economía forestal, inclusive aquellos que no poseen derechos sobre los árboles, como son los beneficiarios del Wejoo y los aparceros que realizan actividades productivas no maderables en el bosque, es un aporte que debe ser evaluado para conseguir la cooperación de los pobladores para llevar a cabo un manejo sostenible del bosque. Los agentes de extensión y otros trabajadores de campo pertenecientes a las organizaciones de base, que tienen la responsabilidad de asesorar a los agricultores sobre prácticas agrícolas mejoradas y la conservación de los recursos naturales deben reconocer los diversos sistemas de tenencia bajo los cuales los recursos forestales son utilizados. En la práctica, esto incluye el reconocimiento y la consulta de los beneficiarios y poseedores de los derechos bajo los sistemas de acceso informal, como son el Wejoo y el Gogoo.
Yihenew Zwedie
Centro de Estudios Africanos, Universidad de Leiden.
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