Las llamas están íntimamente ligadas a la cultura y a la cosmovisión de la población indígena de los Andes, y tienen un rol central en muchos de sus ritos y celebraciones. Cuando, por ejemplo, una pareja se casa, recibe varias llamas de sus padres, dependiendo del número que los progenitores posean. Esta herencia es cuidadosamente administrada por los recién casados. El ritual conocido como ‘Rhuthucha’ –el primer corte de pelo – ocurre alrededor de los dos años de edad y el niño o la niña también reciben un par de llamas del padrino, así como de los padres y de otros parientes. Aunque los padres cuidan a los animales, desde ese momento el niño o niña posee su primer activo: “la cama”.
Una familia de criadores de llamas
El seño Pánfilo Gerónimo tiene 55 años de edad, y vive con su mujer Damascena en la comunidad La Rivera, departamento de Oruro. La pareja tiene 6 hijos, algunos de ellos todavía son escolares; los mayores han migrado temporalmente a trabajar en Chile. La región montañosa donde vive la familia está situada a 3 800 metros sobre el nivel del mar; su clima es duro, con frecuentes heladas. Usan una pequeña parte de sus tierras para cultivos de papa, quinua (Chenopodium quinoa) –que es el grano local–, cebada y avena, y el resto la dedican al pastoreo.
Don Pánfilo explica: “Tenemos 180 llamas y 30 carneros. Toda la familia los cuida, y hacemos turno para el pastoreo. Los carneros pastan en otro sitio y mi mujer los cuida. También tenemos 5 asnos. Todas las decisiones sobre las llamas o los carneros las tomamos entre mi mujer y yo. Criamos llamas para tener carne y también para venderla en la feria de Pisiga, a unos 40 km de distancia. Usamos las llamas macho como animales de carga. Los carneros son para nuestro consumo. Usamos el estiércol de las llamas y de los carneros en el campo, como fertilizantes y a veces también como combustible para cocinar”.
La familia ha aprendido el arte de cuidar las llamas de sus padres y de sus abuelos. Mantienen vivas muchas tradiciones, como, por ejemplo, el ritual de ‘Wilancha’: “Esta ceremonia de pago es para el bienestar de las familias, cuando se emprende una nueva faena o en espera de un buen año para los animales. Durante el ritual, se sacrifica una llama o un carnero al amanecer. La sangre es vertida para la Pachamama (Madre Tierra) y por el trabajo que va a empezar. Luego, se cocina la carne del animal y se invita a comer a todos los asistentes”. (Don Pánfilo)
Los camélidos están mejor adaptados a las duras condiciones del altiplano andino. / Fotografía: AIGACAA
Limitaciones
En las últimas décadas, en Bolivia la tendencia ha sido reducir el tamaño de los rebaños familiares de llamas. En las áreas donde predominaban los camélidos, la gente comenzó a combinarlos con otras especies o a dar prioridad a otros animales, particularmente ovinos. Económicamente, la principal función de las llamas era el transporte y ha sido reemplazada con vehículos motorizados, mientras que los precios de la carne y de la fibra de llama se mantuvieron particularmente bajos debido a su baja calidad.
La fibra de llama es inferior a la de alpaca, ya que contiene una gran cantidad de cerdas de baja calidad. Por eso, en muchas áreas, solamente se trasquila el 20% de los animales, cada año. La carne de llama es consumida fresca o secada al sol (‘charque’). La venta de carne fresca es limitada y el precio es muy bajo por la presencia de quistes, del tamaño de un grano, del parásito Sarcocystis aucheniae y S. lamacanis. Aunque este parásito no representa ningún peligro para los humanos que consumen la carne, ésta con frecuencia es confiscada cuando tiene una alto grado de infestación. Por eso generalmente se vende a través de canales informales. La incidencia del parásito, que se transmite por los perros, es aproximadamente 90% en animales mayores de 2 años.
Otros factores que limitan la crianza de llamas son la degradación de los pastizales, la escasez de mano de obra, los parásitos externos, la falta de protección contra la intemperie y la degeneración de los animales debido a la endogamia. La tasa de mortalidad es alta, tanto en adultos como en las crías. Otro problema es la persistente influencia de las autoridades tradicionales en la regulación del uso de las áreas comunales de pastoreo. Todo esto, además de que la crianza se hace casi exclusivamente en áreas de extrema pobreza, ha intensificado los prejuicios culturales, bajando el estatus de esta ganadería.
Potencial económico y ecológico
A pesar de estas limitaciones, la llama es la especie de mayor potencial en el Altiplano boliviano, lo que explica por qué las familias continúan criándolas. Por un lado, el Altiplano tiene enormes áreas de pastizales, especialmente idóneos para los camélidos. Estos animales se adaptan mejor a ese entorno, ya que son altamente resistentes a los efectos de la altitud y del clima, y, a diferencia de los ovinos, los caprinos y los vacunos, no alteran el frágil ecosistema de las montañas andinas cuando transitan y pastorean. Por eso, los camélidos tienen un papel fundamental en la recuperación de grandes áreas de pastizales degradados.
Además, siempre que se mantenga la sarcocistiosis bajo control, la carne de camélido es excelente para su consumo, porque tiene niveles más bajos de colesterol y de grasa que la carne de res, de cerdo o de cordero. Es posible reducir la tasa de mortalidad de los animales controlando la carga de parásitos externos, mejorando su abrigo y nutrición; también, mediante programas selectivos de cruces, se puede lograr lana de mejor calidad, comparable con la de alpaca. Otros potenciales incluyen la experiencia de las familias en el cuidado de las llamas y su conocimiento acerca del procesamiento de la lana – tanto para el hilado (ocupación de las mujeres) como para el telar (ocupación de los hombres) y para otros productos artesanales.
ASAR
ASAR – Asociación de Servicios Artesanales y Rurales – es una ONG que desde 1995 ha desarrollado programas para mejorar la crianza de llamas en 6 provincias de los departamentos de Oruro y Cochabamba. Después de analizar el potencial y las limitaciones en la crianza de llamas, han trabajado para organizar a los criadores; capacitándolos y permitiendo que tengan voz en las estrategias del proyecto. En cada comunidad se eligió a dos participantes, para ser capacitados como paratécnicos pecuarios. La metodología estuvo dirigida a adultos analfabetos, con gran cantidad de conocimientos prácticos.
Después de varios cursos de organización, crianza de llamas, transformación y comercialización de productos, se estableció la Asociación Regional de Productores de Camélidos, ARPROCA, que reúne a las comunidades de las provincias Litoral, Atahuallpa y Mejillones. En 1995, ARPROCA obtuvo fondos de la Unidad Ejecutiva de Proyectos de Camélidos (UNEPCA). Estos fondos fueron usados como crédito a los miembros de la asociación, para la compra de llamas seleccionadas y el establecimiento de un canal especial de llamas en Huanchacalla, que permitiese la comercialización por la misma asociación.
Mejoramiento de la calidad y comercialización de la carne
En septiembre de 1997, las comunidades inauguraron este camal de camélidos en medio de prácticas rituales. Después se impartieron cursos para la matanza de los animales y para preparar carne seca. En las comunidades se construyeron varias unidades de secado solar para producir ‘charque’ de alta calidad. Una vez que comenzó a funcionar el camal, también fue posible recolectar datos de los animales sacrificados y monitorear el efecto de las acciones emprendidas para reducir la incidencia de sarcocistiosis, al controlar la incidencia de la infestación en los perros (desinfestación vérmica periódica) y por medio de un manejo estratégico del pastoreo. Entre los años 1997 y 2000, se redujo de 90% a 54% la sarcocistiosis en animales mayores de 2 años. Gracias a estos esfuerzos, ahora se vende carne fresca y seca de buena calidad en los puntos de venta establecidos, y los productores obtienen mejores precios. En el año 2000, ARPROCA pudo vender 35 687 kilos de carne fresca y 480 de ‘charque’ en mercados locales y regionales. Además, un grupo de 12 trabajadores comunales de salud veterinaria y de salud animal ha sido entrenado para proporcionar ayuda veterinaria básica para las familias en el área de ARPROCA, lo que ha hecho posible que las familias incrementen el peso de sus animales. De 1997 al 2000, la generación de ingresos familiares por la venta de los animales se ha incrementado en US$ 9,65 por animal adulto y en US$ 8,76 por animal joven.
Lana de llama y su mercado
Algunas llamas tienen lana de alta calidad, similar a la de las alpacas. En el área de Calientes, se comenzó un programa de mejoramiento genético de llamas, en coordinación con las universidades de San Simón, Bolivia, y de Hohenheim en Alemania. Se seleccionaron grupos de llamas de acuerdo a sus cualidades de producción de lana o de carne, y ahora hay tres centros de reproducción de ARPROCA que estimulan un cruce controlado en los rebaños, ya sea para la producción de carne o de lana.
En diciembre de 1997, 23 personas de 14 diferentes comunidades afiliadas a ARPROCA fueron capacitadas para la clasificación, selección e hilado de la fibra, y para tejer alfombras y telas. Actualmente, el centro artesanal de Huachacalla emplea a 8 mujeres y a un hombre. La producción anual de este centro es de 8 alfombras de 3 x 2 m, 48 tapetes, 200 m de tela tejida, 24 chompas y 12 ponchos. Las compañías privadas, como por ejemplo, SARTAWI, COPROCA y LLAMACTIVA pagan un buen precio a las familias por la lana, ya que han encontrado mercados internacionales para estos productos.
Mujeres trabajando con lana de llama en el centro de artesanía de Huachacalla. / Fotografía: ARPROCA.
Ya no son marginales
Gracias a estas nuevas posibilidades gerenciales y de mercado, en estas áreas la crianza de llama ya no es más una actividad marginal. Ahora, las familias están tratando de aumentar el tamaño de sus rebaños, no solamente por razones culturales y ecológicas, sino también por las ventajas socioeconómicas que ofrecen. Don Pánfilo explica: “Antes, era difícil. Al año vendía unas 20 llamas de diferentes edades en la feria. Cada llama daba unos 30 kilos de carne, a 5 bolivianos por kilo. A veces no había quién la comprara debido al “arrocillo” (sarcocistiosis). Con el dinero, compraba víveres y pan para llevar a casa. No vendía ni la lana ni el cuero, porque no había compradores. Ahora, afortunadamente la situación ha cambiado. Hay menos “arrocillo”, las llamas pesan más y podemos vender la carne a mejor precio. Además LLAMACTIVA compra nuestra lana a buen precio para exportarla a Perú. También compran el cuero ya que han encontrado mercado para este producto. Con toda seguridad, ahora estamos mejor que antes”.
Osman Rocha Ravollo, OsmanRocha_Ravollo@hotmail.com
Más información en: “Gracias a los animales: la crianza pecuaria familiar en América Latina con estudios de caso de los valles y el Altiplano de Bolivia”, editado por Agruco, Cochabamba, Bolivia. Próximo a ser publicado. Katrien van’t Hooft, editor.