octubre 2001, Volumen 17, Número 2
¿Globalizarse o localizarse?

Agroecología y capital local para la superación de la globalización técnica y económica

GABRIEL BIANCONI FERNANDES Y FRANCISCO M. MAROCHI | Página 13-14
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El manejo de los agrosistemas del Centro-Sur de Paraná ha sido fuertemente influenciado por la corriente de modernización de la agricultura del siglo XIX. Luego de pasar décadas “corriendo” tras la tecnología, las organizaciones de la agricultura campesina de la región están retomando la característica dinámica de innovación y adaptación de sus sistemas productivos y construyendo, con bases sustentables, una modernidad verdadera.

Actualmente, la inserción de los productos de la agricultura campesina en el mercado constituye un gran desafío. La proximidad geográfica con los países del Mercosur han tornado esta tarea aún más complicada para los agricultores campesinos.

Se puede considerar entonces, que la globalización, en un sentido de homogeneización viene influenciando hace más de un siglo patrones técnicos en la agricultura y, más recientemente –en el Brasil a partir de los años 90’ – dictando las reglas de la economía y del mercado a través del libre mercado y de bloques económicos. Estos efectos de la globalización vienen ocasionando graves daños a los agricultores campesinos de la región Centro-Sur del Paraná, afectando principalmente a las personas jóvenes y de mediana edad.

Estandarización técnica

El movimiento de unificación de la ciencia y la técnica iniciada en el siglo XIX, fue descalificando poco a poco al agricultor como generador y adaptador de conocimientos. Los centros de investigación asumieron para sí esta actividad, y no tomaron en cuenta las prácticas y conocimientos de los agricultores locales. La matriz técnica desarrollada por estos centros, alrededor del mundo, se impuso en manera estándar no importando el tipo específico de relación con el ecosistema en el que estuviese inmersa y no consideró a los pequeños agricultores locales como referentes ni beneficiarios de sus actividades y sus productos. El proceso de generación de conocimiento técnico en la agricultura quedó reservado para la comunidad científica y, a partir de entonces, desvinculado de la memoria colectiva y de los valores culturales e históricos que favorecieran la autonomía y la cohesión social de las comunidades agrícolas.

Con el apoyo del gobierno, la incesante construcción y reconstrucción de los sistemas de agricultura, característica de sociedades agrícolas, fue sustituyéndose por un único y global referente técnico. La consagración de ese modelo homogenizador fue el período conocido como Revolución Verde.

Como consecuencia directa en el campo técnico, tenemos que los principales insumos, herramientas y máquinas usadas hoy en el Brasil son los mismos utilizados en países de regiones templadas, donde fueron desarrolladas. Vale citar el ejemplo más típico: el arado. Nada más inadecuado para el clima y para los suelos brasileros. Sin embargo es la herramienta más usada en la preparación del suelo en el país. Los ingredientes activos de los agroquímicos que utilizamos son los mismos usados en los países del norte, excepto aquellos que están prohibidos en esos países por motivos de seguridad sanitaria y que, a pesar de ellos, son recomendados en el Brasil. Además de eso, la difusión generalizada de semillas híbridas contaminó las variedades oriundas de la región.

A pesar que el territorio brasilero, por su basta extensión y geografía, alberga los más diversos ecosistemas, las prácticas agrícolas son las mismas. Todas son fruto de una misma óptica de modernización tecnológica y maximización del lucro. Pero esa masificación tecnológica liderada por las industrias de insumos y herramientas agrícolas no sólo difundió un único patrón técnico, sino como consecuencia del amplio espectro de su inadecuación generó, con la misma intensidad, una crisis socio-ambiental que afecta a todos los sectores de la agricultura, principalmente a los sistemas campesinos.

La estandarización técnica como desestabilizador de la economía familiar

La sustitución de los conocimientos y prácticas agrícolas locales por un modelo técnico exógeno pre-determinado tuvo fuertes repercusiones en la economía de las familias de agricultores de la región Centro-Sur de Paraná.

La fuerte asociación de la agricultura moderna con la industria demandó a los agricultores una movilización de recursos más intensa de lo que sus modelos económicos podían soportar. El endeudamiento fue general. Los financiamientos para la compra de maquinaria sumados a los créditos anuales para la adquisición de insumos para la campaña agrícola, se tornaron en sinónimo de endeudamiento y descapitalización. La inadecuación social y tecnológica de la agricultura químicomecanizada a los sistemas campesinos, sumada a los bajos precios obtenidos por los productos agrícolas, no posibilitó que las cosechas proporcionaran retornos financieros suficientes para mantener a la familia y saldar los préstamos adquiridos. Varios agricultores fallaron y el flujo migratorio campo-ciudad se fue engrosando.

La penetración de la industria agroquímica en la región tuvo dos momentos distintos. El primero contó con una estrategia de captación, donde los insumos eran vendidos a precios accesibles y los pequeños agricultores podían tener un amplio y fácil acceso a ellos. Posteriormente, cuando los agricultores ya habían incorporado los productos industriales en sus sistemas, los insumos pasaron a ser un recurso ligado a un tipo de capital global de un costo elevado e incompatible con la dinámica económica familiar.

La respuesta de los movimientos de agricultores del Centro-Sur de Paraná

Para hacer frente a esta crisis, las organizaciones de la agricultura campesina del Centro-Sur de Paraná promueven desde hace 20 años acciones para el desarrollo del sector, mediante una intensa dinámica sociopolítica articulada a nivel regional.

En un primer momento, el objetivo de esas organizaciones fue facilitar el acceso al crédito agrícola gestionando la adquisición de maquinaria, equipos y la organización de compras colectivas de insumos. Por más que la movilización político-social haya sido efectiva, la estrategia adoptada reveló ser equivocada. En ningún momento cuestionaron la base técnica del modelo en el cual, en condiciones más favorables, estaban buscando su inserción con el fin de beneficiarse de las ventajas pregonadas por sus promotores. Esta estrategia de acción caracterizó la década de los 80’ en la región.

Ya en los años 90’, la estrategia de lucha de las organizaciones de la sociedad civil facilitó el inicio de un proceso de crítica al sistema de modernización agrícola. En 1993 la AS-PTA pasó a actuar en la región, dando más fuerza a un proceso de diagnóstico de las raíces de la crisis y la construcción de un modelo agrícola alternativo. Esta remodelación de los sistemas agrícolas tuvo como base la reafirmación de los agricultores como portadores y generadores de conocimientos y la revalorización de las tradiciones locales. Dentro de un intenso proceso de innovación técnica y social, la agroecología ha sido un puente entre las características socioculturales locales, y los patrones sostenibles de manejo agrícola y agroforestal del ecosistema regional.

Los efectos de la globalización en la economía familiar

El Mercosur fue pintado en la región como una figura que surgiría para solucionar diversos problemas que la sociedad enfrenta. La transacción económica entre los países miembros se daría en el sentido de complementar la oferta de mercaderías que no estarían disponibles en el país. Y a cambio, se pregonaba que los insumos venidos de fuera serían más baratos, no se sabía lo que pasaría con la agricultura. En realidad, los agricultores campesinos no fueron informados sobre el Mercosur.

La integración regional fue concebida por los gobiernos y por el sector industrial, teniendo a la agricultura como soporte de la industria. El acuerdo bilateral firmado entre Brasil y Argentina garantizó que por cada US$ 100 de productos brasileros manufacturados que fuesen exportados, Brasil debería importar US $49 de productos agrícolas argentinos. Ocurre que en Argentina, la agricultura es fuertemente financiada por su sector industrial, y sus rubros de alimentos importados entran al Brasil a precios bastante inferiores a los productos nacionales. Para agravar este cuadro, los principales productos exportados por Argentina son los mismos producidos por los productores campesinos del sur de Brasil: cebolla, ajo, fríjol y trigo. Después de la apertura del mercado brasilero a inicios de los años 90’, el trigo prácticamente dejó de ser sembrado en los campos brasileros, sufriendo una reducción del orden del 470%. La TEC –Tarifa Externa Común- favorece la importación brasilera de productos agrícolas pues se pide que estos productos deben tener tarifas inferiores a los productos con mayor valor agregado.

Las alternativas socioeconómicas

Con la experiencia adquirida durante los años 80’ y frente a este cuadro de globalización, las organizaciones de la agricultura campesina del Centro-Sur de Paraná asumieron estrategias alternativas y compatibles con sus sistemas de producción. Esas estrategias pueden ser divididas en cuatro ejes principales: diversificación de la producción, diferenciación de la producción, creación de mercados locales y fortalecimiento de la equidad.

La diversificación de la producción es siempre guiada, por modelos técnicos basados en un bajo o nulo uso de insumos externos y que han incorporado los sistemas campesinos de crianza de aves y porcinos, la producción de leche en base a pastos y la producción de hortalizas sin tratamiento químico.
En la diferenciación del producto, se destaca la creación de sellos de producción ecológica y/o familiar. Además de eso, el enorme potencial para la producción de semillas de variedades de maíz y fríjol han representado un mercado prometedor para los agricultores de la región.

Mercados locales. Actualmente más de 10 ferias de productos ecológicos se realizan regularmente en municipios de la región. Otros agricultores colocan su producción de hortalizas, frutas y miel a través de la entrega directa al consumidor, en las ciudades cercanas.

Equidad. La agricultura ecológica ha hecho posible que el capital empleado por el agricultor permanezca en su poder y el sentimiento de equidad es fortalecido a medida que va surgiendo, en los grupos de agricultores, una conciencia de que el capital generado por ellos debe ser empleado en la propia comunidad o en la región. La fuga de capital ha sido evitada con la prestación de servicios entre los mismos vecinos para la ayuda en la realización de las labores, y comprando estiércol y otros insumos orgánicos de los agricultores de la propia comunidad.

Y ahora?

En la época globalizada en que vivimos, la circulación intensa y veloz de información ha proporcionado también resultados interesantes. Esto puede ser observado en la creciente búsqueda de alimentos ecológicos en las ciudades, aliada a un rechazo elevado a las plantas transgénicas y a un recelo muy grande generado por la inseguridad producto de la enfermedad de las vacas locas y los brotes de fiebre aftosa.

El sector industrial de la región también está movilizándose y ya anunció su interés de crear líneas de alimentos en base a productos ecológicos. Los consumidores y la industria están teniendo un papel importante en el estímulo de la producción ecológica y en garantizar la venta de su producción, al agricultor. A pesar de que estos sectores de la sociedad no ofrecen ninguna contribución tecnológica para la producción, en general son exigentes con relación a la forma, tamaño y otras especificidades de los productos. Si por un lado se gana con la garantía de la venta, por otro lado se corre el riesgo de que las exigencias del mercado limiten algunas opciones de manejo del agricultor, sobre todo aquellas referentes al cultivo de diferentes variedades de una misma especie. ¿Cómo reaccionarán las organizaciones de productores del Centro-Sur de Paraná?

Gabriel Bianconi Fernández
AS-PTA- Asesoría y Servicios en Proyectos de
Agricultura Alternativa, Rio de Janeiro – Brasil.
Correo electrónico: aspta@alternex.com.br

Francisco M. Marochi
Secretario Municipal de Agricultura de Irati – PR

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