Los pequeños productores pecuarios de las comunidades campesinas de Miravalle, Quilcas y San Juan de Jarpa -coparticipantes del Proyecto ILEIA- identificaron la escasez de pastos en la época seca como uno de los principales problemas en sus sistemas de producción y mantenimiento de su forma de vida. El Instituto Veterinario de Investigaciones Tropicales y de Altura (IVITA), de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, socia del GIAREC, dedicada a proveer a los productores con materiales acerca de los temas de alimentación y sanidad animal, asesora a los criadores en el logro de soluciones a través de procesos participativos de innovación. La interacción entre sus investigadores y los productores permitió, a los últimos, identificar con mayor precisión las alternativas viables de solución y ponerse de acuerdo sobre qué opciones seleccionar para ensayar y aprender. |
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Escasez de pastos en época seca | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
En el valle del Mantaro, la crianza de animales se desarrolla entre alturas que van desde las tierras planas del valle (3,200 m.s.n.m.), terrenos con fuerte pendiente en la zona intermedia (3,800 m.s.n.m.) hasta planicies y mesetas elevadas (4,200 m.s.n.m.). Estos condicionamientos geográficos han definido diversos sistemas de crianza de animales en concordancia con la gran estratificación en su tenencia, como sociedades agrícolas de interés social (SAIS), empresas comunales y multicomunales, hasta unidades productivas familiares. En las comunidades campesinas, la práctica de crianza de mantener más animales de los que pueden sostener los pastizales está ocasionando su sobrepastoreo. Esto se agrava con la substitución de las pasturas por cultivos alimenticios ante la presión del crecimiento poblacional. Comparando los Censos Nacionales Agropecuarios de 1972 y 1994, se puede apreciar que las áreas de pastos naturales decrecieron en 33% en 22 años, mientras que la superficie agrícola creció en 52.5%. Esto determina la menor disponibilidad de alimento para una mayor población animal. |
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Compartiendo experiencias | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
La aplicación del Desarrollo Participativo de Tecnologías (DPT), en el marco del GIAREC, para enfrentar el problema de los pastizales ha permitido establecer una interacción decidida y creativa entre los pequeños productores de las comunidades campesinas y los facilitadores del proceso (ONGs y centros de investigación agropecuaria). En este proceso, las causas y efectos del problema principal en la alimentación animal fueron identificados y analizados. El siguiente paso fue una reunión en la que los productores expusieron con las técnicas desarrolladas por IVITA. La reflexión y análisis participativo facilitó la identificación de posibles alternativas de solución y la definición de acciones relacionadas con la disponibilidad de recursos a los que tienen acceso los productores. De esta manera, se mejoró la capacidad local para realizar experimentos sobre la base del conocimiento y la experiencia campesinos y la ciencia formal.Entre las alternativas discutidas para superar el problema de escasez de pastos, se consideró el uso de residuos de cosecha, la producción y conservación de pastos y forrajes y la mejora en el manejo de la pastura nativa.
Las tecnologías desarrolladas por el IVITA y transferidas a los productores incluyeron el uso, como alimento para el ganado, de la paja de cereales (cebada, trigo y avena), cuyo nivel de proteínas fue elevado con el añadido de pequeñas cantidades de pasto verde o tratándola con úrea. La paja de los cereales es poco utilizada como forraje en la Sierra Central, debido a que los rumiantes no pueden digerir las pajas por su bajo contenido en proteínas. Una segunda opción fue la producción de forrajes y pastos cultivados, asociando gramíneas y leguminosas. La producción y manejo de la avena se limita a la época de lluvias, por la ausencia casi total de infraestructura de riego en las comunidades campesinas. Los pastos cultivados, en cambio, han sido adoptados principalmente por los sistemas intensivos de producción de leche de la zona intermedia del Valle, bajo un sistema de pastoreo rotativo. La asociación mas difundida es la compuesta por rye-grass inglés (Lolium perenne), rye-grass italiano (L. multiflorum), pasto ovillo (Dactylis glomerata), trébol blanco (Trifolium repens) y trébol rojo (T. pratense) La incorporación de leguminosas mejoradas en la pradera nativa es otra opción y se ha utilizado con mucho éxito en la Sierra Sur. Pueden ser utilizadas con sistemas de rotación de pastos y períodos de corto pastoreo. Así se previene la sobrecarga del suelo. Bajo este sistema se produce entre tres y nueve veces más materia seca en las praderas nativas. En la Sierra Central es muy frecuente encontrar plantas silvestres, como las leguminosas anuales del genero Medicago, conocidas como «trebolina» (Medicago lupulina) y «trébol carretilla» (M. hispida), que prosperan en las chacras en descanso, bordes de caminos y canales de riego. Son forrajes de alta calidad, muy parecidos a la alfalfa. Se asocian con los cereales para producir un colchón de «heno en pie» de leguminosas, el que estará disponible como forraje tras la cosecha de los cereales. Una de las limitaciones de esta técnica es la disponibilidad de semillas de estas especies silvestres, lo que exige proteger las áreas naturales donde prosperan estos pastos para su mayor difusión. La última alternativa presentada a los productores fue la conservación de forrajes. La henificación de la avena forrajera es un sistema simple, cada vez más utilizado por los productores. Para la elaboración del heno se corta la avena en estado de grano lechoso y se deja secar al ambiente por dos a tres semanas, luego de lo cual se almacena en parvas o trojas hasta su utilización. El ensilaje es otra manera de conservar pasto verde o mejorar la digestibilidad de los residuos de cosecha, como la chala (rastrojo de maíz amiláceo o «choclo»), en pequeña escala. Existen diversas formas de silos construidos con recursos locales, en los cuales se almacenan los forrajes o residuos de cosecha tratados, para luego ser cubiertos con plástico negro de manera hermética y evitar así su descomposición. |
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La experimentación campesina | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
En la mayor parte de las comunidades campesinas, donde la producción agropecuaria se desarrolla en condiciones de secano, la conservación de forrajes resulta una alternativa estratégica para la disponibilidad de alimento animal. Las prácticas campesinas en alimentación animal están centradas alrededor del uso de residuos de cosecha, cultivo de forrajes, el manejo de pasturas nativas con riego limitado o el uso de campos inundados. El heno de residuos de cosecha es un recurso que los pequeños productores usan como pienso durante los períodos de poca agua. Para mejorar la dieta del animal, los productores mezclan el forraje con alfalfa, rye-grass o cebada fresca, o lo humedecen con agua salada o con orines para hacerlo más palatable y mejorar su calidad. En las comunidades campesinas, los productores que tienen acceso al agua tienen por costumbre sembrar pastos para corte. La especie más difundida es el rye-grass italiano, al cual lo identifican como «heno».
En la región existen diversas experiencias de mejora en el manejo de las praderas nativas mediante estrategias como la reglamentación del número límite de animales de cada especie que cada comunero puede pastorear dentro de los terrenos de la comunidad. Otras comunidades, en cambio, han mantenido la tradición ancestral del pastoreo rotacional de sus hatos en diferentes canchas, las cuales son seleccionadas según la época del año y de acuerdo a los pisos ecológicos que manejan. Así, en época de lluvias todos los comuneros trasladan sus animales a las zonas altas, donde hay buena disponibilidad de pastos y abrevaderos. A la llegada del estiaje, son movidos a las partes bajas, donde la humedad del suelo se mantiene por más tiempo. Este sistema permite a la pradera tener una temporada de recuperación. Caso contrario, sectorizan las áreas de pastoreo y rotan las canchas, lo cual permite que la población de pastos se mantenga inalterable. En otros casos, algunas comunidades campesinas han implementado pequeñas irrigaciones que les permiten contar, principalmente en épocas de sequía, con suficientes pastos para sus animales. Entre ellas están los «bofedales» o terrenos anegados, que permiten mantener amplias áreas de pastizales naturales de gran calidad. Otras, han diseñado riegos temporales en los pastizales nativos para humedecer la pradera seca y reverdecer las plantas que, por efecto de la falta de lluvias, se han secado. |
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Planificación y Manejo de Experimentos | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Como producto del diálogo desarrollado entre investigadores, técnicos-facilitadores y productores, los grupos de experimentadores tomaron la decisión de ensayar la producción de pastos y forrajes para evaluar el comportamiento y adaptación de diferentes especies y asociaciones en sus ámbitos productivos. En los tres lugares de investigación, cada grupo hizo el esfuerzo de definir claramente el objetivo del experimento: Miravalle : Comparar la adaptación de cinco variedades de pastos en tres sistemas asociados de cultivo. Quilcas: Evaluar el comportamiento de diversas variedades de pastos cultivados en diferentes altitudes. San Juan de Jarpa: Comparar la adaptación de diferentes asociaciones de pastos de corte buscando mejorar su producción y disponibilidad durante el año. Un total de 42 productores participaron en estos experimentos: 13 mujeres y 29 hombres. En cada comunidad, cada uno de los productores experimentadores diseñó un croquis del ensayo, de acuerdo a la disponibilidad del terreno, señalando la distribución de los tratamientos. La evaluación del comportamiento o adaptación de las especies de pastos probadas por cada uno de los grupos de experimentadores/as, se hizo en función a criterios campesinos y técnicos. Las reuniones grupales generaron un intercambio de puntos de vista entre los experimentadores sobre diversos aspectos de los ensayos (germinación, crecimiento, resistencia a la sequía), lo cual les permitió hacer comparaciones entre las diferentes especies de pastos probadas. Ello les ayudó a formarse una opinión sobre qué especies son las más promisorias y, lo más importante, a sentirse motivados para continuar experimentando en producción de pastos y complementar su aprendizaje con la conservación de forrajes. En el Cuadro 1 se muestran algunos resultados de los ensayos en cada zona. El Desarrollo Participativo de Tecnologías (DPT) ha mostrado ser una metodología apropiada para motivar a los productores y productoras, desde una reflexión y evaluación participativa, a generar acciones colectivas para identificar y seleccionar opciones que posibiliten la solución de los problemas priorizados por ellos mismos. El intercambio de experiencias y conocimientos entre productores fortalece su autoestima y los motiva a organizarse, discutir su problemática y proponer una agenda de experimentación local. El diálogo entre investigadores, técnicos y productores, potencia el conocimiento campesino y maximiza el aporte especializado de las instituciones de investigación. Los resultados positivos de la experimentación generan perspectivas de continuar con nuevos ensayos, lo que representa el inicio de un proceso colectivo de experimentación local. En tres lugares, los productores decidieron comenzar a experimentar con técnicas de ensilaje de plantas forrajeras. Ellos percibieron que el cultivo de forrajes durante la estación de lluvias podría tener efectos benéficos y ventaja para un mejoramiento en la situación alimentaria del ganado durante la época seca, cuando estos cultivos estén ensilados. Finalmente, el proceso participativo y colaborativo desarrollado en el marco del GIAREC ha permitido reconocer que la convergencia e interacción entre los conocimientos campesino y científico dinamizan los procesos de cambios tecnológico y socio-político de las poblaciones rurales, de manera consciente y sostenible. |
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Custodio Bojorquez Reyes |
enero 2000, Volumen 15, Número 1-2
Encontrando bases comunes (número doble)
Experiencia campesina y ciencia formal
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