julio 1996, Volumen 12, Número 1
Montañas en equilibrio

Una montaña de oportunidades

HANS CARLIER | Página
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Después de vivir y trabajar por más de 15 años en las regiones montañosas de Kenia, Perú, Ecuador y Nepal, se solicitó a Hans Carlier, editor invitado, brindarnos su punto de vista sobre el desarrollo sostenible de la agricultura de montaña.

El autor afirma que la misma gente del lugar tiene la clave para el desarrollo sostenible, no los de afuera. Esto necesita ser reconocido antes de que la «montaña de oportunidades» y la sabiduría de estos pueblos se erosione tanto que ya no pueda recuperarse.

Como trabajador por el desarrollo, se espera que analice los problemas y ayude a los agricultores a comprender y esclarecer los llamados «cuellos de botella» en su desarrollo. Sin embargo, siento que esto nos desvía del camino. Perdemos la dirección de lo que realmente queríamos hacer: ayudar al desarrollo agrícola de manera sostenible. ¿Cómo podemos esperar que una persona prospere si seguimos enfatizando sus errores y fracasos? Si acentuamos los problemas, lo único que desarrollaremos es un sentimiento de frustración y atraso, una carencia de poder. Parece que las buenas soluciones siempre tienen que provenir de otra parte. En muchos proyectos de desarrollo se ignora la tecnología existente. En vez de desarrollar el conocimiento, lo ocultamos. Las personas con una tradición de conocimientos muy desarrollada son silenciadas e incluso se les hace sentir avergonzadas. Lo que es peor aún, ya no se sienten capaces de dirigir su propio desarrollo.

Deje que las personas se sientan orgullosas
Nepal, un país seriamente subdesarrollado en lo económico, presenta la tasa más alta de campesinos que practican la agricultura ecológica. Cuando mis colegas nepaleses se dieron cuenta de ello, parecía como si tuvieran más fuerza y confianza en sí mismos que nunca. Ya no había necesidad de sumergirse en grandes cúmulos de bibliografía en idiomas extranjeros. Sus fuerzas y destrezas fueron enterradas profundamente. Ellos obtuvieron sus conocimientos a través de experiencias durante su juventud, su crianza y educación en sus propios pueblos. De pronto, se dieron cuenta que provenían de diferentes regiones y que todos tenían experiencias fascinantes en agricultura sostenible. Su capacitación universitaria también había «envuelto» sus conocimientos en vez de desarrollarlos. Ahora que han comprendido todo esto, el descubrimiento, o el proceso de desarrollo real, puede abrirse paso.


Agricultores de diversas regiones montañosas de todo el mundo saben como alcanzar el éxito de manera sostenible. Les toca el turno de hablar. Personas de institutos, profesionales y políticos han venido a escuchar. Fuente: Revista Minka No 32. Dibujo: Eduardo Moisés. Dibujo Minka

Montañas de sabiduría
Cuando se comparan con los errores desastrosos cometidos por «los pobladores de las tierras bajas», los habitantes de las montañas han acertado en el manejo ecológico de su medio ambiente. Casi no se unieron al festín del sobre-consumo agotando los recursos energéticos, minerales y los bosques tropicales del mundo a una velocidad alarmante. «Los poderosos de tierras bajas» los forzaron a retirarse a las regiones montañosas más inaccesibles y vulnerables. Los habitantes de montaña representan el 10% de la población mundial, casi siempre, sin opinión política. Pero aún pueden estar orgullosos de decir que tienen la clave de nuestro futuro común. A lo que se llamaba ignorancia se le ha convertido en una clave importante para entender el desarrollo sostenible. Los agricultores de montaña utilizan un sistema de conocimiento diversificado para poder sobrevivir en un medio ambiente complejo y a veces cruel. Ellos nos enseñan como vivir una vida digna en equilibrio con la naturaleza. El medio ambiente extremo de las montañas, requiere un conocimiento cabal de su naturaleza y una tecnología bien adaptada. En diferentes regiones montañosas, he conocido personas que han desarrollado herramientas de trabajo. Todas estas herramientas fueron adaptadas a los problemas específicos de las montañas, tales como la erosión, las diferentes estructuras del suelo y la pendiente. Además, estas herramientas han sido adaptadas a los medios de transporte local y a la fuerza limitada de las personas y animales. ¡Imagínese los libros tan interesantes que se pueden escribir acerca de estas herramientas, especialmente para los agricultores de montaña! Espero que un creciente número de técnicos escolarizados y proyectos de desarrollo muestren interés en estas herramientas de montaña.

Recuerdo muy bien un proyecto en el Perú, en el que agricultores y herreros de la sureña provincia de Puno fueron invitados a una competencia. Con su viejo arado de pie, la taqlla, tenían que iniciar una competencia de excavación contra un azadón de origen hispano. La taqlla derrotó ampliamente al azadón. Los agricultores, quienes también eran herreros, ayudaron a sus colegas a elaborar la taqlla con recursos propios. Su taqlla fue sólo un ejemplo de las diversas formas en las que se utiliza esta herramienta en los Andes. Hay información sobre las taqllas que han sido adaptadas para cada ladera y tipo de suelo.

Las montañas, antes denominadas como «islas en el cielo» (Rhoades, ILEIA Newsletter 1988), enfrentan al agricultor con un enorme conjunto de diversos ambientes climáticos. El suelo y la temperatura difieren en cada altitud. Los agricultores son conocidos por saber explotar estas diferencias de manera inteligente.

Daniel Hilario, un agricultor del pueblo de Chongos Alto, en la región central de los Andes, es dueño de una hectárea dividida en 30 parcelas diferentes. Sus campos se localizan a diversas altitudes, que varían desde los 2000 a los 3800 m.s.n.m. El conoce los diferentes suelos de cada campo. Algunos campos necesitan una siembra temprana, mientras que otros sólo se cultivan casi al finalizar la temporada de lluvias. Esto se adapta muy bien a él. No hubiera podido ser capaz de realizar todo este trabajo pesado en un corto período. Debido a la variedad en los campos, la siembra, así como la temporada de cosecha se prolongan. Sus campos también se encuentran ubicados a diferentes alturas s.n.m., es por eso que el riesgo de fracaso es limitado y su familia siempre tiene algo que comer. La experiencia le ha enseñado a Daniel que el granizo o la helada nunca afectan todos los valles al mismo tiempo. Los productos que la familia de Daniel necesita de la parte alta de las montañas, tales como la lana para ropa o abono para los cultivos es traída al pueblo por los pastores. Ellos intercambian sus productos por granos. De la misma manera, in parientes de las partes bajas más distantes de las montañas, donde el clima es más templado, llevan frutas y hierbas. Un próspero intercambio comercial que une 4000 metros de altitud!

Los agricultores experimentan para encontrar soluciones apropiadas

La organización World Nelghbors (Vecinos del Mundo) aprendió muchas lecciones valiosas al trabajar con agricultores aymaras y quechuas en la zona andina. Primero, los especialistas en capacitación sólo serán efectivos si brindan un seguimiento, de manera que la tecnología pueda adaptarse según se necesite en el tiempo. Segundo, la tecnología participativa es específica para un solo lugar. No importa cuán simple sea la tecnología, no puede transferirse de un lugar a otro, aun cuando haya sido desarrollada por los propios campesinos y parezca apropiada.

Por ejemplo, las prácticas de labranza del maíz y frejol en América Central fueron indiscutiblemente diferentes de las que se utilizaron para la papa, habas y cebada en Sudamérica. En Honduras, los profundos surcos de 40 cm de ancho, desarrollados en el contorno eran perfectos para el cultivo de maíz y frejol. Cuidándolos año tras año, los agricultores podían volver a plantar su maíz o frejol con sólo clavar una estaca en el centro del surco e introducir la nueva semilla en el agujero. Esta cama mullida acelera el crecimiento de las raíces, mejorando la productividad. Más aún, el espacio estrecho no cultivado entre cada surco asegura de que toda la humedad y los nutrientes permanezcan en la zona de la raíz que es donde más se necesitan.

World Neighbors decidió invitar a los especialistas en capacitación de Bolivia, Perú y Ecuador para observar las grandes extensiones de tierra que los pequeños agricultores de Honduras habían protegido con medidas de conservación del agua y del suelo. A su regreso a casa, un especialista de Ecuador comenzó por indicar a los pequeños agricultores quechuas que la idea de construir surcos profundos en los contornos era sólo una de las muchas ideas que se evaluaron. El se había dado cuenta que lo más importante que se debe enseñar es una metodología para la solución de problemas y no una tecnología. Por lo tanto, les sugirió el inicio de pequeños experimentos para evaluar las ideas que consideraran apropiadas para su propia zona.

En el diálogo que siguió, todos nos sorprendimos al saber que estos agricultores habían asistido a seminarios sobre conservación del agua y el suelo. Ellos nos llevaron a observar las terrazas que habían ayudado a construir y que el propietario nunca utilizó. Luego, nos mostraron los hermosos niveles en A de aluminio que les había proporcionado otra ONG luego de haber participado en su seminario. Notamos también que nunca los habían utilizada.

De inmediato se hizo evidente la necesidad de una experimentación a pequeña escala. De manera eventual, los agricultores eligieron evaluar dos ideas. La primera era la elaboración de profundos surcos de labranza en contorno. La precipitación anual era muy escasa en esta zona por lo que los agricultores no pudieron plantar maíz. Tal vez esta tecnología apropiada les permitiría conservar suficiente agua en la zona de la raíz, para que finalmente puedan lograr el cultivo en sus suelos arenosos. Otra metodología probada por los agricultores fue la de terrazas de banco de dos metros de ancho; la mitad del ancho de las terrazas que estaban promoviendo los agrónomos profesionales que trabajaban para la otra ONG que fomentaban estas actividades. También se plantó hierba en los márgenes de estas terrazas para protegerlas y también para proporcionar alimento al ganado.

Todos estuvieron angustiados cuando se produjo una gran sequía en la época de crecimiento de los cultivos. A mitad de ella, parecía que todos los cultivos se perderían. Qué afortunados fuimos al impulsar a los agricultores a que comiencen con los pequeños experimentos. Para nuestro asombro, cuando llegó el tiempo de cosecha, las únicas personas que tenían algo que cosechar fueron aquellas que habían implementado estas prácticas. Esto nos enseñó a todos otra importante lección. Desde el punto de vista ambiental, la motivación para iniciar estos programas es por lo general la conservación del agua y el suelo. Por el contrario, el agua ahorrada en las zonas propensas a las sequías debería ser la motivación más atrayente para los pequeños agricultores.

Edward Ruddell y Robert Ainslie
World Neighbors
Casilla 20005, Santiago 20, Chile

Red de seguridad social
La así llamada «familia extensa» es frecuentemente el único medio para poder sobrevivir en las regiones montañosas. Este tejido de seguridad social se mantiene cuidadosamente, aun si ello necesita mucho tiempo y esfuerzo. Influyendo fuertemente en lo que es permitido o no en el pueblo. Las normas sociales son necesarias para mantener un estilo de vida ecológico, a pesar de que algunas veces las generaciones más jóvenes se sienten limitadas por ellas. El pastoreo en las tierras comunales y en los campos de cultivo después de la cosecha, así como la conservación de suelos y el mantenimiento de la infraestructura de riego y de los caminos, necesitan de cooperación mutua y un conocimiento integral de la organización social. Las personas que viven en las montañas se necesitan unos a otros en tiempos de desastres naturales, pero también para combatir plagas y enfermedades, para compartir e intercambiar herramientas, semillas y fuerza de trabajo. En pocas palabras, la agricultura en las montañas está muy bien organizada. Muchas actividades agrícolas están acompañadas de celebraciones festivas que fortalecen los sentimientos de solidaridad. Las ceremonias también anuncian el inicio o término de las actividades del calendario agrícola, con el fin de evitar el fracaso de los cultivos.

Cambio
Creo que los agricultores de las montañas son conscientes de que algunas de sus prácticas no son ecológicas. A menudo no tienen otra alternativa. Se necesita alimentar cada vez más y más bocas. La más alta inversión en la educación de sus hijos («para que no tengan que sufrir lo mismo que sus padres») los lleva a cultivar suelos que deberían estar en barbecho o que están ubicados en pendientes muy fuertes o zonas muy altas para el cultivo. Los fertilizantes químicos les permiten cultivar de manera continua estas frágiles parcelas hasta que ya no quede nada. Mucha gente migra a otras regiones, ya sea por períodos largos o cortos. Algunos ganan algo de dinero en las ciudades, industrias o en las minas para así poder continuar su vida en la montaña. Otros las dejan para siempre e invierten sólo en sus nuevas vidas en algún otro lugar. Sus tierras se quedan sin cultivar o los parientes que se quedan se hacen cargo de ellas. La tierra nunca se vende, uno nunca sabe…

Imagínese un pequeño estado de alta montaña como Nepal. ¿Qué ocurriría si se aplanasen todos los pliegues de los Himalayas? ¡Sería un inmenso país! Sin exagerar, las montañas producen el 80% de toda el agua dulce en nuestro planeta, aun cuando sólo ocupen un quinto de la superficie terrestre. Afortunadamente, no es posible aplanar las regiones montañosas, esto sería una catástrofe. Hasta hoy día, los sistemas de montañas inaccesibles han albergado no sólo una gran diversidad de animales y plantas, sino también sistemas de cultivos y conocimientos. Los pobladores de las montañas, más que cualquier otra persona en el mundo, todavía dominan el arte de vivir en equilibrio con la naturaleza.

Tan pronto como se presente una oportunidad, muchos hombres se van y las mujeres que se quedan con sus niños tienen más trabajo agrícola por hacer. Las inversiones en sostenibilidad decaen. Con frecuencia esto se produce debido a una fuerte carga de trabajo o enfermedad más que por una carencia de conocimiento. Debido a que las mujeres se quedan en su pueblo permanentemente, y a que están menos involucradas en la economía de mercado, muestran mayor interés en la vida sostenible en las montañas. A menudo ellas son las que mantienen el conocimiento vivo y lo transmiten a las generaciones más jóvenes. Con frecuencia, las escuelas son muy ajenas a este tipo de conocimiento. Están principalmente muy ocupadas en enseñar a los niños el conocimiento «de ciudad» y difícilmente les enseñan a respetar la sabiduría tradicional de sus madres (a menudo analfabetas).

Aparte de migrar para ganar dinero, muchos pobladores desarrollan alguna forma de actividad económica. Muchos oficios se basan en antiguas tradiciones, pero algunos constituyen también la reacción a nuevos estímulos del mercado. El éxito de dichas actividades depende de su complementariedad con la producción de alimentos básicos y sus efectos sobre los recursos naturales. La competencia laboral también juega un rol muy importante. Hasta cierto punto estas industrias a pequeña escala alivian la presión sobre la tierra agrícola mediante la diversificación de las actividades económicas. Felizmente, éstas hacen la vida en los pueblos más atractiva para la gente más joven evitando que los pueblos se queden desiertos. En un taller en Cuenca, Ecuador, uno de los jóvenes campesinos afirmó: «Mis padres estaban satisfechos con lo poco que tenían y que la naturaleza les había ofrecido. Para nosotros la palabra «suficiente» no existe. Nosotros, que fuimos a la escuela, nunca estamos satisfechos aún cuando tengamos mucho».

Se solicitan reporteros
Sería muy útil si la mayoría de los trabajadores para el desarrollo hicieran uso de todas las facilidades con las que cuentan. En vez de enseñar y capacitar, deberían hacer inventarios y comunicarlos. Si ellos escucharan cuidadosamente a los agricultores, como un buen reportero, podrían construir puentes entre las regiones montañosas a través de la radio, la televisión o los periódicos. Creo que esto es lo que los agricultores apreciarían. En lugar de promover la ciencia occidental, los científicos deberían ser invitados a la montaña para apoyarla práctica con la teoría. Ellos deberían apoyar plenamente la comunicación entre agricultores. La experiencia de los agricultores con la naturaleza necesita ser documentada lo más pronto posible. Si no es así, no debemos sorprendernos cuando dentro de pocas generaciones la vida sostenible en las montañas sea menos factible, debido a que se ha perdido el conocimiento. Vivimos en la era de las comunicaciones. Ninguna región montañosa escapará a la influencia de la sociedad industrializada.

Taqllas peruanas. Fuente: La Chakitaqlla en el Mundo Andino, por Víctor Rivero L. 1987. Proyecto de Herramientas e Implementos Agrícolas Andinos. Corde Cuzco – Cotesu.

Una vez en el Perú una curandera local me dijo con tono preocupante: «Mi hija, que fue al colegio, no tiene mayor interés en mi conocimiento. Ella me dice: Mamá ¡no soy un Inca! Si estoy enferma, iré a ver al doctor». Esta mujer, ¿a quién puede transmitir sus conocimientos acerca de nutrición, ropa, salud y una forma de vida ecológica? Su moderna hija no quiere llevar la antorcha de la tradición y la curandera se ve forzada a llevar consigo la biblioteca de su vida a su tumba. La sabiduría sobre la vida de muchas, muchas generaciones terminará como resultado del desarrollo que trajeron los forasteros dominantes.

Tenemos que encontrar nuevos métodos de transmisión de las tradiciones lo más pronto posible. ¿Cuándo existirán escuelas en donde se continúe enseñando el conocimiento indígena de las montañas? ¿Cómo abordará la educación convencional este tipo de conocimiento? Un nuevo futuro para muchas fincas de demostración y capacitación podría ser el de hacer funcionar un centro de tecnología y conocimientos. Este centro puede consistir en un tipo de museo al aire libre en el cual los diferentes agricultores de montaña puedan compartir su sabiduría, no sólo en agricultura, sino también en arquitectura, medicina y salud. ¡Los ancianos estarán orgullosos de ayudar a preservar sus conocimientos para las generaciones futuras! Ya tenemos bancos de genes. ¿Por qué no debemos tener banco de conocimientos? Los proyectos para la conservación de las montañas deberían incluir a estas personas conocedoras, en lugar de e-charlas a patadas como si fuesen animales destructivos.

Por último, me gustaría citar a un agricultor de Chongos Alto: « La fuente de vida yace al este, donde el sol se levanta y se encuentran las montañas más altas. El curso de la vida está al oeste, en el mar; donde el sol se oculta. Sigue el curso del agua y el suelo. Aunque parece fácil la bajada, es un verdadero arte hacer que el recorrido cuesta abajo sea lo más largo posible. Así como las plantas producen semillas antes de morir, el hombre regresará otra vez a seguir el curso de la vida».

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