julio 1996, Volumen 12, Número 1
Montañas en equilibrio

La quema en la agricultura de ladera. Solución de conflictos: experimentos basados en la propuesta de los líderes

HELLE MUNK RAVNBORG , MARÍA DEL PILAR GUERRERO , JACQUELINE A. ASHBY , JORGE E. RUBIANO | Página
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Agosto, el mes de los vientos y las cometas, una tarde cualquiera me puse a mirar a todos los alrededores y vi cómo salían columnas de humo… humos que son causa de tantos males, por favor, no hagamos humo porque ya no podemos ni respirar, las plantas y los animales no son tan bellos ni productivos como antes. A todos aquellos que lean estas líneas les pido que no fomentemos las quemas innecesarias, no convirtamos al cielo en un cielo pis y monótono, dejemos que sea transparente, azul y bello..


Foto: CIAT

En el río Cabuyal, una cuenca de 7000 hectáreas en los Andes del sur de Colombia, la quema ha sido una controversia durante décadas, si no durante siglos. A pesar de las leyes de prohibición, la quema persiste como un medio para la preparación de la tierra. Una encuesta realizada afines de 1994, mostró que la mitad de los propietarios utilizaba la quema para la preparación de sus tierras (Castaño, información no publicada). Existen características que convierten a la quema en algo atractivo y entre ellas está que es rápida, acaba con la malahierba y controla las plagas y enfermedades de los cultivos. Las desventajas de la quema incluyen el riesgo de que el fuego se vuelva incontrolable, amenazando así la vegetación natural, particularmente alrededor de las fuentes de agua, en la parte superior de las cuencas, de las que la población río abajo depende para su abastecimiento de agua.

En setiembre de 1994, una vez más se llevó a cabo la conversación sobre la quema, esta vez en FEBESURCA, la federación que hace uso de la cuenca del río Cabuyal. Para comienzos de ese año, FEBESURCA creó zonas para proteger los manantiales y los ríos en la cuenca. Una quema destruyó parcialmente este trabajo. Las especulaciones sugerían que el fuego había sido ocasionado en protesta contra la creación de las zonas de protección. Muchas personas en el área están en búsqueda de tierras y como consecuencia piensan que zonas protegidas de 10, 30 ó a veces 50 metros constituyen un desperdicio de terreno que sólo sirve para atraer a más serpientes. El hecho de que es probable que los beneficios de dichos sacrificios convengan más a la población río abajo, que a la población que vive cerca de las zonas protegidas, sólo refuerza esta percepción.

Un asunto candente
Sin embargo, la conversación en la reunión de FEBESURCA, en setiembre de 1994, se centró en las quemas en general, en lugar de enfocar el incidente en particular. Algunos representantes aseguran que la CVC, la autoridad de la cuenca regional, debería reforzar las leyes existentes con respecto a la prohibición del uso de la quema. Pero el CVC se negó debido a los temores de su personal de ser amenazados por los agricultores locales. Después de todo, la quema es practicada por aproximadamente 500 familias en el río Cabuyal mientras que sólo hay 5 miembros en el equipo de la CVC. Otros representantes recurrieron al lanzamiento de campañas de toma de conciencia. Sin embargo, existía un sentimiento de inactividad: nadie creía en la eficacia de las medidas sugeridas, pero ¿cuáles eran las alternativas? En este contexto, el personal del CIAT ofreció experimentar con una propuesta alternativa para la solución del conflicto, una propuesta de un líder.

La propuesta de un líder
El principio básico de la propuesta de un líder es guiar a los participantes a través de un proceso, en el cual analizan y llegan a interpretar el conflicto, pero con frecuencia justifican los intereses relacionados con una determinada solución. La propuesta se utilizó a través de una secuencia de talleres llevados a cabo con los representantes de FEBESURCA. Obviamente, la situación ideal para todos los interesados es estar representado directamente en los talleres para permitir un análisis y negociación directos. No obstante, esto no fue posible de inmediato, ya que entre los representantes de FEBESURCA existe una sobrerrepresentación de los agricultores que no utilizan la quema como un medio para la preparación de la tierra, en comparación con la población en su conjunto. Incluso, al final del primer taller, los participantes expresaron su deseo de invitar para los próximos talleres a personas que probablemente utilizarían la quema como un medio para la preparación de la tierra. Además, ellos pidieron que los talleres se realizaran en la parte alta de la cuenca, donde los problemas ocasionados por la quema se consideraron como los más serios. De esta manera, en los siguientes talleres, participaron personas pertenecientes al Cabildo (el gobierno indígena local), quienes inicialmente habían manifestado una fuerte oposición a la creación de zonas protegidas en las tierras del Cabildo.

Quemas analizadas
El primer paso que se llevó a cabo en el taller fue ocasionar una «lluvia de ideas» con respecto a los tipos de quema. Los participantes sugirieron diferentes tipos de quema y la clasificaron en términos de gravedad. Los participantes hicieron una distinción entre la quema «controlada» y la quema «accidental», y entre las que se producían en el campo en contraposición a las que se producían en tierras de acceso abierto, como barbechos y bosques. La quema accidental de tierras de acceso abierto fue considerada la más seria.

El segundo paso fue identificar conocedores de quemas. Los participantes de los talleres produjeron una lluvia de ideas, primero acerca de las razones de las quemas antes mencionadas consideradas desde el punto de vista de las personas responsables de las mismas, y luego acerca de las razones contra las quemas. ¿Por qué las quemas son consideradas perjudiciales?

Algunos ejemplos identificados como razones para la quema son: «…evitar pagar a jornaleros», «… aumentar el área de cultivo», «…combatir las plagas de los cultivos» y «…protestar». Entre los efectos perjudiciales se mencionaron: «… la sequía del agua», «… la destrucción de las reservas forestales» y «… la extinción de la flora y fauna».

Foto: CIAT

Partiendo de la posición de que las personas realizan quemas por ignorancia o carencia de conocimiento, uno de los resultados del primer taller fue una apreciación colectiva de las razones por las que algunas personas prefieren las quemas para la preparación de la tierra. Esto condujo a que algunos participantes del taller realicen encuestas estructuradas en sus comunidades antes del próximo taller con el fin de verificar las razones por las cuales las personas producen quemas. Otros realizaron encuestas más informales en sus comunidades. Además, se hizo la observación de que mientras las razones de las quemas son individuales, las consecuencias tienden a ser universales.

Buscando soluciones
Los siguientes talleres buscaron soluciones basándose en este análisis. La premisa para esta búsqueda fue que la quema, como un medio para la preparación de la tierra, tendría que ser aceptada siempre y cuando existan personas con escasez de tierra y mano de obra. Los participantes llegaron a la conclusión de que deben identificarse las acciones de quema para asegurar que éstas sean cuidadosamente controladas y causen el menor daño posible. Para poner en acción esta decisión, un pequeño grupo de participantes elaboró un conjunto de normas, especificando cómo y cuándo deberían realizarse las quemas (ver cuadro). Estas normas fueron presentadas y posteriormente aprobadas por el Cabildo y las Juntas de Acción Comunal (los gobiernos locales no indígenas) en la cuenca

Lo que ocurrió después…
En agosto de 1995 se vio por primera vez a los agricultores construyendo barreras contra el fuego en sus campos antes de realizar la quema, tal como se recomendó en las normas. En algunas comunidades se formaron grupos para controlar su cumplimiento. Por lo general, los agricultores parecían seguir las normas recomendadas.

El éxito de las normas en comparación con las medidas previas que se tomaron contra las quemas se debe por lo menos a dos factores. Primero, el hecho de que los propios agricultores desarrollaran las normas en vez de que las desarrollara alguna institución externa, asegura que éstas tengan sentido en el contexto local. Segundo, en lugar de reprochar a los agricultores, las normas aprecian y aceptan de manera implícita que debido a sus circunstancias, algunos agricultores consideran a las quemas como el único medio adecuado para la preparación de la tierra. Por consiguiente, el caso pone en evidencia los potenciales existentes para que la gente del lugar asuma la responsabilidad del manejo de los recursos.

Normas con relación a cuándo y cómo llevar a cabo las quemas
• ¿Cuándo es una quema absolutamente necesaria? Cuando haya arbustos gruesos, que pasen de dos o tres años de antigüedad (cuando el rastrojo tiene menos de dos años, puede usarse como abono orgánico, barrera o cobertura de suelo para que no crezca la maleza).
• Es preferible realizar quemas participativas o comunitarias, por ejemplo con ayuda de los vecinos o la comunidad, de manera voluntaria o como cambio de mano.
• Hacer rondas o callejones:
– si el terreno es plano y no hay alrededor montes altos o rastrojos, pueden ser de dos metros de ancho.
– si el terreno es en ladera, falda o loma, o si siendo plano presenta alrededor montes altos o rastrojos, los callejones deben ser de cinco o seis metros de ancho.
• Las quemas deben realizarse temprano en la mañana, a más tardar hasta las 10 de la mañana. Las razones por qué hacerlas a esta hora son:
– en la mañana el monte está frío
– porque hay mayor vigilancia durante el día
– porque en la tarde arrecian los vientos
• Debemos prestar especial cuidado cuando alrededor de una quema hay cultivos de pino, caña de azúcar, bosques o casas habitación.
• Evitar el uso de combustible cerca de la quema.
• Evite la presencia de niños y ancianos
• En caso de riesgo de asfixia por el humo, debemos:
– tirarnos al suelo boca abajo
– cubrirnos la nariz y la boca con un trapo húmedo
• Usar preferiblemente ropa de hilo o algodón.
• Usar botas altas ya sea de cuero o de caucho.
• Después de una o dos horas, debemos revisar la quema para evitar que se presenten nuevos incendios.
• Si hay manantiales, se debe dejar una franja de monte considerable más o menos de 50 metros; si hay corriente de agua, de 20 a 25 metros.

Halle Munk Ravnborg, Jacquellne A. Ashby, María del Pilar Guerrero y Jorge E. Rubiano
CIAT
AA 6713, Cali, Colombia
Fax: +57 2 4450273

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