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LEISA: Soledad, nos gustaría conocer más sobre tu experiencia y tu conexión con el mundo de la cultura. ¿Podrías compartir un poco sobre tu trayectoria profesional y cómo has cultivado tu relación con la cultura a lo largo de tu vida?

Soledad Mujica: Como comunicadora social autodidacta, mi interés por la cultura surge de la necesidad de dar voz a los pueblos originarios a través de los medios de comunicación, como una forma de afirmación y acción. La invisibilidad y la negación han perjudicado gravemente a estas comunidades, tanto en los medios como en la vida social y la agenda pública. Durante más de veinte años, mi labor se centró en la vinculación entre el patrimonio cultural inmaterial y la comunicación, impartiendo docencia en una universidad peruana y dirigiendo la Dirección de Patrimonio Inmaterial del Ministerio de Cultura. Mi objetivo era convertir la información recopilada en acciones afirmativas, y devolverla a las comunidades y a la sociedad en general a través de diversos proyectos y productos, como el programa integral Ruraq Maki “Hecho a mano”. Este programa ha sido fundamental para la promoción del arte tradicional peruano, facilitando (entre otras cosas) la colaboración entre artistas tradicionales y contemporáneos, así como su participación en ferias de gran repercusión.

LEISA: Hablamos de agroecología como algo que va más allá del alimento de su origen y de su procesamiento. Más bien como toda una cultura que contiene los modos de entender la vida de los pueblos originarios. Desde este lugar, ¿cuál es tu perspectiva sobre la importancia de preservar y valorar la cultura de los pueblos originarios, intrínsecamente ligada a la relación cotidiana con la tierra, la cosmovisión, los rituales y las expresiones culturales?

Soledad Mujica: En el contexto peruano, la cosmovisión y la relación con la naturaleza abarcan no solo el mundo andino, sino también el amazónico y el costero, cada uno con su propia diversidad y problemáticas. La Amazonía, que constituye el 60% del territorio peruano, alberga a la mayoría de los pueblos originarios, que tienen una profunda conexión con la naturaleza a lo largo de miles de años. Estos grupos culturales han transmitido de generación en generación conocimientos sobre la megadiversidad y modos de vida en armonía con la naturaleza, valorando la flora y fauna como parte integral de su universo. De los casi 50 pueblos originarios en Perú, más del 45 son amazónicos y preservan 48 lenguas distintas. En la cordillera de los Andes, también existe una gran diversidad ecológica, donde antiguos conocimientos, como la andenería y sistemas de riego, permitieron la domesticación de especies en armonía con la naturaleza. Asimismo, la franja costera, marcada por el Pacífico y rica en productos hidrobiológicos, ha influido en su desarrollo cultural. Desde tiempos antiguos se ha vivido en estrecho contacto con la naturaleza, lo que ha dado lugar a expresiones culturales diversas, como la música, danza, artes plásticas y rituales, todas con fuertes vínculos naturales. La culinaria tradicional peruana, con más de 3000 platos, es también testimonio de esta relación armónica con la naturaleza y el conocimiento ancestral. Estos conocimientos ancestrales no solo son Entrevista de LEISA Revista de Agroecología a Soledad Mujica Soledad Mujica. Alberto Nicho 30 38.3 celebratorios, sino también prácticos y necesarios en la vida cotidiana contemporánea, como los relacionados con la salud a través del uso de plantas medicinales. El patrimonio inmaterial no pertenece exclusivamente a los pueblos originarios, sino que es compartido por todo el pueblo peruano, enriqueciendo su vida social y cultural.

Soledad Mujica. Alberto Nicho

LEISA: ¿Y podrías compartirnos alguna experiencia concreta relacionada con expresiones rituales culturales que guarden una estrecha relación con la tierra?

Soledad Mujica: En el departamento de Ancash, en los Andes del norte del Perú, se encuentra la provincia de Corongo, que conserva un sistema ancestral de administración del agua conocido como el sistema de Jueces de Agua. Este sistema, de origen precolombino, se encarga del manejo de los canales de regadío, los reservorios de agua y la distribución de tierras comunales para la rotación de cultivos. Estos jueces, que trabajan de forma voluntaria, no solo gestionan los recursos naturales, sino que también lideran la vida social, cultural y religiosa del pueblo de Corongo. Los Jueces de Agua organizan eventos a lo largo del año y durante la festividad de San Pedro, en junio, presiden las ceremonias rituales. A pesar de ser una sociedad mestiza, los campesinos que ocupan esta función tienen una autoridad que abarca lo religioso, cultural y productivo, lo que les otorga un estatus elevado en la comunidad. Este sistema tradicional, al constituir una tradición con un valor histórico significativo, fusiona elementos indígenas, coloniales y occidentales. Diseñado para garantizar la distribución equitativa y sostenible del agua, el sistema involucra la gestión de recursos, la religiosidad, la memoria histórica y la identidad cultural. En 2013, fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación, mientras que en 2017, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) lo inscribió en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad bajo la denominación de “Sistema tradicional de Jueces de Agua de Corongo”.

LEISA: ¿Podrías describir la estructura de rituales relacionados con el agua, especialmente en lo que respecta a la distribución y ordenamiento de este recurso vital en la comunidad?

Soledad Mujica: En Corongo, la distribución del agua se organiza de manera ritual, con música y ofrendas a los Apus, las montañas sagradas que protegen a las comunidades. Los Jueces del Agua coordinan esta tarea, asegurando que cada persona reciba la cantidad de agua necesaria para regar sus parcelas en el momento adecuado. Además, se encargan de la limpieza de los reservorios y canales, todo como parte de una faena comunal que se realiza sin remuneración, como un compromiso con la comunidad y en honor a la memoria histórica. Un ejemplo destacado de conocimientos ancestrales vinculados a la producción es el puente tejido a mano con fibras vegetales sobre el río Apurímac, en Cusco, conocido como el Q’eswachaka. Este puente, que mide alrededor de 27 metros de largo y se renueva cada año, está tejido con q’oya, una paja vegetal, y permite el paso de hasta quince personas. Aunque existen puentes modernos a poca distancia, las comunidades mantienen el Q’eswachaka como un símbolo sagrado y necesario para su cultura y memoria histórica. Durante el proceso de construcción, que dura cuatro días, se llevan a cabo rituales dirigidos por el paco, el sacerdote andino, que asegura la protección de los tejedores y la calidad del puente. Esta faena, que implica la participación de toda la comunidad en la preparación de las fibras, demuestra la profunda relación con el medio ambiente y la importancia de la ritualidad en el mundo andino. Los constructores del puente, llamados chakaruwaq o hacedores de puentes, son considerados ingenieros andinos debido a su profundo conocimiento de las fibras y de la ingeniería necesaria para garantizar la seguridad del puente durante todo un año. Este conocimiento se transmite en las familias, de generación en generación, y se ha mantenido intacto durante más de 600 años, sin cambios en el proceso de construcción.

LEISA: ¿Cuál es tu visión sobre el papel de las mujeres en la cultura andina y su importancia dentro de la misma?

Soledad Mujica: Efectivamente, las mujeres desempeñan un papel fundamental en la transmisión y preservación de la cultura. En el ámbito lingüístico, las mujeres son a menudo los últimos bastiones de los idiomas originarios, siendo guardianas de tradiciones lingüísticas ancestrales. Además, las organizaciones que trabajan con Creo firmemente que la cultura y sus valores —arraigados en miles de años de historia— son la clave para encontrar respuestas a estos desafíos. Aunque no soy optimista sobre el futuro, reconozco que somos seres cíclicos y confío en que eventualmente podremos revertir esta situación. 38.3 31 mujeres suelen ser muy sólidas y eficientes, y suelen abordar temas importantes como la seguridad alimentaria familiar. Las mujeres asumen roles diversos y muchas veces desempeñan tareas que tradicionalmente correspondían a los hombres, especialmente en comunidades donde estos emigran fuera del área rural, básicamente en busca de trabajo. La realidad económica y social ha llevado a que muchas mujeres se queden en el campo y asuman responsabilidades agrícolas que antes recaían principalmente en los hombres. A pesar de los desafíos, las mujeres son una fortaleza en las comunidades, al ser depositarias de conocimientos, pilares familiares y motores de la crianza y el bienestar comunitario en un sentido amplio.

LEISA: ¿Cómo crees que el arte y la cultura pueden ofrecer respuestas frente a las crisis alimentarias y multidimensionales que enfrentamos actualmente?

Soledad Mujica: Es evidente que regresar al arte, la cultura y los conocimientos ancestrales es crucial para recuperar un sentido de humanismo en nuestra sociedad. Actualmente, estamos desconectados de valores positivos como la solidaridad, la vida en comunidad, los derechos de los demás, la verdad y la paz. En el Perú, fenómenos como la tala y la minería ilegal causan un daño irreparable al medio ambiente y a la sociedad. También reflejan una profunda deshumanización y pérdida de valores. Creo firmemente que la cultura y sus valores arraigados en miles de años de historia son la clave para encontrar respuestas a estos desafíos. Aunque no soy optimista sobre el futuro, reconozco que somos seres cíclicos y confío en que eventualmente podremos revertir esta situación. A pesar de la desarticulación que enfrentamos, observo resistencias que ofrecen cierto optimismo. Por ejemplo, el quechua, que se pensaba iba a desaparecer en una generación más, sigue presente y demuestra una fuerza cultural significativa. El idioma es fundamental para transmitir la cultura, los valores y el sentido de pertenencia. Un ejemplo destacado es la comunidad shipiba en Lima, donde los niños y niñas crecen hablando su idioma ancestral además del español. Esta comunidad, liderada por figuras como Olinda Silvano, ha logrado empoderarse en la ciudad: vive de sus creaciones culturales y destaca en áreas como la cocina y la producción artística. Confío en que, al mirar hacia nuestro pasado y hacia nosotros mismos, encontraremos las respuestas necesarias para superar los desafíos actuales. Es en nuestras raíces culturales donde encontraremos la fuerza y la sabiduría para construir un futuro más equitativo y sostenible.

LEISA: Y finalmente, ¿cómo percibes la tendencia de buscar soluciones externas, como la tecnología, en lugar de mirar hacia dentro de nosotros mismos para abordar los desafíos que enfrentamos?

Soledad Mujica: Es crucial comprender que la tecnología no puede reemplazar los valores fundamentales que nos definen como seres humanos. Nuestra identidad, autoestima y sentido de pertenencia se derivan de quiénes somos como individuos y de nuestras raíces culturales. La invisibilización y la falta de respeto hacia estas culturas ancestrales han contribuido al estado actual de nuestra sociedad. Desde el periodo virreinal hasta la época republicana, hemos sido testigos de una continua falta de respeto y aniquilación de las culturas y saberes que han existido en nuestros territorios durante siglos. Es evidente que necesitamos un cambio significativo. Aunque no podemos volver al pasado, debemos reconocer que nuestras culturas ancestrales representan un recurso invalorable para el cambio. Existe una población que ha sido marginada de las decisiones gubernamentales y de los beneficios del progreso. Debemos volver a estas culturas como un recurso esencial para construir un futuro más justo y equitativo. Necesitamos volver a nuestras propias raíces culturales para encontrar la inspiración y los valores necesarios para impulsar un cambio positivo en nuestra sociedad.

LEISA: Muchas gracias, Soledad

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