junio 2024, Volumen 38, Número 3
Agroecología, arte y cultura: explorando procesos creativos

Arte agroecológica: Surcando entre hilos y cosechando experiencias de bordado

IVETT PEÑA AZCONA, DIANA LILIA TREVILLA ESPINAL | Página 11
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La diversidad de colores, aromas y sabores impregna huertas, parcelas y balcones, así como los platillos y festividades que celebran la vida a través del agradecimiento por las cosechas, el agua y la tierra fértil. En todo el mundo, los grupos humanos han generado expresiones artísticas para reflejar la riqueza de sus territorios, el valor de sus saberes y el tejido que nos conecta a los seres humanos, los ecosistemas y la diversidad de seres vivos, en relación con la Madre Tierra.

Desde nuestra mirada, el arte no solo ha estado presente en la agroecología, sino que es clave para potenciar, difundir y construir procesos agroecológicos en toda su amplitud como “ciencia, práctica y movimiento” (Rosset & Altieri, 2018). Sin embargo, a menudo se subestima el valor de las artes o se las considera únicamente como entretenimiento. Para nosotras, el arte ocupa un lugar central, es un eje transversal, pues es capaz de animar nuestros espacios y movimientos, nos acerca desde otros lenguajes, conecta con nuestras sensaciones y sensibilidades, y nos invita a construir de manera lúdica y reflexiva, al tiempo que genera posibilidades tanto para la formación como para la incidencia política.

Quienes participamos en espacios agroecológicos, seamos mujeres, hombres o disidencias, hemos heredado de nuestras ancestras y ancestros, el arte de cultivar la tierra. Nuestros aprendizajes se enriquecen y diversifican mediante intercambios de saberes, disciplinas y tecnologías. Hoy en día, hacemos agroecología cuidando las semillas, desarrollando metodologías participativas, facilitando espacios de encuentro, organizándonos en mercados, cocinando y liderando movimientos sociales, tanto en espacios públicos como privados. En cada uno de estos espacios, hemos comprobado la importancia de la música, la danza, el teatro, la pintura, la fotografía, el cine, y otras expresiones artísticas que se llevan a cabo y que animan, difunden, comparten, comunican, registran, denuncian y convocan, contribuyendo así a crear y fortalecer nuestras comunidades.

En este texto, compartimos nuestra experiencia como Agroecólogas en Movimiento, una colectiva integrada por 20 mujeres que nos acompañamos para potenciar nuestros procesos agroecológicos en distintos lugares de México. Utilizando el arte del bordado como una herramienta de conocimiento ancestral, reivindicamos nuestros senti-pensares, saberes, horizontes de deseo, propuestas y denuncias relacionadas con la agroecología. Es, a su vez, una estrategia para conectar con otras personas, grupos y comunidades, invitándoles a sembrar propuestas y alternativas para la agroecología.

 

Bordando saberes y alternativas para la agroecología

En el año 2021, Agroecólogas en Movimiento iniciamos la propuesta de bordar como una manera de integrar el arte, la política y los saberes de mujeres que estamos creando procesos agroecológicos. En cada bordado, a través de los hilos y las telas, se narran diversos aspectos vinculados con la alimentación, la gestión de los bienes comunes, la salud, la producción y comercialización de alimentos, teniendo como horizonte la sostenibilidad de la vida a través de la territorialización de las agroecologías. Desde nuestra experiencia y con base en la epistemología feminista, territorializar es un proceso constante e inacabado de prácticas, sentidos y valores que nos arraigan a los cuerpos-territorio-tierra y que interactúan con otros seres y ecosistemas (Trevilla & Peña-Azcona, 2020). Cada bordado no solo es una creación original, sino también un relato de la complejidad de las relaciones, territorios y prácticas situadas. El bordado, para nosotras, es una herramienta para generar diálogos interdisciplinarios, intergeneracionales e intersectoriales partiendo de las diversas experiencias de vida y ámbitos de interés de cada una de las compañeras en la que se habita la sensibilidad y se encarnan las prácticas agroecológicas.

El proceso para lograr bordar juntas comenzó convocándonos para conocernos, compartir en qué iniciativas participamos y dialogar sobre lo que significa para nosotras la agroecología. Posteriormente, nos acompañamos mutuamente para que cada una pudiera realizar una propuesta de lo que quería plasmar a través de un bordado. A su vez, cada una de nosotras fue aprendiendo puntadas, las cuales fueron compartidas colectivamente. Nuestros encuentros para conversar y bordar se llevaron a cabo a través de una plataforma de videoconferencias, dado que las participantes nos encontramos en los estados de Baja California Sur, Veracruz, Oaxaca, Ciudad de México, Toluca y distintos municipios de Chiapas. Sin embargo, también realizamos encuentros híbridos cuando las que vivimos en Chiapas conseguimos reunirnos. De manera colectiva, fuimos creando la metodología y las epistemologías que, como resultado, dieron la publicación del libro “Bordando saberes y alternativas para la agroecología” en 2022 (Trevilla y otros, 2022)1 . En 2023 realizamos nuestro encuentro anual presencial, un espacio dedicado al trabajo de fortalecimiento interno, reconocimiento del caminar previo y de rutas futuras y que, además, fue el marco de presentación del libro.

 

Poner y cuidar el cuerpo-territorio en la agroecología

Para nosotras, es fundamental reconocer las prácticas concretas en los territorios a favor de las agroecologías, poniendo en el centro los principios agroecológicos y enfatizando en el reconocimiento de quién acompaña, desarrolla o motiva los procesos. Destacamos la labor de compañeras que integran la colectiva y que acompañan procesos a favor de la vida: Loreto Rondizzoni, quien trabaja en las huertas escolares promoviendo la educación vivencial y las aulas vivas en las que se cultivan aprendizajes significativos y participante de la Red Chiapaneca de Huertas Educativas; Amparo Guadalupe Pérez y Nancy Beatriz Antonio, quienes ponen el cuerpo y han trabajado en el sostenimiento del Aula Huerto Ecosur; Daniela Torrentera acompaña a mujeres en temas de salud sexual y reproductiva; Alejandra Martínez de Castro investiga sobre abejorros nativos y el impacto de los agrotóxicos en los polinizadores; Perseida Tenorio acompaña a grupos de jóvenes e infancias en el desarrollo de huertas y manejo sostenible del agua; Nectly Ortega, realiza investigaciones que evidencian el impacto de programas alimentarios gubernamentales en la salud familiar e infantil.

Encuentro híbrido (presencial/virtual) de las integrantes de Agroecólogas en Movimiento. Terraza del Restaurante agroecológico “Claudia Santiz”, San Cristóbal De Las Casas, 2021. Agroecólogas en Movimiento

Además, Pilar González investiga sobre la acción política de las mujeres desde los feminismos indígenas; Anahí Vázquez es promotora acompañante de un grupo de mujeres huerteras y sanadoras; María Martínez Caire trabaja con plantas medicinales, cuidado del cuerpo y la salud integral mediante la siembra de hierbas y flores; Claudia A. Ruiz, promueve desde la cocina la importancia de la cultura alimentaria local, usando quelites, frutas y legumbres de temporada y apelando a la acción colaborativa entre quienes producen, transforman y consumen.

Mirna Ambrosio participa activamente en la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA). Lucía Hernández mantiene una huerta urbana formativa para mujeres empleadas del hogar. María Teresa Pérez es sembradora y bordadora desde su infancia, además de investigadora sobre sistemas agroforestales en su comunidad indígena de Los Altos de Chiapas. Ana Lilia Torres, apicultora, propone acciones para la diversificación de las huertas y el cuidado del cuerpo como primer territorio.

María Villegas, sembradora, horticultora y sanadora, apuesta por la producción de frutales desde la acción agrosilvícola y el uso de plantas medicinales. Ivett Peña trabaja en procesos de territorialización de las agroecologías en el desierto, apuntando a la generación de oasis urbanos y comunidades de aprendizajes. Diana Trevilla, por su parte, ha contribuido a crear metodologías y propuestas teóricas sobre la agroecología feminista.

Las prácticas agroecológicas que combinan saberes ancestrales con una revitalización colectiva se denominan “poner el cuerpo-territorio”, y se integran en la vida cotidiana y en diversas esferas sociales. Estas acciones son parte del quehacer concreto que cada una realiza, incluyendo el cuidado familiar, colaboraciones grupales, centros de trabajo y huertas domésticas. Para nosotras, la agroecología abarca conocimientos, prácticas y principios éticos que reconocen la complejidad, el compromiso y la fragilidad de los vínculos humanos y con otros seres vivos. A través de los bordados hemos construido nuestras narrativas, que van más allá de la visión productivista de la agroecología, considerando la inseparabilidad de lo productivo/reproductivo, de lo individual/colectivo, así como la interconexión entre vínculos humanos y no humanos. Desde nuestra perspectiva, la agroecología también incorpora principios feministas comunitarios, populares y antirracistas, priorizando el cuidado de la red de vida y la conexión con los cuerpos-territorios en una práctica senti-pensante.

Los bordados que realizamos son epistemología corporizada que, a su vez, constituye una propuesta de arte agroecológica, incluyendo en cada uno pistas sobre los siguientes elementos: En resumen, el acto sutil pero poderoso de tomar tela, hilos y aguja nos ha permitido como colectiva crear una comunidad de aprendizaje y colaboración interna, para construir nuestras propias epistemologías y metodologías de la agroecología. Además, nos brinda la oportunidad de seguir intercambiando saberes a través de encuentros que, desde nuestra perspectiva, facilitan diálogos en otros lenguajes, conectan y entrelazan nuestra relación con la tierra y reflejan las experiencias de cuerpos-territorios diversos, dando cabida a los afectos, las emociones y a la creación senti-pensada.

Sistematización amplia de los sentidos y significados de la agroecología plasmados a través de los bordados.
Elaboración propia. Agroecologas en Movimiento 

La tierra en la tela y la aguja como herramienta para el florecimiento de las agroecologías

Durante el proceso creativo del bordado, comenzamos a compartir nuestros avances en redes sociales, y luego imprimimos y difundimos el libro. Esto nos abrió oportunidades para realizar presentaciones, montar exposiciones y ocupar los espacios públicos para bordar, especialmente en Oaxaca, Chiapas, Ciudad de México y Baja California Sur. Además, hemos sido invitadas a participar en eventos académicos y no académicos para compartir nuestras reflexiones sobre la agroecología. Hasta ahora, hemos colaborado con instituciones como el Programa de Arte, Ciencia y Tecnología (ACT) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad Autónoma de Baja California Sur, SOCLA y la Red Internacional de Huertos Educativos (RIHE), entre otras. También hemos sumado alianzas y hemos facilitado talleres prácticos con organizaciones comprometidas con la soberanía alimentaria y los sistemas alimentarios justos y sostenibles, como Raíz de Fondo AC, la Red Chiapaneca de Huertos Educativos, el mercado alternativo de Tlalpan y la huerta Yelimiki.

Escuela Escuela de comunalidad, taller de bordado y agroecología, Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. 2023.
Exposición y taller de bordado en el Festival del Maíz, San Cristóbal De Las Casas, Chiapas. 2023.
Taller de bordado y agroecología, mercado alternativo de Tlalpan, Ciudad de México, 2023.
Participación en feria para las transiciones agroecológicas. “Bordando saberes y alternativas para la agroecología”,
en el 2do encuentro nacional de agrosilviculturas agroecológicas urbanas y periurbanas, La Paz, Baja California Sur, 2023.
Agroecólogas en Movimiento

Contar con el libro y las obras de bordado de nuestras compañeras nos ha inspirado a participar en encuentros, congresos y otros espacios de discusión y construcción agroecológica, en los cuales hemos podido amplificar nuestras propuestas artísticas y agroecológicas. Los bordados son registros de experiencias a favor del cuidado de la red de vida y —visibilizan— contextos diversos, incluyendo denuncias sobre los escenarios que ponen en riesgo a los sistemas socioambientales.

Queremos invitar a crear de forma colectiva más artes agroecológicas, ya sea a través del bordado u otras formas creativas. Este texto es una invitación a usar la tela como metáfora de la tierra, y la aguja con los hilos de colores como herramientas para plasmar el tipo de agroecología que deseamos y necesitamos. En nuestros bordados se pueden encontrar símbolos como campesinas/os, polinizadores, asociaciones de cultivo, flores, semillas, suelos vivos, compostas, infancias sembradoras, bosques, fuentes de agua, alimentos, diversidad de ecosistemas, huertas agroecológicas y huertas escolares donde el cuerpo, los cuerpos, sin duda están presentes. Todos estos elementos muestran la complejidad de las interacciones y nos convocan a mirarnos como seres interdependientes y ecodependientes.

El bordado, en este caso, es una metodología participativa que potencia las territorialidades agroecológicas encarnadas. Es un registro de saberes y experiencias que puede incluso utilizarse en investigaciones, propiciando diálogos y generando narrativas colectivas.

Para finalizar, consideramos que esta metodología contribuye a la territorialización de la agroecología desde una perspectiva popular, al considerar las voces y prácticas de quienes están dispuestas a poner el cuerpo y el corazón para desafiar un sistema destructor. Además, fomenta la creación de epistemologías corporeizadas y políticas afectivas desde las experiencias personales y colectivas. Aunque el bordado es una forma artística a menudo subestimada en comparación con otras maneras de expresión, involucra todo el cuerpo, la atención y la intención. Es una forma de comunicación que integra tanto a quien lo realiza como a quien lo contempla, con el potencial de interpelar al colectivo. En nuestra experiencia, las artes agroecológicas son necesarias, posibles y centrales. Como colectiva, nos ha ayudado a reivindicarnos como sujetas creativas, creadoras y como agroecólogas en movimiento.

Ivett Peña Azcona
Cofundadora de Agroecólogas en Movimiento
Posdoctorante de Incidencia CONAHCYT-Universidad Autónoma
de Baja California Sur
mambiente.ivett@gmail.com

 

Referencias

  • Rosset, P. y Altieri, M. (2018). Agroecología, ciencia y política. Sociedad Latinoamericana de Agroecología – SOCLA.
    http://celia.agroeco.org/wp-content/uploads/2018/12/Rosset-y-Altieri-texto-completo-sin-portada-1.pdf 
  • Trevilla, D. y Peña-Azcona.I. (2020). Territorializar la soberanía alimentaria. Prácticas feministas en el Sur de México. LEISA revista de agroecología. Vol 36. pp. 28-30
  • Trevilla, D., Peña, I., Ambrosio, M., Solórzano, M., Martínez, M., Ruiz, C., Villegas, M., Pérez, A., Vázquez, A., Gonzáles, M., Pineda, D., Martínez de Castro, A., Ortega, M., Hernández, L., Rondizzoni, L., Pérez, M., Antonio, N., Tenorio, P., Torres, A.(2022). Bordando saberes y alternativas para la agroecología. Bajo Tierra. México

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