diciembre 2020, Volumen 36, Número 4
Cultivos en suelos sostenibles

Redes de regeneración de la economía y la biodiversidad nativa asháninca

RIDER PANDURO MELÉNDEZ | Página 23-27
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El presente artículo muestra la experiencia de la familia Santos Quinchuya en la regeneración de la diversidad biocultural nativa. Se realizan algunas aproximaciones a los ingresos y egresos económicos que la biodiversidad natural y cultivada le generan a la familia para el mantenimiento de sus diversas actividades y para el desarrollo de sus perspectivas, de lo que piensan y sienten en torno al mejoramiento de su buen vivir.

La familia Asháninca Santos Quinchuya y sus espacios de vida, donde se regenera la sabiduría de biodiversidad nativa. Autor

Para llegar a la comunidad nativa El Milagro Viejo, (Pasco, Perú) donde vive la familia Santos Quinchuya, se recorre una vía terrestre desde Puerto Bermúdez con dirección a Palcazu. A 17 km (30 minutos de viaje) está la entrada a una trocha carrozable de 18 km que lleva, luego de dos horas y media de caminata, a la comunidad de El Milagro.

El espacio comunal de El Milagro tiene 3940,35 hectáreas; abarca desde el Río Pichis hasta el lindero de la comunidad nativa de Villa Alegre de Quirishari y Amambay; atravesando la carretera Central. El área tiene dos centros de concentración de poblaciones: El Nuevo Milagro y El Milagro Viejo, esta última, junto al río Pichis.

La familia Santos Quinchuya está formada por Celestina, la madre; Rubén, el padre, y siete hijos –dos mujeres y cinco varones– de entre seis y veinte años de edad. Los tres más pequeños están en primaria; tres en secundaria y la mayor cursa estudios superiores fuera de la región.

Realizan diversas actividades: agricultura, aprovechamiento de la shiringa (una de las especies caucheras, Hevea brasiliensis), crianza de animales domésticos, pesca, caza, recolección de semillas y fibras para la elaboración de artesanías, uso de plantas medicinales, y tejido y confección de vestimentas tradicionales. Asisten los domingos a las ferias deportivas que se realizan en la región, para vender sus artesanías, bebidas, comidas, etc.

Espacios familiares de regeneración de la biodiversidad

La comunidad ha otorgado a los Santos Quinchuya seis espacios dispersos en el territorio comunal, en los que regeneran su biodiversidad cultivada y silvestre. El primero es una huerta tradicional familiar de un cuarto de hectárea, junto al río Pichis, en el pueblo El Milagro Viejo. Ahí cultivan una gran diversidad de especies frutales, forestales y medicinales, hierbas aromáticas, ajíes y condimentos, y crían sus animales domésticos.

El segundo espacio es “El Achiotal”, una especie de chacra-huerto que se encuentra a media hora de su vivienda. Tiene tres hectáreas con sembrío de achiote (Bixa orellana), en asociación y rotación con plátanos (Musa paradisiaca), cacao (Theobroma cacao), yuca (Manihot esculenta), piña (Ananas comosus), caña (Saccharum officinarum), limón (Citrus limon) y zapote (Pouteria sapota).

La tercera chacra, “El Platanal”, a 40 minutos de su vivienda, tiene un cuarto de hectárea con sembríos de plátanos y otros cultivos, y, dado que se trata de una chacra nueva, con muchas especies nativas de árboles y arbustos.

La cuarta parcela está a dos horas y media, en las cercanías al pueblo de El Nuevo Milagro; tiene dos hectáreas y está reforestada con doscientos árboles maderables de tornillo (Cedrelinga catenaeformis), que representa la futura despensa forestal de la familia.

En las cercanías del campamento de shiringa, la familia tiene otras dos parcelas de un cuarto de hectárea. En una de ellas siembran plantas medicinales y en la otra cultivan coconas (Solanum sessiliflorum), ajíes (Capsicum annuum) y camotes (Ipomoea batatas), entre otros cultivos.

Finalmente está su “entrada” de shiringa 34 hectáreas de bosques en donde existen 136 árboles de shiringa.

La diversidad que cultivan, recolectan y podan

La familia Santos Quinchuya mantiene desde 1994 un total de 33 especies vegetales cultivadas, 1418 árboles de especies forestales y frutícolas y 950 arbustos de cultivos permanentes como cacao y achiote, en un área total de 6,25 hectáreas. Entre árboles y arbustos, en sus chacras hay una densidad poblacional de 379 árboles por hectárea, de los que “cosechan” leña, madera, resinas, cortezas, hojas para construcción, etc., tanto para uso propio como para la venta en mercados locales.

Con una densidad de 379 árboles por hectárea, aún queda espacio para cultivar varias especies alimentarias que incrementan la densidad de uso de la tierra con agrobiodiversidad compatible con la conservación de la diversidad de los bosques y las aguas, y con el crecimiento de la población humana de la comunidad.

Las especies permanentes y anuales tienen diversos tiempos de cosecha, de modo que durante el año, la familia tiene seguridad alimentaria y recursos propios para el cuidado de la salud, la producción de diversos enseres domésticos y la comercialización.

Los Santos Quinchuya crían loros (Psittacoidea spp.), gatos y gallinas; todos muy saludables. En la entrada shiringuera al bosque recolectan diversas semillas y lianas para elaborar artesanías, y frutos como sachacaimitos (Chrysophyllum cainito) y sachazapotes (Pouteria sapota), además de cortezas, hojas y resinas de plantas medicinales, hojas de palmeras para la construcción de techos para viviendas y látex de shiringa.

En el río Pichis pescan 12 especies de peces, como palometas (Brama brama), zúngaros (Zungaro zungaro), boquichicos (Prochilodus nigricans), piros, cunches, sábalos (Prochilodus lineatus), corvinas (Argyrosomus regius), carachamas (Pseudorinelepis genibarbis), huasacos (Pterygoplichthys pardalis), añashuhuas (Crenicichla sp.), sardinas y anchovetas. Toda esta diversidad recolectada y transformada refuerza su seguridad y calidad alimentaria, así como su generación de ingresos.

Ingresos y egresos familiares generados por la biodiversidad

Los ingresos de un año se sustentan principalmente en la venta de productos de especies arbóreas y de cultivos alimentarios permanentes. También tienen ingresos por la venta de otros productos obtenidos del agua, animales menores, comidas y artesanías y, finalmente, están los obtenidos por la venta de productos de ocho especies de cultivos anuales.

La familia deja de invertir en mano de obra para la producción, la pesca y la elaboración de artesanías, así como en la obtención de muchos alimentos que consumen durante sus faenas agrícolas y de recolección, los cuales se convierten así en ingresos. Un jornal en la comunidad es de PEN 30 y, en conjunto, la familia supera seis jornales completos.

La familia dedica 40 jornales en abril, durante aproximadamente 20 días, para la preparación de dos hectáreas de chacra en las que se cultivan (en asociación y rotación de cultivos) achiote, arroz, maíz y yuca. Entre mayo y junio dedicarán otros 40 jornales al deshierbe. Entre agosto y septiembre, durante 15 días, emplean una cantidad similar de jornales en la cosecha de arroz, maíz y yuca.

Entre mayo y julio se realiza la extracción de látex y su procesamiento para obtener láminas de shiringa. Entre agosto y septiembre los árboles de shiringa entran en un proceso natural de defoliación, seguido por la floración y la fructificación, y para octubre-noviembre están nuevamente con follaje. En este periodo se extrae nuevamente el látex. De julio a septiembre realizan el mijano o recolección de peces.

Toda la familia colabora en la producción de artesanías en los meses de lluvia (diciembre-marzo), y aprovecha para la recolección de fibras para los tejidos, así como para realizar algunas cosechas alimentarias.

Al año, la inversión familiar en mano de obra es de aproximadamente PEN 5000, aunque resulta difícil precisar la cantidad por la intensidad y espontaneidad de la dinámica de vida asháninca.

Este egreso no monetario se hace aún más significativo cuando le sumamos la cantidad de alimentos que utilizan durante sus vidas productivas. Gran parte de estos alimentos se obtienen de las cosechas de los productos de las chacras y de la recolección de los bosques y las aguas, así como algunos que se obtienen por reciprocidad comunal.

En los egresos anuales, más del 50% se invierte en la educación de los hijos, seguida de la inversión en el mantenimiento, cosecha y comercialización de los productos (23% de inversión), mientras que en gastos de vestimenta, comida, salud y viajes no superan el 20%.

Perspectivas familiares

A la familia le interesa participar en talleres de capacitación sobre el cultivo de achiote, cacao, arroz y plátano. De igual modo, desean tener información sobre lugares y tiempos para vender su producción artesanal, así como para mejorar la administración de sus ingresos.

La familia se ha planteado la meta de tener una hectárea de cacao y contar con equipamiento para transformar los granos en chocolates y vender a mejor precio.

Para abaratar los costos de empaque y transporte, y vender a mejor precio el achiote, requieren transformarlo en vixina y ya no venderlo en grano. De igual modo, quieren transformar sus plantas medicinales. También piensan continuar mejorando su vivienda para dedicarla al turismo vivencial. Y que sus hijos se preparen profesionalmente, para lo cual desean comprar un terreno en Pucallpa y construir ahí una vivienda.

El uso sostenido de la biodiversidad de la familia Sanos Quinchuya, con el tejido de las semillas y las fibras del bosque y la chacra. Autor

Conclusiones

La Red Latinoamericana por la Justicia Económica y Social (LATINDADD) indica que:

Estamos ante una crisis profunda y global que cuestiona la sostenibilidad de la vida, las formas de relacionamiento económico y los fundamentos mismos de la civilización predominante en Occidente. Un solo hecho global ha logrado amenazar los campos políticos, económicos, sociales, culturales, ambientales, psíquicos y biológicos de la experiencia humana en todo el planeta.

[…] el fomento del consumismo irracional de sectores minoritarios expresa el fracaso del neoliberalismo que no pudo siquiera dar estabilidad al funcionamiento de su propio sistema económico y cuyos fundamentos han degradado las formas de vida, las relaciones en la sociedad y con la naturaleza. Con esta crisis se precariza aún más la vida de la mayoría, afectando las múltiples intersecciones de desigualdades: étnicas, de género, de clase, culturales, etarias, etc. (LATINDADD, 2020).

Sobre la economía del don, citando a Cheal (1988) y a Kranton (1996) encontramos que:

La economía del don o economía de regalo […] es un modo de intercambio en el que los objetos de valor no se comercializan o venden, sino que se entregan sin un acuerdo explícito de recompensas inmediatas o futuras. Las normas y costumbres sociales rigen una economía de regalo, los obsequios no se otorgan en un intercambio explícito de bienes o servicios por dinero, o algún otro mercancía o servicio. Esto contrasta con una economía de trueque o una economía de mercado, donde los bienes y servicios se intercambian principalmente de manera explícita por el valor recibido.

Hasta ahora, los conceptos de economía y política siguen siendo antropocéntricos en sus visiones; no dan alternativas mucho más sólidas y profundas para salir del dominio del hombre sobre la naturaleza y sobre las mayorías humanas del planeta. Lo que podemos entender a partir de los testimonios de los pueblos con culturas originarias es que incluso en estos aspectos de la vida, como es la economía del don, no solo se trata de relaciones entre humanos, sino que en este tejido regenerativo resalta el respeto, el cariño y el fino equilibrio de los humanos entre sí, de los humanos con la naturaleza y, en el caso de los temas tratados en este artículo, también con la espiritualidad amazónica. Es decir, las alternativas tienen que ser vistas también de modo holístico. Se requiere del diálogo intercultural de cosmovisiones y epistemologías distintas que las sustenten.

Rider Panduro Meléndez
Ingeniero agrónomo.
riderpm60@gmail.com   

Referencias

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