La agroecología en Puerto Rico es desarrollada por un movimiento social con una fuerte presencia de mujeres. Con la intención principal de conocernos y recordarnos, unimos las voces de mujeres agricultoras, estudiantes, profesoras y otras que sembramos, educamos, lideramos y conectamos. A pesar de la falta de visibilización, las mujeres sostenemos el sistema alimentario familiar y nacional. Los libros escolares perpetúan el panteón de los padres de la patria y poco sabemos de las mujeres que han construido nuestro país. De la misma manera, nuestra agricultura y ruralidad han sido narradas desde el capital de la caña, el café y el tabaco, mientras el alimento diario de las familias fue ubicado en el cajón de “frutos menores para consumo e intercambio”. Abrimos surcos en la memoria para recontar la historia de la agroecología en Puerto Rico, resistiendo la colonización, la industrialización, el patriarcado y el capitalismo. Decidimos recordarnos en una historia diversa y plural, que se cuenta con cada cuerpo que vuelve a la tierra.
Primeras historias
Las manos de muchas mujeres cuentan las historias de la agricultura de Puerto Rico. Gracias al trabajo de Sandra Enríquez-Seiders (2006) conocemos de algunas mujeres rurales que vivieron en la primera mitad del siglo XX. Muchas recuerdan sus vidas como unas de mucho sacrificio y trabajo; por ejemplo, recuerdan trabajar incansablemente desde pequeñas para amortiguar los momentos difíciles que vivían sus familias a causa de los efectos del imperialismo estadounidense, agravados por el paso de terremotos (1918) y huracanes (1928). Estas mujeres, algunas casadas con hijos y otras no, cuidaban la parcela –de donde provenía gran parte de los alimentos del hogar– y los animales, buscaban agua y leña, cocinaban, lavaban, planchaban, cuidaban a los enfermos y curaban dolencias con plantas y santiguos (acciones de santiguar). Además trabajaban para ganar dinero en el tabaco, el café y la aguja (confección de ropa a domicilio por contrato). Algunas salieron del campo y regresaron como egresadas de la recién fundada Universidad de Puerto Rico (UPR, aparecida en 1903) y el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas (CAAM, fundado en 1911 y actualmente conocido como Recinto de Mayagüez). Según Nelly Vázquez Sotillo (2003), entre 1915 y 1922, el 80% del estudiantado egresado del programa de maestras de agricultura del CAAM eran mujeres. En ese entonces la educación era obligatoriamente en inglés para demostrar el dominio del colonizador en las aulas. Sin embargo, maestras rurales como Blanca Canales e Isabel Rosado lideraron la liberación de Puerto Rico del dominio estadounidense desde el Partido Nacionalista.
La industrialización de Puerto Rico, impuesta desde 1950, trajo como consecuencia la contaminación y pérdida de nuestros recursos naturales. En respuesta nació un movimiento ambiental que comenzó con las luchas antimineras en las montañas del centro de la isla, luchas que motivaron que decenas de nosotras nos moviéramos de la ciudad al campo a mediados de los años 70. Por entonces no sabíamos cómo sembrar, pero queríamos cultivar la tierra y prepararnos para lo que parecía inevitable en aquellos momentos: la desaparición de nuestros recursos naturales. Lo logramos sin el apoyo de nuestras familias y amistades en la ciudad, para quienes éramos retrógradas. A nosotras nos unía el deseo común de rescatar el conocimiento ancestral que sentíamos que se perdía al abandonar el campo. Nuestras maestras y maestros fueron jíbaras y jíbaros, y nuestras vecinas entendían la naturaleza con otro tipo de ciencia. Ellas interpretaban los aromas del día, observaban las flores para saber si llovería o no, reconocían qué plantas servían para tratar condiciones de salud y acompañaban las curas con aceites y rezos. Quedamos maravilladas con ese conocimiento y ellas, a su vez, con el nuestro. Les sorprendía nuestra falta de miedo, que supiéramos manejar autos y, sobre todo, que quisiéramos quedarnos en el campo y aprender de ellas. Así, a través de los años, fuimos aprendiendo unas de las otras, sin freno.
Las luchas por la defensa de los recursos de nuestra isla motivaron nuestra permanencia en el campo y otras continuamos estudios en temas ambientales. Ivette Perfecto cursó estudios de ecología en la Universidad de Michigan. En la UPR-Mayagüez, investigadoras como Nelia Acosta y Nydia Vicente trabajaron en control biológico. Sin embargo, sus estudios chocaban con el apogeo del paquete tecnológico que era avalado por la Estación Experimental Agrícola de aquel entonces (adscrita a la UPR). En la montaña, el paquete tecnológico significó la destrucción de las fincas tradicionales de café bajo sombra. A raíz de ello, la joven agrónoma Dalma Cartagena cuestionaba las prácticas del paquete tecnológico, que le parecían desvinculadas de lo que aprendió desde pequeña sembrando con su abuela y abuelo maternos. Un día llegó Naniki a su oficina en el Departamento de Agricultura, quien le habló de la agricultura orgánica. El término describía lo que ya sentía Dalma y desde entonces comenzó a hablar de esta forma de sembrar con agricultores en Orocovis como Edgardo Alvarado y Annette Grau.
Para la misma fecha, en Jayuya escuchamos a Nelson Álvarez Febles hablar sobre agricultura orgánica. Una chispa importante se encendió así entre Orocovis, Jayuya y Utuado. Desde ese punto comenzamos a organizar reuniones y brigadas agrícolas. Soñamos los surcos con azadas en mano. Estas reuniones resultaron en la fundación de la Organización Boricuá de Agricultura Ecológica en 1989, grupo líder en el desarrollo de la agroecología en Puerto Rico. La organización fue fundada por cinco mujeres (Dalma Cartagena, Yolanda Hernández, Olga Cordero, Idalis Camacho y Annette Grau) y tres varones (Edgardo Alvarado, César Montijo y Rafael Rosario) de la región central de la isla.
En los años 90 el trabajo de la Organización Boricuá se fortaleció brindando apoyo a más fincas. Además, el interés por la agricultura se mezcló con el interés por la alimentación sana y las plantas medicinales. En 1990, Ann Wigmore funda su instituto de alimentos vivos en Aguada, creando una demanda de cosechas orgánicas en el oeste. María Benedetti y Gladys Nazario estaban de vuelta en la isla y acercaron a muchas mujeres a las plantas y al campo. Mientras tanto, los trabajos sobre plantas y naturismo de Keshava Bhat comenzaron a resonar en diferentes pueblos de la isla, siendo Noemy Vargas y Marta Calero claves en esta diseminación. Pronto las enseñanzas de Bhat llegaron a la UPR-Utuado, inspirando a las jóvenes a participar en la producción agroecológica, entre ellas a la joven utuadeña Yanna M. Muriel, quien viajó a Venezuela para ayudar a establecer una ecoaldea liderada por Bhat, donde fue la única mujer en un grupo de trece personas. En UPR-Mayagüez el estudiantado expresaba las carencias relativas a la agroecología en los currículos académicos. Mariel Rivera y Sonia Carlo, por ejemplo, fueron líderes en la Asociación de Estudiantes Agricultores (AEA). A finales de la década llegaban desde Cuba historias sobre una agricultura orgánica que alimentó a un pueblo. Adela Rosa y Yolanda fueron parte del primer grupo de Boricuá que viajó a Cuba para aprender de la experiencia en nuestra isla hermana. Yolanda era maestra de mercadeo y, junto a sus estudiantes y Boricuá, motivaron el desarrollo de los primeros mercados que se organizaron en Condado. Así, en 2000 nace la Cooperativa Orgánica Madre Tierra bajo el liderazgo de Adela Rosa, organizando mercados bimensuales desde entonces.
A través de un proceso consistente, la agroecología continúa hoy esparciéndose en nuestro archipiélago, retando la visión oligárquica que todavía tiene el Estado sobre la agricultura. Este crecimiento se ha dado gracias a la voluntad de las agricultoras y agricultores de compartir su conocimiento, convirtiendo sus fincas en nuestras escuelas. Adicionalmente, las semillas se dispersan gracias a la capacitación de promotores agroecológicos del Josco Bravo y la Colmena Cimarrona, liderada por Ana Elisa, mientras que en las escuelas públicas, proyectos como el de Dalma Cartagena en la Escuela Botijas 1 en Orocovis (ver foto, p. 33) y el Proyecto Agroecológico Urbano Intermedia Berwind nos han inspirado a construir Conucos, la red de huertos escolares de Puerto Rico, la cual es liderada por maestras y por profesoras de la UPR-Utuado. En las universidades, por su parte, las y los estudiantes han construido huertos y comedores sociales para la distribución de alimentos. El crecimiento de nuevos proyectos agroecológicos alrededor de la isla también ha motivado el desarrollo de más mercados como el Mercado Agroecológico de Rincón (2008), iniciado por Magha García y Vivienne Miranda; el Mercado Natural del Viejo San Juan (2010), liderado por Laura Daen, y el Mercado de Aguadilla (2011), liderado por Julitza Nieves. Además, la Organización Boricuá, bajo el liderato de sus pasadas cuatro presidentas, logró establecer alianzas internacionales con la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA), la Vía Campesina, la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica (IFOAM por sus siglas en inglés) y la Alianza de Mujeres en Agroecología (AMA-AWA), entre otras. Cabe destacar que las redes agroecológicas que hemos ido tejiendo fueron nuestro apoyo después del huracán María (ver foto p. 31).
Algunos de los proyectos agroecológicos liderados por mujeres en Puerto Rico
Armonía en la Montaña
Se compone actualmente de dos colectivos en colaboración: Trama, coordinado por Leila Mattina, dedicado a la producción sostenible y al uso artesanal de fibras y tintes, y Siembra Tres Vidas, coordinado por Daniella Rodríguez, dedicado a la producción de alimentos y fundado por la madre de Daniella, Silka Besosa, cuyo espíritu y lecciones nos acompañan hasta hoy. Fue una gran maestra para muchas de nosotras, sobre todo ante la macharranería (machismo) agrícola puertorriqueña que encontramos también en la agroecología. Ubicados en el pueblo de Aibonito, los colectivos desarrollan un centro de acopio que distribuye productos de las fincas de la zona a través de diversos canales de venta directa y mercados. Desde el huracán María cuentan con refrigeradores solares con la meta de que las comunidades de bajos ingresos aledañas puedan acceder a alimentos sanos. Esta organización recibe auspicio fiscal de Haciendo Acciones Socio Ecológicas Resilientes (HASER), entidad liderada por cuatro mujeres puertorriqueñas.
Productos Montemar
Julitza Nieves comenzó esta comunidad de procesamiento de alimentos hace 11 años en Aguadilla. Luego de tener a su hija, Iroko, buscaba alternativas para quedarse en su pueblo natal.
Cuentan con una instalación de deshidratación solar y una finca en Cabo Rojo, la cual trabajan en asociación. Tienen el compromiso de ayudar a balancear las dietas, consumir lo que nuestro país produce de forma limpia y rescatar y realzar las tradiciones culinarias tropicales, y creen fielmente que podemos mejorar muchísimo adaptándonos a lo que tenemos disponible, conociendo y saboreando nuestro entorno.
Bosque Jardín Pachamama
Es un proyecto de agricultura familiar que recibe y alimenta familias que trabajan la educación en el hogar, estudiantes que buscan aprender sobre agroecología y personas interesadas en la vegetación y vida silvestre. También rescatan semillas criollas que han ido quedando en el olvido. Cultivan diversas plantas exóticas y ornamentales junto con cítricos, piña (Ananas comosus), guineos diversos (Musa spp.), tres variedades de jengibre (Zingiber officinale), cúrcuma (Curcuma longa), yautía (Xanthosoma sagittifolium), malanga (Colocasia esculenta L.) y galangal (Alpinia galanga), entre otros cultivos. Un sueño a largo plazo de Magha, actual presidenta de Boricuá, es establecer una casa de semillas vivas para futuras generaciones.
La Botica de la Tierra
Fundada por la educadora y agricultora Norysell Massanet, quien se ha destacado en la restauración de tierras altamente intervenidas en Río Piedras y Cabo Rojo, La Botica de la Tierra es una finca-escuela de resiliencia, crianza amorosa de animales, procesamiento de cosechas, fermentación y diseño de sistemas silvopastoriles. Norysell lleva más de una década expandiendo y compartiendo sus conocimientos, buenas prácticas y semillas con muchas personas en Latinoamérica y el mundo.
Cooperativa Agroecológica de Trabajadores (CoAT)
Con sede en San Germán, fue liderada en su mayoría por un grupo de madres. Durante sus cinco años de operación produjo verduras y tubérculos de alta calidad, abasteciendo de productos agroecológicos a supermercados y restaurantes de la región. Además, CoAT brindaba a sus dueñas y dueños trabajadores alimentos frescos de la finca (ver foto). El proyecto tuvo que finalizar debido a que los terrenos arrendados por CoAT formaban parte de una hipoteca que sus dueños vendieron, por falta de solvencia, a un agricultor ganadero de la región suroeste.
Bachillerato en Agricultura Sustentable, UPR-Utuado
El Bachillerato en Agricultura Sustentable se desarrolló con la idea de promover la resiliencia agroecológica en la isla y apoyar fincas familiares. El programa es interdisciplinario, integrando los pilares de la sustentabilidad. Al momento tiene más de 100 estudiantes de ambos sexos distribuidos equitativamente entre mujeres y varones.
Huerto Semilla
En la UPR-Río Piedras, en la ciudad capital, existe un espacio para intercambio de saberes y educación agroecológica. Este proyecto de justicia social nace de la huelga estudiantil para crear conciencia del poco acceso que tenemos a alimentos sanos. Es un proyecto queer feminista, diverso e inclusivo. En el huerto, se utiliza el término “semilla” para reconocer de una forma inclusiva y neutral a las personas que participan del espacio. A través de brigadas y del ejemplo que brindan, han promovido la siembra agroecológica, compartiendo su cosecha y cooperando con comedores sociales.
Visit Rico
Organización sin fines de lucro que promueve el agroturismo ecológico. Su directora fundadora, Camille Collazo, trabaja junto a su equipo para apoyar a las familias agricultoras.
También promueve la demanda y el acceso a los productos locales. Luego del huracán María, ayudaron a visibilizar la situación precaria de nuestra agricultura y buscaron fondos para ayudar a levantar las fincas afectadas. Este apoyo solidario fue importante para que muchas personas se quedaran en sus fincas y pudieran comenzar de nuevo.
Manteniendo el surco
Al igual que en la finca, la labor es continua. Poco a poco vamos desyerbando la industrialización y los supermercados que borraron la agricultura de las familias y la entregaron al capital. Como nuestras tatarabuelas y bisabuelas, nos comprometemos con la tierra y el mar para amortiguar el momento de dificultad que nos tocó vivir en un país donde nuestra seguridad y soberanía alimentarias todavía dependen del buque que viene de Estados Unidos. Como ellas, sembramos, educamos, abrimos caminos, lideramos cambios políticos y aprendemos de nuestros aciertos y desaciertos, pues aún quedan muchos surcos que mantener y abrir hacia la dignidad.
Carol E. Ramos Gerena
Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.
carol.ramos1@upr.edu
Mariangie Ramos
Universidad de Puerto Rico en Utuado.
mariangie.ramos@upr.edu
Dalma Cartagena Colón
Organización Boricuá.
dalma_58@yahoo.com
Gladys M. Nazario Muñíz
Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.
gnazario@gmail.com
Magha García Medina
Organización Boricuá y Bosque-Jardín Pachamama.
jardinpachamama@gmail.com
Mariel Rivera Meléndez
Universidad de Puerto Rico en Utuado.
conucodelcoto@gmail.com
Daniella Rodríguez Besosa
Siembra Tres Vidas y Armonía en la Montaña.
siembratresvidas@gmail.com
Marisol Dávila Negrón
Universidad de Puerto Rico en Utuado.
marisol.davila2@upr.edu
Olgaly Ramos Rodrígue
Universidad de Puerto Rico en Utuado.
olgaly.ramos@upr.edu
Julitza Nieves
Productos Montemar.
pmontemar@gmail.com
Norysell Massanet
La botica de la tierra.
laboticadelatierra.pr@gmail.com
Yanna M. Muriel
Camposofía.
ymuriel@gmail.com
Naomy P. Candelaria Morales
Universidad de Minnesota.
naomy.candelaria97@gmail.com
Crystal Díaz
El Pretexto.
crystaldiazin@gmail.com
Yolanda Hernández
Maestra retirada.
Marta Calero
EDP University.
mcalero55@gmail.com
Katia Avilés Vázquez
Instituto para la Investigación y Acción en Agroecología.
katia.aviles1@upr.edu
Referencias
- Enriquez Seiders, S. (Ed.) (2006). Manos y corazón: mujeres para la historia. Utuado: Universidad de Puerto Rico. Disponible en http://www.sandraenriquezseiders.com/PDF/manosycorazonmujeresparalahistoria.pdf
- Vazquez Sotillo, N. (2003). Recuento histórico y fotográfico del Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas: su importancia en la comunidad. Mayagüez: Universidad de Puerto Rico. Disponible en http://www.edicionesdigitales.info/biblioteca/vazquezsotillo.pdf