Represa. Autores
La importancia de la ganadería caprina en Santiago del Estero radica en la magnitud y cualidad del sector, asociadas a tres dimensiones: social (gran cantidad de familias de escasos recursos que crían cabras), económica (medio para la subsistencia y ahorro de las economías familiares) y agroambiental (con alta incidencia en ambientes naturalmente “difíciles” o agroecológicos frágiles por su condición de aridez y progresiva desertificación). Derivadas de la ganadería caprina en Santiago del Estero podemos distinguir dos importantes actividades productivas: lechera –concentrada en el área de riego del Río Dulce y señalada en retroceso por los productores familiares debido a que muchas familias tienen que abandonarla por su baja o nula rentabilidad–, y crianza caprina, asociada a zonas que no reciben riego (Gobierno de la Provincia de Santiago del Estero, 2007).
Los productos tienen dos destinos posibles: consumo en el núcleo familiar y medio de intercambio monetario; en ciertos períodos del año algunas familias venden los animales vivos para la faena, sobre todo en las épocas de festividades religiosas. En todos los casos el ganado caprino constituye, de manera directa o indirecta, un ingreso o ahorro para la familia.
“Un monte para vivir”
El monte brinda múltiples recursos para las cabras, entre los que se encuentran principalmente plantas forrajeras, de sombra y de uso veterinario. La relación entre las familias campesinas y el bosque chaqueño, que se remonta a tiempos prehispánicos, se basa en el manejo integral de sus recursos. Esto, sumado a las formas de manejo de la majada caprina, la disponibilidad de tierras, el acceso al agua, la historia familiar y los productos o subproductos que se quieren aprovechar de la cabra, impacta de manera distinta en la vegetación del lugar. En este contexto son frecuentes expresiones como “si el árbol (Prosopis alba) no da fruta, las cabras no comen”, lo que denota la dependencia de los recursos que ofrece el monte para obtener una producción caprina favorable (disponibilidad de forraje: frutos, hojas, brotes y flores).
El pastoreo caprino en la provincia, así como el de otros tipos de ganado, se da en áreas boscosas con diferentes grados de intervención humana y en muchos casos sin una tenencia legal de la tierra, bajo un régimen llamado “campo abierto”, en el cual los animales pueden alimentarse en estos sitios abiertamente, con o sin control de pastoreo, generando un menor costo para los productores.
¿Por qué es importante conocer la dieta de las cabras en el monte santiagueño?
Los saberes campesinos sobre diversidad, calidad, preferencias relativas y disponibilidad espacial y temporal de los forrajes, así como sus prácticas de pastoreo tradicional, brindan elementos básicos tanto para la planificación ganadera sostenible como para una valoración más precisa de los recursos que proveen las áreas boscosas (Scarpa, 2007).
En la presente contribución se presentan las primeras aproximaciones de resultados obtenidos mediante el trabajo participativo con las familias campesinas dedicadas a la crianza de caprinos en Santiago del Estero. En el marco de un proyecto de vinculación y transferencia, el equipo de trabajo dialogó con productores de distintas zonas de la provincia, indagando en el conocimiento tradicional, la valoración y las formas de manejo de las plantas forrajeras caprinas. Para ello se identificaron las especies que consumen las cabras y sus nombres vernáculos, las épocas de consumo y la abundancia relativa de la especie en el ambiente. La preferencia de consumo se dividió en dos categorías: la que existe ante la oferta de especies diferentes (Preferencia Entre Especies: PEE) y dentro de la misma especie, qué parte de la planta es preferida (Preferencia Dentro de la Especie: PDE).
Para indagar sobre los aspectos sociales y de identidad relacionados con el manejo caprino, se realizó un trabajo participativo mediante caminatas junto al productor, a quien se le acompañó en diferentes tareas como, por ejemplo, seguir el camino de las cabras. Se realizaron entrevistas semiestructuradas, en las cuales se incluyó a los diferentes actores de la familia, ya que en estas tareas intervienen tanto adultos como niños y niñas.
Un solo camino… diferentes huellas
Los productores caprinos con los que se trabajó realizan su actividad en áreas con características distintas: aquellas con mayor humedad por la presencia de riego a través de canales y con agua potable de red y aquellas con diferentes niveles de salinidad y que no cuentan con sistema de riego ni agua potable. En estas últimas áreas, para abastecer con agua a sus animales utilizan una estructura denominada “represa” (foto) (expresión utilizada para hacer referencia a aguadas generalmente a cielo abierto, donde juntan agua de lluvia durante los meses estivales). Cuando el agua de la represa no alcanza a cubrir la totalidad del consumo de los animales en épocas de sequía, utilizan el agua acumulada en aljibes o cisternas, que son los recipientes donde generalmente almacenan el agua para uso familiar y la cual proviene de las lluvias o es provista por camiones tanques que la distribuyen gratuitamente.
En todos los casos el monte presenta signos de sufrir una gran intervención por parte de los pobladores debida al asentamiento en porciones del terreno de uso común por el aumento de la población local, a la utilización de recursos del monte para leña, a la falta de una tenencia formal de la tierra, al empobrecimiento del sector caprino y su marginalidad en la provincia y a la explotación carbonera, entre otros factores que, en conjunto, contribuyen al detrimento del monte y sus recursos, lo que genera la incorporación de nuevas prácticas que podrían estar poniendo en jaque a la diversidad biocultural.
La forma de manejo del pastoreo caprino por los productores se divide en dos grandes grupos: aquellos que guían a las cabras a través del monte, marcando los tiempos y lugares de pastoreo, y aquellos que dejan a las cabras alimentarse libremente sin supervisión continua por parte del productor. A su vez, en este último tipo de manejo hay diferencias: están los que dejan a las cabras forrajear libremente y aquellos que en ocasiones como las épocas de escasez de alimentos o de cría, acompañan a sus cabras para, entre otras tareas, “tumbarles” plantas parásitas (por ejemplo, Ligaria cuneifolia), consideradas como las preferidas para las crías. En este punto señalan que solo tumban las que parasitan el chañar (Geoffroea decorticans), ya que las que parasitan el algarrobo (Prosopis sp.) enferman a las cabras. Más allá de la forma de manejo de la majada, los productores familiares presentan un conocimiento completo de sus animales y el ambiente en el cual desarrollan su vida, ya que conocen los lugares más visitados por las cabras durante ciertas épocas del año y sus recorridos por el monte.
Como una de las prácticas que acompañan la actividad caprina, es común la creación de cercos, ya sean vivos, mixtos o muertos (material inerte), para delimitar espacios como corrales o “represas”. Las especies presentes en estos espacios dependen de su finalidad. Para las enramadas de los corrales se buscan especies para “atajar el frío”, siendo las ramas de Allenrolfea vaginata (jume negro) señaladas como propicias, más que Tessaria dodoneifolia (chilca), ya que el jume “no pierde sus hojas al secarse”. Especies arbóreas o arbustivas con espinas como Senegalia gilliesii (garabato), Parkinsonia praecox (brea), Vachellia aroma (tusca), son utilizadas en los cercos de las represas para evitar la entrada de animales y racionar el suministro de agua. Los cercos, a pesar de ser estructuras de mucha utilidad, cuando son hechos de ramas muertas requieren una constante renovación, lo que genera una presión continua al monte.
La actividad caprina, realizada principalmente por mujeres, es considerada como una tarea doméstica más. Las mujeres no reciben remuneración por este trabajo que realizan en el ámbito del hogar; solamente es reconocido cuando son invitadas a reflexionar sobre su rol en la actividad productiva de la familia. El contexto donde se desempeña la mujer campesina implica un trabajo más diversificado, en el que la función productiva en el ámbito doméstico es estructural (Torres, 2004). Los varones, por su parte, colaboran con la tarea. Sin embargo, es frecuente que en épocas de cosecha (papa, algodón, maíz, entre otros) viajen hacia otras zonas, ausentándose de su casa, y cuando están en el núcleo familiar se ocupan de la cría de otros tipos de ganado.
A continuación se detalla el conocimiento que los pobladores locales presentan sobre los recursos forrajeros caprinos que les ofrece “el monte”. En la tabla 1 se puede apreciar el conocimiento que poseen las familias campesinas sobre las especies, su ecología, la fenología, la disponibilidad espacial y temporal de los distintos recursos forrajeros, las preferencias relativas entre las especies y dentro de una misma especie (en el caso de consumir más de una parte de la planta).
Se considera que la cabra es un animal que “come de todo” y es el más apto para este tipo de regiones debido a su forma de forrajeo y adaptabilidad a ecosistemas desfavorables. Sin embargo, se puede apreciar que esta afirmación está lejos de la realidad. Frente a una variada disponibilidad de alimentos, la cabra elige aquello que le resulta más palatable.
En el camino de las cabras encontramos especies forrajeras propias de cada zona (Prosopis kuntzei para zonas sin riego y Panicum maximun para zonas de riego) que responden a las particularidades de cada ambiente; mientras que otras son compartidas en los relatos de las familias a pesar de las distintas formas de manejo, historias de vida, condiciones socioeconómicas y las políticas públicas que buscan articular acciones dirigidas al desarrollo rural y específicamente a la agricultura familiar. La producción estacional de los distintos recursos forrajeros que provee el monte a las familias genera una marcada disminución en la época invernal, desde julio hasta mediados de septiembre. Las familias resuelven este dilema valiéndose de distintas estrategias como alimentar a sus cabras con frutos del monte acopiados durante los meses de primavera y verano elaborando mezclas de los frutos recolectados con maíz (cereal que compran e implica un gasto extra para la familia) o restos de poda que intercambian con productos que ellos elaboran.
Los saberes que el camino va dejando
En este recorrido vale detenerse en cada paso pues, a pesar de los puntos en común entre las familias, son sus particularidades las que les permiten ir construyendo sus historias, que se encuentran teñidas con las peculiaridades de su cosmovisión, generando un mosaico adaptativo de alternativas culturales, sociales y productivas.
En todos los casos las familias campesinas presentan un vínculo con el “monte”, lugar donde nacieron, se criaron, crían a sus hijos y trabajan. Además, el monte les brinda bienes y servicios, como plantas medicinales, alimenticias, forrajeras, veterinarias y para tintes naturales; madera para construcción, leña, herramientas, artesanías, elementos ornamentales o rituales y árboles para sombra. Sin embargo, el avance en los cambios de uso de la tierra, la desigualdad de las condiciones económicas y sociales, los conflictos por la tenencia de la tierra y los procesos que surgen de la globalización, amenazan la memoria biocultural de la región.
Pablo A. Grimaldi
Gabriela Cilla
Sol Morend
Centro de Investigaciones Apícolas (CEDIA). Facultad de Agronomía y Agroindustrias. Universidad Nacional de Santiago del Estero, Santiago del Estero Capital, Argentina.
pablogrim22@gmail.com
Referencias
- Boza, J. (2005). Papel del ganado caprino en las zonas desfavorecidas. En Proceedings of the XXX National and IX International Annual Méeting of the SEOC. Annual Meeting. Conferencia Inaugural, Granada, España.
- Gobierno de la Provincia de Santiago del Estero (2007). Plan estratégico para el sector caprino provincial. Santiago del Estero: Departamento de Rumiantes Menores.
- Planet Finance (2011). Caracterización del sector caprino en la Argentina. Disponible en http//www.alimentosargentinos.gob.ar/ contenido/procal/estudios/04_Caprino/ SectorCaprino_Argentina.pdf
- Scarpa, G. F. (2007). Etnobotánica de los criollos del oeste de Formosa: Conocimiento tradicional, valoración y manejo de las plantas forrajeras. Kurtziana, 33(1), pp. 153-174.
- Torres, G. F. (2004). Mujer campesina y trabajo. Su rol en la actividad productiva y reproductiva de los Valles Calchaquíes. Andes, 15. Universidad Nacional de Salta, Argentina