junio 2016, Volumen 32, Número 2
Leguminosas y plantas silvestres en la alimentación y la agricultura

Tarwi. Leguminosa andina de gran potencial

ALIPIO CANAHUA MURILLO, PERCY ROMAN CANAHUA | Página 20-21
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Este artículo presenta la importancia de la revaloración agronómica, alimentaria y nutricional del tarwi para incrementar su cultivo y su consumo. También es una contribución a la celebración de “2016, Año Internacional de Legumbres” y un homenaje a las comunidades campesinas de los Andes por conservar esta leguminosa para la seguridad alimentaria.

El tarwi, tawri, lupino o chocho (Lupinus mutabilis Sweet) es una leguminosa domesticada y cultivada entre los 1 500 y los 3 850 msnm, por las culturas prehispánicas de la zona andina. Desde la época colonial su consumo disminuyó notablemente porque en el sistema de rotación de cultivos ha sido reemplazada por el haba (Vicia faba).

La zona andina, hasta los 5 000 msnm, es uno de los centros principales de origen y domesticación de Lupinus mutabilis, donde también crecen sus parientes silvestres y es posible encontrar material muy importante para programas de mejoramiento genético, recuperación del cultivo e incremento de su capacidad de resiliencia ante efectos del cambio climático o de desertificación. El tarwi es una especie de gran importancia para la nutrición y soberanía alimentaria en los Andes.

Importancia agronómica y agroecológica

En la sierra de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, el tarwi y sus parientes silvestres (kela o kera) constituyen uno de los componentes de los agroecosistemas y de los ecosistemas. En el Perú se cultivan solo 9 625 hectáreas (INEI, 2014) en los valles interandinos de las regiones de Cajamarca, La Libertad, Huánuco, Junín, Cusco, Apurímac y Puno. Sin embargo, existen tierras con potencial agrícola que permitirían duplicar y triplicar, en el mediano plazo, el cultivo de esta leguminosa andina, así como sus rendimientos unitarios.

En la zona agroecológica circunlacustre de la región Puno –Yunguyo, Camacachi (Ilave), Huancané, Arapa (Azángaro) y Molino (Juli)– se encuentran los tarwis precoces (de maduración menor a 170 días).

Desde la visión del sistema de producción ecológica, esta leguminosa andina contribuye a la captación y fijación del nitrógeno atmosférico en el suelo y también a repeler plagas, algo que también tiene importancia económica para otros cultivos como la papa, el maíz, la quinua, etc.

Investigaciones en Colombia (Barreda, 2015) han cuantificado que un cultivo de tarwi incorpora al suelo, a través de los nódulos en sus raíces, entre 280 y 501 kg/ha de nitrógeno atmosférico. En Cusco, en estudios similares, Blanco (1992) reporta incorporaciones de nitrógeno total por el tarwi, en un rango de 160 a 350 kg/ha, y complementa que es mejor si la semilla es inoculada con Rhizobium antes de la siembra y el suelo abonado con roca fosfórica. Esto equivale a incorporar de siete a quince bolsas de urea de 50 kilos por hectárea. En las aynokas (parcelas familiares separadas pero administradas en común) de Juli e Ilave se registra buena cantidad de nódulos en el cultivo del tarwi (foto 2). Después, en los años 2014 y 2015, en cultivos siguientes de papa y quinua, se lograron incrementos de productividad del 35 al 74%, respectivamente, en relación al testigo sin cultivo previo del tarwi.

En consecuencia, la reintroducción del cultivo del tarwi en los Andes es fundamental para lograr la eficiencia pro¬ductiva de los sistemas de cultivo agroecológico de especies como la papa, la quinua o el maíz, cuya demanda por el consumidor moderno va en aumento.

Los alcaloides como la lupunina y esparteína que contienen las hojas, el tallo y la semilla de las plantas de tarwi, y que le confieren el sabor amargo, fueron usados tradicionalmente, en combinación con el paiqo (Chenopodium ambrosioides, pariente silvestre de la quinua), para repeler plagas en cultivos de papa como el gorgojo de los Andes (Premnotrypes spp.) y la plaga principal de la quinua, denominada kona kona (Eurysacca quinoae P.). En la ganadería fue usada para el control de parásitos internos y externos, prácticas que van desapareciendo por la promoción de agroquímicos industriales.

En los ecosistemas andinos, después de aluviones o movimiento de tierras para la construcción de carreteras, lo primero que emerge y cubre el suelo en las parcelas en descanso es una diversidad de parientes silvestres del tarwi, lo cual contribuye a la recuperación de la fertilidad del suelo.

Otro de los atributos del tarwi es su gran tolerancia al estrés hídrico, similar a la de la quinua. Este aspecto ha sido observado recientemente en Puno, durante la campaña agrícola 2015-2016 (foto 1), en la cual se registraron déficits de lluvias en los meses de octubre, diciembre y enero, que son las fases de crecimiento y de reproducción.

Contribución a la seguridad alimentaria y nutricional

Por su buen contenido de proteína, la semilla del tarwi contribuye significativamente a la seguridad alimentaria y nutricional de la población andina, en especial para las madres lactantes y los niños en etapa de crecimiento, así como en la prevención y control de enfermedades crónicas como diabetes, gota, etc., por la buena calidad de la proteína vegetal que contienen sus semillas, que pueden ser usadas como sustituto de las de origen animal.

Para el consumo del tarwi, los granos son remojados en agua y sometidos a cocción, para luego ser colocados en mallas en el agua circulante del río o riachuelo por unos siete a 10 días, con el fin de eliminar su contenido de alcaloide, que le da sabor amargo. El tarwi así cocinado, sin alcaloide y sin sabor amargo, es consumido de varias formas tradicionales.
En las últimas cuatro décadas se han hecho pruebas para que esta leguminosa andina sea usada como equivalente a la soya por su contenido de proteínas y de aceite, en cantidad y calidad similares. El contenido de proteínas y grasa de la leche de tarwi es similar al de la leche de soja y de vaca, excepto en grasa. (cuadro 1).
Los nuevos usos potenciales del tarwi serían, entonces, la extracción del aceite y la elaboración de leche vegetal. Actualmente, este producto tiene una demanda creciente por personas que no toleran la lactosa de la leche de vaca. Asimismo, se prevé procesar el grano desamargado, libre de alcaloides, para obtener harina y subproductos para la alimentación animal (Tapia, 1982).
En el Perú, a finales de la década de 1970, la empresa La Unión S.A. instaló en Ica la primera planta industrial para la extracción del aceite de tarwi, pero según información del Ministerio de Alimentación de aquella época, no pudo continuar por falta de abastecimiento continuo de la materia prima.

En Lima y Puno, jóvenes emprendedores están haciendo pruebas para la obtención de leche vegetal a base del tarwi desamargado, con resultados satisfactorios (ver: https://www. youtube.com/watch?v=DzzvIKrZy-k). En Ecuador se ha ela-borado yogur de leche vegetal obtenida del tarwi con buena aceptación de los consumidores (Villacres y otros, 2006, y Toctaquiza y Boero, 2012).

De modo que podemos avizorar que el tarwi será una de las alternativas potenciales para reemplazar a la soya cuando este cultivo sea amenazado o malogrado por efectos del cambio climático como el déficit hídrico.

Conclusiones y recomendaciones

El tarwi es una de las leguminosas andinas cuyo cultivo y consumo necesitan ser revalorados por su adaptación a suelos marginales, su tolerancia al estrés hídrico y su capacidad de fijar nitrógeno atmosférico en el suelo, ideal para sistemas de cultivo agroecológicos u orgánicos.

El tarwi es un sustituto potencial de la soya en la elaboración de leche vegetal y la obtención de aceite para el consumo humano, por su alto contenido de proteína y grasa.
Para contribuir de forma efectiva a la seguridad alimentaria, nutricional y a la salud de la población es importante recomendar al gobierno nacional y a los gobiernos locales que incorporen en sus políticas, programas y proyectos la revaloración del cultivo de tarwi y la promoción de su consumo.

Alipio Canahua Murillo

Especialista en agricultura andina, consultor del proyecto LATINCROP UE-UNAP, ex coordinador nacional del proyecto SIPAM-FAO-MINAM.
alipiocanahua@gmail.com

Percy Roman Canahua
Especialista en desarrollo económico.
percycanahua@hotmail.com

Referencias

Barreda, E. D., 2015. Evaluación del frijol Lupinos (Lupinus mutabilis) como abono verde para la producción agroecológica en el municipio Subachoque, Cundinamarca. Tesis de Ingeniero en Agroecología. Facultad de Ingeniería de la Corporación Universitaria Minuto de Dios. Bogotá, Colombia.
Baldeon, M. E., 2013. Alimentos andinos en el tratamiento de enfermedades crónicas no transmisibles: diabetes tipo 2. UMASS Medical School. Universidad de las Américas. IV Congreso Mundial de la Quinua y I Simposio de Granos Andinos. Universidad Técnica del Norte. Ibarra, Ecuador.
Blanco, O., 1992. Fundamentos científicos de la tecnología andina. En: Curso sobre agroecología. Modulo I, Consorcio Latinoamericano sobre Agroecología (CLADES). Lima, Perú.
INEI, 2014. Compendio Estadístico del Perú. Lima, Perú.
Tapia, M., 1982. Proceso agroindustrial del tarwi (Lupinus mutabilis). En: Actas de la Conferencia Internacional del Lupinu. Asociación Internacional del Lupinu. Torremolinos, España.

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