Los circuitos regenerativos como estrategia campesina de conservación de los cultivos nativos
La conservación de la diversidad genética nativa en su hábitat implica fortalecer las estrategias y prácticas campesinas de mantenimiento e incremento de la diversidad agrícola autóctona. Estas estrategias son diversas, pero podemos citar dos categorías: la conservación de la diversidad de la chacra o parcela agrícola y la adquisición periódica de semillas. Esta última actividad es vital ya que enlaza a las familias a través del proceso de reciprocidad y redistribución de las semillas, dinámica que influye en el flujo de intercambio de germoplasma e información agronómica y que los campesinos andinoamazónicos denominan “los caminos de las semillas”; en el término local quechua se conoce como “mujeo”, que proviene del término quechua muju que significa semilla, y del término muyuy o muyuna que se refiere a lo cíclico.
Estos circuitos regenerativos de intercambio son poco conocidos pese a ser un mecanismo fundamental para la conservación de los cultivos nativos. Sin embargo, es importante comprender es¬tos circuitos campesinos de regeneración de semillas, por los siguientes motivos:
- constituyen estrategias de conservación para el intercambio de diversas semillas por los campesinos, y les permiten mantener o incrementar la variabilidad genética de sus cultivos
- representan modos de afirmar los saberes vinculados a la diversidad y con ello a la cultura local, ya que los campesinos continúan utilizando sus propios criterios de selección y concepción de vida para obtener o dar semillas. De esta manera, las semillas que constituyen esta diversidad se conservan, diseminan y adaptan a la heterogeneidad física y climática.
Experiencias de intercambio de semillas se encuentran documentadas en parte en el libro Los caminos andinos de las semillas, donde se manifiesta que “las semillas lejos de ser objetos inertes de manipulación genética, asumen en momentos cruciales liderazgo carismático y movilizan a las comunidades humanas” (PRATEC, 1997: xiii). Asimismo se describe que “la diversidad se aprecia en ciclos y espacios amplios, pues las semillas tienen también ciclos de emergencia y madurez; pero también de cansancio y renovación”.
Caminos de nuestra calidad alimentaria
Las leguminosas de grano son un cultivo vinculante entre las culturas andinas y las amazónicas. Así nos lo dan a entender las familias campesinas de la cuenca del Huallaga central y de la provincia de Picota, San Martín. Uno de estos campesinos, don Uver Huatangarí, dice: “Las semillas de los porotos o frijoles nos ayudan a relacionarnos, mayormente a nosotros los inmigrantes: se viene y no se tiene de esa semilla” (ARAA/ CHOBA-CHOBA, 2006).
Es importante también que a la alta calidad nutricional de las leguminosas de grano se asocia en sus sendas la diversidad de productos provenientes de los bosques, ríos, lagunas, cochas, chacras, minas de sal y arcillas, que a su vez poseen muchos otros importantes aportes nutracéuticos. Estos se intercambian entre los pueblos costeros, andinos y amazónicos en sus permanentes redes de interculturalidad, enriqueciendo, de este modo, su sabiduría ancestral culinaria, que se expresa por ejemplo, en el caso de los pueblos quechuas de Lamas (Programa de Pequeñas Donaciones, 2014), en los 24 términos que otorgan a las leguminosas de grano por los distintos sabores que tienen.
Fortaleciendo estas estrategias, la Asociación Rural Amazónica Andina Choba Choba (ARAA/CHOBA-CHOBA) logró en el caso de las familias campesinas del Alto Mayo, (provincia de Rioja, San Martín) incrementar significativamente la diversidad de leguminosas de grano. Se puede notar en el cuadro 1 la dinámica e incremento de su diversidad.
A las familias nativas quechuas lamas se les apoyó con pequeñas cantidades de variedades de frijoles; de 3 a 10 kilos por familia. En el caso del frijol huasca, en dos años se incrementó el área sembrada de 0,5 a una hectárea y esto significó un aumento de 50% en la producción de este cultivo, y la disponibilidad para la alimentación subió de 135 a 295 kilos de frijol al año por familia. Si sumamos a esto el incremento para el autoconsumo de las cuatro variedades más, la disponibilidad es de 835,5 kilos por familia y, como cada familia está compuesta por cinco personas en promedio, entonces durante un año cada persona tendría a disposición 46 gramos de frijol al día (cuadro 2).
Algunas narraciones, desde nuestras propias concepciones de vida, de las virtudes y de las leguminosas de grano
Los porotos, que es como se llama en nuestras comunidades amazónicas andinas a todas las leguminosas de grano, nos sirven como medicina, por eso se dice que son nutracéuticos, es decir nos alimentan y curan a la vez. Don Rosillo Guerra Sangama, campesino nativo quechua, decía: “El poroto yurac habitas (habitas blanco) es remedio para quemado de arco (picazón producida por hongos). Con la hoja, más las hojas de la ruda y el romero, más el alcanfor le tupran (frotan) con su mano en las heridas y con eso en dos pasadas ya estás sano. De igual manera, el frejol huasca y allpa nos cura la enfermedad; tomas el caldo caliente, sin sal, con dos ajíes muy picante como el pucunucho y eso te cura del resfrío”.
Don Rosillo Guerra Sangama, refiriéndose a la simbiosis entre los porotos y la bacteria Rhizobium leguminosarum y la asociación y rotación de estas leguminosas con el maíz, consideró, que más allá de la evidencia empírica de sus efectos positivos para las plantas y el suelo, atribuye una dimensión espiritual a las semillas de las leguminosas de grano: “las semillas porque tienen ánima crecen cuando se las siembra. Es el espíritu de la semilla lo que le da crecimiento y son estos espíritus los [que] nos hacen soñar, indicándonos que es el momento oportuno de hacer determinadas labores para el cuidado de nuestros cultivos. Por eso nosotros decimos toda planta tiene su madre, por eso decimos que la del maíz es saramaman y del frijol es el porotomaman”.
A modo de conclusión: necesidad de enfoques y visiones más amplios
Hay aspectos importantes que las comunidades andinoamazónicas desarrollan en áreas cruciales para el de sustento de la vida y el equilibrio ecológico del planeta. Sin embargo, estas comunidades tienen un limitado acceso a las fuentes de cooperación convencional y no están incluidas en programas que difundan su aporte a otras culturas. Se necesita de enfoques y visiones más amplios que puedan incluirlos para apoyar estos esfuerzos orientados a la revitalización del patrimonio biocultural. Incluso, en el Perú, estos han llegado a ser puestos bajo la amenaza de extinción por las políticas nacionales que descuidan la sabiduría que hace posible un modo de vida sostenible y que contribuye a la mejora de la calidad de vida en el planeta.
Rider Panduro Meléndez
Ingeniero agrónomo.
Asociación Rural Amazónica Andina Choba Choba
(ARAA/CHOBA-CHOBA)
riderpm60@gmail.com
Referencias
ARAA/CHOBA CHOBA. 2000. Compartiendo las crianzas. Lima, Perú, diciembre de 2000. 126 pp.
ARAA/CHOBA CHOBA. 2006. Plan Estratégico de Intervención en la Zona de Amortiguamiento del Parque Nacional Cordillera Azul, San Martín. Tarapoto, diciembre de 2006. 134 pp.
PRATEC. 1997. Caminos andinos de las semillas. Experiencias de los núcleos de vigorización de las chacras andinas en la crianza de la biodiversidad. Lima, enero de 1997. 265 pp.
Programa de Pequeñas Donaciones-SGP/GEF/PNUD y ARAA/ CHOBA-CHOBA. 2014. La cultura culinaria lamista del frejol. Lima, noviembre de 2014. 118 pp.