Aunque la mayor parte de unidades productivas se encuentra en tierras altas en el occidente del país, es cada vez más relevante tener una mirada macrorregional para emprender acciones de desarrollo rural a nivel nacional. En ese marco, el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA) tiene acción en siete regiones del país con la misión de contribuir al fortalecimiento organizativo, político, económico y cultural de pueblos indígenas originarios campesinos, y desde esta opción, participar en la construcción de una Bolivia democrática, autonómica, unitaria en su diversidad, intercultural, equitativa y sostenible económica y ambientalmente. Desde hace más de 15 años ha construido una propuesta económica productiva (PEP) para cada región como parte del consenso entre productores, líderes y técnicos. La PEP es de base agroecológica y se fundamenta en criterios teóricos de la economía campesina indígena. Aunque es una propuesta técnica, la PEP es también una propuesta política porque interpela el modelo de producción tradicional y plantea ser un modelo alternativo de desarrollo productivo en diferentes zonas de Bolivia.
Para el presente artículo, se analizaron sistemas de producción agroecológica en dos regiones del país: la producción diversificada bajo riego en los valles del departamento de Cochabamba, y los sistemas agroforestales en la Amazonía del departamento de Pando. En ambos casos la valoración de las diferentes dimensiones analizadas es comparada con la producción tradicional del lugar, es decir, la producción diversificada bajo riego se compara con la producción a secano, y la producción en sistemas agroforestales se compara con la producción de monocultivo.
Los productores del municipio de Anzaldo en Cochabamba acceden a terrenos de una a dos hectáreas de extensión por familia en propiedad individual. Para la implementación de la producción diversificada bajo riego, su sistema productivo consta de un atajado de agua (reservorio de 1 500 a 2 500 m3 de agua), de media a una hectárea de superficie con acceso a riego, de parcelas de producción a campo abierto y de un invernadero semitúnel, cuya superficie oscila entre 55 a 112 m2.
Las familias del municipio Gonzalo Moreno en Pando cuentan con entre tres a 10 hectáreas de tierra en propiedad familiar y con acceso a cientos de hectáreas de bosque para la recolección de productos forestales no maderables en propiedad colectiva. Para la implementación de los sistemas agroforestales (SAF) en general destinan entre una y media a tres hectáreas de superficie, las cuales no cuentan con ninguna mejora de infraestructura productiva.
Beneficios de la producción agroecológica
Diversidad de alimentos que mejoran la dieta alimentaria
La disponibilidad de alimentos en el sistema de producción diversificada en los valles cochabambinos se incrementa en la medida que se mejora la infraestructura del predio. En las parcelas que cuentan con riego se producen dos cosechas a campo abierto al año: en invierno, de julio a setiembre, papa misk’a; y en verano, de noviembre a febrero, cultivos diversificados como papa, haba, maíz, arveja, tarwi y cebolla, con lo cual la superficie destinada al cultivo de papa se duplica porque se usa en dos épocas. Entre las áreas de cultivos anuales se cuenta con cortinas rompeviento
conformadas por plantas frutales de manzana y durazno, cada familia tiene entre 25 y 50 plantas que también aprovechan para consumo y para venta. Adicionalmente, los invernaderos se producen hortalizas, lechuga, zanahoria, pimentón, tomate, pepino, ají, betarraga y perejil en pequeñas superficies, aunque los cinco primeros productos también son comercializados. En síntesis, las familias disponen de seis cultivos anuales, cinco cultivos de hortalizas y dos cultivos perennes de frutales, lo que garantiza su seguridad alimentaria y permite la generación de ingresos por excedentes comercializados.
La disponibilidad de alimentos en el sistema agroforestal está en función de la edad del sistema: un sistema agroforestal joven –de uno a tres años– tiene mayor cantidad de alimentos provenientes de cultivos anuales; un sistema agroforestal ya establecido –de cuatro a siete años– tiene mayor cantidad de productos provenientes de cultivos multianuales; y un sistema agroforestal consolidado mantiene un equilibrio entre productos multianuales y perennes.
Según las familias entrevistadas, en sus SAF la cantidad de especies multianuales oscila entre 10 y 15, las mismas que iniciaron su producción a partir del tercer año. Entre las especies principales se cuentan el cacao, el copoazú, la lima, el limón, la naranja, el pomelo, el asaí, el motacú, la pupuña, el majo, el coco, la carambola, el cajú, el pacay y el plátano. Un SAF joven, adicionalmente a estas especies multianuales, tendrá alrededor de cinco especies anuales extra como el arroz, la yuca, el maíz, el frejol y el plátano, las cuales es posible cultivar solo hasta el tercer año de establecimiento de la parcela.
Es una estrategia que los productores habiliten SAF a razón de media hectárea por año, de tal modo que tienen producción de cultivos anuales y multianuales a lo largo de varios años. Otros productores destinan más bien otros espacios más pequeños y cercanos a la casa para la producción de los cultivos anuales, siempre manteniendo parcelas diversificadas. A toda esta diversidad de especies que generan alimentos e ingresos se añaden las especies maderables que hacen parte del diseño del SAF: la mara, el cedro, el ocho y la castaña, entre otros. Estas especies, si bien podrán ser aprovechadas como madera 30 o 40 años después de establecidas, generan otro tipo de servicios en la parcela del SAF: humedad y sombra para las especies menores, hábitat natural para otras especies animales o vegetales, y valorizan la parcela.
Incremento en el valor de las parcelas
Es importante relevar que existen diferencias entre un caso y otro, sobre todo en lo referente al tiempo de producción y la temporalidad de los componentes del sistema productivo. Una parcela de producción diversificada en los valles está compuesta en un 90% por cultivos de corto plazo (anuales, hortalizas que pueden producirse en tres meses como la lechuga) y un 10% de cultivos perennes (frutales); mientras que una parcela de sistema agroforestal está compuesta por cultivos anuales, multianuales y perennes, constituyendo los multianuales al menos el 90% del total. De acuerdo a ambos modelos, la producción de alimentos dependerá más de especies de corto plazo en el primer caso y de especies de mediano plazo en el segundo. Si bien se tiene producción e ingresos desde el primer año en los sistemas agroforestales, la producción y renta será generada según el ciclo del sistema; es decir, en los tres primeros años provendrá de cultivos anuales y bianuales como arroz, maíz, frejol, yuca y plátano, mientras que del cuarto año en adelante la producción y los ingresos provendrán de cultivos de mediano plazo según vayan entrando en producción, como los cítricos, las palmeras, el cacao y otros frutales. Del mismo modo, la parcela irá generando paulatinamente otros servicios, como un ambiente adecuado para las especies multianuales y mayor presencia de fauna y flora, las cuales eventualmente serán parte de las actividades de cacería de subsistencia y recolección (tanto de alimentos como de plantas medicinales).
Ingresos sustentados en actividades productivas
Según el estudio de Ingreso Familiar Anual (IFA)1 efectuado para el año 2011, las familias de Anzaldo tienen en promedio un IFA de Bs. 14 113 para seis miembros, con un valor neto de producción (VNP) –conformado por el conjunto de actividades productivas– que significa el 78% de dicho ingreso. Por otro lado, las familias de Gonzalo Moreno tienen un IFA de Bs. 57 320 para seis miembros, con un valor neto de producción que significa el 96% del ingreso.
Se evidencia la importancia de las actividades agropecuarias para las familias de ambos municipios dado el alto porcentaje del VNP. Existen diferencias significativas en el ingreso total en ambos casos, el ingreso en Gonzalo Moreno es sustancialmente mayor al de Anzaldo, lo cual principalmente se debe a la actividad de recolección del bosque (castaña en su mayoría) y al tipo de tenencia de la tierra. En la Amazonía las familias han saneado y titulado la tierra en propiedad colectiva, por lo cual acceden a grandes extensiones de bosque (500 hectáreas en promedio para cada familia), mientras que en los valles la propiedad es individual y un problema actual es el minifundio (la propiedad oscila entre las dos y las cinco hectáreas por familia).
En Anzaldo las familias que cuentan con riego tienen la posibilidad de producir dos cosechas anuales de papa, una en verano en época lluviosa y otra en época seca con riego. La producción de papa misk’a (papa temprana con riego) significa un nuevo ingreso para la familia, ya que su precio en el mercado es sustancialmente mayor. Una carga de papa (100 kilos) se vende en el mercado en Bs. 230, y en una parcela de un cuarto de hectárea se cosechan siete cargas, lo cual implica un ingreso de Bs. 1 610 sin descontar los costos de producción, tomando en cuenta que la mano de obra del productor está incluida como costo de oportunidad.
Ahorro de tiempo y dinero por contar con parcelas diversificadas
Las familias de ambos municipios valoran, además del ingreso económico generado por las actividades productivas, el ahorro de tiempo y de gastos que implica tener una parcela diversificada que brinde disponibilidad de alimentos para el consumo diario (hortalizas y frutas, sobre todo). En ambos municipios las familias manifestaron que ahorran al menos media jornada semanal de tiempo –lo que demoraría ir al mercado local para comprar frutas y hortalizas–; por otro lado, según cálculos efectuados con las familias entrevistadas en Anzaldo, estas ahorran un promedio de Bs. 720 por año al autoabastecerse de hortalizas y frutas, y sin contar el costo del transporte que implicaría cada salida al mercado. La posibilidad de contar con parcelas diversificadas también les permite ventas o trueques (intercambios) in situ, es decir, ventas menores de algunas frutas y hortalizas que generan pequeños ingresos no cuantificados pero significativos para la economía doméstica; igualmente, en las comunidades es común que aún se efectúen intercambios de productos entre familias de la misma comunidad para complementar la dieta alimenticia.
Mejora de las relaciones sociales en la comunidad
Existe una serie de beneficios para las familias que cuentan con parcelas diversificadas, entre ellos los relativos al relacionamiento social en la comunidad. Dicho relacionamiento puede aumentar por el intercambio o trueque de productos realizado entre familias; por ejemplo, es común en los valles que algunas familias que cuentan con invernaderos tengan producción de hortalizas todo al año e intercambien sus productos con las familias que solo producen tubérculos en las partes altas de las comunidades. Asimismo, es común también que en la Amazonía haya lugares donde las familias producen plátano todo el año para autoconsumo y para intercambiarlo con las familias que producen maíz y frejoles. Igualmente, las familias destinan una parte de la producción a ser enviada a aquellos familiares que han dejado la comunidad por motivos de trabajo o estudios, lo cual también permite que estos manden remesas económicas o realicen envíos en especies de la ciudad al campo, fortaleciendo el vínculo familiar.
El fortalecimiento de capacidades
La capacitación es parte de la producción agroecológica, por lo que se practican dos tipos: una básica, orientada a productores; y otra especializada, orientada a las y los promotores. El contar con promotores permite difundir y amplificar la PEP.
En Anzaldo, durante los últimos 10 años se han formado promotores en las especialidades de riego tecnificado, agroecológico y pecuario. Los promotores y productores conformaron una asociación para mejorar la gestión del agua en el municipio denominada ARSARA (Asociación de Riegos por Servicios de Represas y Atajados), la cual brinda servicios a las comunidades, al municipio y a programas y proyectos que se ejecutan en la región, pero también genera normas para la gestión de la cuenca y del agua a nivel interno, e incide en las políticas públicas del gobierno local, regional y nacional. Por otro lado, aunque aún es difícil involucrar masivamente a las mujeres en estos procesos, se han hecho esfuerzos para fomentar el liderazgo femenino y, en consecuencia, hoy muchas de las promotoras formadas lideran organizaciones productivas y participan en la directiva de su asociación de regantes.
En Gonzalo Moreno se formaron promotores agroforestales que tienen experticia en el manejo de cacao y otras especies tropicales. Los promotores cumplen roles de extensión y facilitan la amplificación de la PEP en la región. El año 2002 promovieron la conformación de la APARAB (Asociación de Productores Agroforestales de la Región Amazónica de Bolivia), que tiene más de un centenar de asociados que comercializan su producción por medio de esta organización. Y aunque actualmente se han especializado en el cacao, tienen proyecciones de transformar también otros frutos amazónicos y comercializarlos. En los últimos años esta asociación promovió el envío de muestras de cacao al Salon du Chocolat en Paris, consiguiendo que los años 2013 y 2015 las muestras de cacao de los productores de la región clasificaran entre las 30 y 17 mejores del mundo, respectivamente.
Sistemas diversificados son más resilientes
La población rural boliviana, por la topografía y las condiciones climáticas propias del país, está permanentemente expuesta a fenómenos climáticos adversos. En las tierras altas (Anzaldo) las sequías son recurrentes y en las tierras bajas (Gonzalo Moreno) lo son las inundaciones. En los últimos años, según los informes de campo efectuados por los equipos técnicos de CIPCA en coordinación con técnicos de los municipios, las sequías en Anzaldo y las inundaciones en Gonzalo Moreno han provocado pérdidas cuantiosas para los sistemas productivos tradicionales (monocultivos), mientras que las pérdidas para los sistemas productivos diversificados han sido parciales, lo cual da cuenta de que los sistemas productivos diversificados tienen mayor capacidad de superar las perturbaciones climáticas. En el caso de los valles, la sequía afectó parcialmente los cultivos a campo abierto, pero la posibilidad de utilizar el riego tanto en parcelas a campo abierto como en invernaderos siempre permitió a las familias contar con alimentos e ingresos. En una reciente sistematización sobre las inundaciones de 2014 en la Amazonía se determinó que, aunque el agua había subido entre metro y medio y dos metros por encima del suelo, en los sistemas agroforestales consolidados se registraron pérdidas solo del 30% al 50% por ser multiestrato. El cacao, la manga, la guayaba, el árbol del pan y la mara son las especies que mejor resistieron las inundaciones, mientras que los cítricos resistieron parcialmente y el plátano, el copoazú, la papaya y la yuca se perdieron por completo (Soliz et al., 2015).
El manejo de la biodiversidad, sumado a prácticas que permitan reducir riesgos de desastres (riego y manejo de sistemas multiestrato), son parte importante de la propuesta económica productiva implementada para los valles y la Amazonía. Al respecto, se afirma que el uso de estrategias agroecológicas puede representar la única ruta viable y sólida para garantizar la productividad, sostenibilidad y resiliencia de la producción agrícola, por lo cual la diversificación será muy importante en los agroecosistemas puesto que la diversidad se traduce en heterogeneidad ecológica, lo que a su vez incrementa las opciones que tienen las familias (Altieri y Nicholls, 2013).
El enfoque territorial garantiza equilibrio en el ecosistema
En Anzaldo se hace manejo de agua con enfoque de cuenca. La reforestación tiene efectos positivos en el microclima de la región y se traduce en una mayor productividad, mientras que el uso de técnicas de riego tecnificado (aspersión y goteo) garantiza un aprovechamiento más eficiente del agua. Muchas familias en la comunidad hacen actividades comunitarias de reforestación en las cuencas y en áreas aledañas a sus parcelas; aunque no lo han comprobado científicamente, ellos son conscientes que esto coadyuva al balance hídrico a nivel local y trae beneficios para las parcelas pues los árboles son hospederos de fauna e insectos benéficos.
En Gonzalo Moreno las comunidades hacen manejo integral del bosque y tienen normas internas que regulan el uso y aprovechamiento de diferentes productos para disminuir los conflictos por acceso a recursos, especialmente con la castaña; no obstante, aunque muchas comunidades tienen mapas de recursos naturales y mapas de capacidad de uso mayor del suelo, pocas veces los usan para tomar decisiones porque la producción en sistemas agroforestales es familiar y es la familia la que decide dónde implementarlos. Hoy se avanza con las comunidades en la actualización de normas internas y en el establecimiento de acciones que permitan un uso más sostenible del bosque; en ese marco, se efectuó un estudio sobre el aporte económico y ambiental de los sistemas agroforestales. Dicho estudio reveló que los SAF consolidados de 10 años tienen mayor aporte en la mejora de la fertilidad del suelo y en la presencia de fauna silvestre; se calculó, además, que en promedio los SAF de la región capturan 16.6 toneladas de CO2 por hectárea por año (Vos et al., 2015).
Incidencia en políticas públicas
En ambas zonas de trabajo, como parte del fortalecimiento organizativo político, se enfatiza la formación de líderes (hombres y mujeres) en diversos niveles y la implementación de programas de formación o de aspectos de la vida orgánica y política, además del componente productivo desde el que se analizan los modelos de desarrollo vigentes en el país. En ese marco, son los mismos líderes surgidos de la base social los que posicionan el modelo agroecológico como una alternativa de desarrollo viable para el país y para sus regiones. En los últimos años, el acceso de campesinos
e indígenas a espacios de poder ha permitido que la PEP sea parte de los programas de desarrollo, sobre todo a nivel local, y las autoridades han respondido a las demandas estructuradas por las comunidades y planteadas por las organizaciones de productores con importantes incrementos en el destino de los recursos públicos para financiar los componentes de la PEP.
En Anzaldo, por ejemplo, desde el año 2003, con la incursión de campesinos a las alcaldías, se ha ido incrementando paulatinamente el presupuesto público para la construcción de atajados y sistemas de riego tecnificado. Hoy CIPCA brinda mayormente asistencia técnica a las familias e invierte muy poco en infraestructura productiva. Por otro lado, las organizaciones campesinas y las organizaciones de regantes han posicionado e inscrito la PEP como parte fundamental de la Ley Departamental para la Revolución Productiva Agropecuaria y gestionan mayor inversión a nivel de las gobernaciones. A nivel nacional, son las organizaciones las que han posicionado la importancia del riego y el manejo de cuencas para los valles interandinos; los programas estatales MI AGUA y MI RIEGO financian hoy obras de mayor envergadura, aunque su cobertura es aún insuficiente para cubrir las necesidades de la región.
En Gonzalo Moreno los sistemas agroforestales están hoy presentes en los programas de gobierno tanto a nivel municipal como departamental; sin embargo, la inversión en la propuesta global aún es escasa puesto que por el momento solo se invierte en viveros y plantines para SAF. El modelo tradicional de monocultivo y ganadería extensiva aún llama la atención de autoridades y productores. Son las organizaciones las que tienen que incidir para que se generen cambios y se incursione con mayor decisión en el tránsito del modelo tradicional hacia el modelo de base agroecológica.
Pamela Cartagena
Agrónoma con maestría en Recursos Naturales y Desarrollo Rural.
Directora general del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA) de Bolivia
pcartagena@cipca.org.bo
Referencias
- Altieri, M., Nicholls, C., 2013. Agroecología y resiliencia al cambio climático, principios y consideraciones metodológicas. En Clara I. Nicholls y Miguel A. Altieri, (eds.), Agroecología y cambio climático. Metodologías para evaluar la resiliencia socio-ecológica en comunidades rurales. Lima: REDAGRES, CYTEG, SOCLA.
- CIPCA, 2012. El ingreso familiar anual IFA 2010-2011. Documento de trabajo. La Paz: CIPCA.
- Oblitas et al., 2016. “…estamos volviendo a aprender a soñar”. Cambios y aprendizajes en el desarrollo rural en los valles interandinos de Bolivia. Cochabamba: CIPCA.
- Soliz et al., 2015. Lecciones y desafíos que dejaron las inundaciones de 2014 en la Amazonía boliviana. La Paz: CIPCA.
- Vos et al., 2015. Sistemas agroforestales en la Amazonía boliviana: una valoración a sus múltiples funciones. Cuaderno de investigación No. 82. La Paz: CIPCA.