Nutrición infantil en comunidades rurales de Bolivia: estrategias para mejorar
MARÍA C. OMONTE | Página 16-20 DESCARGAR REVISTA COMPLETAEl trabajo con agricultura y nutrición que realiza la ONG Vecinos Mundiales ha llevado a problematizar muchos de los enfoques tradicionales. Si no se toman en consideración los elementos propios de la tradición y si no se incorpora el trabajo a la dinámica de los conocimientos tradicionales, los proyectos de desarrollo pueden enfrentar grandes obstáculos.
Vecinos Mundiales es una ONG internacional sin fines de lucro presente en África, Asia y América Latina. En Bolivia ha estado trabajando con agricultura y nutrición en zonas altoandinas desde 2005 y en este proceso ha aprendido que las relaciones entre agricultura y nutrición son más complejas de lo que parecen. Hemos aprendido lecciones que cuestionan o matizan los enfoques tradicionales utilizados comúnmente en proyectos de agricultura y nutrición. Primero, aumentos en la producción de alimentos no necesariamente se traducen en mejoras nutricionales. Segundo, el enfoque casi exclusivo de trabajar con madres de familia para mejorar la nutrición no basta si no se toman en cuenta las relaciones intrafamiliares.
Tercero, el énfasis en mejorar los conocimientos de las madres sobre el valor nutricional de los alimentos es necesario pero no suficiente ya que se deben tomar en cuenta –y construir sobre ellos– los sistemas de conocimientos, recursos e instituciones propias de las comunidades (Vecinos Mundiales Bolivia, 2014). Vecinos Mundiales Bolivia (VMB) trabaja desde hace más de 20 años en comunidades rurales del norte de Potosí. A través de los años ha trabajado en diversos temas como conservación de suelos, liderazgo, salud reproductiva, manejo de recursos naturales, pastos y forrajes y cosecha de agua, entre otros. En 2005 empezó una serie de actividades orientadas a mejorar la nutrición en la zona de trabajo. Estas actividades cubrieron un espectro amplio de enfoques, desde los fundados en la disponibilidad de alimentos basada en tecnología, hasta el uso de alimentos basado en la movilización comunal y la reflexión sobre la importancia del rol y los conocimientos de las madres, las familias y la comunidad. En 2008 los niveles de desnutrición crónica infantil en el departamento de Potosí (34%) superaban el promedio nacional (21%), y la tasa de mortalidad infantil era de 101 por 1000 nacidos vivos, frente a 42 del promedio nacional (Ministerio de Planificación del Desarrollo de Bolivia, 2010).
Mejor alimentación familiar
En el período 2005-2009, con el auspicio de la Fundación McKnight, VMB ejecutó un proyecto dirigido a introducir variedades de leguminosas a fin de mejorar, entre otros aspectos, la alimentación familiar. Se introdujeron variedades de haba (Vicia faba), arveja (Pisum sativum), frejol (Phaseolus vulgaris), tarwi (Lupinus mutabilis) y maní (Arachis hypogaea), estableciendo más de 200 ensayos de adaptación de las variedades en 36 comunidades.
Igualmente se implementaron ocho ensayos sobre abonos verdes que incluían tarwi, avena y haba. Al mismo tiempo se recogieron datos antropométricos de niños (talla y peso) dos veces al año y más de 2.200 registros de 24 horas en 30 comunidades (Berti y otros, 2010: 741-749). En este período se trabajó también con grupos de mujeres en las comunidades, alentándolas a probar y adoptar recetas a base de leguminosas. Se asumió que una vez identificadas las mejores variedades de leguminosas, los agricultores y sus familias las incorporarían en sus sistemas de producción así como en su dieta diaria. En realidad, aunque los conocimientos de las mujeres se incrementaron en un 16%, no hubo cambio alguno en sus prácticas alimentarias.
Frente a esos resultados, entre 2008 y 2010, VMB emprendió una autoevaluación crítica de su trabajo. Poco a poco la reflexión cristalizó y se implementó una nueva estrategia para mejorar la nutrición en una nueva fase del proyecto (2009-2013). Estudios en las comunidades donde ha operado el proyecto revelaron que las barreras que enfrentaban las madres para el mejoramiento de la alimentación infantil tenían que ver con que ellas se sentían solas en su labor de cuidar al niño, notaban ausencia y desinterés del esposo y por tanto no se animaban a realizar cambios (Jones, 2011: 135). El proyecto encontró que las madres también enfrentaban resistencia a cambios por parte de sus suegras. El primer gran reto era incluir al esposo, a las suegras y a toda la familia en las actividades de un proyecto de nutrición infantil que era culturalmente considerado como “tema de mujeres”.
En esta fase redujimos el número de comunidades atendidas, de más de 30 a cinco, para poder hacer las cosas mejor y aprender de ellas. De inicio se invitó formalmente a los varones a participar en los eventos del proyecto. Lento pero seguro, en tres comunidades (Lancaya, Alta Ticanoma 1 y Chacoma) logramos reunir en el mismo evento tanto a varones como a mujeres. En cambio, en las otras dos comunidades (Camacachi y Cayastía) nos reunimos con varones y mujeres pero en eventos separados, ya que culturalmente no aceptaban sentarse uno al lado del otro.
Usamos enfoques innovadores para motivar a las familias, especialmente a los varones, a ser parte activa del proyecto:
- durante los talleres tratamos de generar un clima de confianza con los participantes a través de conversaciones informales sobre temas de su interés, tratándonos como iguales sin plantear diferencia entre “técnicos” y “agricultores”;
- alentamos el reconocimiento social de que madres, padres, abuelos y abuelas tienen conocimientos valiosos que compartir entre ellos y con los demás actores de la familia como los jóvenes y los niños;
- priorizamos cuatro temas de nutrición infantil: lactancia materna, alimentación complementaria, diversidad en la dieta y apoyo intrafamiliar, abordándolos a partir del diálogo y la reflexión sobre sus implicaciones en desarrollo del niño (cognitivo, físico y social) y su repercusión futura sobre la familia y la comunidad;
- promovimos la reflexión sobre el rol del padre en la alimentación familiar y principalmente en la de los niños menores de cinco años, con un enfoque de apoyo solidario al interior de la familia;
- implementamos metodologías participativas visuales y orales que permitieron una mejor comprensión de los mensajes y mayor participación en los eventos, además de fortalecer la autoconfianza de los y las participantes. Introdujimos el video comunitario, lo que incentivó la participación así como la reflexión de las familias y generó curiosidad e interés por asistir a los eventos. Los participantes aprendieron rápidamente a usar el equipo de video a través de juegos y ejercicios, y así dirigieron y filmaron videos cortos con mensajes que se mostraron en proyecciones a la comunidad. Con el apoyo de los facilitadores y con técnicas de investigación-acción participativa y visualización, los participantes identificaron y analizaron los asuntos importantes para su comunidad. Así, se puso en marcha un proceso de aprendizaje, información compartida e intercambio dinámico con la comunidad que estimuló el cambio de prácticas.
Hasta 2009 se había trabajado solamente con mujeres. Incluir a los varones, suegras y otros miembros de las familias ha logrado que se revalorice el rol que cada uno de ellos cumple en la vida familiar y, en particular, en la alimentación de los niños pequeños. La importancia de incluir al varón en los programas nutricionales en el área rural se hace más evidente debido a que es el varón quien decide lo que se va a producir en las parcelas familiares. Es él quien a través de las migraciones temporales, provee de ciertos alimentos a la familia y es quien busca intercambiar sus productos por otros si lo considera necesario.
El cambio en las prácticas alimentarias tiene que ver con un proceso de negociación familiar entre los diferentes miembros adultos del hogar, especialmente con el esposo y en varios casos con la suegra o madre que habita con ellos.
Alimentación y conocimiento local
La segunda estrategia del proyecto fue tratar de entender mejor el conocimiento local relacionado con la alimentación infantil, tan arraigado que dificultó la adopción de cambios importantes en sus prácticas. Hasta 2008 VMB implementó procesos de transferencia de tecnología hacia los agricultores de una forma vertical y con escaso apoyo didáctico. Esta forma de trabajo suponía que transmitir información era suficiente para generar cambios en la forma de producir o de alimentarse de las familias. Pero esa forma de llegar a las familias no generaba confianza en los mensajes que los facilitadores transmitían y menos autoconfianza en las propias familias ya que no tomaba en cuenta su propio conocimiento.
En esta nueva fase el equipo del proyecto decidió indagar sobre los conocimientos de las familias sobre lactancia materna, alimentación complementaria, diversidad en la dieta y apoyo intrafamiliar. Se adoptó el siguiente orden general para los talleres: de documentación del conocimiento local; de diálogo de saberes entre ese conocimiento y el que el equipo impartía y de profundización para producir mensajes sencillos pero claros sobre cada tema abordado. Esta nueva estrategia permitió conocer, entender y tomar en cuenta los conocimientos ancestrales presentes en las prácticas cotidianas de las familias que impedían la adopción o la adaptación de los “nuevos conocimientos”.
El diálogo con las familias mostró que la desnutrición está relacionada con mucho más que la disponibilidad de alimentos o la transferencia de información sobre nutrientes de origen animal o vegetal. Sin duda está relacionada con el hecho de que las familias no entienden los efectos de la alimentación en los niños recién nacidos o la composición nutricional de las comidas, es decir, la importancia del consumo diversificado de energía, proteína, vitaminas y minerales. Al mismo tiempo, la nutrición está relacionada con la falta de responsabilidad del hogar en su conjunto respecto a la alimentación familiar. Está también influenciada por la gran carga de trabajo cotidiano de las madres –especialmente en épocas de intenso trabajo agrícola, como las de siembra y cosecha– que no les deja tiempo para el preparado de alimentos nutritivos o para la lactancia materna para el niño pequeño. La presión es mayor en proporción al tamaño de la familia y el número de niños que cuidar.
La nutrición está también influenciada por la distancia hasta los mercados, los centros de salud u otras zonas altitudinales donde se producen alimentos complementarios; por la disponibilidad de agua y de tiempo para el procesamiento de ciertos alimentos nutritivos como la quinua (Chenopodium quinoa) y el tarwi, de los cuales se debe extraer la saponina antes de consumirlos. La nutrición está incluso vinculada al cambio climático, ya que el incremento de la temperatura limita la elaboración del chuño (papa deshidratada por el frío que puede conservarse por años y es esencial en la dieta de las comunidades andinas tanto en épocas de abundancia como de escasez de alimentos). La facilidad en la preparación del arroz y el fideo hace que estos sean incorporados como ingredientes importantes en la dieta diaria familiar.
Finalmente, la nutrición está relacionada con la valoración social de los alimentos. Las mamás saben que el tarwi o la quinua son productos altamente nutritivos pero, cuando comparan sus alimentos con la comida urbana, suponen que esta es mejor porque existe la idea de que comer como se hace en las ciudades es símbolo de un estatus socioeconómico más alto; muchas veces como reflejo del aura de modernidad que acompaña a lo urbano, otras por un abierto estímulo de la propaganda comercial.
Logros del proyecto
Se ha logrado, hoy en día, que los varones piensen que deben apoyar a sus esposas en tareas concretas de alimentación de los niños; que no basta producir o comprar cualquier tipo de alimento para sus hijos sino los que son más nutritivos, y que los recién nacidos y los niños pequeños deben tener una dieta basada en la lactancia materna así como en los alimentos más adecuados (figura 1). Se ha logrado también que exista mayor diversidad en la dieta (figura 2), que la lactancia materna (inmediata, exclusiva y prolongada) haya mejorado (figura 3), así como la calidad, frecuencia y consistencia de la alimentación complementaria (fi-gura 4). Los niveles de consumo de fuentes de grasa, verduras y frutas fuentes de vitamina A, así como carne roja fuente de hierro, se han elevado significativamente. Anteriormente estos tres elementos eran deficitarios en la dieta infantil de la zona.
Las madres, padres, abuelos y abuelas perciben que la buena alimentación a través de las comidas diversas contribuyen al yuyay, que significa en quechua desarrollo cognitivo para discernir con sabiduría la vida y los destinos de la comunidad; al kawsay, que es la posibilidad de vivir más años y no enfermarse, y a la kallpa, que es tener fuerza para trabajar y vivir en las condiciones ambientales de la zona.
María C. OmonteRepresentante nacional, Vecinos Mundiales-Bolivia, Cochabamba, Bolivia
momonte@wn.org
Referencias
- Berti, P., Jones, A., Cruz, Y., Larrea, S., Borja, R. y Sherwood, S., 2010. Assessment and Characterization of the Diet of an Isolated Population in the Bolivian Andes. American Journal of Human Biology, 22,741-749.
- Ministerio de Planificación del Desarrollo de Bolivia, 2010. Desarrollo humano en el departamento de Potosí. La Paz, Bolivia: UDAPE/PNUD.
- Jones, A., 2011. Overcoming Barriers to Improving Infant and Young Child Feeding Practices in the Bolivian Andes: The Role of Agriculture and Rural Livelihoods. Tesis de doctorado, Ithaca, EEUU: Universidad de Cornell.
- Vecinos Mundiales Bolivia, 2014. Aprendizaje-acción sobre soberanía alimentaria y nutrición en comunidades del Norte de Potosí. http://www.infoandina.org/es/content/combatiendo-la-desnutrici%C3%B3n-infantil-en-losandes-bolivianos (último acceso: diciembre 2014).
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