Crianza andina de las chacras y la suficiencia alimentaria
JULIO VALLADOLID RIVERA | Página 13-15 DESCARGAR REVISTA COMPLETA
El Perú es uno de los pocos centros de origen de plantas cultivadas en el mundo, donde desde hace más de 10.000 años (Brack, 2000) los agricultores campesinos han criado –no manejado– con cariño y dedicación más de 180 plantas comestibles. Es asombrosa la gran diversidad de variedades que aún conservan y consumen en sus pequeñas y dispersas chacras.
Más de 4.000 cultivares de papas nativas, otras 4.000 de camote (Roca y Manrique, 2005) y 1.600 accesiones de maíz (Manrique, 1997) son pruebas más que suficientes de esta crianza llena de rituales, que no son otra cosa que manifestaciones de cariño y respeto a la naturaleza, la Pachamama, y a sus cerros sagrados, Apus, Taita Huamananis, Jircas, Achachilas… Esta gran diversidad fue cultivada y conservada gracias a saberes milenarios para criar variedades de plantas que “conversan” con el clima y los suelos andinos (PRATEC, 2006; Chuyma Aru-Puno, 2007; ABA-Ayacucho, 2008).
Cultivos nutracéuticos andinos y saberes de crianza
Los cultivos andinos, sean estos granos como maíz, quinua, cañihua, kiwicha, tarwi, frijoles, o tubérculos y raíces como papa, camote, yuca, oca, olluco, mashua, maca, yacón, achira, mauka, ahipa, constituyen elementos básicos para la alimentación y nutrición de la mayoría de la población del Perú. En términos generales algunas especies son ricas en proteínas de calidad, carbohidratos de fácil digestión, ácidos grasos esenciales y micronutrientes como los minerales esenciales, vitaminas, carotenoides, fenoles, antocianinas, fructooligosacáridos y glucosinolatos, la mayoría de los cuales tienen efectos antioxidantes que contribuyen a prevenir y curar enfermedades (Roca y otros, 2007). Los granos aportan proteínas y grasas benéficas y los tubérculos y raíces, carbohidratos. La gran variedad existente de cada una de estas especies aporta, en mayor o menor cantidad, micronutrientes esenciales. Es decir, son alimentos nutracéuticos o funcionales que nutren y también previenen y curan enfermedades.
El consumo de la diversidad de plantas andinas en las diferentes preparaciones que ofrece la cultura culinaria local, es lo que produce en el organismo humano los efectos nutracéuticos. Estos alimentos, de comprobadas propiedades funcionales, han sido cultivados con los milenarios saberes de crianza, tales como las “señas” para predecir el clima, los “secretos” y las prácticas que permiten a las plantas crecer bien, además de constituir lo más adecuado para una agricultura de secano en las chacras generalmente ubicadas en laderas. El 81,8% de los agricultores del Perú son campesinos que cultivan en el 63,8% de toda la superficie agrícola del país bajo condiciones de secano (figura 1). Viven agrupados en las 6.277 comunidades campesinas andinas y 1.322 comunidades nativas de la selva (IV Censo Nacional Agrario, 2012). Son ellos quienes en sus pequeñas, múltiples y dispersas chacras producen más del 60% de lo que consume la mayoría de la población del país, no solo del campo sino también de las grandes ciudades. Esta realidad de la agricultura en el Perú pone en evidencia la importancia que para la seguridad y soberanía alimentaria tiene la agricultura campesina.
Cambio climático y suficiencia alimentaria
Las plantas andinas, tan diversas, están adaptadas a los cambios del clima. Es necesario aclarar que si bien estos cambios obedecen a ciclos naturales el cambio que se caracteriza por calentamiento global se debe principalmente a la rápida elevación de la temperatura en el planeta debida a la excesiva emanación en la atmósfera de gases de efecto invernadero, producto de la actividad humana que, dado el sistema económico imperante es socialmente individualista y muy competitiva.
La contaminación no es solo del aire por la mayor concentración de gases de efecto invernadero, sino también del agua, el suelo, las plantas, los animales y sobre todo del alma de niños y jóvenes, a quienes se incentiva a un consumo compulsivo.
Esta gran contaminación ha incrementado la frecuencia e intensidad con que ahora se presentan los eventos extremos del clima: sequías, heladas, granizos, vientos huracanados, exceso de lluvia en periodos muy cortos y cuyos efectos e impactos son cada vez mayores. Los expertos que vienen estudiando el actual cambio climático dicen que el Perú es uno de los tres países del mundo con mayor vulnerabilidad a sus efectos e impactos (Brooks, 2003). Expertos peruanos señalan que entre las actividades productivas más vulnerables a estos efectos está la agricultura.
Frente a este panorama se hace cada vez más necesario fortalecer los saberes de los campesinos herederos de esta milenaria sabiduría, a quienes ahora se les quiere hacer invisibles llamándoles “pequeños agricultores familiares”. La sabiduría andina de crianza va más allá que la práctica agroecológica. Es más holística, al considerar a la naturaleza y sus deidades como personas vivas, equivalentes a los humanos; ellos también “comen” y “saborean” la diversidad de plantas y animales. Los campesinos comparten con ellos, mediante rituales, los primeros frutos de las siembras muy tempranas, michca o mahuay, que se cosechan en los carnavales.
Fortalecer este modo de vida que deviene de una cosmovisión andino-amazónica es también una alternativa frente al cambio climático para que la mayoría de la población del Perú tenga suficiencia alimentaria, que en palabras de un campesino de la comunidad de Jocos, Cajamarca, es: “Sembrar de todo, diversidad de plantas para comer de todo, diversidad de comidas y entre todos: naturaleza, deidades y humanos”, es decir todo el ayllu (la familia).
La suficiencia alimentaria va más allá de los conceptos de seguridad y soberanía alimentaria que, en lo esencial, no dejan de ser antropocéntricos. La suficiencia alimentaria es para que todos, naturaleza, deidades y humanos, “vivan” con bienestar: Ayllupi Sumac Kawsay (vivir bonito en familia). El fortalecimiento de la cosmovisión andina pasa por criar simultáneamente el paisaje de cada comunidad, con lagunas que almacenen el agua de las lluvias y montes y praderas naturales, donde crecen los llamados parientes silvestres de las plantas de cultivo, resistentes a los extremos climáticos y con propiedades curativas. También allí se encuentran las plantas y animales silvestres que son “señas” para predecir el clima, importantes en una agricultura de secano como es la agricultura andina. El incremento de la diversidad y variabilidad de plantas de cultivo en las chacras es otra crianza importante, juntamente con la crianza de la diversidad de animales en las praderas naturales.
Todas estas crianzas requieren fortalecer la organicidad comunal vigorizando los grupos de trabajo comunitario –ayni, minka– y recuperando o recreando las autoridades tradicionales para el cuidado de las chacras y el ganado: varayoq, envarado, manrani, etc.
Fortalecer los “caminos para el intercambio de la diversidad de semillas y los saberes de crianza” entre las comunidades de una misma cuenca hidrográfica es muy importante. Este intercambio debe realizarse “en su momento y en su lugar”; su momento es después de las cosechas y su lugar son los centros ceremoniales de origen prehispánico. Mediante este intercambio ritual, al que los campesinos concurren en peregrinación, se incrementa la diversidad de semillas en las chacras. En condiciones de secano es muy importante sembrar en cada una de las múltiples chacras mezclas de diversidad y variedad de semillas en diferentes momentos de siembra y a diferentes alturas. Solo así se asegura tener suficiencia alimentaria para todo el ayllu. En toda esta estrategia para minimizar los riesgos por razones del clima, ahora incrementado por el cambio climático, es clave reforzar la espiritualidad andina (rituales, peregrinaciones a los centros ceremoniales) que contribuye a fortalecer la organicidad del ayllu y el respeto a la naturaleza y sus deidades, sean andinas o cristianas (Jesucristo, vírgenes, santos) que ahora, después de 500 años de crianza, son miembros del ayllu al igual que el sol, la luna, Huillca Chacata (constelación que se encuentra en el cielo del hemisferio sur).
La sabiduría de los criadores de diversidad que viven en las comunidades campesinas y nativas es también alternativa viable para que la mayoría de la población del país tenga suficiencia alimentaria. Esta afirmación no es una utopía, es una realidad que se plasma en los logros obtenidos después de más de 15 años de acompañamiento para el fortalecimiento de la cosmovisión andina en la comunidad campesina de Quispillaccta, Ayacucho, por la Asociación Bartolomé Aripaylla (ABA Ayacucho y en la comunidad de Queromarca por el Centro de Promoción de Sabidurías Interculturales (CEPROSI-Cusco).
Julio Valladolid RiveraProyecto Andino de Tecnologías Campesinas (PRATEC), Perú
jvalladolidr@gmail.com
Referencias
- ABA-Ayacucho, 2008. Sabidurías campesinas. Tarpuy Kawsay y wata mikuy, Tomo II.
- Chuyma Aru-Puno, 2007. Señas y secretos de crianza de la vida. Puno.
- Brack, A., 2003. Diez mil años de domesticación. Lima: Bruño.
- Brooks, N., 2003. Vulnerability, risk and adaptation: A conceptual framework. Reino Unido: CSERGE / School of Enviromental Sciencies. University of East Anglia.
- Roca, W. y otros, 2007. Indigenous Andean Root and Tuber Crops: New foods for the New Millennium. Chronica Horticulturae 47-4.
- Tapia, M.; Canahua, A.; Gavidia, I., y Quispe, M., 2014. Razas de quinuas del Perú. Lima: ANPE Perú y Concytec.
- Valladolid R., J., 2012. Guía de saberes para la crianza de la agrobiodiversidad andina. PRATEC.
- Valladolid R., J., y Apffel Marglin, F., 2001. Andean Cosmovision and the Nurturing of Biodiversity in Indigenus Traditions and Ecology. En Grim, J. A., ed., The Interbeing of Cosmology and Community. Cambridge: Harvard University Press.
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