septiembre 2014, Volumen 30, Número 3
El paisaje y la agricultura familiar campesina

Fincas Integrales: aportes a los servicios ecosistémicos y a la calidad de vida de las familias

ANA NAVARRO ORTEGA | Página 29-31
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Un agricultor demuestra su trabajo en la finca. AutoraEn las últimas décadas la agricultura ha sido exitosa en el incremento de su productividad y la provisión de alimentos, respaldada por los avances científicos e innovaciones tecnológicas en sistemas de producción tecnificados, con la introducción de nuevas variedades y el uso de agroquímicos. Sin embargo, el abuso en la utilización de estas tecnologías y las malas prácticas agrícolas han causado la pérdida de la biodiversidad, la contaminación de aguas y suelos, y la degradación general del ambiente.

En este contexto, investigadores, agricultores y responsables de la toma de decisiones han identificado el enfoque de producción familiar integrada como una alternativa de producción basada en la implementación de sistemas autosuficientes y diversificados, minimizando de esta forma pérdidas y desequilibrios en el ambiente. En 1999 el Instituto Ítalo Latino Americano (IILA) aprobó el proyecto Fincas Integrales Conservacionistas Empresariales Demostrativas en Costa Rica, donde se dio inicio a la formación de fincas integrales impulsadas por un grupo de campesinos y líderes comunitarios capacitados en temas de conservación y prácticas agroecológicas productivas.

En 2003 el proyecto Conservación del Bosque y Desarrollo Sostenible en las Zonas de Amortiguamiento en el Caribe Norte Costarricense (COBODES/UE) apoyó la introducción en la zona del modelo de finca integral con el objetivo de fortalecer el desarrollo de las comunidades rurales del Área de Conservación Tortuguero (ACTo) y como una estrategia clave para la conservación de los recursos naturales y culturales de la región.

El modelo de finca integral está basado en prácticas de conservación y uso sostenible de la biodiversidad. En contraste con los sistemas convencionales y de monocultivo, permite aprovechar los recursos internos de la finca de forma sostenible al usar principalmente tecnologías de bajo costo y de fácil adopción. Además, estos sistemas han permitido desarrollar y fortalecer los conocimientos y las habilidades de los agricultores, dando especial valor a la mano de obra familiar.

El aporte ambiental y social de las fincas integrales

La biodiversidad juega un papel importante en los sistemas de producción agrícola, pecuaria y forestal de las fincas integrales, así como en los aportes que estas fincas y sus prácticas agropecuarias brindan a la generación de los servicios ecosistémicos. Por ejemplo, los árboles en barreras vivas o en asociación con cultivos de ciclo corto o perennes generan servicios ecosistémicos por la fijación y el almacenamiento de carbono, la conservación del suelo, el mantenimiento de la calidad del agua y la provisión de alimento para muchos organismos, incluyendo los polinizadores y controladores biológicos que permiten reducir los daños causados por plagas y enfermedades; igualmente sirven como hábitat para aves, insectos y algunas especies de mamíferos pequeños.

Los servicios ecosistémicos generados por las fincas integrales permiten que las familias diversifiquen sus medios y estrategias de vida para satisfacer sus necesidades fundamentales (alimentación, salud y vivienda entre otras) y mejorar su calidad de vida. Un sistema de producción agrícola o una finca es una estrategia de vida donde la familia combina la producción de hortalizas, frutales, raíces, tubérculos y la explotación pecuaria para generar ingresos y satisfacer sus necesidades. Cuando esta estrategia es combinada con medios no agrícolas producidos en la finca, como la industrialización de productos y el pago por servicios ambientales y de capacitación, las familias mejoran sus condiciones de vida.

La experiencia de los agricultores

El proyecto COBODES/UE, durante sus cinco años de ejecución (2003-2008) capacitó a más de 100 pequeños y medianos productores bajo el enfoque de finca integral. En 2012 se realizó un estudio de impacto ambiental y social en 30 fincas beneficiarias del proyecto a través de una evaluación participativa del aporte de fincas integrales a los servicios ecosistémicos y a la calidad de vida de las familias.

El estudio se realizó mediante el uso de criterios e indicadores que fueron construidos para el efecto, la identificación de los componentes y sistemas agrícolas de la finca, la priorización de los servicios ecosistémicos (gráfico 1) y la aplicación del Enfoque de Medios de Vida Sostenibles (EMVS) y el Marco de los Capitales de la Comunidad (MCC), métodos que permitieron la evaluación comparativa de tres tipos de fincas identificadas (10 fincas integrales, 10 fincas en proceso de integración y 10 fincas no integrales).

De las 109 familias que fueron capacitadas o que tuvieron algún nivel de intervención en el proceso de finca integral, solo el 9,1% (10 fincas) llegaron a un cambio integral mediante la aplicación de acciones agroecológicas de producción sostenible, la incorporación de prácticas agrícolas autosuficientes (policultivos, residuos vegetales, abonos orgánicos, cubiertas vegetales, barbechos, bancos forrajeros, actividades de manejo y conservación de remanentes de bosques, ríos y quebradas), y la adopción de tecnologías sencillas para la construcción y mejoramiento de instalaciones pecuarias, de agroindustria, tratamiento de desechos, agroturismo y servicios educativos. El 90,8% restante (99 fincas) se encuentran en proceso de transición o simplemente dejaron de formar parte del proceso porque los agricultores no están totalmente convencidos de la producción integral; los resultados se ven a largo plazo, los hijos no están interesados en el trabajo de la finca o prefieren producir un solo cultivo.

Entre los principales resultados de la experiencia de producción en fincas integrales y de su comparación con los otros dos sistemas, destaca que la transición de las fincas integrales ha permitido autosuficiencia alimentaria. Por ejemplo, en el servicio de producción de alimentos, la valoración de los indicadores muestra valores altos, es decir, la proporción de la alimentación familiar generada por la finca está satisfecha. El 70% de estas familias cuenta con tres o cuatro grupos diferentes de alimentos, de los cuales 45 son de origen vegetal y diez de tipo animal. En las fincas no integrales se observaron valores bajos, lo que indica que su producción no realiza mayor contribución a la alimentación de la familia en cuanto a diversidad de productos consumidos y la familia depende de factores externos para tener una dieta balanceada.

La evaluación de los indicadores para los atributos de los servicios de conservación de suelos, ciclaje de nutrientes, tratamiento de desechos, regulación de plagas y enfermedades, conservación de la biodiversidad y recursos y capitales de la comunidad, presentaron valores positivos (gráfico 2), lo que demuestra que la revalorización de las actividades productivas y los cambios en el manejo y en la forma de producción de las fincas integrales permiten a los productores mejorar el flujo de ingresos, disminuir la dependencia de insumos externos y contar con mayor diversidad de especies. El 100% de estas familias vive de lo que la finca produce y los gastos de servicios como luz eléctrica, vestimenta, medicinas y algunos alimentos que no les provee la finca son cubiertos con la comercialización de frutales, hortalizas, leche, quesos y abonos, y con los beneficios económicos de los servicios de capacitaciones que ofrecen.

La heterogeneidad y el número de miembros por hogar son características relevantes de las familias de las fincas integrales. Existen hogares hasta con 10 integrantes, lo que posibilita la disponibilidad de mayor cantidad de mano de obra, y en el 80% de estas fincas los hijos están interesados y comprometidos con las actividades de la finca. En las fincas no integrales las familias están compuestas por un promedio de cuatro miembros, de los cuales el 60% son jóvenes que trabajan fuera de la finca, por lo tanto, el trabajo en la finca solo es responsabilidad de los padres.

Parcela de producción diversificada de una de las fincas evaluadas (parcela de Doña Virginia Godines, Finca La Amistad). AutoraEn general, los resultados de la experiencia de finca integral agroecológica demostraron que si los agricultores eligen este tipo de producción y se mantienen en el proceso constante por al menos tres años, pueden contribuir de manera considerable a la generación de servicios ecosistémicos y al mejoramiento de sus condiciones de vida. Sin embargo, el verdadero reto para estas familias es la permanencia y sostenibilidad del sistema, aspectos que han sido asumidos por los agricultores como un “compromiso de vida que no tiene límites de tiempo, el proceso está vivo y continúa siendo participativo y productivo”.

Actualmente las familias mantienen una red de fincas integrales agroecológicas, Asociación de Productores/as para el Desarrollo de la Agricultura Orgánica del Caribe (APOC), con el apoyo de proyectos nacionales y entidades de gobierno que cumplen roles de facilitadores y gestores con programas de investigación, capacitación e inversión con otras instituciones. La red mantiene el Programa de Educación en Agricultura Orgánica del Caribe Norte Costarricense, “Aula Verde – La Finca como Escuela”, que busca generar espacios para compartir conocimientos y experiencias entre agricultores, estudiantes y personas interesadas en el tema y, sobre todo, motivar y promover la adopción de una forma diferente de producción, conociendo y respetando la naturaleza.

Conclusiones

Todo proceso desarrollado a corto, mediano o largo plazo necesita constancia e inversión inicial para que sea productivo y exitoso. El modelo de finca integral no es la excepción, por el contrario es un tipo de producción agropecuaria que según la experiencia de los agricultores “Es un paso duro, justamente porque se trata de todo un proceso y no de un cambio de un solo golpe; es el inicio de una nueva vida que se va construyendo paso a paso, con mucha paciencia y convicción”.

El trabajo conjunto con instituciones públicas y privadas ha mejorado la capacidad de liderazgo de los agricultores, convirtiéndolos en entes activos, capaces de generar nuevas fuentes de ingresos, mejorar y diversificar su producción, consumir productos sanos y ser líderes comunitarios con un gran sentido de colaboración y trabajo cooperado.

Las fincas integrales son agroecosistemas que presentan nuevas opciones para el desarrollo de pequeños sistemas productivos, fomentando una mayor estabilidad social, económica y ambiental.

Ana Navarro Ortega
mano_429@hotmail.com

Referencias

 

  • Navarro Ortega, M. A., 2012. Evaluación participativa del aporte de fincas integrales a los servicios ecosistémicos y a la calidad de vida de las familias en el Área de Conservación Tortuguero, Costa Rica. Tesis. Mag. Sc., Turrialba, CR. CATIE.
  • Imbach, A. C., 2012. Estrategias de vida: Analizando las conexiones entre satisfacción de las necesidades humanas fundamentales y los recursos de las comunidades rurales. Geolatina. Turrialba. CR.
  • Gliessman, S. R., Rosado, F., Guadarrama, C., Jedlicka, J., Cohn, A., Mendez, V., Cohen, R., Trujillo, L., Bacon, C., Jaffe, R., 2007. Agroecología: Promoviendo una transición hacia la sostenibilidad. Asociación Española de Ecología Terrestre. Ecosistemas 16 (1): 13-23.

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