Las repuestas al acaparamiento de tierras –hasta ahora documentos académicos, reportajes en los medios, movimientos locales de resistencia y campañas globales para la transparencia y los códigos de conducta e inversión responsable en agricultura– han ayudado a llamar la atención pública sobre este problema. Mientras los hechos de acaparamiento se extienden alrededor del mundo, queda claro que emitir regulaciones y escribir acerca de ello es insuficiente: el acaparamiento de tierras debe ser detenido. El reto está en lograr que las comunidades se movilicen por sus derechos a la tierra y el territorio antes de que comiencen a ser asediadas por los especuladores, los fondos de inversión libre o las industrias extractivas. Esto requiere una estrategia proactiva que vaya más allá de las simples reacciones como respuesta al acaparamiento de tierras, y que avance activamente con proyectos alternativos y alianzas para el uso y la propiedad de la tierra que protejan a las comunidades vulnerables. Se requiere también la vigilancia del conjunto de elementos políticos, legales y de infraestructura que suelen preceder al acaparamiento de tierras, de modo que las comunidades puedan prepararse para resistir.
Para revertir las tendencias de acaparamiento se necesita una respuesta fuerte e integral de las comunidades afectadas, la sociedad civil y los movimientos sociales; esto es, la construcción de un movimiento global-local proactivo basado en el derecho de las comunidades y los pueblos a modos de vida sostenibles con base en el territorio; a su derecho democrático de expresarse sobre cómo debe ser utilizada la tierra en la que viven, y a su derecho a obtener una parte equitativa de los beneficios sociales, ambientales y económicos de la tierra. En suma, se requiere un movimiento amplio y sólido por la soberanía territorial que, al igual que la soberanía alimentaria, agrupe las demandas de movimientos sociales del Sur y el Norte, urbanos y rurales.
El acaparamiento de tierras debilita los esfuerzos de los proyectos de seguridad alimentaria y de agricultura sostenible. Las organizaciones de agricultores, los movimientos sociales y las ONG de desarrollo necesitan encontrar un “terreno común” para proteger a los agricultores campesinos, familiares y urbanos; a los habitantes de los bosques y a las comunidades indígenas, de la devastación causada por el despojo de sus tierras.
Eric Holt-GimenezDirector ejecutivo de Food First / Institute for Food and
Development Policy.
Correo-e: eholtgim@foodfirst.org