El 90% de las fincas en el mundo tiene menos de dos hectáreas, da empleo a 1.300 millones de personas y domina el sector agrícola de los países en desarrollo. La agricultura a pequeña escala es multifuncional, dado que representa la mayor parte del empleo rural, la mayor parte de la producción de alimentos y la prestación de servicios ecosistémicos, contribuyendo a la preservación de los recursos naturales y la diversidad biológica y cultural en los ámbitos rurales donde se realiza.
La pequeña agricultura es la columna vertebral de la agricultura y la seguridad alimentaria, no solo en los países en vías de desarrollo (donde, como sucede en muchos países de África, representa el mayor sector de actividad privada), sino también en numerosos países industrializados de Asia y Europa. No solo alimenta a las familias sino que genera empleos y acelera el crecimiento de los negocios rurales, particularmente en el sector de las micro y pequeñas empresas. La agricultura a pequeña escala es importante también en el medio urbano, especialmente en Asia, pero de manera cada vez más significativa también en África y América Latina, así como en el mundo industrializado. La agricultura urbana y periurbana aumenta la cantidad y calidad de alimentos disponibles en las ciudades, donde vive más de la mitad de la población mundial. Globalmente, casi mil millones de personas practican la agricultura urbana y producen aproximadamente el 15% de los alimentos en el mundo (1)
IFOAM reconoce que muchos campesinos viven en condiciones de extrema pobreza, que se encuentran en desventaja y que no tienen acceso a recursos y apoyo (2) IFOAM reconoce que esto debe cambiar
El acceso desigual de los campesinos a recursos (educación, capital, tierra, recursos naturales, bienes y servicios públicos) y la carencia de sistemas de información eficientes, capacitación y asistencia técnica, generan diferencias en sus ingresos, en su capacidad de innovación y producción, así como en su participación en los mercados. El 75% de los pobres del mundo vive en áreas rurales y enfrenta carencias de reducción, salud y nutrición por la falta de servicios públicos, limitaciones para el ejercicio de sus derechos civiles y desigualdad en el acceso a las oportunidades de mercado. Una limitación principal de la agricultura a pequeña escala en los países en vías de desarrollo es la pobreza y la exclusión social, especialmente de las poblaciones indígenas. Para las mujeres agricultoras, la falta de acceso y control sobre los recursos acentúa el problema. Los campesinos, las poblaciones sin tierra, los jornaleros y los pueblos que viven del pastoreo, la caza y la pesca tradicionales están entre la gente más discriminada y vulnerable en muchas partes del mundo.
Actualmente el apoyo a los campesinos y a las comunidades rurales es insuficiente: solo cuatro por ciento de la cooperación internacional para el desarrollo se asigna a la agricultura y la mayoría de los gobiernos nacionales priorizan las inversiones en desarrollo agrícola a gran escala. Esto obstaculiza seriamente los esfuerzos por cumplir las metas de desarrollo del milenio. Para cada reto que enfrenta nuestro sistema alimentario podemos considerar tres perspectivas de justicia social: reparto justo o equidad en la distribución de beneficios; participación justa o igualdad de oportunidades, y expresión justa o autonomía y opinión (3). En todas ellas, los campesinos y las poblaciones relacionadas tienen las mayores limitaciones.
IFOAM reconoce que los campesinos tienen un papel fundamental en la conservación de la biodiversidad
Los campesinos producen, gestionan o conservan biodiversidad. En la Década Internacional de la Biodiversidad (4) es esencial destacar la importancia de los recursos genéticos vegetales y animales y la agrobiodiversidad como un todo. Solo comunidades rurales saludables, con sus culturas y procesos de innovación y transformación continuos, pueden aportar en la conservación in situ de los recursos genéticos y asegurar que los beneficios de la biodiversidad sean aprovechados por los pobres.
Es esencial entender y potenciar el papel de la biodiversidad y los recursos genéticos, así como las funciones ecosistémicas que cumplen. La biodiversidad está en la base de la seguridad alimentaria, de la sostenibilidad de los modos de vida y de la resiliencia de los ecosistemas. A la vez, aporta estrategias ante el cambio climático, ayuda a completar requerimientos nutricionales, y actúa como un seguro para el futuro y para la gestión de los procesos biológicos necesarios para la producción agrícola sostenible.5 La conservación de la biodiversidad busca mantener el sistema de soporte de la vida humana que proporciona la naturaleza, así como los recursos vivos esenciales para el desarrollo.6 Idealmente, la conservación de la biodiversidad debería integrarse con esquemas innovadores de desarrollo rural en la forma de diversas actividades y modalidades económicas como el agroturismo, los sellos de calidad y las indicaciones geográficas, la gastronomía, (7) el procesamiento en finca, las artesanías y otros. La posición sobre las semillas de IFOAM (2011) profundiza sobre el tema de la biodiversidad en la agricultura orgánica.
IFOAM considera que la agricultura orgánica, basada en la agroecología como disciplina científica, es la vía más adecuada para la intensificación ecológica, agronómica y socioeconómica de la agricultura campesina
A través de las técnicas de conservación de suelos, agua y biodiversidad, así como con la gestión integral y sostenible de la finca, la agricultura orgánica puede ser muy productiva, alcanzar la seguridad alimentaria familiar y aumentar los ingresos. Los sistemas orgánicos de producción agrícola son más resilientes que los convencionales, que dependen en gran medida de insumos externos que no solo son costosos y dañinos para el ambiente, sino que además son controlados por un puñado de corporaciones a lo largo de toda la cadena alimentaria. IFOAM considera que la agricultura industrial a gran escala es un modelo defectuoso que reduce los derechos de los pueblos, limita la diversidad y degrada gravemente el ambiente. La agricultura orgánica cuenta con prácticas bien establecidas que, al mismo tiempo que mitigan los efectos del cambio climático, construyen sistemas agrícolas resilientes, reducen la pobreza y mejoran la seguridad alimentaria.
Su nivel de emisión de gases de efecto invernadero es mucho menor y es capaz de capturar carbono en el suelo de manera rápida, asequible y efectiva. Adicionalmente, la agricultura orgánica hace que las fincas y las poblaciones sean más resilientes al cambio climático principalmente gracias a su eficiencia hídrica, su resiliencia ante fenómenos climáticos extremos y menor riesgo de fracaso en los cultivos. Finalmente, para conservar sus tradiciones y tener éxito en el mercado, los agricultores orgánicos se organizan, fortalecen sus estructuras sociales, construyen relaciones de innovación y promueven la capacidad empresarial.
IFOAM reconoce que son necesarios mayores esfuerzos para mejorar la productividad de la agricultura campesina
Mientras que la mayoría de las fincas pequeñas tienden a ser muy productivas cuando se toma en cuenta su producción como un todo (en oposición a la producción de cultivos individuales), muchos campesinos enfrentan la pobreza extrema y trabajan en tierras marginales o degradadas con sistemas agrícolas de bajo rendimiento y no sostenibles, que erosionan los suelos y agotan la biodiversidad. La pobreza es también un impulso para la erosión y la sobreexplotación de los recursos naturales, al hacer que las comunidades sean más vulnerables a la inseguridad alimentaria, el cambio climático y los desastres naturales. De este modo, muchos millones de personas no son capaces de generar ingresos suficientes para sostener un nivel de vida aceptable, y muchos más pobres rurales no tienen acceso a la tierra y a otros recursos necesarios para alimentarse.
La definición y los principios de IFOAM (8) establecen que “la agricultura orgánica combina tradición, innovación y ciencia en beneficio del medio ambiente que compartimos y promueve relaciones justas y una buena calidad de vida entre todos los involucrados”. La agricultura orgánica debe ir más allá de la garantía simplista de que no se utilizan materiales prohibidos en un sistema de producción (como los cultivos tropicales que son “orgánicos por defecto” o la sustitución de insumos en sistemas intensivos de horticultura) e ir hacia la implementación integral de sistemas más productivos, con mejoras cuantificables de rendimiento, servicios ecosistémicos e interacciones funcionales entre los diferentes actores y componentes de la comunidad rural. En la campaña “Activada por la Naturaleza” (Powered by Nature), (9) IFOAM resalta la importancia de la intensificación ecológica para optimizar el rendimiento de los servicios de los ecosistemas. IFOAM también está recogiendo información más completa de los agricultores orgánicos de todo el mundo, con certificación o no, para medir la contribución real de la agricultura orgánica y su potencial de crecimiento y mejora.
IFOAM hace un llamado para una inversión mucho mayor en ciencia, tecnología, infraestructura, servicios e innovación a favor de la agricultura campesina
Las soluciones costosas y de corto plazo propuestas por la agricultura convencional no reducirán el hambre y pueden empeorar los problemas sociales y ambientales de muchos países; este planteamiento está rigurosamente sustentado en el informe IAASTD.10 En este sentido, IFOAM hace un llamado urgente a las autoridades locales, regionales y nacionales, así como a las agencias de cooperación y a las organizaciones multilaterales para que aceleren sus esfuerzos de promoción de la agricultura orgánica como el sistema más adecuado para empoderar a las comunidades rurales y apoyarlas en el proceso de hacerse más resilientes. Los campesinos viven en agroecosistemas muy variables.
Las tecnologías que pueden contribuir a mejorar su productividad y calidad, así como la sostenibilidad de los sistemas, son generalmente específicas para cada lugar y, para promover procesos de innovación rural, se requiere la participación de todos los actores relevantes, desde el diseño hasta la implementación y evaluación de las actividades de investigación y desarrollo. La disminución del financiamiento público para la investigación en ciencia y tecnología agrarias, junto con la concentración de la investigación privada en instituciones interesadas fundamentalmente en la introducción de insumos para agroecosistemas muy intensivos y altamente simplificados, que no son adecuados para la agricultura campesina, han reducido dramáticamente la investigación y el desarrollo capaces de proporcionar soluciones más sostenibles a los problemas que enfrentan millones de personas en zonas rurales. Más aún, en todo el mundo en vías de desarrollo, la inversión pública en investigación y desarrollo ha disminuido como porcentaje del PBI (producto bruto interno), y la evidencia de muchos paises muestra que la productividad de las fincas crece a menores tasas al reducirse la inversión en investigación y desarrollo. Parte de este frágil escenario son los enormes déficits de inversión en infraestructura y servicios (responsables en gran medida de las grandes pérdidas poscosecha o de los altos costos de transacción) y la urgencia de revitalizar los servicios de extensión agrícola para hacerlos capaces de responder a las necesidades de los campesinos, incluyendo metodologías participativas y de colaboración entre diversos actores.
IFOAM hace un llamado para la formulación de mejores políticas nacionales e internacionales para la promoción de sistemas y negocios campesinos orgánicos sostenibles
Dado que los sistemas de agricultura orgánica se pueden aplicar tanto a la agricultura de subsistencia y a los mercados locales como a los mercados internacionales, IFOAM trabaja para la reducción de barreras y el establecimiento de mecanismos que apoyen una mayor adopción, de modo que la agricultura orgánica contribuya más ampliamente a la seguridad alimentaria, la resiliencia climática y el desarrollo rural. Esto incluye el mayor reconocimiento y la adopción de prácticas de agricultura orgánica en las políticas de gobierno en todos los niveles, así como facilitar el apoyo a los campesinos para que sus sistemas sean sostenibles, con productividad y rentabilidad crecientes. Este apoyo puede tomar la forma de instrumentos específicos para mejorar la extensión, incentivos de mercado, esquemas de microcrédito, programas dirigidos a los jóvenes rurales o acceso a tierras y participación en cadenas de valor, en las que los campesinos puedan crecer en lugar de ser excluidos.
En cuanto a los sistemas de garantía orgánica, IFOAM hace un llamado a las autoridades competentes de todo el mundo a ampliar el reconocimiento de los diversos sistemas de garantía existentes y a ayudar a desarrollarlos y mejorarlos. La certificación orgánica de grupos de productores a pequeña escala, en países en vías de desarrollo, es ya una alternativa bien establecida ante los procedimientos habituales de certificación; IFOAM promueve su práctica y su aceptación en otras partes del mundo y alienta un mayor desarrollo de alternativas innovadoras como los sistemas participativos de garantía. Al mismo tiempo, IFOAM promueve el diálogo entre los diferentes esquemas de certificación que tienen impacto sobre la agricultura a pequeña escala, para promover el desarrollo sostenible en las regiones en las que operan y eliminar requerimientos no equitativos o innecesarios, que puedan constituir obstáculos al comercio y que, al mismo tiempo, se promueva una cultura de mejoramiento continuo de cualquier tipo de sistema de garantía.
IFOAM desea también enfatizar que, en un mundo donde tiende a reinar el individualismo, las comunidades rurales con predominancia campesina representan un contrapeso vital. Abrigan valores comunitarios y proveen oportunidades fantásticas para modelos de negocios más sostenibles, frecuentemente vinculados con el concepto de desarrollo cultural y territorial. Este enfoque exige autonomía en la toma de decisiones e inversiones específicas orientadas a la creación o al mantenimiento de empleos sostenibles, en infraestructura, desarrollo de las capacidades endógenas de las regiones y apoyo a iniciativas de desarrollo local. En este aspecto, IFOAM suscribe la iniciativa de declaración del Año Internacional de la Agricultura Familiar por las Naciones Unidas para promover su discusión, análisis y defensa. A IFOAM también le preocupa la aceleración de los procesos de acaparamiento de tierras por las compañías multinacionales en los países en vías de desarrollo, y hace un llamado a los gobiernos nacionales para que vigilen cuidadosamente estos hechos y busquen el equilibrio entre la inversión externa y la necesidad de mejorar los modos de vida de la población rural en forma sostenible.
Finalmente, de acuerdo con las discusiones del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, es urgente asegurar que las políticas de gobierno sean formuladas adecuadamente para atender las necesidades de la población más vulnerable que trabaja en las zonas rurales. También es urgente una mejor implementación de los instrumentos de derechos humanos para proteger los derechos de los campesinos y otros pueblos que trabajan en zonas rurales. Pero para ir más allá en torno de los derechos de campesinos y poblaciones rurales, es necesario elaborar un nuevo instrumento de derechos humanos, una Declaración o Convención que reconozca, en un solo instrumento, los derechos que han sido establecidos en otros instrumentos internacionales, de modo que se mejore su coherencia y visibilidad. Este nuevo instrumento también debe reconocer nuevos derechos de los campesinos y poblaciones rurales, como el derecho a la tierra, a las semillas y a medios de producción. IFOAM hace un llamado a todos los sectores de la sociedad civil, empresas y gobiernos, para que asuman responsabilidad y actúen en función de un mundo mejor para los campesinos y, por ende, de la humanidad.
IFOAMwww.ifoam.org
Notas
1. La producción agrícola urbana y periurbana se destina tanto al autoconsumo como a la venta y abastecimiento del mercado urbano. Se estima (PNUD, 1996; FAO, 1999) que 200 millones de habitantes urbanos proveen alimentos al mercado y 800 millones de residentes urbanos están involucrados activamente, de uno u otro modo, en agricultura urbana y periurbana. Estos agricultores urbanos producen una considerable cantidad de alimentos para los consumidores urbanos. Una estimación global (datos de 1993) es que entre 15 y 20% de los alimentos en el mundo se producen en áreas urbanas. En: Urban Agriculture for Sustainable Poverty Alleviation and Food Security (Agricultura urbana para la reducción sostenible de la pobreza y la seguridad alimentaria), FAO, 2008.
2. “El hambre, como la pobreza, sigue siendo un problema predominantemente rural, y entre la población rural, son aquellos que producen alimentos quienes sufren desproporcionadamente. […] El Grupo de Trabajo del Proyecto de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas ha mostrado que el 80% de las personas que enfrentan hambre en el mundo viven en áreas rurales. De los mil millones de personas que sufren extrema pobreza en la actualidad, el 75% vive y trabaja en zonas rurales […] Hoy, 50% de las personas que sufren hambre son campesinos cuyos modos de vida dependen fundamentalmente o en parte de la agricultura. 20% de quienes sufren hambre son familias carentes de tierras que sobreviven como agricultores que alquilan tierras o que trabajan como jornaleros mal pagados y frecuentemente deben migrar de un empleo informal inseguro a otro. Y 10% de los hambrientos del mundo viven de la pesca, caza y pastoreo tradicionaless en comunidades rurales. 70% de los hambrientos del mundo son mujeres y la mayoría de ellas, agricultoras”. Estudio preliminar del Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos sobre la promoción de los derechos de los agricultores y de otras personas que trabajan en las zonas rurales. ONU, A/HRC/16/63, 2011.
3. Food Justice. The report of the Food and Fairness Inquiry (Justicia alimentaria. Reporte de la encuesta sobre equidad y alimentación). Consejo de Ética Alimentaria, Reino Unido, 2010.
4. Las Naciones Unidas acordaron declarar la Década de la Biodiversidad de 2011 a 2020 en la reunión global sobre biodiversidad, Nagoya COP10, Japón, octubre de 2010: www.decadeonbiodiversity.net. IFOAM participó enella: www.ifoam.org/partners/advocacy/Biodiversity_Campaign.html
5. Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas y Plataforma para la Investigación de la Agrobiodiversidad, 2011. BiodiversityforFood and Agriculture(Biodiversidad para la Alimentación y la Agricultura). FAO, Roma.
6. WRI-IUCN-UNEP. 1992. Global biodiversity strategy: guidelines for action to save, study, and use Earth‘s biotic wealth sustainably and equitably(Estrategia global para la biodiversidad: lineamientos de acciones para salvar, estudiar, y usar la riqueza biótica de la Tierra de forma sostenible y equitativa). World Resources Institute (WRI), International Union Conservation Network (IUCN) y United Nations Environment Program (UNEP), Washington, D.C.
7. Por ejemplo, Gastón Acurio, líder del movimiento gastronómico peruano, considera que la filosofía de un producto gastronómico debe tener: 1. biodiversidad, 2. diversidad cultural, 3. compromiso social y 4. sostenibilidad ambiental.
8. www.ifoam.org/about_ifoam/principles/index.html
9. Ver nota 4.
10. Evaluación Internacional del Papel del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola (IAASTD por sus siglas en inglés) www.agassessment.org
Nota de los traductores
Usamos el término “campesino” por ser de uso amplio en América Latina y debe entenderse como una categoría que comprende a aquellos productores y sus familias que se consideran campesinos, agricultores familiares u otros vinculados a la producción de pequeña escala.
Traducción del original en inglés por Carlos Maza, Teresa Gianella y Roberto Ugás.