septiembre 2011, Volumen 27, Número 3
Sistemas regionales de alimentos y agricultura

Cambios en los regímenes alimentarios en América Latina y riesgos para la seguridad alimentaria

MARIO DEL ROBLE PENSADO LEGLISE | Página 30-33
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En América Latina y el Caribe existen tres grandes patrones de consumo alimentario que han sido modificados por la transnacionalización de la agricultura sucedida en el siglo XX y, más recientemente, con la globalización. Sin embargo,

las deficiencias de las políticas agrarias y las distorsiones en el consumo de alimentos provocadas pueden afectar seriamente la seguridad alimentaria de la región, dadas las tendencias en el consumo de nutrientes en países representativos.

La política de gasto público agropecuario en América Latina y el Caribe
Uno de los factores que han contribuido a la transformación de los regímenes alimentarios es la importancia relativa del gasto público agropecuario. Se trata de un indicador de la relevancia del campo para un estado nacional o para una región, independientemente de su eficacia real en el ejercicio de la política pública agraria. La experiencia de los países industrializados es ilustrativa al respecto. Si se compara el monto del presupuesto agropecuario de los EE.UU. con el total del gasto público agropecuario y rural de América Latina y el Caribe en el lapso 1998-2000, se evidencia la disparidad de criterios de políticas y de sus efectos.


Existe una asimetría en recursos: los EE.UU., gastaban alrededor de 20 centavos por cada dólar generado en la agricultura, mientras que el promedio latinoamericano de gasto agropecuario y rural era de 11 centavos por dólar generado en el sector agropecuario (Pensado, 2004). Más aún, si se observa a Latinoamérica a nivel de subregiones y se compara el porcentaje del gasto público agropecuario con respecto al producto bruto interno (PBI) agropecuario durante el mismo lapso, se evidencian fallas de eficacia en el gasto público; por ejemplo, algunas subregiones gastaban mucho pero producían poco, lo cual afectaba la capacidad de asegurar la alimentación y en particular la ingesta nutricia adecuada para su población. Mientras que los países del cono Sur, principal grupo agroexportador regional, gastaba menos de diez centavos por cada dólar generado en la agricultura, los países mesoamericanos, principal grupo agroimportador latinoamericano, gastaba veinte centavos por cada dólar producido en el agro, proporción semejante a la estadounidense (ver cuadro 1).

Mientras que el grupo mesoamericano gastaba el equivalente al 37.9 por ciento del total del gasto agropecuario regional, solo producía el 20.7 por ciento del PBI agropecuario latinoamericano, a diferencia del grupo del cono Sur y del grupo andino (ver gráfico 1).

Regímenes alimentarios en América Latina y el Caribe
Un segundo aspecto fundamental es la evolución histórico-cultural alimentaria pues, a través del tiempo, las formas de alimentación latinoamericanas heredadas de las civilizaciones precolombinas, adaptadas a la biodiversidad y a los recursos naturales que poseían, han podido subsistir debido a que ciertos conjuntos de alimentos se han convertido en bienes patrimoniales alimentarios ubicados en la base de patrones de consumo que configuran completos regímenes alimentarios en la actualidad. No obstante, su permanencia ha sido condicionada a formas de hibridación o de sincretismo cultural, aceptando el ingreso de nuevos alimentos que se han vuelto indispensables para el consumo social alimentario. Hoy en día se pueden reconocer, más allá del mestizaje y criollización cultural, tres grandes ejes de la alimentación en la región.


La primera es la mesoamericana, sustentada por un conjunto de alimentos estructurados mediante el binomio maíz y frijol. La segunda es la andina, basada en un conjunto de alimentos estructurados con base en la papa y el maíz. La tercera es la amazónica, donde los alimentos representativos son la yuca y el frijol. Durante la etapa del colonialismo europeo, se fueron incorporando alimentos exógenos a la región, los cuales fueron modificando los regímenes alimentarios prevalecientes. Este subgrupo de bienes alimentarios, hoy considerados básicos, incluye el arroz, el trigo, el aceite vegetal comestible, el azúcar, el café y diferentes tipos de productos pecuarios (huevo, carne de pollo, carne de res y cerdo, etc.), según la subregión (Pensado, 2005).

Más adelante, con la adopción de la vida urbana como hegemónica culturalmente, se generalizaron los productos alimentarios industrializados y de tipo fast food (comida rápida). Sin embargo, desde el último tercio del siglo XX, con el proceso de globalización se han expresado variantes en los patrones de consumo al nivel mundial. Ahora hay nichos de mercado en diferentes estratos sociales que muestran preferencias por lo natural, por los nutracéuticos (alimentos con capacidades medicinales), por los ‘étnicos’, etc., y en general se ha expandido una amplia oferta de alimentos con variedad de sabores, aromas y texturas nuevas, locales y tradicionales, que tienden a ser cada vez más apreciados fuera de sus sociedades originarias. Inclusive, en algunos casos, los alimentos industrializados han tendido a enfatizar su identidad local con el consumidor. En América Latina y el Caribe, la estructura alimentaria de tipo piramidal, en la que solo la oligarquía ubicada en la cúspide era la consumidora de bienes posicionales, se ha trastocado y ha sido remplazada por una estructura de tipo matricial, en la que todos pueden acceder a patrones alimentarios similares pero con diferentes calidades, grado de inocuidad y precios diferenciados según el estrato social (Green, 1990. Ver gráfico 2).


A estos cambios también se vinculan los problemas de acceso y disponibilidad que enfrenta la población en situaciones de contingencia (natural, ambiental, social, política, militar, etc.), o bien de crisis económica. En tales circunstancias, los consumidores tienden a dejar de consumir alimentos caros y a sustituirlos por otros (carne de res por carne de pollo o embutidos de cerdo, por ejemplo). También existen riesgos cuando se adoptan innovaciones científico-tecnológicas en los alimentos que no tienen como objetivo mejorar la nutrición de la población, sino más bien promover el lucro como, por ejemplo, la pretensión de convertir los alimentos patrimoniales en cultivos transgénicos.

A ello hay que añadir periodos de incertidumbre en el acceso a los alimentos como en el actual fenómeno de la volatilidad de precios de commodities agrícolas. En la región latinoamericana, estos cambios evidencian fallas en las políticas sobre seguridad alimentaria. Esto no se expresa necesariamente en escenarios de hambruna o desnutrición grave, sino que puede ser también un motivo indirecto del sobreconsumo de productos alimenticios híbridos con alto contenido de carbohidratos y azucares (que dotan de energía y saciedad pero no alimentan). Esto se puede observar en la trayectoria del consumo per cápita de los principales nutrientes, pues se traduce más temprano que tarde en un problema de salud pública con trabas para el desarrollo humano y, a la larga, en obstáculo para el desarrollo de los países. Se pueden usar tres tipos de indicadores: la trayectoria del consumo de calorías, de proteínas y de grasas per cápita, por país o región, para saber si existe una estrategia de seguridad alimentaria efectiva.


En el cuadro 2 podemos ver que los EE.UU., la Unión Europea, y países emergentes como Brasil, China, Rusia, India y Sudáfrica, tienden a manifestar un consumo de nutrientes per cápita estable, con poca variabilidad o, en todo caso, un crecimiento lento pero constante. Por el contrario, en América Latina existen países como Argentina que en los primeros años del siglo XXI vivió una severa crisis económica y que desembocó en una caída en la tasa de crecimiento de su consumo per cápita de proteínas en el promedio de los últimos 20 años (1985- 1987 / 2005-2007), a diferencia de la tasa de crecimiento de los 20 años anteriores (1965-1967 / 1985-1987).
Otro caso es México: a partir de la crisis económica y de la liberalización económica de la mitad de la década de 1980, este país dio un viraje y manifestó una ostensible disminución o estancamiento del consumo per cápita de calorías, proteínas y grasas. Al contrario, en un ejemplo positivo, Chile demostró que en el período de 20 años entre 1965-1967 / 1985-1987, existió una falla en política alimentaria que coincide con el periodo de la dictadura, mientras que en los últimos 20 años (1985-1987 / 2005-2007) se instauró una política de seguridad alimentaria que elevó el consumo per cápita de nutrientes alimenticios a nivel nacional, además de convertirse en un país agroexportador competitivo.

Comentarios finales
El ejercicio ineficaz de la política pública agropecuaria incide en la vulnerabilidad alimentaria, asociada también a los cambios en los regímenes alimentarios en América Latina y el Caribe, lo que nos lleva a aceptar la naturaleza heterogénea y dinámica de nuestras sociedades. Hay procesos, como se ha visto, que ponen en riesgo la calidad y el acceso a la alimentación, por lo cual debe existir una estrategia de seguridad alimentaria por país. En el caso del promedio de la región latinoamericana en consumo de nutrientes per cápita, es claro que se acerca más al comportamiento inestable y de fallas o ausencia de seguridad alimentaria, lo cual tiende a constituirse en un gran obstáculo para mejorar la salud y las condiciones de vida de la gente y hacer viable el desarrollo sostenible para la región.

Mario del Roble Pensado Leglise
Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo, CIIEMAD, Instituto Politécnico Nacional, México.
Correo electrónico: mpensado@ipn.mx
mrpl@prodigy.net.mx

Referencias
— FAOSTAT, 2011.
— Green, Raúl. 1990. La evolución de la economía internacional y la estrategia de las trasnacionales alimenticias. En: Revista Comercio Exterior, Vol. 40, N° 2, México. p.98-100.
— Pensado, Mario. 2004. Estudio sobre gasto público agropecuario y de áreas rurales, 1985-2001 en ocho países de América Latina y el Caribe, Mimeo, FAO, Santiago de Chile, enero, 2004.
— Pensado, Mario. 2005. Los cambios en la naturaleza social del consumo de frijol en México y criterios para elaborar una política de abasto alimentario urbana en el contexto latinoamericano. Tesis para obtener el grado de Doctor en Estudios Latinoamericanos, UNAM, feb.2005, México.

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