diciembre 2010, Volumen 26, Número 4
Interactuar para aprender, aprender para innovar

A propósito del Proyecto In Situ en los Andes centrales: ¿cómo hacer coherente un programa compuesto de proyectos locales?

JORGE ISHIZAWA | Página 18-21
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El proyecto ‘Conservación in situ de plantas nativas cultivadas y sus parientes silvestres’ fue financiado por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (FMAM) y el gobierno italiano, y administrado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Se desarrolló en 52 localidades de 11 departamentos del Perú, durante el periodo 2001-2005. El mayor desafío del Proyecto In Situ fue hacer realidad la directiva del Convenio de Diversidad Biológica (CDB), firmado en la Cumbre de Río de 1992, que establece que cada parte involucrada: “Con sujeción a su legislación nacional, respetará, preservará y mantendrá los conocimientos, las innovaciones y las prácticas de las comunidades indígenas y locales que entrañen estilos tradicionales de vida pertinentes para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica y promoverá su aplicación más amplia, con la aprobación y la participación de quienes posean esos conocimientos, innovaciones y prácticas, y fomentará que los beneficios derivados de la utilización de esos conocimientos, innovaciones y prácticas se compartan equitativamente.” (CDB 1992- Art. 8, inciso J).

El CDB entendía la conservación in situ como “la conservación de los ecosistemas y los hábitats naturales y el mantenimiento y recuperación de poblaciones viables de especies en sus entornos naturales y, en el caso de las especies domesticadas y cultivadas, en los entornos en que hayan desarrollado sus propiedades específicas”. El proyecto consideró seis áreas de intervención: i) la chacra y las áreas colindantes; ii) la organización social de la conservación in situ; iii) la creación de conciencia sobre la importancia de la diversidad y variabilidad de los cultivos nativos y sus parientes silvestres; iv) políticas y legislación para la conservación in situ; v) mercados para la agrobiodiversidad nativa; y vi) un sistema de información sobre la agrobiodiversidad.

Para el Proyecto Andino de Tecnologías Campesinas (PRATEC), que coordinó a diez Núcleos de Afirmación Cultural Andina (NACA) –constituidos por organizaciones basadas en las comunidades campesinas y pequeñas ONGs fundadas por graduados del curso de Agricultura Campesina Andina (1990-1999)–, no era nuevo el reconocimiento de los Andes centrales como centro mundial de origen de la agricultura, donde la domesticación de plantas se inició hace por lo menos ocho mil años. Hoy, una característica distintiva de la agricultura andina es su extraordinaria diversidad de plantas y animales, criada durante milenios por sus agricultores, por lo que las comunidades de criadores debían ser reconocidas como expertas en la conservación de la agrobiodiversidad.


Figura 1. Dinámica de regeneración de las semillas en los Andes centrales

Pero, a pesar de los seis años de discusiones y acuerdos entre técnicos e instituciones para la formulación del Proyecto In Situ, el documento final aprobado consideró al trabajo de campo de las instituciones participantes como una actividad de recolección de datos sobre el conocimiento y las prácticas de las comunidades de conservacionistas, donde la participación de las comunidades se limitaba a la condición de informantes. Sin embargo, la implementación del proyecto respetó la diversidad de enfoques institucionales y su mandato de cooperación con las comunidades campesinas involucradas, por lo que el PRATEC y los NACAs pudieron continuar profundizando el enfoque de intervención que venían desarrollando, esta vez ‘yapando’ (agregando, añadiendo) a lo que las comunidades campesinas venían haciendo para regenerar la diversidad y variabilidad de las plantas y animales nativos, basadas en su cosmovisión. Hasta entonces, habíamos podido reconocer, no solo su acervo de saberes y secretos de crianza de la agrobiodiversidad, sino también su valoración de la diversidad en todos sus aspectos.

El por qué y el cómo de la participación
La novedad del Proyecto In Situ era que se trataba de un proyecto cultural, o mejor, intercultural. A diferencia de otros proyectos de desarrollo rural, este proyecto debía poner en el centro a las comunidades de criadores de la biodiversidad y basarse en sus saberes, prácticas y comprensión. Pedía por ello una redefinición conceptual nueva: en vez de ‘una vuelta de la tortilla’, se buscaba una relación de cooperación, ya que en materia de conservación de la biodiversidad el conocimiento sustantivo residía en las comunidades de criadores, quienes se veían transformados de informantes en maestros. El concepto de ‘interfaz’ utilizado por la investigación-acción en los programas de extensión agrícola, fue sustituido por el de ‘zona de contacto’ o espacio de encuentro compartido por el personal del proyecto y los comuneros criadores en condiciones de equivalencia en la cooperación; la zona de contacto debía constituir un ‘espacio de confianza intercultural’, de aprendizaje mutuo.

La necesidad de la reflexión sobre el por qué y el cómo de la participación surge porque los técnicos no somos formados para la comprensión intercultural, que en el caso de la conservación in situ de la agrobiodiversidad es básica, ya que no existe tradición tecnocientífica y lo poco o mucho que se pueda hacer tiene que fundarse en el conocimiento desarrollado por las comunidades andino amazónicas de criadores, en las condiciones específicas de los Andes centrales. La experiencia del PRATEC y los NACAs mostraba que una comprensión intercultural de la conservación in situ requería familiaridad con el mundo de los criadores campesinos de la biodiversidad, requisito indispensable para un acompañamiento respetuoso de las comunidades en su vida cotidiana. Ya que la valoración intrínseca de la diversidad es una característica del mundo andino amazónico, era preciso para el acompañamiento tener familiaridad con la cosmovisión que se encuentra en todas sus expresiones culturales.

La cosmovisión andina de la agrobiodiversidad
Don Santos Vilca Cayo, miembro de la parcialidad aymara de Aynacha Wat’asani en el distrito de Tilali, Puno, a orillas del Lago Titikaka, expresa bellamente la crianza de la agrobiodiversidad en su mundo de vida:

“Todos los que vivimos en este pacha [mundo local] somos personas: la piedra, la tierra, la planta, el agua, el granizo, el viento, enfermedades, sol, luna, estrella, todos somos una familia. Para vivir juntos, nos ayudamos unos a otros. Siempre estamos en continua conversación y armonía. La chacra, como una persona, necesita de todo… Cuando llega su época… con mucho cuidado tenemos que tratar a las semillas, porque en esa época van a entrar a una etapa de ser madres… Así criamos con mucho cariño y respeto, igual ellas también nos criarán… La semilla, la mujer y la Pachamama son la misma. Eso lo sabemos por los sueños: las tres se presentan como una mujer, es porque tienen la misma qamasa (espíritu), por eso las mujeres son las que mejor se congenian. Ellas con sus buenas manos entregan la semilla a la Pachamama para que se regenere…” (Chuyma Aru, 1998: 17-19).

En este testimonio se expresan características importantes del mundo aymara, como es la equivalencia de todas las entidades que lo pueblan: todas son personas, por tanto merecedoras de cariño y respeto, sean humanos, entidades naturales o deidades. La crianza es central, pues todas las personas por sus carencias (incompletitud) –que es su otro atributo básico– son dignas del cuidado solícito entre ellas.

El testimonio de doña María Lázaro de la comunidad de Vicos, distrito de Marcará en Ancash en la sierra norte del Perú, es elocuente:

“Esta mi papita la cuido mucho… ya me conocen mis semillas porque siempre les hablo, por eso no me dejan mis papitas. Así también cuido mi chacra. Cada vez que voy a visitarla, siempre le hablo. Yo converso con mi chacra y así con todas mis semillas…Esta papa nunca desaparece porque me quiere mucho”.
(Asociación Urpichallay 1999: 24).


Vivencias del ayllu durante un mara (año) en Moho, Puno
Ilustración: Arturo Cutipa

En la cosmovisión andina, es el cariño y el respeto por plantas y semillas lo que conserva la biodiversidad en chacras y sallqa (montes y pasturas). El cariño y el respeto son expresados vívidamente en los rituales y festividades relacionadas a la crianza de la chacra y de la sallqa. Ofrendas a la Pachamama (Madre Tierra), a los Apus y Achachilas (montañas protectoras), a los animales, al agua, a la helada, al granizo y rituales de despacho (avios) otorgan armonía al ayllu, sintonizándolo con el ciclo agrofestivo. El ayllu es la familia extensa que habita un pacha o mundo local y comprende no solo a los humanos, sino también a las deidades y a las entidades naturales. Todas las entidades que habitan un paisaje local forman el ayllu.

La motivación de los criadores andino amazónicos para conservar la agrobiodiversidad es intrínseca a su modo de vida ya que el cariño por las semillas hace que su regeneración sea parte de su relación familiar con ellas. En el enfoque que adoptamos, los testimonios son expresiones de una cosmovisión cuya característica central es la crianza mutua en ayllu.

Una teoría autóctona de la conservación in situ
El PRATEC y los NACAs, como producto de la experiencia de casi una década, trajimos al proyecto la hipótesis de trabajo: “para los campesinos andino amazónicos, la conservación de plantas y animales equivale a su ancestral crianza de la vida en los Andes”. En otras palabras, la conservación in situ de la diversidad de plantas nativas cultivadas y sus parientes silvestres es la agricultura campesina andino amazónica. El proyecto suponía facilitar y acompañar la vigorización de la agricultura de los criadores ancestrales de la diversidad, así como documentarla y reflexionar sobre sus alcances y perspectivas.

Como muestra la figura 1, el fortalecimiento de la agricultura en los Andes centrales gira en torno a la dinámica de regeneración de las semillas que las comunidades criadoras realizan y comprende áreas complementarias de intervención (Valladolid, 2005):

– el paisaje local o pacha, incluyendo el área de las chacras, los montes y los pastos naturales
– la organicidad del ayllu
– los rituales y fiestas relacionadas con la crianza de las chacras y la sallqa (ámbito de lo silvestre)
– los múltiples y variables caminos de las semillas y de los saberes de crianza de la diversidad

La regeneración del paisaje local incluye el área de las chacras, los montes y las zonas de pastos naturales. Las chacras familiares y comunales son criadas por los runas (humanos) en ayni o mingas (formas de trabajo colectivo). En los Andes, se considera que los montes y zonas de pasturas son crianza de las wakas o deidades. La mutua crianza es el modo de ser en los Andes. “Críamos criándonos” es una expresión que se encuentra en las dos lenguas mayores: quechua y aymara.

En las chacras se encuentran las especies nativas, diversas y variables, mientras los parientes silvestres muestran estas cualidades en los bordes de las chacras y en los montes y áreas de pasturas. El conocimiento de su regeneración reside en el conocimiento del pacha, conjunto de las señas y secretos de la crianza, clima, suelo, agua y semillas.

La organicidad del ayllu está a cargo de las autoridades tradicionales de la chacra y la sallqa.

La crianza de la región en la que la diversidad es conservada ritualmente, incluye las peregrinaciones, así como las festividades regionales de las deidades que protegen el pacha.

Adoptar la teoría autóctona fue, en nuestra experiencia, un enfoque de aprendizaje innovador que permitió una intervención más allá de la investigación acción participativa convencional (Chambers y otros) y abrió la exploración de nuevos conceptos y modalidades de intervención técnica.

Un enfoque de intervención basado en la cosmovisión campesina andino amazónica
Un concepto central en la ejecución del proyecto fue la ‘incrementalidad’, en el sentido de añadir en profundidad y extensión a lo que las comunidades andino amazónicas venían ya haciendo o querían hacer. Todas las intervenciones del proyecto eran incrementales. En el enfoque propuesto, los técnicos reconocen la experticia campesina y acuden con los ojos, oídos y corazón abiertos a aprender de una sabiduría milenaria en los propios términos de esta. Las actividades técnicas iniciales son el inventario, recuperación y colección del germoplasma local y regional y la prueba campesina para su gradual incorporación en las chacras. Estas prácticas fueron documentadas para difundirlas como cartillas tecnológicas. El personal técnico acompañó las diversas actividades de crianza, incluyendo el intercambio de semillas y saberes en encuentros comunales e intercomunales.


Se comparte con las deidades andinas mediante rituales y fiestas. Domingo de Ramos en Porcón, Cajamarca
Foto: NUVICHA

Lo que las comunidades de criadores de la agrobiodiversidad trajeron al proyecto fue el reconocimiento general de la pérdida de respeto que afecta las relaciones de mutualidad con semillas, deidades, la naturaleza y entre ellos mismos. Sentían que las amenazas al ‘vivir bien’, procedentes de esa falta de respeto, se manifestaban en la imprevisibilidad de las variaciones climáticas, la declinación de las cosechas, la pérdida de la biodiversidad y la precariedad de la vida. Las actividades en terreno se alinearon, en consecuencia, en torno a la recuperación del respeto en todas sus manifestaciones, y en particular de los rituales asociados con la regeneración de la biodiversidad, destacando las visitas de intercambio de las comunidades deseosas de recordar las formas de vigorizar los rituales y festividades y de recuperar a las autoridades de la chacra.

En las actividades del proyecto, los NACAs aportaban a las comunidades participantes algunos insumos materiales, como semillas de otras regiones y herramientas e insumos de origen urbano. Documentaban las actividades, registrando y sistematizando la información sobre la diversidad y variabilidad de semillas, así como los saberes y secretos de crianza involucrados. Apoyaban la regeneración de las formas tradicionales acompañando a los grupos comunitarios en sus visitas y recorridos de los caminos de las semillas. Por su parte, como institución coordinadora, PRATEC proporcionó apoyo administrativo y técnico mediante un acompañamiento permanente a los NACAs, adquiriendo de esta manera un acceso privilegiado al aprendizaje de la cosmovisión campesina y de la vivencia de los técnicos de los NACAs. Una parte importante del acompañamiento fue la formación de los técnicos como mediadores culturales.

La acción del mediador cultural como bisagra intelectual entre las cosmovisiones en presencia, la de los criadores campesinos y la implícita en el enfoque tecnocientífico, se hace necesaria en dos aspectos cruciales: (i) la relación del conocimiento tradicional de los criadores campesinos y el conocimiento que supone la implementación técnica del proyecto; y (ii) su aplicación al buen gobierno ambiental, es decir, a los valores y normas implícitos en la Ley de la Tierra (Berry 2002; Stutzin 2002) que, en el caso del proyecto, se basó en la recuperación del cariño por las semillas.

Una nota final sobre la coherencia del enfoque incremental que trata de contestar a la pregunta: ¿cómo hacer coherente un programa compuesto de proyectos locales? La experiencia muestra que una respetuosa adhesión a una cosmovisión compartida de la crianza andino amazónica de la biodiversidad, hoy vigorosa y vigente en los Andes centrales, garantiza la coherencia de la acción a nivel regional y nacional. Encontramos que la calidad de nuestra intervención dependía de la interiorización que como instituciones externas lográramos de los valores centrales de la cosmovisión indígena de la biodiversidad: el cariño y el respeto. Aprendimos que esta interiorización exigía el rigor intelectual propio de la práctica responsable de la ciencia. Exigía abrirnos a una actitud de innovación respetuosa de la sabiduría milenaria de nuestras comunidades de criadores de la biodiversidad.

Jorge Ishizawa
Proyecto Andino de Tecnologías Campesinas (PRATEC),
Correo-e: pratec@pratecnet.org

Referencias
– Asociación Urpichallay. (1999). Así converso con mis semillas. La agrobiodiversidad en la cuenca del Marcará: una perspectiva campesina. Asociación Urpichallay, Marcará, Ancash, Perú.
– Berry, Thomas. (2002). “Rights of the Earth”. Resurgence No. 214, Sept-Oct 2002.
– Chambers, R., A. Pacey. and L-A. Thrupp. (1989). Farmer First: Farmer Innovation and Agricultural Research. Intermediate Technology Publications, London, 301pp.
– Chuyma Aru. (1998). “Rituales de la Crianza de las Semillas” En: Crianza Ritual de Semillas en los Andes, PRATEC (ed.), PRATEC, Lima, pp. 13-65.
– Stutzin, Godofredo. (2002). “Nature’s Rights”, Resurgence No. 210, Jan-Feb 2002.
– Valladolid, Julio. (2005). Importancia de la conservación in situ de la diversidad y variabilidad de las plantas nativas cultivadas y sus parientes silvestres y culturales en la región andino amazónica del Perú. Serie Kawsay Mama No. 9. PRATEC, Lima.

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