julio 2010, Volumen 26, Número 2
Servicios financieros y agricultura campesina

La experiencia de Credivida en el crédito rural

LUISA SANTUR | Página 18-19
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El proceso de dinamización productiva y estabilización económica que vive el Perú en los últimos años ha supuesto para el segmento moderno del sector rural oportunidades interesantes de mercado, las cuales tienen su mejor expresión en las crecientes tasas de crecimiento de la agroexportación en diversos productos, buena parte de ellos no tradicionales.

Este comportamiento ha generado también, directa o indirectamente, oportunidades para un segmento de pequeños productores agrícolas, sea porque pueden incorporarse a una cadena de aprovisionamiento al exterior –dado que vienen registrando demandas específicas de un activo sector agroindustrial–, o simplemente para la siembra de sus productos de panllevar, algunos de los cuales han logrado una relativa revalorización como resultado de la reducción de las áreas que se dedican a producir para el mercado interno. Estos procesos, sin embargo, no han ido de la mano con una oferta crediticia suficiente y oportuna que les permita a los pequeños productores un mayor aprovechamiento de estas oportunidades. Es esta la razón por la que Credivida, que ya tenía algunos años de experiencia en el financiamiento a MYPES urbanas, se involucra en el financiamiento agrícola. Al hacerlo partía ya de ciertos aprendizajes:

• que la lógica de operación de una entidad financiera –aun cuando pudiera ser no regulada como lo es una ONG– debe ser la de sinceramiento y cobertura de costos, si es que aspira a ser sostenible en el tiempo

• que la actividad crediticia es fundamentalmente evaluación de riesgos, por lo que requiere rigurosidad por parte de quien lo opera • que el crédito no tiene beneficiarios sino clientes Con estas premisas Fovida se involucró progresivamente en el financiamiento de diversas cadenas productivas: • de producción de papa –variedad capiro– para la agroindustria • de producción de papas nativas para la agroindustria • de producción de alcachofa con fines de exportación • de producción de café para el mercado externo.

La estrategia de intervención partió de modelar, para cada caso, productos financieros lo más ajustados posible a las necesidades de los diversos cultivos, así como esquemas de amortización en función a los flujos de ingresos que estos generaban. El monto promedio de los préstamos se estableció en función del costo de producción del cultivo, y la modalidad de desembolso, de acuerdo al ciclo productivo del mismo (se ofrecen líneas de crédito, desembolsos en una sola armada, así como créditos de cortísimo plazo). Las garantías están en función del monto solicitado. El plan de pagos también se ajustó a la particularidad del producto financiado, y es que mientras hay productos que se cosechan y pueden ser amortizados en un solo momento (caso de la papa y algunas hortalizas), hay otros, como la alcachofa y los frutales, que lo hacen por ‘pañas’ o durante un lapso determinado. Los financieros lo más ajustados posible a las necesidades de los diversos cultivos, así como esquemas de amortización en función a los flujos de ingresos que estos generaban. El monto promedio de los préstamos se estableció en función del costo de producción del cultivo, y la modalidad de desembolso, de acuerdo al ciclo productivo del mismo (se ofrecen líneas de crédito, desembolsos en una sola armada, así como créditos de cortísimo plazo). Las garantías están en función del monto solicitado. El plan de pagos también se ajustó a la particularidad del producto financiado, y es que mientras hay productos que se cosechan y pueden ser amortizados en un solo momento (caso de la papa y algunas hortalizas), hay otros, como la alcachofa y los frutales, que lo hacen por ‘pañas’ o durante un lapso determinado. Los productores de leche pueden pagar su crédito semanalmente, mientras que los que se dedican al engorde de ganado necesitan un período entre cuatro y seis meses. Distinto es también financiar cadenas productivas, cuyo precio está previamente establecido entre el productor y el comprador, que cadenas como la del café, cuyo referente –al ser un commodity– es fijado por el mercado internacional y por lo tanto es variable en el tiempo. Esto sin contar las variaciones que se presentan dependiendo de que el producto sea objeto de algún tipo de certificación o no.

Los procesos operativos de Credivida también tuvieron que adecuarse a las posibilidades de cada zona, siendo así que los desembolsos de los créditos se pueden hacer con cheques, giros bancarios o transferencia a cuenta. Los pagos por parte del agricultor se pueden hacer a través de entrega de mercadería –para que Credivida la facture a la empresa (en el caso de las cadenas)– o en efectivo. El conocimiento y reconocimiento mutuo que se ha ido logrando en el tiempo entre Credivida y los agricultores, del primero como proveedor sostenido de crédito, y del segundo como buen pagador del mismo, han permitido transitar del crédito –con fines exclusivamente agrícolas– a créditos para mejora o compra de maquinaria agrícola, compra de terrenos y mejoras de vivienda, lo que ha llevado a Credivida a trabajar créditos en distintas monedas y con plazos de pago diferenciados. La masificación del servicio, aun en la pequeña escala en la que opera la ONG, le viene permitiendo a Credivida ofrecer tasas de interés activas muy competitivas, de forma tal que en algunas zonas ya se viene ofreciendo crédito a tasas menores que el promedio del sistema financiero. Esto se da aun cuando Credivida solo se sostiene en base a su propia actividad y su gestión se hace en los estándares más próximos a los de una entidad financiera (lleva contabilidad financiera y aplica provisiones sobre cartera, según lo indica la Superintendencia de Banca y Seguros). Adicionalmente, paga el Impuesto General a las Ventas (IGV) por los intereses devengados –aun cuando estos no hayan sido efectivamente percibidos–, según la norma de comprobantes de pago vigentes en el país.

A Credivida, no obstante la discreta escala que le permiten sus recursos, el proceso seguido le ha servido para:
• validar que la pequeña agricultura, aun la de panllevar, puede responder bien a un crédito otorgado en la medida y oportunidad adecuada
• confirmar que el financiamiento de la actividad agrícola conlleva un endeudamiento promedio por prestatario superior al promedio de las microfinanzas urbanas (pocas veces menos de 1.000 USD) que obliga a un proceso cuidadoso y detallado de evaluación crediticia
• comprobar que el financiamiento de la agricultura bajo contrato permite contrapesar los riesgos que conlleva el financiamiento de actividades agropecuarias orientadas al mercado masivo
• constatar que el crédito agrícola, por la concentración estacional que conlleva, impacta sensiblemente en la caja o liquidez de la entidad prestamista, básicamente si es una entidad pequeña, no solo por los montos promedio (superiores a los de las microfinanzas urbanas), sino porque los plazos de pago dependen del período vegetativo del producto a financiar. Esto genera períodos de mucha liquidez en el año en contraste con otros en los que se presenta una fuerte restricción de la misma
• plantear –en función de lo anterior– la necesidad de contar con instrumentos financieros de segundo piso acordes a la dinámica de las entidades microfinancieras rurales. Por ejemplo, son casi inexistentes las ‘líneas de crédito’ para las entidades microfinancieras a tasas razonables por parte de los organismos de cooperación o de las financieras. Lo que existe en relativa abundancia es el crédito estándar, no siempre adecuado a la dinámica de las Instituciones Micro Financieras (IMFs) que brindan crédito agropecuario
• desarrollar productos financieros de largo plazo debido a los requerimientos específicos de algunas actividades agrícolas, como por ejemplo: la renovación de plantas de café, cuyo período de maduración es cercano a los cinco años
• tener en cuenta que el retraso en el pago de los créditos como resultado de una mala campaña agrícola suele tener un tiempo promedio mayor de normalización que en el caso de los créditos urbanos. Es más, requiere una gestión de cobranza particular, pues muchas veces el deudor necesita de un nuevo préstamo para reiniciar su campaña productiva y así honrar el préstamo atrasado
• que la ampliación y profundización del crédito agrícola hacia zonas altas y de secano debe ir acompañado del desarrollo de fondos de garantía y seguros que cubran en alguna medida las eventuales pérdidas por factores climáticos, recurrentes en estas zonas
• constatar la conveniencia de articular intervenciones de asistencia técnica con crédito, pues le da viabilidad a la primera y reduce los riesgos de la entidad crediticia

En el caso de nuestros clientes, consideramos que el acceso al crédito les ha permitido:
• incorporarse a cadenas productivas y suscribir contratos de abastecimiento de materias primas con la seguridad de que contarán con el financiamiento necesario para llevarlas adelante
• acometer el sembrío de productos que requieren mayor inversión y que suelen tener un mayor precio de realización en el mercado
• independizarse de las empresas que comercializan agroquímicos, así como de los acopiadores rurales. En ambos casos, esto les permite un mayor margen de selección, a la vez que la posibilidad de negociar mejores precios para los productos que compran y venden respectivamente
• demostrar el cumplimiento de sus créditos con fines agrícolas, lo que les permite el acceso a préstamos de mediano plazo para la adquisición o mejora de equipos y tractores, así como para la compra de terrenos y mejora de vivienda. La participación de este tipo de créditos en la cartera de Credivida viene siendo tendencialmente creciente y sostenido
• construir un historial crediticio en la medida en que los créditos otorgados por Credivida se encuentran registrados y publicados en las principales centrales de riesgo del país y, por ende, son de público conocimiento. Son ya numerosos los agricultores que empiezan a recibir ofertas de crédito de parte de las entidades financieras formales

En conclusión, la intervención de Credivida –y la de cualquier otra entidad involucrada en el financiamiento rural– cubre una carencia muy sentida en este medio y es central para que el pequeño agricultor aproveche las oportunidades del mercado. No obstante, demanda de la entidad prestataria una gestión fina de los recursos, un conocimientoapropiado de la actividad a financiar, agilidad en el proceso de evaluación,
mucha creatividad tanto en el diseño de productos financieros como en los procesos operativos que viabilicen la actividad sin encarecerla, así como mucha responsabilidad social y ética para no abusar de una posición de dominio en un contexto de amplia necesidad por este tipo de recursos.

Luisa Santur
Credivida – Fovida
Correo electrónico: luisa@fovida.org.pe
www.copeme.org.pe

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