La agricultura de la zona está muy integrada al mercado urbano de Lima, ciudad capital del Perú, cuya demanda de productos agrícolas es grande, lo que ha influenciado desde hace décadas la práctica de una agricultura intensiva con alto uso de insumos externos. Actualmente, la producción agrícola se realiza con prácticas inadecuadas como el uso excesivo de plaguicidas y fertilizantes, el incremento de monocultivos, la fuerte promoción y comercialización de productos agroquímicos y su adulteración, la escasa o nula asistencia técnica y el poco interés de las autoridades por la situación agrícola y ambiental. A esto se suma la costumbre de los agricultores de la zona de abandonar y quemar los envases de plaguicidas junto con los rastrojos, lo que genera la contaminación del aire, suelo y fuentes de agua, así como una mayor incidencia de plagas y enfermedades resistentes a los plaguicidas comerciales. También uno de los impactos más negativos es la reducción de las poblaciones de controladores biológicos.
El objetivo principal de los agricultores de la zona es obtener un alto rendimiento de sus cultivos, por lo que el uso intensivo de agroquímicos comerciales es generalizado a pesar del riesgo que significa para la inocuidad de los alimentos por los residuos de plaguicidas en los productos cosechados. Por otro lado, los agricultores no tienen interés en cambiar sus prácticas convencionales, dada la escasa o nula exigencia de los consumidores por productos sanos y también por la falta de disposiciones legales para el control del uso de agroquímicos. Sin embargo, algunas ONGs locales trabajan en proyectos de producción orgánica y han desarrollado y promocionado Escuelas de Campo para Agricultores (ECAs), orientadas al desarrollo de capacidades, principalmente en el Manejo Integrado de Plagas (MIP).
En este contexto, la Red de Acción en Agricultura Alternativa (RAAA) desarrolló la experiencia de fortalecimiento de la agricultura orgánica en el marco del Proyecto Piloto “Gestión Ambiental de los COPs generados por la agricultura en el Valle del Mantaro, Junín”, la cual contó con la colaboración del Centro Ecuménico de Promoción y Acción Social (CEDEPAS-Centro) y las municipalidades de Chupaca y Concepción. Esta experiencia se llevó a cabo de marzo de 2005 a diciembre de 2007 en las localidades de Chupaca, Ahuac, Iscos y Chongos Bajo, en la provincia de Chupaca, y en los distritos de Concepción, Santa Rosa de Ocopa, Matahuasi y Nueve de Julio, en la provincia de Concepción. El financiamiento fue otorgado por el Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) del Fondo Mundial del Ambiente (FMAM).
La finalidad del Proyecto fue sensibilizar y generar cambios en las prácticas agrícolas para lograr la reducción de la contaminación, disminuir la incidencia de enfermedades y plagas en los cultivos, incrementar la diversificación productiva y contribuir a la seguridad alimentaria de las familias rurales. Durante el proyecto se realizó un diagnóstico participativo sobre los problemas de la agricultura local, así como campañas y capacitaciones modulares sobre producción agroecológica, para brindar a los participantes –a través de visitas y prácticas de campo– información actualizada sobre los impactos de los plaguicidas y contaminantes orgánicos persistentes (COPs) y sobre el diseño predial y manejo ecológico de suelos y plagas. Esta experiencia contó con la participación de agricultores –varones y mujeres– convencionales y orgánicos; estudiantes de universidades; autoridades de las municipalidades y de las direcciones regionales y agencias agrarias del Ministerio de Agricultura; así como de docentes y estudiantes de los institutos tecnológicos de Chupaca y Concepción.
La sensibilización ante el excesivo uso de agrotóxicos ha sido un elemento de suma importancia para ampliar la influencia de esta experiencia y la única manera de garantizar el compromiso de la población local y de sus autoridades con algo que atañe no solo a los recursos naturales y la calidad de su ambiente, sino que tiene repercusiones en la salud de todos. Para ello se realizaron campañas dirigidas a las familias agricultoras, como la implementación de un sistema de gestión ambiental de envases de plaguicidas con triple lavado para reducir la contaminación en las áreas rurales. Estas campañas contaron con la participación activa de las autoridades municipales.
Capacitación en agroecología
Otro de los componentes esenciales de la experiencia ha sido la capacitación en agroecología, donde se trataron temas como las bases y principios de la agroecología, el diseño predial y el manejo ecológico de plagas y de suelos. Estos cursos se desarrollaron mediante una metodología participativa con la colaboración de especialistas invitados y un facilitador, cuya labor se orientó a promover la participación de los agricultores, lo que motivó el intercambio de experiencias, la integración del grupo y la construcción de una visión sobre el desarrollo de una agricultura más sostenible. Asimismo, se organizaron capacitaciones dirigidas a las autoridades y líderes sociales con la finalidad de involucrarlos en las campañas de sensibilización y desarrollar estrategias de incidencia política para promover la agricultura orgánica a nivel local y regional.
Cada curso se desarrolló en dos o tres sesiones con un grupo de 30 productores, es ahí donde fue evidente la participación de un 60% de mujeres agricultoras. En estas sesiones se realizaban conferencias, talleres, dinámicas de grupo, visitas y prácticas de campo y se entregaron módulos impresos de capacitación.
Resultados y reflexiones de la experiencia
Como resultado los agricultores –mujeres y varones– de las zonas donde se desarrolló esta experiencia han aprendido a aprovechar de manera eficiente sus recursos: suelo, agua y aire, así como las formas de incrementar la presencia de insectos benéficos en sus campos de cultivo y el procesamiento de abonos orgánicos, cuyo uso entre los beneficiarios es ahora 30% mayor que lo que era antes de la experiencia.
La participación de las autoridades locales ha sido un aspecto clave en este proceso, ya que se pudo lograr que las agendas regional y local involucren acciones para prevenir los riesgos ambientales y de salud que ocasiona el uso de plaguicidas y, además, que consideren la importancia de promover la agricultura orgánica. Gracias a esta sensibilización e información de las autoridades, el uso de agroquímicos en el ámbito de la experiencia se ha reducido. Es también importante destacar el fortalecimiento del conocimiento e interés sobre la importancia de la calidad ambiental y los derechos ciudadanos vinculados a ella, logrados mediante la conformación de los comités de vigilancia integrados por los agricultores mujeres y varones más comprometidos, así como por las autoridades locales.
También se ha logrado ampliar el número de agricultores (un 60% son mujeres) con mayor interés en desarrollar sus capacidades para iniciar experiencias en agricultura ecológica y algunos de ellos se encargan de difundirla en Concepción y Chupaca.
Los agricultores y agricultoras que han participado en esta experiencia reconocen los beneficios de la agricultura sostenible y por eso se están comprometiendo con ella. Ellos saben que este tipo de prácticas promoverá la diversificación de su dieta alimentaria, incrementará la producción de cultivos y el consumo de alimentos sanos, obtenidos mediante una producción limpia donde se controlan las plagas con técnicas agroecológicas eficientes.
Finalmente, se ha logrado que un mayor número de productores, dedicados a la agricultura ecológica, alcance un nivel de organización importante gracias a la creación de la Asociación de Productores Ecológicos del Distrito de Nueve de Julio, en Concepción.
Entre las principales dificultades que se presentaron en la experiencia se puede mencionar el desconocimiento que había en la zona acerca de los peligros del uso de los plaguicidas. La resistencia al cambio de parte de los agricultores convencionales es otro de los obstáculos que impiden una transición hacia la opción agroecológica, a la que muchos agricultores campesinos sí consideran como alternativa conveniente a sus intereses.
A diferencia de Concepción, las autoridades locales de la Provincia de Chupaca no se involucraron en la experiencia; sin embargo, la acogida por parte de agricultores y jóvenes estudiantes de la zona ha sido muy buena. Fueron pocos los campos demostrativos que se obtuvieron para la capacitación agroecológica, y también son escasas las acciones concretas que permitan reforzar y promocionar su práctica. El proceso de sensibilización y desarrollo de capacidades debe ser continuo para promover una reconversión de la producción agrícola y contrarrestar la gran influencia de la agricultura convencional en una zona donde existe gran resistencia a romper con el monocultivo y el uso de plaguicidas y fertilizantes sintéticos.
Participantes de la sistematización de la experiencia