junio 2008, Volumen 24, Número 1
Agricultura sostenible y comercio justo

Un movimiento orgánico local que crece: la Red Mexicana de Mercados Orgánicos

ERIN NELSON, RITA SCHWENTESIUS RINDERMANN, LAURA GÓMEZ TOVAR Y MANUEL ÁNGEL GÓMEZ CRUZ | Página 18-21
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La producción orgánica en México se ha incrementado de manera importante en los últimos años, como respuesta al crecimiento acelerado de la demanda global de productos ecológicos.

En efecto, aunque la agricultura mexicana en general ha sufrido severas crisis, el sector orgánico se ha disparado y hoy más de 83.000 productores cultivan orgánicamente, abarcando una superficie mayor a las 300.000 hectáreas. De estos, el 98 por ciento son de pequeña escala, pues siembran un promedio de tres hectáreas, y más del 50 por ciento son indígenas. Desafortunadamente, como sucede en muchos países en desarrollo, la mayor parte de la producción orgánica es para exportación, particularmente el café, aunque también el cacao, el coco y otras frutas y vegetales; el 86 por ciento de los bienes orgánicos se envían a mercados extranjeros. Desde un punto de vista medioambiental la producción orientada a la exportación es muy dañina, por la cantidad de combustibles fósiles que se requiere para su transporte. Además, el embalaje para exportación consume recursos valiosos y crea montañas de desperdicio. Pero sobre todo, la orientación exportadora disminuye el grado de desarrollo de los mercados domésticos, y deja a los productores mexicanos vulnerables a las fluctuaciones del mercado internacional.

Una visión alternativa orgánica
Estos problemas se han hecho notar en México: un movimiento orgánico local se ha desarrollado junto a la industria más convencional, tal como ha sucedido en muchos países. Por ejemplo, las tiendas mexicanas de víveres venden ahora productos orgánicos, y se han abierto varias tiendas y cafés orgánicos especializados, principalmente en la ciudad de México y sus alrededores. Uno de los esfuerzos de las organizaciones de base, enfocado en la producción orgánica local de pequeña escala, ha dado como resultado el surgimiento de varios mercados orgánicos a lo largo del país. Con el apoyo de productores y consumidores, en muchos casos vinculados con universidades y ONGs, se han establecido 17 de estos mercados en nueve estados del país y se están desarrollando continuamente nuevas iniciativas. Desde 2004, estos mercados se han unido para formar la Red Mexicana de Mercados Orgánicos.

El comité de certificación participativa en acción. Las visitas al campo se consideran una experiencia educativa para todas las partes involucradas / Foto: Erin Nelson / Laura Gómez

Aunque se mantienen como entidades independientes con características distintas, los mercados comparten una visión común: además de la voluntad de contribuir a mejorar el medio ambiente apoyando la agricultura orgánica, la red concibe la sostenibilidad en términos más amplios y toma en cuenta la justicia económica y social. En opinión de la red, promover la justicia económica y social incluye hacer que los productos orgánicos saludables y seguros estén al alcance de todos los mexicanos, y no solo de aquellos que viven en los centros urbanos y que pueden pagar altos precios. Con este fin, los mercados orgánicos se centran en los bienes producidos localmente por los agricultores de pequeña escala, así como en el vínculo directo entre los consumidores y los productores. Al reducir el transporte y el embalaje de los productos, y al eliminar a los intermediarios, los mercados orgánicos hacen posible que los agricultores de pequeña escala ganen más por su producción y al mismo tiempo ofrezcan precios relativamente más asequibles a los consumidores. Apoyar este tipo de vínculos también sirve para la construcción de solidaridad en la comunidad y el establecimiento de relaciones de confianza.

Es así como la colaboración comunitaria está en el corazón de los mercados orgánicos locales de México. No se conciben simplemente como lugares a los que las personas acuden para comprar y vender bienes. Más bien, se ven como espacios en los que el comercio y el consumo se pueden convertir en actos políticos, sociales, éticos, educativos y entretenidos. En un esfuerzo por combinar todos estos elementos, la gran mayoría de los mercados de la red ofrece una variedad muy amplia de talleres, conferencias y otras actividades tanto para los adultos como para los niños. Además, muchos son también sede de eventos culturales tales como danza o espectáculos musicales y eventos especiales de celebración de aniversarios o ferias. Como resultado, los mercados se convierten en iniciativas dinámicas que buscan apoyar la agricultura orgánica en un sentido verdaderamente holista, contribuyendo al despegue de la sostenibilidad medioambiental y social.

Los retos que enfrenta la Red Mexicana de Mercados Orgánicos
Aunque el número de mercados orgánicos locales en México está creciendo aceleradamente y existe un número considerable de productores, consumidores y organizadores altamente comprometidos que trabajan infatigablemente para apoyar el movimiento, cada mercado enfrenta retos importantes, muchos de ellos comunes para toda la red. Uno de los principales desafíos de cada mercado es la lucha por conseguir los recursos físicos y humanos necesarios para poder funcionar. Desafortunadamente, las ganancias generadas en los mercados no están aún en un nivel que permita que los grupos puedan cubrir el alquiler de locales o los salarios para los coordinadores. Por ello, estos mercados dependen en gran parte de las donaciones y del trabajo voluntario, algo que puede resultar problemático.

La falta de fondos también limita la implementación de programas de capacitación y educación, tanto para los productores como para los consumidores. Un número importante de productores ha demostrado interés en cambiarse a la agricultura orgánica y poder comercializar su producción en un mercado orgánico, pero carecen de la experiencia y entrenamiento necesarios para esta empresa. El abastecimiento insuficiente de productos orgánicos producidos localmente es un problema para este tipo de mercados. De hecho, aunque se suele mencionar la demanda insuficiente como uno de los problemas de la producción orgánica local, la realidad actual de muchos mercados es que, con frecuencia, los consumidores buscan productos que ni siquiera están disponibles. Como solución a este problema, los mercados están buscando constantemente nuevos productores para expandir la oferta e introducir productores nuevos que puedan abastecer la demanda y las preferencias de los consumidores. A la red también le gustaría facilitar el intercambio de productos entre los diferentes mercados; sin embargo, por falta de financiamiento para el transporte aún no ha sido posible realizarlo.

El sistema de certificación orgánica participativa
Otro desafío importante que enfrentan los mercados orgánicos locales son las barreras económicas y burocráticas que hacen difícil que los productores de pequeña escala obtengan la certificación orgánica. Ello puede hacer complicado obtener del consumidor la confianza en la integridad de los productos que se ofrecen. Como respuesta a este problema, los mercados orgánicos que participan en la red alientan la noción de la certificación participativa, y están trabajando para desarrollar “Sistemas de Garantía Participativa” que funcionen de forma armónica. Los aspectos clave de estos sistemas son que minimizan la burocracia, no requieren de ningún pago por parte del productor e incorporan un elemento de educación social y ambiental para productores y consumidores. Como paso importante en la certificación participativa en México, la red ha abogado exitosamente para su inclusión en la recientemente aprobada ley de regulación de agricultura orgánica. Como resultado, ahora se puede referir legalmente a los productos certificados por medio de procesos participativos como productos “orgánicos”.

El nacimiento de un movimiento orgánico local en México
Uno de los primeros mercados que se crearon fue el de la comunidad de Chapingo, sede de la más importante universidad de agricultura de México. La iniciativa de Chapingo comenzó con un grupo de personas de la universidad que organizaban cursos y talleres sobre agricultura orgánica, así como sesiones de degustación en las que el público podía probar productos orgánicos. Luego se contactaron con agricultores orgánicos locales y organizaron un sistema de entrega de productos orgánicos para los consumidores de la universidad y de las comunidades vecinas. En 2003, el número de consumidores y productores involucrados en el proyecto había crecido a tal punto que los organizadores decidieron pasar de un sistema de orden y entrega al de un mercado completamente funcional (o “tianguis”). Es así como, en noviembre de ese año, se inauguró oficialmente el mercado de Chapingo en un local cedido gratuitamente por la universidad.

Actualmente, el Mercado Orgánico de Chapingo abre todos los sábados de 10 a.m. a 3 p.m. y tiene más de 20 puestos de vendedores participantes. Existe un número cada vez mayor de consumidores que llegan desde las comunidades vecinas y también, en muchos casos, de la ciudad de México, que está a una hora de viaje. Los productos que se ofrecen incluyen frutas y vegetales, carnes, productos lácteos, huevos, productos horneados, miel, café, productos procesados, como jarabes, aceites, salsas y frutas secas, productos biodegradables de limpieza y de belleza, y artesanías. Además, los consumidores pueden disfrutar de una comida de tlacoyos, quesadillas o tamales y tomar café, chocolate o agua de Jamaica (de la flor de hibisco). El mercado no solo ofrece productos a la venta, también posee una pequeña biblioteca con libros sobre temas de agricultura orgánica y ambiental, una mesa de información con libros y panfletos, y un espacio para realizar talleres educativos gratuitos para adultos y niños.

De diversas maneras, el mercado de Chapingo es representativo de otros mercados que componen la Red Mexicana de Mercados Orgánicos. La mayoría de los mercados funciona semanalmente, incluye elementos educativos como talleres y presentaciones, trabaja para desarrollar sistemas de certificación participativa, lo que es posible gracias a una labor voluntaria. La Red Mexicana de Mercados Orgánicos persigue una amplia gama de actividades (incluyendo la educación pública, el marketing y la promoción), pero uno de los proyectos más importantes de la red es ayudar a la creación de nuevos mercados. Actualmente hay 17 mercados funcionando y ocho propuestas de nuevos mercados. La meta a largo plazo es tener 100 mercados orgánicos locales funcionando en México.

En el mercado orgánico de Chapingo, por ejemplo, el primer paso para un productor que desee lograr la certificación participativa es contactar con el coordinador del mercado y llenar un cuestionario sobre sus prácticas de producción actuales y pasadas. Este cuestionario lo revisa el comité de certificación participativa local, que está formado por consumidores, productores locales, investigadores y estudiantes de agricultura. El comité utiliza como referencia una combinación de las normas del Programa Orgánico Nacional de los Estados Unidos con los del cuerpo de certificación mexicano Certimex. Si, de acuerdo con el cuestionario, el productor cumple con los requerimientos para la certificación orgánica, se programa una visita a la granja.

Esta visita de campo no se considera una inspección en sí misma, sino una experiencia interactiva diseñada como una acción educativa para todos los involucrados. Durante la visita, los miembros del comité consultan una lista que incluye datos básicos sobre cómo opera la granja (por ejemplo, el tamaño del territorio, el número de cultivos, etc.), así como puntos básicos de control orgánico tales como el origen de las semillas y del agua, las prácticas de manejo de la tierra, las plagas y las enfermedades; el tratamiento poscosecha de los cultivos; y el potencial de contaminación de las granjas adyacentes.

Luego de la visita de campo, se discute el caso en una reunión de todo el comité de certificación. Si los productores cumplen con todos los estándares, se les otorga el estatus de orgánico dentro del mercado y se les certifica sin condiciones. En muchos casos, sin embargo, la certificación viene con una serie de condiciones. Las más comunes incluyen la necesidad de desarrollar barreras naturales para prevenir la contaminación de fincas convencionales adyacentes, y el compostaje riguroso del estiércol antes de aplicarlo a los cultivos. Si los productores trabajan junto con el comité para cumplir con estas condiciones, y si no cometen ninguna violación de los estándares orgánicos, entonces pueden comenzar a vender sus productos en la sección “natural” del mercado, que está separada físicamente de la sección orgánica y marcada con un signo. Las visitas subsiguientes y la comunicación continua son necesarias para asegurar que se estén siguiendo las condiciones, y finalmente el productor podrá ser elegible para obtener el estatus orgánico completo (ver la figura 1 para un panorama completo del proceso versión PDF).

Ya que la transparencia y la participación comunitaria son aspectos integrales del sistema, los resultados de todos los cuestionarios y de las decisiones del comité están disponibles al público, y cualquiera que desee unirse al comité de certificación es bienvenido a hacerlo. Además, se incentiva a que los consumidores interactúen con los productores del mercado de Chapingo, y esta interacción ha llevado al desarrollo de relaciones fuertes de confianza, y en algunos casos de amistad, entre los compradores y los vendedores de los productos orgánicos. Estas relaciones son medios importantes para apoyar el proceso de certificación participativa, al tiempo que proveen al consumidor con un sentido adicional de seguridad.

Uno de los talleres organizados regularmente como parte del Mercado Orgánico de Chapingo. Los productores y los clientes intercambian ideas acerca del secado de hierbas / Foto: Erin Nelson / Laura Gómez

El proceso de certificación participativa no está exento de problemas y limitaciones. Uno de los desafíos que más resalta es la implementación de la certificación participativa, que actualmente se realiza por medio de una base de voluntarios. Esto tiene restricciones en cuanto al tiempo que las personas pueden dedicar al proceso. Además, muchos participantes van y vienen, quitando consistencia y continuidad al comité de certificación. Finalmente, la falta de capacitación y de educación implica que muchas personas que están actualmente activas en el comité carezcan de la experiencia suficiente para realizar las inspecciones. Estos retos han hecho difícil seguir con la demanda para certificar a nuevos productores que desean ingresar en el mercado, así como el supervisar consistentemente las fincas de sus actuales integrantes.

Pasos para el futuro
Se espera que la Red Mexicana de Mercados Orgánicos siga creciendo, como lo está haciendo actualmente, a un paso acelerado. Con miras al futuro, los planes de la red incluyen:

• consolidar los sistemas participativos de certificación (es decir, asegurarse de que estén puestos por escrito y que se sigan de manera homogénea en todos los mercados)
• ofrecer capacitación a los directores de los mercados
• continuar ofreciendo talleres de capacitación sobre técnicas de agricultura orgánica así como sobre el costeo y la gestión de pequeñas empresas
• abordar cuestiones de género en los mercados orgánicos locales
• incrementar la promoción de los mercados, por ejemplo por medio de la televisión, la radio y los eventos públicos
• visitar escuelas primarias y ofrecer educación sobre el medio ambiente y la agricultura orgánica; y
• continuar celebrando los encuentros tres veces al año, en el que estén representados todos los mercados.

El rápido crecimiento de la Red Mexicana de Mercados Orgánicos demuestra que existe mucho interés tanto de los productores como de los consumidores mexicanos, para trabajar juntos en la creación de sistemas alimentarios sostenibles. Al incrementar los nexos entre los productores y los consumidores y al proveer productos orgánicos de alta calidad a precios justos para todas las partes involucradas, estos mercados ayudan a ampliar el alcance del movimiento orgánico, al mismo tiempo que se regresa a sus raíces filosóficas.

Al facilitar la participación de productores de pequeña escala y alentar un enfoque sobre las redes locales de alimentos, la noción de certificación participativa amplía sus esfuerzos. Efectivamente, aunque está aún en sus primeras etapas, la experiencia mexicana con los mercados orgánicos locales y con la certificación participativa ofrece una alternativa importante, no solo para el sector convencional de alimentos, sino también para el sector orgánico industrializado, establecido y orientado a la exportación.

 

Erin Nelson, Rita Schwentesius Rindermann, Laura Gómez Tovar y Manuel Ángel Gómez Cruz

Erin Nelson
University of Guelph, School of Environmental Design and Rural Development. 50 Stone Road East, Guelph, Ontario N1G 2W1, Canadá.
Correo electrónico: enelson@uoguelph.ca

Rita Schwentesius Rindermann
Red Mexicana de Tianguis y Mercados Orgánicos/Cuerpo Académico Socioeconomía en Producción, Certificación y Consumo Orgánico, Universidad Autónoma Chapingo. Km. 38.5, Carretera México-Texcoco, Apdo. Postal 90, C.P. 56230 Chapingo, México.
Correo electrónico: rsr@avantel.net

Laura Gómez Tovar
Departamento de Agroecología, Universidad Autónoma de Chapingo / Comité de Certificación Participativa del Tianguis Orgánico
Correo electrónico: gomezlaura@yahoo.com

Manuel Ángel Gómez Cruz
Cuerpo Académico de Socioeconomía en Producción, Certificación y Consumo Orgánico, Universidad Autónoma Chapingo
Correo electrónico:
grupoinvestigacionorganicos@yahoo.com.mx

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