junio 2008, Volumen 24, Número 1
Agricultura sostenible y comercio justo

El desarrollo del mercado ecológico local en cuatro regiones del Perú

SILVIA WÚ GUIN | Página 30-33
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El mercado de productos ecológicos en el Perú es una realidad heterogénea. Lima, ciudad capital de casi ocho millones de habitantes, concentra un tercio de la población del país y cuenta con el mayor número de actividades de comercialización de estos productos.

Existen iniciativas, en otras zonas del Perú, principalmente en los departamentos de Junín, Lambayeque y Ucayali, pero todas ellas son más pequeñas y presentan muchas limitaciones como, por ejemplo, el poco interés de las autoridades municipales, el desconocimiento del consumidor sobre lo que constituyen los productos ecológicos y la falta de certificación de los productos. Sin embargo, a través de estas iniciativas se busca abrir una vitrina para comercializar la producción ecológica local y mejorar los ingresos de los agricultores, puesto que se trata de una forma de vender sin intermediarios.

Lima: bioferias y biotiendas
Un conjunto de ferias dedicadas al comercio de productos agroecológicos surgió en Lima a finales de la década de 1990. La BioFeria de Miraflores, la primera y más importante, nace en 1999 bajo el lema de “consuma productos ecológicos certificados, por la salud de nuestras familias y de nuestro planeta” y tiene ya ocho años ininterrumpidos de funcionar todos los sábados, promoviendo una alimentación sana. Esta bioferia se inició ofreciendo alrededor de cien variedades de productos a sus visitantes y actualmente ofrece más de 600, entre los que destaca una variada gama de productos alimenticios, y genera a la par un espacio de integración entre consumidores y productores, difundiendo de manera asequible los conceptos y la propuesta agroecológica. Asimismo, fomenta la equidad entre géneros. Así también, la Red de Agricultura Ecológica (RAE) y las asociaciones de productores promueven la generación de experiencias similares en otras ciudades del Perú.

EcoLógica Perú (grupo de productores organizadores de esta feria) inició también el abastecimiento de productos ecológicos a tres cadenas de supermercados de Lima, principalmente de hortalizas cultivadas en el departamento de Lima, encargándose de la revisión y empacado de los productos para cumplir con los estándares de calidad, además de facilitar el reparto y el manejo administrativo y contable. De esta manera, el grupo asume un papel de “intermediación solidaria”, nexo importante entre los productores y los supermercados, para así asegurar la oferta agroecológica en paralelo con los productos convencionales que ahí se expenden.

Bioferia de Miraflores / Foto: Archivo LEISA

Además de la oferta semanal de las bioferias, existen en Lima locales de atención diaria. Una de ellas es la BioTienda de Miraflores, que expende solamente productos ecológicos procesados y que cuentan con certificación; y otra es K’antu, la Casa del Comercio Justo, impulsada por el sector artesanal en alianza con el movimiento agroecológico: promueven un espacio cultural, una cafetería, una agencia de turismo responsable y una tienda, todo en un solo espacio ubicado en Barranco, un distrito muy concurrido de la capital del Perú.

Es importante mencionar la experiencia empresarial de servicio a domicilio (delivery) BioCanasta, que funcionó entre los años 2002 y 2004, cuando la experiencia de las ferias semanales recién se iniciaba. Este servicio se ha suspendido hasta encontrar un local conveniente, en donde sumar una BioTienda con el reparto a domicilio, pues atender únicamente el servicio de delivery eleva demasiado los costos de operación.

Todas estas experiencias de la ciudad de Lima, algunas más exitosas que otras, aunque siempre en proceso de mejoramiento, siguen siendo modelos replicables –por su mayor experiencia– para otras iniciativas similares en otras ciudades del país.

La BioFeria de Miraflores, la que se inició primero, logra su sostenibilidad gracias a su constante crecimiento, calculado en 40 por ciento cada año. El reglamento y las fichas de registros existentes han resultado ser herramientas fundamentales para la convivencia y el balance de las ventas y sus estadísticas. Estas herramientas las están adoptando las demás bioferias iniciadas en otras ciudades del país.

Más mujeres “bioferiantes” en Junín
La bioferia de la ciudad de Huancayo, capital de Junín, funciona desde el 2001 por iniciativa del Centro de Apoyo Rural de Huancayo (CEAR Huancayo) y de la Asociación de Productores Ecológicos de la Región del Centro (APEREC). Recibe a los productores de diferentes zonas de Junín, departamento ubicado en la sierra central del Perú. Estos productores certifican la calidad ecológica de sus productos mediante el sistema de garantía participativa. Una minoría de los participantes cuenta con la certificación de tercera parte, pues también vende en la BioFeria de Miraflores.

La mayoría de los participantes en esta bioferia son mujeres, quienes hacen frente al reto de la comercialización de sus productos, en mayor escala que en las ferias locales, aún en las circunstancias económicas difíciles que se presentan al inicio de la instalación de una bioferia. En mayor medida, son ellas las que se encargan de la producción, la transformación y la comercialización de los productos. Al mismo tiempo, la bioferia es un motivo de afianzamiento de su identidad campesina, en la medida en que su participación les proporciona autonomía e integración con una perspectiva agroecológica. Los productos que esta feria ofrece son muy diversos (235 tipos de productos) principalmente hierbas y tubérculos, aunque también comidas preparadas. Estas productoras han creado estrategias para acercar a sus clientes y lograr que estén dispuestos a preferir el consumo de un producto de calidad ecológica. Así por ejemplo, cada quince días se organizan visitas a las chacras para que los consumidores observen directamente en el campo cómo se producen los alimentos que compran en la bioferia; los consumidores pagan su transporte y los productores ofrecen un refrigerio. De otro lado, la venta de platos típicos, dulces y refrescos hechos con productos agroecológicos no solo mejora los ingresos generales semanales, sino que propicia tertulias, acerca los dos extremos de la cadena productiva y hace frente a la arremetida de productos chatarra en la ciudad.

Al igual que en Miraflores, la autorización municipal es gratuita y la bioferia está ubicada en el centro de la ciudad, lugar muy propicio para el comercio. Sin embargo, se requiere más apoyo de las autoridades y mejorar algunos aspectos como la certificación de todos los productos que se expenden, más campañas de difusión y hacer frente a la competencia que ha surgido en la forma de biotiendas de productos naturistas. Hace falta también mejorar la capacidad empresarial y organizativa de las campesinas-vendedoras y analizar los registros de venta.

En contraste, la mayor fortaleza está en que estas campesinas están identificadas con el proyecto, y la comunicación con la ONG que las asesora es permanente. Gracias a ello, han logrado acercarse al sector urbano como empresa, con conocimiento de las necesidades de los consumidores y con capacidad de brindar información sobre los beneficios del consumo de productos agroecológicos para la salud. Estas agricultoras han mejorado sus ingresos económicos, procurándose, por sí mismas, una mejor calidad de vida.

Ucayali y los desafíos de la selva
Gracias a la voluntad de la Federación de Productores Ecológicos de Ucayali-FPEU y Fuerza por la Selva Viva-FUSEVI, desde el año 2004, una vez al mes y durante tres a cuatro días consecutivos se realiza la bioferia en la capital de este departamento de la selva amazónica del Perú: Pucallpa.

La diversidad y el volumen de productos ofertados en esta bioferia son limitados. Una razón para ello es el alto costo del transporte, tanto de las personas como del flete que deben pagar para sacar los productos de sus chacras. Muchos de los productores provienen de zonas muy alejadas, generalmente a muchas horas de viaje en pequeñas embarcaciones fluviales. Como consecuencia, no se han promovido visitas al campo hasta ahora y la poca difusión de la bioferia provoca desconexión entre los consumidores y el movimiento agroecológico solidario con los derechos del campesino y la conservación de su ecosistema. Es imprescindible un apoyo para la implementación sostenible de la feria porque si bien la licencia municipal de funcionamiento es gratuita, hace falta que el interés del gobierno regional y local se concrete en acciones específicas.

A pesar de todo, los productores –que en su mayoría también son mujeres– han encontrado medios de difusión para promover el conocimiento de la bioferia y de sus ventajas. Por ejemplo, la presidenta de la asociación de mujeres AMARU hace difusión de la bioferia a través de la radio y la televisión. Si bien la organización de productores está debidamente formalizada, todavía no cuenta con un mecanismo de garantía –ya sea participativo o de certificación de tercera parte– pues la certificación ecológica de los productos es una de las exigencias mayores de los clientes de las bioferias: un motivo para que las ferias pierdan competitividad frente a las tiendas de productos naturistas. Felizmente existen esfuerzos recientes por integrarse con el sector urbano interesado en alimentos de calidad, con el fin de promover un comercio justo.

Lambayeque y las desventajas de la falta de organización social
La bioferia inicia sus actividades en Chiclayo, capital del departamento de Lambayeque, en 2001, pero aún no logra su propósito de tener una frecuencia regular. La Asociación Regional de Productores Ecológicos de Lambayeque-ARPE Lambayeque es la que impulsa la bioferia, la que también cuenta con el apoyo de tres importantes organizaciones no gubernamentales (ONGs) que trabajan en esta zona de la costa norte del Perú. La principal dificultad que afronta esta bioferia es que, a diferencia de los casos anteriores, es poco el apoyo que recibe de la municipalidad de Chiclayo, que cobra 550 PEN (1 PEN equivale a 0,35 USD) por la licencia mensual de funcionamiento. La falta de interés por parte de la municipalidad de Chiclayo en el tema agroecológico repercute en las ventas y no permite la sostenibilidad del proyecto.

Bioferia de Miraflores ofrece actualmente más de 600 productos / Foto: Archivo LEISA

Los productores utilizan sus fondos para pagar la licencia de funcionamiento y otros gastos de instalación de la bioferia, y no tienen capacidad para invertir en difundirla efectiva y continuamente. Por ello, las visitas a algunas chacras ecológicas han sido pocas y con pocos clientes. Estas visitas constituyen un vínculo entre los agricultores ecológicos y los consumidores de sus productos. A diferencia de los casos anteriores, en esta feria los productores-vendedores son varones en su mayoría, pero las mujeres son quienes –sin abandonar sus tareas en el hogar– participan más en las ventas. Los productores de ARPE Lambayeque no cuentan aún con certificación ecológica, por lo que están trabajando en un proyecto para obtenerla y así mejorar la feria con la venta de productos con garantía de ser ecológicos.

Desde el punto de vista de los productores, tal vez el mayor problema de la bioferia de Chiclayo sea que las relaciones sociales son frágiles y por ello tienen dificultad en trabajar juntos. Su formación empresarial es débil y esta iniciativa no es, por ahora, económicamente sostenible. Como se puede observar, los pasos que se deben tomar para el mejoramiento de esta bioferia los deben dar todos los actores de la experiencia: los que ofertan sus productos al mercado, aquellos que demandan productos ecológicos, y las autoridades locales.

Conclusiones
Hasta aquí se ha puesto en evidencia que el fomento y desarrollo de un mercado local de productos ecológicos exige una suma de factores para alcanzar la consolidación y la sostenibilidad. En la medida en que todos esos factores se atiendan con igual esmero y de forma colectiva, mayor será la posibilidad de lograr los objetivos.

Dentro del campo heterogéneo del mercado agroecológico en el Perú, queda aún mucho por hacer. Para la comercialización de los productos se necesitan estrategias adecuadas para los diferentes contextos, donde funcionan las bioferias o donde se proponen nuevas iniciativas. Una estrategia muy importante es el asesoramiento permanente a los productores en el desarrollo de sus experiencias de comercialización. También lo es la información a los potenciales consumidores, sobre los beneficios del consumo de productos ecológicos para la salud, enfatizando su diferencia de los no ecológicos.

Para propiciar la comercialización a mayor escala es necesario consolidar, local y nacionalmente, la información sobre la oferta de productos ecológicos, para lo cual es necesario que en cada localidad donde existe un mercado para esta producción se lleven registros permanentes de la oferta proveniente de la agricultura ecológica, sus temporadas de cosecha, sus volúmenes y variedades. Esta información debe ser consolidada en una base de datos.

Si quisiéramos resumir los factores de éxito de los mercados ecológicos en el Perú podríamos mencionar los siguientes:

(a) La presencia de una organización fuerte que lidera el proceso y que, más que una institución, es un grupo comprometido de personas que organiza la experiencia y a los mismos productores participantes.

(b) La existencia de un reglamento que establece las bases mínimas para una convivencia democrática entre los participantes (relaciones horizontales, incluyentes, equitativas y objetivas) que, aunque no evita todos los conflictos propios de una asociación para la comercialización directa al consumidor, los minimiza.

(c) La organización que lidera el proceso tiene el compromiso de velar por la procedencia de los productos, cuidando y exigiendo que sean verdaderamente ecológicos; hay que tener presente que construir la confianza de los consumidores es una labor lenta y paulatina; quebrar la confianza ganada por un producto de dudosa procedencia es violento y devastador.

(d) Hay una visión clara del carácter de la iniciativa, con coherencia y consistencia entre sí: ubicación, periodicidad, ambientación y publicidad, para atender las necesidades del consumidor local.

(e) Existe un espacio cultural/social y de intercambio, con el mismo peso del comercial; este es un factor especial de éxito porque crea la posibilidad y la libertad para construir un lugar en el cual se puedan expresar nuestros ideales de una sociedad justa, solidaria, fraterna, responsable, un espacio coherente y de calidad, con garantía real para el consumidor, donde se capacite y eduque a todos los participantes: productores y consumidores.

(f) Se ofrece la máxima diversidad posible de productos: hortalizas, frutas, tubérculos, raíces, hierbas, platos típicos, entre muchos otros; la diversidad, a la vez, nos exige ser más creativos, y nos permite ofrecer productos no solo tangibles sino también presentaciones culturales: charlas, talleres de comida sana.

(g) Se cuenta con un plan de difusión que ha estado presente desde la primera etapa de la experiencia y lo continúa para que los consumidores fieles sean los propios difusores de los productos ecológicos.

(h) Periódicamente se organizan talleres internos de fortalecimiento de capacidades para la formación permanente de los productores, encaminándolos a la calidad y competitividad, que son también un lugar donde se promueve el sentimiento colectivo y el compromiso con la experiencia.

(i) El fomento de un espacio de diálogo e intercambio de opiniones; los productores deben estar dispuestos a recibir críticas y sugerencias de los consumidores sobre sus productos y todo aquello que contribuye a mejorar el proceso.

(j) El registro disciplinado de las ventas y de los productos que se ofertan en las bioferias, pues permite evaluar y monitorear el proceso, planificar y proyectarse para poder tener planes de desarrollo.

(k) Mantener el interés por crear nuevas estrategias de comercialización, ya que una feria no resuelve el problema de volúmenes de oferta o de satisfacción de una mayor demanda, por lo que hay que pensar en otros emprendimientos.

Silvia Wú Guin

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