En comparación con las plagas de insectos, controlar a ratas y ratones puede parecer difícil. La experiencia ha demostrado, sin embargo, que armados con el conocimiento y las herramientas apropiados es posible reducir las poblaciones de roedores de una manera sostenible y rentable.
Durante los últimos años se ha investigado en muchos países de África y Asia para desarrollar estrategias eficaces, sostenibles y rentables de manejo ecológico de roedores (MER), proceso que involucra a una serie de instituciones dedicadas a la investigación y la extensión en colaboración con comunidades agrícolas. Este artículo está basado en los conocimientos generados por nuestras experiencias de investigación y extensión, principalmente en el trabajo realizado en los pueblos de Jakunipara, Sowara, Sahapur y Anandapur, todos ellos en Comilla, Bangladesh. Trabajamos en sociedad con la Asociación para el Desarrollo Integrado, una ONG de Comilla, y con científicos del Instituto de Investigación del Arroz de Bangladesh, de la Organización para la Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth (CSIRO por sus siglas en inglés) de Australia y el Instituto de Recursos Naturales del Reino Unido.
Identificando el problema
Al igual que en muchos países, en Bangladesh el problema de las ratas está pobremente documentado. Es difícil encontrar cifras sobre pérdidas en el rendimiento de cultivos causadas por estos animales. La prevalencia de enfermedades portadas por roedores, tales como la leptospirosis o la tifoidea, es desconocida. Y la información sobre el impacto de los roedores en los alimentos almacenados por pérdidas o contaminación simplemente no se recolecta. Lo que sí sabemos es que las ratas atacan casi todos los cultivos y son portadoras reconocidas de más de 60 enfermedades que pueden poner en peligro la vida. Reducir el daño ocasionado por los roedores no solo mejora la seguridad alimentaria y la nutrición, sino que también puede traducirse en un aumento de ingresos. El reducir las pérdidas poscosecha y la contaminación de los alimentos por ratas mejora las condiciones de salud y nutrición de los productores, a la vez que disminuye el peligro de transmisión de enfermedades.
Una reunión grupal en Jakunipara: los agricultores cuentan lo que saben acerca de las ratas y deciden en conjunto qué hacer para controlarlas / Foto: Autor
Otro problema común relacionado con las ratas es que con frecuencia no hay una demanda expresada claramente para que se controle esta plaga. Muchos problemas relacionados con los roedores no son bien comprendidos por los campesinos, y generalmente los métodos tradicionales para combatirlos no son los adecuados, por lo que con frecuencia los agricultores simplemente aceptan la situación. Es así que uno de los mayores problemas relacionados con el desarrollo de mejores estrategias para el manejo de roedores es la no comprensión del verdadero impacto de esta plaga en la vida de las personas. En cambio, el contar con información sobre el verdadero costo que significa el daño que causan a sus medios de vida permite a las personas considerar cuánto pueden invertir (en trampas, veneno, mano de obra) para controlar a los roedores. Brindar a las comunidades las herramientas de manejo y los conocimientos apropiados sobre la plaga de ratas que los afecta, les permite manejar el problema de una manera exitosa y rentable.
El manejo ecológico de roedores en la práctica
En Comilla existía mucha evidencia anecdótica sobre los problemas relacionados con las plagas de roedores, pero había la necesidad de demostrar el impacto real de las ratas sobre los medios de vida de sus habitantes. Las investigaciones demostraron que de 5 a 10 por ciento del arroz almacenado se perdía a causa de los roedores en cada periodo de almacenamiento de tres meses, lo que significaba que cada familia perdía aproximadamente 200 kg cada año. Al igual que en la mayor parte de Asia, la mayoría de los agricultores de Bangladesh declaraba que plantaba aproximadamente dos hileras de arroz para las ratas por cada ocho hileras cultivadas. Nuestras evaluaciones demostraron que las pérdidas causadas por las ratas antes de la cosecha oscilaban entre 5 y 17 por ciento en los campos de arroz, ya fueran estos de regadío o de secano. Las evaluaciones sobre los daños, llevadas a cabo por los agricultores, resaltaron algunos de los impactos que, por lo general, no habían sido tomados en cuenta, estos son: los daños físicos causados a las viviendas, las pertenencias personales, las carreteras y los campos.
A través de encuestas y cuestionarios a agricultores y miembros de la comunidad, pudimos evaluar la eficacia de las acciones para el manejo de roedores usadas por las familias del lugar. Al igual que en la mayoría de países, los agricultores de Bangladesh tenían acceso a algunas herramientas y métodos para el control de roedores, pero debido a que no eran utilizados de la manera apropiada, o porque no se adaptaban bien a la situación local, con frecuencia no eran muy eficaces. Esto derivaba en apatía y en una aceptación generalizada de las plagas de roedores en el entorno. Los raticidas eran utilizados con frecuencia, pero desafortunadamente, el uso incorrecto de estos venenos es común y cuando un raticida no se utiliza correctamente puede no reducir la población de roedores de manera significativa. Otros métodos para el manejo de roedores que involucran las trampas y el manejo ecológico pueden resultar más apropiados en las situaciones rurales y periurbanas de los países en desarrollo. Cada vez más la adopción de una estrategia de manejo ecológico, tanto desde el punto de vista económico como ambiental, es considerada como una alternativa más sostenible que el uso convencional de venenos agudos.
Primer paso: conozca a su enemigo
Como con cualquier estrategia de manejo integrado de plagas (MIP), el principio más importante es “conozca a su enemigo”. No todas las especies de roedores son iguales; cada especie tiene diferentes índices de reproducción, hábitats y comportamientos específicos. Estos factores afectarán su estatus en tanto plaga y los métodos de control a utilizarse. Por ejemplo, a algunas ratas les gusta vivir en las partes superiores de los árboles o los techos de las viviendas, mientras que otras cavan madrigueras en el suelo o las paredes de las casas construidas con barro. Saber dónde viven las ratas es importante al momento de enfocar las acciones de control.
Los roedores también son sumamente adaptables, y la misma especie puede explotar diferentes alimentos o hábitats cuando se encuentra en diferentes entornos. Una vez armados con los conocimientos básicos sobre los roedores, sobre dónde y cuándo causan daño y los tipos y la medida del daño que causan a los diferentes cultivos, los alimentos almacenados y la salud, es posible tratar todos los problemas que ocasionan las ratas de una manera integrada. Esta información aumenta la comprensión de las personas del costo que para sus medios de vida significa el no hacer nada para combatir a las ratas, y al mismo tiempo les permite evaluar los beneficios económicos que se pueden obtener al desarrollar una estrategia de manejo.
Segundo paso: conozca su usuario final
Además de comprender la biología y ecología local de las ratas, el MER también debe tomar en cuenta el conocimiento, las actitudes y las prácticas de las personas afectadas. La práctica eficaz del control de roedores debe tomar en cuenta las restricciones económicas y de tiempo de las personas que sufren los problemas causados por las plagas de roedores. Las interacciones entre personas y roedores pueden ser complejas: las ratas pueden ser vistas como alimento, plaga, o incluso estar relacionadas con brujería o creencias religiosas. Comprender las prácticas y el conocimiento existentes contribuye al diseño de una estrategia sostenible que será aceptada localmente.
Los peligros causados por las infestaciones de ratas no siempre se llegan a reconocer, ni se tratan de manera eficaz. Su orina y excrementos con frecuencia contaminan los alimentos almacenados / Foto: Autor
Por ejemplo, son pocos los pequeños agricultores que comprenden la diferencia entre venenos agudos y crónicos para roedores, y con frecuencia optan por los venenos agudos porque a la mañana siguiente encuentran ratas muertas, lo que raramente pasa cuando utilizan los venenos crónicos. Sin embargo, los venenos crónicos pueden funcionar bien y reducir las poblaciones de roedores de manera eficaz, pero los efectos no se ven tan claramente ya que los roedores envenenados mueren en sus madrigueras.
Tercer paso: conozca su tecnología
El uso de raticidas que funcionan interfiriendo con la coagulación de la sangre sigue siendo una herramienta poderosa, especialmente en entornos urbanos y para la agricultura a gran escala. Sin embargo, su sostenibilidad económica y ambiental es cuestionable en la mayoría de situaciones encontradas en las comunidades rurales y periurbanas que se dedican a la agricultura a pequeña escala.
Debido a que las ratas son móviles y cubren grandes distancias en su búsqueda diaria de comida, el principio más importante del manejo ecológico es que la población debe actuar en conjunto. Los individuos que actúen por su cuenta en su casa o parcela de cultivo tendrán un impacto reducido sobre la población total de roedores, y las ratas regresarán rápidamente a las zonas de donde fueron eliminadas. Esto implica que las comunidades deben coordinar y comunicarse eficazmente a gran escala, y que es importante alentar un nivel alto de cohesión en la comunidad para que el MER sea exitoso. Esto puede ser un reto, particularmente en situaciones periurbanas. La rentabilidad obtenida al trabajar en conjunto en el manejo de roedores significa que los costos de inversión individuales son bajos, ya que el esfuerzo global es compartido por muchos. El MER debe ser, por lo tanto, un esfuerzo comunitario.
Reducir la población de ratas aplicando un sistema intensivo de trampas puede demandar mucha mano de obra, pero la inversión es menor que la compra continua de venenos para roedores (ya que las trampas pueden durar muchos años). Casi todo el mundo tiene conocimientos sobre los principios que se aplican para atrapar ratas, y por lo general es posible encontrar localmente varios diseños de trampas. Sin embargo, no todas las trampas son iguales y algunos diseños funcionan mucho más eficazmente que otros. Es posible que sea difícil encontrar trampas de buena calidad a nivel local, y esto puede requerir medidas de rectificación a nivel de mercado y de políticas. El principio más importante del uso intensivo de trampas es eliminar la población de ratas a un ritmo más rápido del que pueden reproducirse. Debido a que las ratas se reproducen muy rápidamente, para erradicarlas es necesario que el uso intensivo de trampas continúe a diario a lo largo de un periodo considerable de tiempo, y que las trampas sean diseminadas a lo largo y ancho de un área lo suficientemente grande.
Nuestras actividades en Bangladesh demostraron que podíamos reducir la población de ratas en más del 80 por ciento. Esto se logró principalmente gracias al trabajo de las comunidades que manejaban un sistema diario de trampas en todo el pueblo, con alrededor del 50 por ciento de las familias utilizando diariamente una o dos trampas de buena calidad. La posición de las trampas rotaba alrededor del pueblo de manera que todas las familias estuviesen involucradas. Al atrapar las ratas a diario, su población colapsó luego de dos meses y se mantuvo baja mientras continuó el uso diario de trampas en todo el pueblo.
El sistema de barrera con trampas es otra tecnología con uso de trampas que ha sido desarrollada y utilizada eficazmente en la agricultura a pequeña escala. Esta tecnología funciona cercando un cultivo, que actúa como “cebo”, con una barrera a prueba de roedores. Dentro del cerco se colocan varias trampas que capturan a los roedores atraídos por el cebo, los que quedan atrapados al tratar de acercarse al alimento. De esta forma se atraen a muchos roedores de los campos circundantes, de manera que un área grande queda liberada eficazmente de la plaga y así, con un solo sistema, se benefician muchos agricultores. Pero es necesario tomar en cuenta ciertos criterios para que este sistema funcione con eficiencia; uno importante es que en las parcelas adyacentes los cultivos deben plantarse más o menos al mismo tiempo, de manera que un cultivo “cebo” que madure rápidamente pueda instalarse dentro del sistema de barrera con trampas. La comunidad agrícola debe actuar de manera conjunta para repartir los costos de inversión de la construcción y manejo del sistema.
Las poblaciones de ratas también se pueden reducir cambiando permanentemente el entorno y la disponibilidad de alimentos, agua y lugares de anidamiento que necesitan para sobrevivir. A estas acciones se las conoce comúnmente como manejo ambiental. Pueden ser particularmente eficaces cuando se busca evitar que las ratas se cobijen cerca de áreas habitadas por personas y consuman los alimentos almacenados y el agua que son destinados para el consumo humano inmediato. Por ejemplo, esto puede incluir el aislar a prueba de ratas los silos que están en las fincas mismas, o asegurarse de que el agua almacenada localmente esté cubierta de manera adecuada para prevenir que los roedores coman, beban y contaminen los alimentos y el agua con su orina y sus excrementos. Muchas de las enfermedades de las que las ratas son portadoras se propagan a través de la contaminación de alimentos y agua, así que el manejo ambiental debe ir acompañado por programas locales de educación para crear conciencia sobre los riesgos de estas enfermedades. El manejo ambiental también puede incluir actividades que reduzcan los lugares donde los roedores puedan comer y vivir alrededor de los poblados, por ejemplo, asegurándose de que se recoja la basura, y llevando los escombros o la vegetación a lugares muy distantes de las áreas donde viven las personas. Las buenas prácticas de sanidad realmente pueden lograr una gran diferencia en el número de roedores que viven cerca de las personas, reduciendo así el impacto sobre sus medios de vida.
Finalmente, además de la reducción de la población y el manejo ambiental, hay acciones que reducen la exposición de las personas a las ratas sin, tal vez, lograr mucho en lo que a la población misma de ratas se refiere. Es posible lograr la eliminación del contacto y la exposición a los roedores y las enfermedades de las que son portadoras las ratas mediante las acciones antes descritas, pero también alentando y educando a las comunidades sobre prácticas de higiene básica, como el lavado frecuente de las manos con jabón. Por ejemplo, en muchas comunidades las ratas son cazadas y consumidas como una importante fuente de alimento pero, considerando las muchas enfermedades peligrosas de las que son portadoras, la manera en que se las mata y se las cocina puede tener importantes consecuencias negativas sobre la salud de las personas. Donde las fuentes de proteína son escasas, sería insensato desanimar a las personas de comer ratas, pero a través de demostraciones y educación se puede lograr una mejora en los niveles de higiene de manera que sea menos peligroso consumirlas.
Monitoreando los costos y beneficios del MER
Las etapas iniciales de la implementación del MER casi siempre deben superar el reto de la falta de interés y la duda en las comunidades agrícolas locales. Esto sucede porque los pequeños agricultores que han intentado controlar las plagas de roedores por lo general ven muy pocos beneficios, con frecuencia porque sus acciones se limitan a un solo fin (eliminar la plaga solo de las parcelas propias), hay falta de coordinación entre los agricultores y las acciones no son constantes. Generalmente, como sucede en el caso del manejo de plagas, esas acciones son muy reducidas y llegan demasiado tarde. Los agricultores pueden, por lo tanto, ser muy reacios a dejarse convencer de que las plagas de roedores pueden controlarse de manera rentable, y como las comunidades raramente han experimentado cómo puede ser la vida sin roedores, el verdadero impacto de esta plaga sobre sus vidas es por lo general subestimado. Un reto final para la implementación de MER es alentar a las comunidades a evaluar el éxito observando los cambios en sus vidas, y no solo por el número de roedores muertos que han recolectado. Estos retos favorecen los programas de educación y extensión que se basan principalmente en demostraciones y en la participación de la comunidad.
Nuestro trabajo de MER en Bangladesh presentó una reducción en el impacto de los roedores de 60-80 por ciento, medida según diferentes indicadores. Esto se estableció comparando pueblos en los que se intervino, con otros en los que no hubo intervención. De manera similar, las evaluaciones llevadas a cabo por los agricultores demostraron que estas estrategias cuestan aproximadamente lo mismo (en cuanto a dinero y tiempo) que las prácticas anteriores, pero les producen mayores beneficios. Como resultado, el enfoque de tres pasos se está extendiendo en la actualidad por gran parte del sur de África vía el proyecto Ecorat (www.nri.org/ecorat). Una vez que se recolecta la información básica sobre las ratas, los usuarios finales y las herramientas de manejo, se puede desarrollar el MER para una variedad de contextos agroecológicos locales. Una vez que unas cuantas comunidades observan la diferencia que este tipo de manejo produce en sus vidas, se puede ampliar su impacto y difundirlo a otras comunidades cercanas a través de los canales tradicionales de extensión. Las plagas de roedores han sido un problema mayormente ignorado en el mundo en vías de desarrollo, pero un enfoque ecológico puede tener éxito donde los venenos por sí solos han fallado, particularmente cuando las comunidades trabajan en conjunto para superar los múltiples impactos de los roedores sobre sus vidas.
Steven R. Belmain.
Instituto de Recursos Naturales, Universidad de Greenwich, Central Avenue, Chatham Maritime, Kent ME4 4TB, Reino Unido.
Correo electrónico: s.r.belmain@gre.ac.uk
Referencias
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