septiembre 2007, Volumen 23, Número 2
Asegurando las semillas

Nuevas semillas de frijol y la lucha por su diseminación

CONNY ALMEKINDERS, EDUARDO AGUILAR Y ROLANDO HERRERA | Página 26-29
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Pueblo Nuevo es una pequeña localidad en la provincia montañosa de Nueva Segovia, al norte de Nicaragua, cerca de la frontera con Honduras. Esta región siempre ha sido una importante área productora de frijol y maíz, aunque el cultivo de tabaco y tomates ha repuntado desde 1990, proporcionando a los agricultores ingresos en efectivo. El incremento de la producción de estos cultivos provocó un serio crecimiento de la población de mosca blanca (Bemisia tabaci), generalmente controlada con plaguicidas. Los insectos, sin embargo, pronto se volvieron resistentes a los plaguicidas utilizados comúnmente, lo que llevó a una mayor incidencia de virus en estos y otros cultivos. La presencia extendida del virus mosaico dorado del frijol (VMD), transmitido por la mosca blanca, hizo imposible cultivar frijol en las zonas más bajas de la región.

Los frijoles locales no mostraron ningún tipo de resistencia contra el virus y sólo una variedad moderna (DOR 364) pudo ser plantada. Desarrollada por el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) en Colombia y difundida formalmente en Nicaragua y otros países, entre 1990 y 1993, la variedad DOR 364 tiene un color negro oscuro y no cuenta con las cualidades culinarias y comerciales de las variedades locales de color rojo claro. Como el frijol es uno de los más importantes cultivos alimenticios en América Central, los agricultores de estos pueblos tuvieron que enfrentar el problema de tener que comprarlos para alimentar a la familia.

Esta era la situación en 1999, cuando el Centro para la Promoción, la Investigación y el Desarrollo Rural y Social (CIPRES), una ONG establecida en Managua y con una oficina en Pueblo Nuevo, propuso un proyecto piloto sobre Fitogenética Participativa. Aunque los agricultores tenían poca idea de aquello en lo que se estaban embarcando, tuvieron mucho interés en esta iniciativa porque el frijol que estaban plantando tenía bajo rendimiento. El apoyo de CIPRES y la participación de un fitogenetista especializado en frijoles del Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (INTA) convencieron a un grupo de agricultores a participar en esta iniciativa, cuyo objetivo era desarrollar nuevas variedades de frijol que se adecuaran a sus condiciones ecológicas y a sus demandas específicas.

El desarrollo de una nueva variedad
El plan original consistía en que los agricultores identificaran una variedad local para que fuese cruzada con una variedad “mejorada” por un fitomejorador y, a través de la selección, desarrollaran una nueva variedad con las características deseadas. Pero uno de los primeros problemas que debió enfrentar el proyecto fue la dificultad para encontrar semillas con las cuales trabajar. Esto significaba que se necesitaría por lo menos un año para producir las semillas con las que el proyecto podría iniciarse. El grupo de agricultores, el especialista técnico de la ONG y el fitomejorador acordaron llevar a cabo un ensayo previo con algunos de los cruces con semillas que el fitomejorador tenía en cantidad suficiente. Decidieron encargar los ensayos a cinco de los agricultores cuyas fincas representaban toda la variedad de condiciones de crecimiento de la zona, extendiéndose desde los valles relativamente cálidos y secos a 600 metros sobre el nivel del mar, hasta las partes montañosas, más frías y lluviosas, a 1.000 metros sobre el nivel del mar. Estos cinco agricultores empezaron plantando 15 hileras con semillas de 15 diferentes progenies o familias de plantas. A partir de entonces, tomando en consideración las preferencias de los otros 40 agricultores participantes, los cinco agricultores-mejoradores y el fitomejorador seleccionaron semillas para la siguiente siembra.

José Manuel, productor de semillas, en su parcela de frijol / Foto: Conny Almekinders

Esta parte del proceso tomó dos años, considerando que las especies autopolinizadoras segregan o producen semillas con variación en su estructura genética, aproximadamente seis generaciones después de cruzarse. Al principio los agricultores eligieron las familias de frijoles con plantas que eran a la vista más resistentes y de mejores características, y eliminaron aquellas progenies que no mostraban buena resistencia al virus VMD. Entre las progenies que sí demostraban tener buena resistencia, seleccionaron semillas de las plantas con una arquitectura atractiva, un buen número de vainas y de semillas por cada vaina. Otros criterios importantes en la selección fueron el crecimiento de las plantas y la capacidad de llenado o hinchamiento de la semilla (cuando las semillas alcanzan el estado de legumbre gracias al aumento del volumen de materia seca en ellas) en un medio con estrés por sequía. Los criterios de selección utilizados durante la cosecha fueron rendimiento, tamaño y color de los granos. En las siembras posteriores seleccionaron las mejores familias de frijoles eliminando las plantas susceptibles al virus VMD. Podría decirse que cada uno de los cinco agricultores-mejoradores estaba dirigiendo un pequeño programa de fitomejoramiento genético. Plantaron dos veces al año en promedio y casi no aplicaron fertilizantes, pero sí regaron para no correr el riesgo de perder el experimento por la sequía. Aunque los cinco agricultores tomaron en consideración los criterios del grupo, su selección final reflejó en gran medida sus preferencias personales en cuanto al tipo de planta, la carga de las vainas y el rendimiento de hinchamiento de semillas. Por ejemplo, a uno de los agricultores le interesaba especialmente seleccionar frijoles con gran capacidad de hinchamiento de semillas, incluso si las lluvias paraban antes de tiempo. Otro agricultor enfatizó la capacidad de las plantas para mantenerse en pie después de las lluvias torrenciales, que normalmente ocurren al terminar los períodos cortos de sequía intensa. Después de cinco siembras, cada agricultor había seleccionado las semillas que mejor rindieron en sus parcelas, teniendo así su propia variedad “campeona”.

Estas variedades “campeonas” fueron plantadas en una serie de ensayos para poder compararlas. La primera ronda de comparaciones consistió en un ensayo en las parcelas de cada agricultor. Esto significó que, por primera vez, podían comparar su variedad “campeona” con las otras cuatro “campeonas” en su propia finca. Estos ensayos demostraron cuán diferentes eran las selecciones de los cinco agricultores, a pesar de que todos habían comenzado con las mismas semillas. La plantación fue “ciega”, lo que quiere decir que no se utilizaron etiquetas para indicar qué variedad le pertenecía a quién, aunque sin duda los agricultores-mejoradores pudieron reconocer sus propias variedades. Los resultados de la evaluación conjunta, que incluyó también a los otros 40 agricultores, demostraron que estas semillas eran mejores que las variedades utilizadas comúnmente (ver Cuadro 1).

A continuación se realizaron 48 ensayos de evaluación con la colaboración del fitomejorador y los técnicos de CIPRES. Las semillas fueron plantadas en la segunda temporada (“postrera”) de 2002 y la primera de 2003. Con base en estos resultados, los agricultores decidieron seleccionar no una sino dos variedades campeonas para continuar multiplicando sus semillas: una que tuviese mejor rendimiento en las zonas más bajas y secas y otra más adecuada para las zonas altas. Los agricultores que las seleccionaron las llamaron “Pueblo Nuevo JM 12.7” y “Santa Elena”. Su selección se basó en el comportamiento global de las semillas: rinden bien en suelos con bajos niveles de fertilidad, muestran resistencia al virus VMD, toleran las sequías y tienen el color rojo que gusta a los agricultores. La variedad Pueblo Nuevo JM 12.7 es especialmente popular debido a sus cualidades culinarias. La intención de los agricultores fue distribuir semillas de estas variedades a otros agricultores y también tratar de venderlas para obtener ingresos en efectivo.

Registro y comercialización de la semilla
La comercialización de sus dos variedades campeonas en el mercado formal obligó a los agricultores a cumplir las regulaciones oficiales, que comienzan con el registro de la variedad, para lo que se requiere presentar información sobre el desempeño de los materiales genéticos junto con descriptores morfológicos, todo lo cual estaba disponible gracias a las 48 pruebas comparativas que se habían realizado. Pero los agricultores pronto se dieron cuenta de que presentar la información no era suficiente; también, necesitaban tener una estructura legal a nombre de la cual pudieran registrar las variedades. En 2004, con el apoyo de CIPRES, los agricultores fundaron una cooperativa, COSENUP, con los objetivos específicos de controlar la calidad de las semillas y de comercializarlas. Anticipándose al registro, las variedades de frijol fueron presentadas públicamente, de manera informal, en una gran celebración que se llevó a cabo en octubre de 2004 en Pueblo Nuevo. La noticia fue cubierta por la radio y por el periódico local.

Pero en esta etapa el proceso encontró un obstáculo. Las leyes sobre semillas y sus implicaciones son difíciles de comprender, especialmente para una organización nueva y pequeña como COSENUP. Además, está la dificultad de mantener la variedad. El “propietario” de la variedad es responsable de mantener la semilla genéticamente pura. Aunque los agricultores están convencidos de que pueden mantener las dos nuevas variedades, no todo el mundo comparte este punto de vista. Adicionalmente, el registro y mantenimiento de semillas puras implica costos por las visitas de los funcionarios del ministerio de agricultura a las parcelas, que ascienden hasta 300 dólares anuales, además de insumos e infraestructura –como los lugares para el almacenamiento de las semillas– que son también responsabilidad del “propietario”.

José Manuel González y su padre, de Pueblo Nuevo, Nicaragua, examinan ejemplares de su sexta generación de semillas de frijol / Foto: Conny Almekinders

Todo esto creó un panorama confuso que no era fácil de comprender por los agricultores y especialistas técnicos. No estaba del todo claro qué información era la que faltaba y cuál debía ser el siguiente paso, o quién tenía que darlo. Los agricultores de COSENUP multiplicaron las semillas durante varias temporadas y, en enero de 2005, tenían un volumen comercial de semillas de ambas variedades. Sin embargo, fuera de una ONG que planeaba distribuir las semillas para su evaluación en el sur de Nicaragua, nadie más mostró interés en adquirirlas. Por supuesto que sí ha habido interés por parte de agricultores vecinos y de los familiares, pero los miembros de COSENUP sienten que no pueden cobrar precios comerciales por las semillas a sus vecinos y amigos, así que en estos casos regalan o intercambian las semillas. Uno de los factores que parece haber desalentado a los agricultores de otros pueblos para comprar las semillas, fue un programa gubernamental de distribución que las proporcionaba gratuitamente. Como resultado, la inversión hecha por COSENUP y los agricultores-mejoradores para la construcción de silos para almacenar las semillas no ha sido recuperada hasta el momento. También invirtieron tiempo, energía y tierras para desarrollar las variedades, por lo que la falta de interés en sus semillas es descorazonadora. El dilema consiste en que la comercialización de una nueva variedad no es legal sin un costoso proceso de registro y, al mismo tiempo, es difícil predecir la demanda potencial de semillas desde el inicio. Después de más de dos años del lanzamiento informal de las dos nuevas variedades de frijol, el Consejo Nacional de Semillas (CONASEM) ha aceptado que la información proporcionada es suficiente y ha aprobado oficialmente el registro de la semilla Pueblo Nuevo JM 12.7 como variedad de frijol en abril de 2007.

Lecciones
El proceso de selección tomó tres años (seis siembras) y uno más para los ensayos de evaluación. Fue exigente en cuanto a tiempo y en ocasiones muy difícil; los agricultores reconocen que no lo habrían logrado sin la colaboración del fitomejorador y del técnico de CIPRES. Con el fitomejorador discutieron las opciones y planearon las pruebas. Inicialmente él era percibido como instructor y profesor. Pero con el paso de las temporadas de siembra, conforme los agricultores fueron entendiendo más sobre el proceso de selección, la relación entre ellos se fue convirtiendo en una sociedad en la que discutían los planes de igual a igual. El técnico de la ONG también fue un componente crucial del proceso: coordinó el contacto entre el fitomejorador y los agricultores; tomó las previsiones para que las siembras se llevaran a cabo correctamente; movilizó recursos para el riego en las parcelas de prueba; se aseguró de que hubiera buenas bolsas para almacenar las semillas entre temporadas, y alentó a los agricultores cuando se sintieron desanimados, algo que ellos consideraron muy importante. También ayudó cuando hubo dificultades con los ensayos o cuando fue necesario superar una crisis familiar.

A pesar de los esfuerzos, tan demandantes de tiempo, los agricultores de COSENUP se sienten orgullosos. El proyecto ha fortalecido la confianza en sí mismos porque ahora tienen más conocimientos, entienden de dónde vienen las variedades y conocen lo que implica el proceso. El rendimiento de sus cultivos de frijol ha aumentado definitivamente, permitiéndoles de nuevo producir lo suficiente para su propio consumo. La venta de los excedentes les permite comprar más carne para su familia, ampliar sus casas, construir un nuevo techo o comprar una bicicleta. Una observación interesante es que el éxito no se reduce a las dos variedades “campeonas”; otros agricultores utilizan también una tercera selección debido a su resistencia a la sequía.

Acciones futuras
Aunque el registro y la comercialización de las nuevas variedades de frijol tomaron mucho tiempo, disminuyendo en ocasiones el entusiasmo de los agricultores, el fuego no se extinguió. Varios agricultores han continuado trabajando con los fitomejoradores del INTA. A algunos de ellos les gusta trabajar con familias de frijoles de generación temprana que aún están segregándose en diferentes genotipos. Otros sienten que esto demanda mucho tiempo y prefieren seleccionar las mejores semillas de familias avanzadas, genéticamente estables. Fitomejoradores y agricultores han comenzado a conversar recientemente sobre la posibilidad de evaluar las variedades de frijol que prefiere la población de origen latinoamericano en los Estados Unidos, discutiendo qué modificarían en un nuevo proceso (por ejemplo, ensayar con materiales de otros en etapas más tempranas o no esperar tres años para hacer pruebas culinarias). Otros agricultores se han dedicado al desarrollo de mejores variedades de maíz y sorgo, y algunos también han solicitado al INTA y a CIPRES variedades de tomate para trabajar con ellas.

Mientras tanto, los fitomejoradores del INTA han desarrollado nuevas variedades con buen color y resistencia al virus VMD. En el mejoramiento y la producción de semillas, la interacción entre los agricultores y los fitomejoradores ha cambiado, pues hoy trabajan más estrechamente. Tal vez los cambios en las interacciones a nivel personal son aún más relevantes que los que han tenido lugar en los procedimientos de las instituciones de investigación. En todo caso, a pesar de que a veces se va hacia adelante y a veces hacia atrás, el sentimiento de todos los involucrados es que se están moviendo en una dirección positiva.

 

Conny Almekinders, Eduardo Aguilar y Rolando Herrera

Conny Almekinders
Departmento de Tecnología y Desarrollo Agrario, Universidad de Wageningen
Hollandseweg 1, 6706 KN Wageningen, Países Bajos
Correo electrónico: conny.almekinders@wur.nl

Eduardo Aguilar
Departmento de Ciencias Botánicas y ambientales, Universidad Noruega de Ciencias Biológicas, UMB
P.O. Box 5003, Aas, N-1432 Noruega

Rolando Herrera
Centro para la Promoción, la Investigacion y el Desarollo Rural y Social (CIPRES)
Pueblo Nuevo, Nicaragua

Referencia
– Almekinders, C. y J. Hardon (eds.), 2006. Bringing farmers back into breeding: Experiences with Participatory Plant Breeding and challenges for institutionalisation, Agromisa Special 5, Agromisa, Wageningen, Países Bajos, http://www. agromisalustrum.org/agromisa/agrospecials/Agromisa-AS-5-E.pdf

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