Un destacado ejemplo de esta interacción y de su potencial para beneficiar a la pequeña producción agraria es el sistema intensivo de cultivo del arroz (SICA), descrito por N. Uphoff en este número (p. 16). El SICA es una pequeña revolución productiva basada en el cuestionamiento de lo que parecían verdades científicas inamovibles: “¿más arroz con menos agua?” Cualquiera, desde el aula universitaria, diría que es un sueño, y, sin embargo, está dando resultados sorprendentes a nivel mundial. En la contratapa de este número, Caballero y García muestran cómo se busca adaptar este sistema en Cuba (p. 40).
Más allá de la aproximación a la relación entre agricultura y naturaleza que quiere entender a la segunda como un mero soporte de la primera, y más allá también del acercamiento a la agroecología como un proceso simple de sustitución de insumos sintéticos por insumos orgánicos, muchos grupos de productores familiares, de pequeña escala y campesinos, al lado de técnicos e investigadores, dirigen sus esfuerzos a la adopción de prácticas de manejo capaces de incidir en el restablecimiento de procesos ecológicos favorables para el desempeño productivo, la integridad ambiental e incluso la eficiencia económica del trabajo agrícola, como dice Paulo Petersen en el editorial de la versión brasileña de este número de LEISA. La comprensión, por ejemplo, del papel que juega la biodiversidad de flora y fauna en el control de plagas y enfermedades, permite a los agricultores tomar decisiones específicas para favorecer poblaciones de insectos benéficos que actuarán como depredadores o parásitos de plagas. Pero para lograr esto, es fundamental dejar de ver el problema como una cuestión bélica (el “combate” contra las plagas) y comenzar a abordarlo desde una perspectiva integral (“control”), como lo muestran Altieri, Ponti y Nicholls (p. 9). Desde Brasil, asimismo, Guazzelli y colaboradores (p. 5) describen los procesos en el agroecosistema y su relación con los cultivos (desarrollo, resistencia a plagas y enfermedades, rendimientos) a través de lo que científicamente se denomina “trofobiosis”, que no es sino la comprensión de la interacción de las prácticas de manejo de los cultivos y el medio ambiente. Abbona, Sarandón y Marasas (p. 13) nos traen un interesante análisis de prácticas agrícolas similares en entornos diversos, y de cómo los productores transitan hacia esquemas de producción sostenible mediante la comprensión de los procesos ecológicos y el consecuente diseño de prácticas de manejo adecuadas a sus condiciones.
En conjunto, los artículos de este número de LEISA abordan experiencias en las que la transición hacia una agricultura sostenible avanza más allá de la simple sustitución de insumos y se interna en las decisiones que los productores toman para un aprovechamiento más integral de los servicios y procesos existentes en los agroecosistemas. Casos como la asociación de cultivos, la agroforestería, la remineralización de los suelos, los cultivos de cobertura, los abonos verdes y la necesaria introducción de especies compatibles con los ecosistemas y los patrones culturales de la población local, son ejemplo de experiencias que muestran la importancia de la compresión de los procesos de la naturaleza para “desarrollar sin destruir”.