diciembre 2006, Volumen 22, Número 3
Investigación participativa y desarrollo

Los CIAL: investigación participativa en Venezuela

MARÍA ELENA MORROS Y JOSÉ ANTONIO SALAS | Página 26-28
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Los esquemas tradicionales de investigación y extensión agrícola resultan ineficientes ante los problemas de los pequeños y medianos productores por la complejidad y heterogeneidad de las condiciones agroecológicas y socioeconómicas de sus sistemas de producción. Con base en un modelo basado en la demanda, que parte del reconocimiento de los aportes locales desarrollados por los agricultores a través de sus prácticas productivas, la investigación participativa plantea otra manera de abordar el sistema de generación de tecnología, con el propósito de fortalecer este esfuerzo a través de un proceso autogestionario que requiere capacitación permanente y una nueva forma de relación entre el investigador, el extensionista y el agricultor.

En este marco de ideas, durante el período 1997-2000, el Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias (actualmente FONAIAP-INIA), a través del Centro de Investigaciones Agropecuarias del Estado Lara (CIAE Lara), con el apoyo del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) y el Centro Internacional para la Investigación Orientada al Desarrollo (ICRA), desarrolló un plan de capacitación sobre metodologías de investigación y planificación participativas: los Comités de Investigación Agrícola Local (CIAL) para la formulación de proyectos orientados al desarrollo y la negociación con los actores sociales. Los cursos buscaron fortalecer el talento del personal del INIA, así como de otros profesionales de instituciones vinculadas al agro. A partir de esta experiencia se formularon doce propuestas de trabajo interinstitucional que comprenden desde esfuerzos de capacitación en cada región, hasta el desarrollo de un CIAL en sus áreas de trabajo.

Validación de la metodología CIAL en Venezuela
A partir de este esfuerzo de capacitación se desarrollaron varias experiencias locales facilitadas o apoyadas por organismos gubernamentales, ya fuera individualmente o a través de convenios institucionales. El proceso se inició siguiendo los pasos establecidos en la metodología CIAL. Una vez recibida la capacitación de los investigadores, se procedió a la selección de las comunidades tomando en consideración los siguientes criterios: ubicación en el área de acción institucional, número significativo de agricultores, diversidad de la producción, actitud positiva hacia el cambio, nivel de organización del grupo, posibilidad de acceso durante las diferentes épocas del año y presencia de otras instituciones trabajando en el área. Estos criterios de selección buscan garantizar el éxito de las acciones emprendidas y generar así un modelo orientador para otras comunidades con limitaciones en algunos de estos aspectos. En el caso de Lara el trabajo se inició en el marco de un convenio entre el INIA y el Programa de Apoyo a los Pequeños y Medianos Productores y Pescadores de las Zonas Áridas y Semiáridas de Lara y Falcón (PROSALAFA), en la comunidad de San José de Los Ranchos, municipio Torres, establecida en una zona de monte espinoso tropical (paisaje semiárido con vegetación espinosa y períodos secos prolongados; ver Holdrige, 1967).

Retroinformación para la comunidad sobre los resultados de la experimentación en el cultivo de melón
Foto: autores

Ubicada a una altura de 550 metros sobre el nivel del mar, esta zona se caracteriza por tener precipitaciones anuales que oscilan entre 250 y 500 milímetros, y una temperatura promedio de 26 grados centígrados. Los principales sistemas de producción son la crianza de caprinos y el cultivo de melón, y las hortalizas de pisos bajos como pimiento (Capsicum annum) y cebolla son de menor importancia. La comunidad decidió investigar sobre el manejo agronómico del cultivo del melón, específicamente en aspectos como evaluación de híbridos, manejo integrado de plagas, densidades de siembra, riego por goteo y evaluación de fertilizantes orgánicos y químicos.

En el municipio Urdaneta del estado Trujillo, el trabajo se desarrolló en las comunidades rurales de Marajabú y Estibandá, a una altitud de 1.886 metros sobre el nivel del mar, con precipitación anual superior a los 1.000 milímetros, temperatura promedio de 17 grados centígrados y con características de bosque húmedo premontano (paisaje de montaña con vegetación de bosques, temperaturas medias y lluvias abundantes bien distribuidas; ver Holdrige, 1967). En estas comunidades, los sistemas de producción prioritarios son las hortalizas de pisos altos, ubicados en condiciones de laderas de alta fragilidad. En Estibandá se realizó el trabajo de investigación sobre el tomate con manejo integrado de plagas y, en Marajabú, sobre evaluación de clones de papa.

Durante el desarrollo de los procesos se realizó un seguimiento del trabajo de los CIAL conformados, en el que se registró información relacionada con: lugar de desarrollo del proceso, integrantes, rubros en los que se trabajó y tema de investigación; número de actividades de capacitación y difusión realizadas; efecto de las actividades hacia el interior de las comunidades (retroinformación) y a nivel institucional, y lecciones aprendidas. A partir de este seguimiento, se evaluó el proceso de generación de tecnología en términos de participación de los productores, así como de difusión de los resultados y aceptación de los otros miembros de la comunidad.

Este esfuerzo de capacitación y validación ha permitido la formulación de propuestas locales de investigación participativa en los estados Lara, Yaracuy, Trujillo, Mérida, Falcón, Barinas, Guárico y Aragua. Por otra parte, los proyectos de investigación participativa desarrollados por el CIAE Lara, se han visto fortalecidos con la incorporación de metodologías como el diagnóstico, la planificación participativa, las evaluaciones con productores y el análisis estadístico de la información. Los convenios institucionales con organismos de extensión han mejorado gracias al uso de la metodología CIAL, que desde el principio fortalece las capacidades de los extensionistas. De este modo, pueden realizar un mejor papel como facilitadores del proceso de capacitación de agricultores investigadores y difusores en las comunidades rurales, con el respaldo de las instituciones de investigación.

La metodología de los CIAL: una estrategia que busca el fortalecimiento de las capacidades locales para investigar
En la última década se ha generalizado el uso de enfoques participativos para la investigación y el desarrollo que puedan ser apropiados por los agricultores de escasos recursos. Los CIAL representan instancias locales de investigación que buscan fortalecer las capacidades de las comunidades rurales para la toma de decisiones y planteamiento de soluciones a los problemas agrícolas. El equipo de investigación se forma por agricultores elegidos por la comunidad por su interés en la investigación y sus aptitudes para la misma. La metodología CIAL busca desarrollar tecnologías agrícolas en el ámbito de la comunidad, con un enfoque altamente participativo y organizado. Se basa en la idea de que los pequeños productores rurales pueden conducir procesos de investigación si cuentan con los espacios y herramientas básicos, necesarios para identificar y ordenar sus prioridades, realizar comparaciones entre lo nuevo y lo que ya tienen, y establecer las formas y los mecanismos de comunicación local y externa para divulgar sus resultados.

El objetivo de la metodología es facilitar el encuentro de los investigadores de los centros de investigación con los agricultores experimentadores para que haya un mejor equilibrio en la participación y control del proceso (Fierro et al., 2000). El CIAL se diferencia de las instituciones formales de investigación y desarrollo agrícola en un asunto vital: la propiedad intelectual. A diferencia de la investigación formal, que suele ser dominio de los científicos, la propiedad de la información en los CIAL es de la comunidad agrícola local (Ashby, 2001). Si bien se ha criticado a la metodología CIAL por consistir en una serie de pasos que deben cumplirse de manera sistemática, en realidad, lo más importante de esta estrategia metodológica son sus principios orientadores:

• las relaciones entre el CIAL, la comunidad y los actores externos se basan en el respeto mutuo, la responsabilidad y la toma de decisiones compartida;
• los socios en el proceso comparten los riesgos de la investigación;
• la investigación se lleva a cabo mediante la comparación y la evaluación sistemática de las alternativas;
• los conocimientos se generan a partir de las experiencias y del aprendizaje en la práctica;
• los productos de la investigación pertenecen a la comunidad (Braun et al., 1999), y
• el lenguaje de comunicación entre los actores representa una integración entre el conocimiento científico y el local.

Lecciones aprendidas
Para los técnicos, la lección más importante ha sido una mayor valoración del trabajo en equipo. Debido a que han logrado tener una mejor comprensión de los problemas del sector agrícola, hoy cuentan con condiciones más adecuadas para aplicar y difundir nuevas tecnologías.

Para los productores, lo más importante ha sido el desarrollo de experiencias exitosas de capacitación de productor a productor. Actualmente, las comunidades están motivadas y se han incorporado al proceso de innovación tecnológica, al ver que sus propuestas son valoradas y que sus capacidades para la búsqueda de soluciones a sus problemas son reconocidas. Los CIAL han contribuido a la generación de procesos organizativos a nivel de las comunidades rurales y han facilitado la apropiación, por parte de los productores, de los principios de la investigación participativa, lo que refuerza la sostenibilidad del proceso. También han promovido el desarrollo de la confianza en sí mismos, lo que se refleja en su capacidad para expresarse, para manejar y entender terminologías técnicas, para descubrir capacidades de liderazgo, así como otras cualidades que estaban latentes y necesitaban de una completa expresión para fortalecerse.

Comentarios de los integrantes del CIAL San José de los Ranchos

Sr. Alcide Hernández (líder del CIAL)
Esta ha sido una de las experiencias más edificantes para mí como productor, ya que a través de estos ensayos he podido comprobar ciertas cuestiones que eran interrogantes para mí y no tan solo a mí, sino al resto de productores que me acompañaron en este trabajo. Como productores no fue fácil al principio, no estábamos acostumbrados a trabajar en equipo, pero al pasar el tiempo hemos podido vencer muchos obstáculos. El trabajo en equipo, que era uno de los problemas anteriores, ahora es una fortaleza porque podemos reunirnos, pensar y analizar las cosas, los pros y los contras que se pueden presentar. El CIAL nos ha llevado a trabajar en una forma organizada con un buen asesoramiento de ingenieros y técnicos del INIA, además de la experiencia de los productores. Hicimos un trabajo de investigación referido a la producción de melón en nuestra zona y hemos podido llegar a ciertas conclusiones en cuanto a la escogencia de materiales que se adapten bien a la zona y que son de buena productividad, cosa que redunda en beneficios económicos para los productores. En el caso de los caprinos, hemos visto mejoras de los rebaños y ahora sí le estamos dando valor al estiércol, porque antes lo regalábamos. Para finalizar puedo decir que es imperiosa la necesidad de que en cada sitio donde haya producción agrícola debería haber un CIAL y así mejorarían las cosas.

Sr. Gerardo Arrieche (extensionista del CIAL)
A mi forma de ver la experiencia, como miembro del CIAL, ha llenado el 50 por ciento de mis necesidades como productor, porque hemos podido hacer entender a los productores lo bueno de la organización e investigación para nosotros mismos como productores, en saber si un producto es bueno o no para el cultivo o rebaño a través de pequeños ensayos. Esta experiencia nos ha dado la oportunidad de darnos a conocer como comunidad productora en pequeñas cantidades, pero productora al fin. Para mí es uno de los mejores programas que hemos tenido en nuestra comunidad, porque no sólo se trata de verificar si un producto es bueno o no, sino que la comunidad productora sea quien diga cuál o cuáles son los principales problemas para poder producir un producto de calidad para el consumo humano y a bajo costo para nosotros. Esto no quiere decir que seamos perfectos, pero por lo menos podemos decir que son menos los problemas que debemos enfrentar sin conocer cuáles sean sus soluciones. Termino dando las gracias al proyecto PROSALAFA y al INIA por su colaboración prestada para la creación de este CIAL.

Sr. César Zavarce (secretario del CIAL)
En estos tres años creo que apenas es poco lo que hemos logrado y creo que falta mucho por hacer. Poco a poco hemos logrado que un pequeño grupo de productores cambie la manera de sembrar. Se ha logrado que los sembradores crean que las abejas son factor importante en los rendimientos del melón, hemos visto los resultados con las trampas amarillas, la efectividad de las feromonas y los hongos biológicos. Se logró la organización, tenemos una Asociación de Productores, un CIAL y una Caja Rural. A los productores se les dio un curso sobre lombricultura, se les enseñó un mejor manejo del rebaño caprino, manejo pre y posparto, cura de ombligo y mejoramiento genético. Considero que es poco lo que se ha logrado pero creo que ha sido un pequeño paso para levantarnos de donde estábamos postrados en la ignorancia sobre cosas nuevas. Tenemos grandes proyectos, como el de la planta procesadora de estiércol y el riego por goteo, que traerán grandes beneficios a nuestra comunidad. Pienso que nosotros hemos empezado un gran proyecto del cual sólo se verán los frutos cuando levantemos una generación de agricultores que crean que hay otra forma de trabajar.

En el nivel institucional, los resultados más importantes están en la ampliación del escenario de acción de la investigación participativa. La incorporación del productor en el proceso de generación tecnológica trae cambios en la dinámica de comportamiento de los técnicos y de las instituciones. Esto abre la discusión y permite realizar los ajustes necesarios en los equipos de trabajo antes de iniciar acciones con las comunidades.

Existe aún la necesidad de promocionar más los CIAL y la investigación participativa entre las instituciones de investigación y extensión, considerando el nivel de toma de decisiones, para ampliar aún más el uso de estas metodologías. Lo fundamental de los CIAL son sus principios orientadores: su operatividad debe ajustarse al contexto local donde se desarrollen y no deben ser vistos como una metodología rígida, sino, al contrario, como una metodología que debe estructurarse y adecuarse a las particularidades de cada contexto.

En cuanto al equipo del INIA Lara, nuestros planteamientos son: contribuir a la generación y difusión de tecnologías acordes con las necesidades de los productores; apoyar el proceso de incorporación de metodologías participativas para fortalecer la integración entre el sector productivo y las instituciones de investigación y extensión agrícola, y recopilar e integrar experiencias sobre investigación participativa entre las instituciones del sector agrícola.

Para ello desarrollaremos las siguientes actividades: continuar con el proceso de capacitación sobre metodologías de investigación participativa entre las instituciones de investigación y extensión agrícola; realizar el seguimiento a las experiencias locales de investigación participativa y establecer estrategias con otros INIA y otras instituciones participantes, a fin de ir superando las dificultades.

María Elena Morros y José Antonio Salas

María Elena Morros
Correo electrónico: memorros@inia.gob.ve

José Antonio Salas
Correo electrónico: jasalas@inia.gob.ve

Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas
Centro de Investigaciones Agropecuarias del Estado Lara, Barquisimeto, Venezuela

Referencias
– Ashby, J., A. Braun, T. Gracia, M. Guerrero, L. Hernández, C. Quiróz y J. Roa, 2001. La comunidad se organiza para hacer investigación: experiencias de los comités de investigación agrícola local (CIAL) en América Latina. Centro Internacional de Agricultura Tropical, Cali, Colombia (Publicación CIAT; No. 325).
– Braun, A. y H. Hecde, 1999. “Investigación participativa con el agricultor en América Latina: cuatro casos”, en Memorias, trabajo con los agricultores: la clave para la adopción de tecnologías forrajeras. ACIAR, Cagayán de Oro, Filipinas.
– C omunidades El Encinal y Agua Blanca, 2000. Investigación participativa campesina. Estudio de caso sobre participación local en el municipio de Vallecillo de Francisco Morazán. Documentación Emprendes Consultores, Venezuela.
– Fierro L., B. Franco, R. Álvarez, J. Acuña, R. Aragón, F. Sierra, N. Torres, P. Prado, G. Basto, L. Albarracín, F. Rodado y A. Rodríguez, 2000. Experiencias en investigación participativa -metodología CIAL- en Boyacá y Cundinamarca. Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria. Tibaitatá, Colombia.
– Holdridge, L.,1967. Life zone Ecology. Edición revisada. Tropical Science Center. San José, Costa Rica.

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