diciembre 2005, Volumen 21, Número 3
Animales menores: un gran valor

Fortaleciendo los sistemas locales para la producción avícola y porcina a pequeña escala

RICARDO JOSÉ VALDÉS, ERNESTO M. FERRO, MANUEL PONCE, HUMBERTO RÍO Y MIRILIA MARTÍNEZ | Página 23-25
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A principios de la década de 1990, la producción animal en Cuba, que estaba en más de 90 por ciento en manos de empresas estatales, pasó a ser mayoritariamente una producción familiar y cooperativa.

De igual forma, los sistemas de alimentación animal que dependían de concentrados importados comenzaron a desarrollarse sobre la base de los recursos locales, con una fuerte carga de innovación de parte de los productores.

En este contexto, han aumentado considerablemente los criadores interesados en producir, a nivel local, carne de cerdo, pollos y huevos para satisfacer las necesidades familiares y, en algunos casos, comercializar parte de su producción. Sin embargo, se han visto limitados por la carencia de materias primas para la elaboración de mezclas que aporten alto contenido de proteínas a la dieta animal, y por la insuficiente capacitación sobre el tema de alimentación animal y su manejo para la producción comercial a mayor o menor escala.

El equipo del proyecto de «Uso y conservación de la diversidad de especies y variedades de alto valor proteínico para la alimentación sostenible de aves y cerdos» –que se desarrolla en paralelo con el proyecto de «Desarrollo local de la producción de piensos»– se propone, como estrategia complementaria a estos programas, fortalecer los sistemas locales de alimentación y producción de aves y cerdos a pequeña y mediana escala. El objetivo es facilitar la introducción e intercambio de especies y variedades vegetales a nivel local, para su empleo como materia prima en la elaboración de alimentos para los animales, y desarrollar la capacitación en el uso de la diversidad de especies y variedades para la alimentación de aves y cerdos. De esta manera, se promueven alternativas tecnológicas destinadas a incrementar la eficiencia de los sistemas locales de producción animal, así como las posibilidades de crecimiento del bienestar económico y social de los criadores.

Esta experiencia consiste en poner al alcance de los agricultores un abanico de componentes, a partir de los cuales ellos mismos desarrollan variantes tecnológicas adecuadas a su realidad socioeconómica y biofísica. Por su enfoque de desarrollo endógeno de tecnologías con amplia participación de los actores locales en la toma de decisiones, la iniciativa está ligada a otros proyectos –como el de «Fitomejoramiento participativo como estrategia complementaria en Cuba»– que fortalecen los conceptos de innovación y desarrollo local como alternativa. La sinergia entre estos proyectos brinda un mejor entendimiento de los elementos replicables en diferentes situaciones, y ayuda a estructurar políticas que favorecen la innovación y el desarrollo local.

Diagnóstico

Se realizó un diagnóstico inicial que identificó una carencia de proteínas en las dietas de los animales. Esta carencia trae como consecuencia:

cerdos con un peso promedio de 92 kilos al momento del sacrificio o la comercialización (de 19 a 22 meses en el área);
pollos que alcanzan de uno a 1,5 kilos en un promedio de 7,5 meses;
gallinas (criollas) que no rebasan los 36 huevos promedio por gallina al año, y
un índice de supervivencia de 26 por ciento por cada diez pollos nacidos

Intervención. Campesino Santiago Soca de la CCS demostrando habilidades / Foto: autores

Comenzamos la intervención con la introducción y capacitación en el manejo de fuentes proteínicas. Para ello se prepararon 116 parcelas de cuatro surcos por cuatro metros de largo, en las que se mostró el desarrollo de diversas variedades de cuatro especies vegetales (ver cuadro 1): soya, caupí o chiringa (Vigna unguiculata), frijol mungo, chino o verde (Vigna radiata) y girasol (Elianthus annum).

Se han introducido también 14 variedades de sorgo como fuente energética. Esta diversidad es empleada en la zona como materia prima para la elaboración de mezclas en combinación con otras previamente existentes en el sistema local de semilla, como yuca, ñame (Dioscorea spp.) y maíz entre otros.

Los productores asisten a estas parcelas en el momento de la cosecha y obtienen información sobre la fecha de siembra, labores realizadas y fertilización orgánica. Ahí tienen la oportunidad de ver el campo cultivado con las variedades y de seleccionar las especies y variedades teniendo en cuenta su propio criterio.

Cuadro 1.
Variedades vegetales introducidas

especie

número de variedades
Soya (Glycine max L.)
13
Caupí o chiringa (Vigna unguiculata)     72
Frijol mungo, chino o verde (Vigna radiata)     13
Girasol (Elianthus annum)     3

Las variedades seleccionadas por cada productor son plantadas en sus fincas en pequeñas parcelas y, tras un proceso de experimentación, identifican las más adecuadas a sus condiciones de producción. Éstas son plantadas en un área mayor ya con el fin de utilizarlas como materias primas en la elaboración de mezclas para cubrir las exigencias nutritivas de sus animales, de modo que logren alcanzar su máximo potencial productivo.

Capacitación. Parcelas demostrativas de especies vegetales / Foto: autores

Junto con el proceso de intervención, se ha desarrollado una escuela de capacitación con un grupo heterogéneo que incluye campesinos y campesinas, niños y niñas, profesionales y estudiantes de pregrado de la universidad. Este proceso se desarrolla sobre una plataforma interactiva de intercambio de experiencias prácticas con un enfoque participativo en el que los productores eligen los temas a desarrollar.

El proceso de capacitación consiste en ocho encuentros semanales de tres horas de duración, durante las cuales se abordan los siguientes temas:

sistema digestivo de aves y cerdos;
composición y clasificación de los alimentos;
presentación y preparación de alimentos para consumo animal;
requerimientos nutricionales de aves y cerdos;
procedimientos para la formulación y racionamiento de mezclas para aves y cerdos;
estrategias participativas para garantizar las materias primas para las mezclas con los recursos propios de cada finca, y
formulación de estrategias para la demostración práctica de los contenidos e información adquiridos en la capacitación.

En la primera sesión se exponen las expectativas de cada participante y, a partir de éstas, el grupo formula colectivamente el objetivo del curso y los temas a desarrollar. Desde la segunda hasta la quinta sesión se manejan los productos a emplear como materias primas disponibles en las fincas de los criadores. En la sexta los participantes hacen una demostración de lo aprendido durante la capacitación, con el objetivo de hacer formulaciones de piensos con recursos locales que sean capaces de cubrir las necesidades alimentarias mínimas de aves y cerdos para lograr rendimientos productivos eficientes. En la séptima sesión los participantes proyectan las actividades que realizarán en las fincas en función de los recursos disponibles.

Para dar seguimiento a los logros alcanzados en la primera etapa, que comprende las primeras siete sesiones, los productores desarrollan hipótesis que les permiten observar los cambios en los mismos animales. Por ejemplo, cerdos alimentados con las formulaciones hechas en las fincas a partir de materias primas locales con alto contenido de proteínas y siguiendo normas de racionamiento, alcanzan los 92 kilos entre los seis y los siete meses, mientras que con la alimentación tradicional y sin normas de racionamiento, alcanzan los 92 kilos hasta los 17 a 19 meses.

Resultados

Se aprecian cambios significativos en la producción de aves y cerdos al aplicarse en su alimentación las mezclas ricas en proteína. Entre los rendimientos están los siguientes:

reducción del tiempo para alcanzar el peso de sacrificio o comercialización en los cerdos, a un promedio de seis meses;
en los pollos, el tiempo de crecimiento se ha reducido a cuatro meses o menos;
50 huevos en promedio por gallina al año, y
aumento en el índice de supervivencia a 59 por ciento de cada 10 pollos nacidos.

Un caso específico es el de los productores de carne de cerdo que tienen contratos con la empresa porcina. La empresa les entrega las cabezas (precebas de 20 kilos aproximadamente) de razas especializadas para producir carne, y el 60 ó 70 por ciento de los alimentos; el resto de la alimentación debe ponerla el productor. Con estos aportes se suelen alcanzar los 92 kilos de peso a los cinco meses. En estos casos se ha logrado reducir el tiempo para alcanzar los 92 kilos a algo más de tres meses, empleando una mezcla de 276,5 kilos de salvado de trigo más 46 kilos de núcleo proteínico y 73,7 kilos de soya en grano producida por los productores en su finca, además de proporcionarles suplementos, en el intervalo entre comidas, con forraje fresco y agua abundante y limpia.

Los criadores que se han involucrado en este proceso están en condiciones de beneficiar a sus comunidades a través de la irradiación de los conocimientos. Así, se empieza a respirar una cultura alimentaria en función del desarrollo de la producción animal a nivel local, sobre todo en las áreas que comprende el radio de acción de los actores. Económicamente, logran aumentar los ingresos familiares gracias al incremento de la producción de materia prima para la producción y venta de cerdos (se eleva el número de cabezas por productor), así como por la organización y planificación de la alimentación.

Este proceso ha permitido incorporar al sistema actual de convenios estatales de producción de carne de cerdos a productores cuyos aportes difícilmente hubieran sido tomados en cuenta por las condiciones biofísicas de su entorno en el sistema agrícola local.

Gracias a las características de replicabilidad del proceso, a los resultados y beneficios alcanzados en el núcleo inicial de productores (por mencionar a algunos de ellos: Agustín Pimentel de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Ignacio Agramonte ; Abel Pimentel de la CCS Jesús Suárez Soca; Santiago Soca de la CCS José A. Echeverría; José Félix Medero de la CCS Cuba Libre), se han generado nuevos núcleos en la parte norte del municipio, comenzando a desarrollar el proceso en otros contextos con el fin de alcanzar los beneficios esperados.

 

Ricardo José Valdés, Ernesto M. Ferro, Manuel Ponce, Humberto Río y Mirilia Martínez

Ricardo José Valdés
Facultad de Agronomía de Montaña de la Universidad de Pinar del Río
Correo-e: ricardoj@af.upr.edu.cu

Ernesto M. Ferro
Facultad de Agronomía de Montaña de la Universidad de Pinar del Río

Manuel Ponce
Instituto Nacional de Ciencia Agrícola

Humberto Río
Instituto Nacional de Ciencia Agrícola

Mirilia Martínez
Empresa del CAN Pinar del Río

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