septiembre 2005, Volumen 21, Número 2
Más que el dinero: implicancias económicas de la agricultura ecológica

De la lucha por la tierra a la organización empresarial: Café La Selva

JOSÉ JUÁREZ VARELA | Página 16-17
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Chiapas, en el sur de México, es uno de los estados más pobres de este país, con una larga historia de trastornos y con conflictos sociales permanentes.

Durante generaciones, la población indígena de esta zona ha luchado por obtener acceso a la tierra y mejorar su nivel de vida. La mayoría de los agricultores son productores de pequeña escala con menos de dos hectáreas de tierra, y como el café es su principal cultivo comercial, las comunidades son extremadamente vulnerables ante las variaciones de las condiciones naturales que influyen en el desarrollo del cultivo y a las fluctuaciones en los precios del mercado a nivel mundial. En 1979 las comunidades indígenas tojolabales y tzeltales de Chiapas, dedicadas al cultivo del café, decidieron unirse para fortalecer su organización comunal y mejorar sus niveles de vida. Juntas fundaron la Unión de Ejidos de la Selva, que ahora cuenta con alrededor de 1.600 miembros, todos ellos productores de café a pequeña escala.

La Unión se inició como reacción ante los muchos problemas que sus miembros debían enfrentar, especialmente aquellos relacionados con el acceso y la garantía de sus derechos sobre las tierras de cultivo. También querían asegurarse de que se construyeran carreteras en la zona, así como de buscar vías alternativas para vender sus productos, el café en particular, de modo que fuera posible evitar su dependencia de intermediarios.

Durante los primeros diez años de su existencia, la Unión funcionó principalmente como grupo de presión social. Como tal, obtuvo varios logros importantes: consiguió ganar acceso a tierras para sus miembros y que éstas fueran oficialmente registradas bajo los nombres de los miembros individuales. También movilizó suficiente fuerza como para negociar exitosamente con el gobierno, contribuyendo a asegurar la construcción de carreteras y la satisfacción de otras necesidades importantes de las comunidades. Pero a pesar de estos logros, La Unión sufrió serias limitaciones y no fue capaz de tratar sustantivamente los temas fundamentales que incidían en la vida de las familias y en sus comunidades. Aspectos tales como los métodos de producción, el manejo de los recursos y los vínculos con el mercado eran temas poco conocidos y al comienzo no había ideas sobre cómo enfocarlos.

A fines de la década de 1980, la Unión comenzó a volverse más activa e intentó trabajar por el bienestar de las comunidades que la integran. Los primeros esfuerzos se concentraron en asumir la responsabilidad de los servicios que el gobierno desatendía o llevaba a cabo de manera ineficiente, como el cuidado de la salud y las escuelas. Lamentablemente, la Unión no pudo mantener estos servicios en el largo plazo, ya que no contaba con la capacidad técnica, el conocimiento o los recursos necesarios. La razón principal del fracaso inicial fue que la Unión no tenía una visión clara de lo que quería lograr: estaba simplemente copiando las estrategias de desarrollo del gobierno. Para dejar de ser sólo un grupo de presión social y pasar a ser una organización capaz de tomar su destino en sus propias manos, necesitaba una estrategia y una estructura organizacional que fuera desarrollada y mantenida por las comunidades miembros, basándose en sus propias necesidades, intereses y objetivos.

El desarrollo de nuevas estrategias y una nueva estructura organizacional fue un reto considerable para la Unión. Durante este proceso la organización debió enfrentar una pregunta muy seria: ¿era realmente posible sobrevivir y desarrollar la comunidad agrícola con los recursos locales disponibles?

A pesar de la incertidumbre y de las dificultades, los miembros llegaron a la conclusión de que debido al fuerte apego que sentían hacia la tierra que trabajan y a la fuerza de su cultura tradicional, una actitud positiva era la única opción. Fue necesario entonces replantear la pregunta: ¿qué podemos hacer para que podamos continuar viviendo en nuestra zona rural con orgullo y dignidad, y cómo podemos utilizar –de la manera más eficiente posible– los recursos locales de los que disponemos?

Los miembros de la Unión comenzaron a intercambiar ideas con otras comunidades e intentaron comprender sus experiencias. También renovaron su interés en la manera en que sus padres habían vivido y así comenzaron a desarrollar propuestas concretas. La Unión había encontrado una dirección clara: necesitaba diseñar y promover sus propios modelos de desarrollo basados en un manejo independiente realizado por la propia comunidad. Estos modelos debían estar basados en principios de autosuficiencia, identidad y tradición cultural, desarrollo de productos locales y comercialización directa a los consumidores. Los modelos debían ser aceptados socialmente, garantizar la disponibilidad de alimentos y generar recursos que pudieran ser invertidos en mejorar las condiciones de vida de las familias integrantes de las comunidades.

Café orgánico
Café La Selva

Un primer paso importante para lograr los objetivos de la Unión fue involucrarse directamente con el cultivo del café, ya que es el principal cultivo comercial del estado de Chiapas y las comunidades dependen de él para sobrevivir. El café había sido cultivado de la manera convencional, según las recomendaciones del sistema público de extensión, pero después de la eliminación de los subsidios del gobierno para insumos tales como pesticidas y fertilizantes, a fines de la década de 1980, los agricultores dejaron de seguirlas. Como resultado, el rendimiento del café había disminuido de alrededor de 800 hasta 184 kilogramos por hectárea y los productores se habían visto obligados a buscar otras alternativas. La Unión decidió que no tenía sentido seguir utilizando el modelo convencional («moderno») de cultivar café, basado en el uso intensivo de insumos externos, variedades de alto rendimiento y poca o ninguna sombra. Los miembros de la Unión cultivan café a escala muy pequeña y, por lo tanto, están interesados no solamente en la rentabilidad, entendida como relación costo beneficio, sino también en factores tales como ingresos estables y un uso equilibrado de su labor a lo largo del año. Estos productores necesitaban métodos de producción que dependieran poco de insumos externos y propiciaran que el café cosechado pudiese ser vendido al mejor precio posible, permitiéndoles al mismo tiempo cultivar otros productos para su propio consumo.

Algunos agrónomos vinculados a la Unión comenzaron a capacitar a los agricultores en técnicas orgánicas para incrementar la cantidad y la calidad de la producción de café. Por su parte, aquellos agricultores que fueron capacitados eran responsables de transmitir lo aprendido a otros miembros de su grupo. Los agricultores comenzaron a manejar los cafetales con los recursos disponibles localmente en vez de usar insumos externos, concentrándose en el manejo de vegetación para sombra, la renovación de árboles y el uso de compost. Con el transcurrir del tiempo, este sistema evolucionó hacia la agricultura orgánica y los promedios de rendimiento aumentaron gradualmente hasta el nivel actual de casi 700 kilogramos por hectárea, con un tipo de manejo orgánico y agroecológico. La Unión consiguió mejorar sus medios de vida sin depender de insumos externos y sin destruir sus propios recursos.

Desarrollando el negocio del café
Un esfuerzo premiado
El Café La Selva se hizo acreedor al premio New Ventures 2002, otorgado por el World Resources Institute y que toma en consideración iniciativas de toda América que cuenten con los siguientes componentes básicos:
a) desarrollo social,
b) desarrollo sostenible y
c) desarrollo empresarial.
El reconocimiento define al Café La Selva como una de las propuestas de negocios con responsabilidad social y ecológica más sólidas de toda América.
El café cultivado con métodos favorables para la sostenibilidad del ecosistema es de buena calidad y, por ello, es muy apreciado en el mercado. La Unión también descubrió que podía contactarse y vincularse directamente con el mercado. Comenzaron a exportar café a fines de la década de 1980 y para el inicio de la década de 1990 pudieron obtener certificación orgánica de la Organic Crop Improvement Association (OCIA) y de Naturland. Durante este proceso la Unión descubrió que existían extensas redes de consumidores que querían utilizar su poder adquisitivo para apoyar el trabajo de sus agricultores.

Como parte del esfuerzo para continuar desarrollando el negocio del café, la Unión comenzó a promover el concepto de tiendas de café con su propio nombre comercial: Café La Selva. Las tiendas de café hicieron posible la comercialización del café a precios más competitivos y, con ello, la generación de más beneficios para sus miembros. La Unión abrió once tiendas en México, los Estados Unidos y Europa. En este proceso encontró a un socio estratégico, Vínculo y Desarrollo, una organización no gubernamental creada para fomentar alianzas de trabajo con organizaciones sociales que estuvieran basadas en la confianza, la responsabilidad conjunta y el profesionalismo. El resultado de esta sociedad empresarial única fue el establecimiento de cinco tiendas más. Vínculo y Desarrollo ayuda a comercializar el café promocionando la marca y los valores culturales asociados con las comunidades indígenas que lo cultivan. Unos 50 pequeños inversionistas privados han comprado acciones de las tiendas de café de la Unión a través de este socio estratégico, estableciendo de esta manera nuevos mecanismos para fortalecer la empresa social en México.

La Unión de Ejidos de la Selva mantiene y construye la relación con las comunidades. El café orgánico es comprado a un precio justo y procesado en una planta de su propiedad. Esto le permite mantener el control sobre la calidad y el valor del café. Dos terceras partes del café cultivado son exportadas como café verde sin tostar a países como Holanda, Dinamarca, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos y Canadá. El tercio restante es tostado y vendido a través de la cadena de tiendas de café con la ayuda de Vínculo y Desarrollo. La venta garantizada a esta cadena proporciona a los productores el ingreso regular que les es tan necesario. Un porcentaje pequeño de las ganancias va a las asociaciones de las comunidades miembros para ser reinvertido en la producción de café y en actividades para el desarrollo de la comunidad, como proyectos de salud, educación e infraestructura. Por ejemplo, la Unión ha establecido un centro para la educación de mujeres que ofrece clases de lectura y capacitación en derechos humanos, y donde pueden aprender a preparar galletas que se venden con el café.

En la actualidad existen 18 puntos de venta de Café La Selva en México, Europa y los Estados Unidos. Cada una de las tiendas es económicamente autosuficiente y mantiene altos niveles de venta. Para el año 2008 se tiene planeado aumentar el número de tiendas a 40.

La Unión de Ejidos de la Selva, en sociedad con Vínculo y Desarrollo, ha desarrollado un canal único para la comercialización directa de café orgánico que permite la venta de un volumen de aproximadamente tres toneladas de café mensualmente, al mejor precio posible. Los agricultores ahora tratan con la Unión de manera directa, así que no son necesarios los intermediarios y sus ingresos son, por lo tanto, mayores. Esto ha sido de gran valor para los miembros de la Unión, permitiéndoles recibir pagos directos por su café a buenos precios, aún en épocas en las cuales los precios del café disminuyeron considerablemente.

Conclusiones
A pesar de sus éxitos, los productores de café de Chiapas aún deben enfrentar muchos retos: la creación de empleo para los jóvenes; el mantenimiento de una relación directa y sólida con sus consumidores; mejorar la productividad de manera ecológica; mejorar la calidad de los servicios sociales, y la educación de los miembros de la organización. Sin embargo, la experiencia de la Unión de Ejidos de la Selva ha demostrado que es necesario desarrollar y promover modelos propios de las comunidades, aceptados socialmente, que garanticen la disponibilidad de alimentos y que generen recursos que puedan ser invertidos en el mejoramiento de los niveles de vida de las familias y la comunidad. La agricultura ecológica sólo es posible si las personas le dan forma, si ofrece beneficios tangibles y si estos beneficios son compartidos por igual.

El punto de partida y la columna vertebral de una estrategia de este tipo es, sin duda, la organización social y los vínculos de la comunidad con redes de cooperación social. El manejo orgánico y agroecológico de los recursos ha permitido el mayor desarrollo de las comunidades sin depender de insumos externos que en última instancia destruirían la base de recursos. Un desarrollo como éste es posible si las comunidades logran establecer vínculos con el mercado y son apoyadas por consumidores conscientes de las repercusiones de su poder adquisitivo.

José Juárez Varela
Unión de Ejidos de la Selva
Correo electrónico: laselv@prodigy.net.mx

Referencias
Television Trust for the Environment (TVE)/ Intermediate Technology Development Group (ITDG). 2002. A fair Grind – Mexico. www.tve.org/ho/doc.cfm?aid=910
TVE. 2004. Partners for Change. Video. TVE. Prince Albert Road, Londres NW1 4RZ, Reino Unido.

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