septiembre 2003, Volumen 19, Número 2
Usando todas las gotas de agua

Mejorando la humedad del suelo con agricultura de conservación

JOSÉ BENITES Y ANTONIO CASTELLANOS | Página 5-6
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Una precipitación pluvial irregular o insuficiente puede ser una seria limitación para la producción agrícola, causando bajos rendimientos o incluso el fracaso del cultivo. Esto es especialmente cierto en tierras secas, donde los niveles de productividad son generalmente muy bajos.

En la mayoría de los casos, se puede hacer mucho para mejorar la eficiencia del uso de la precipitación. La Agricultura de Conservación es una manera de mejorar el manejo de la humedad del suelo.

Manejo de la humedad del suelo

Una causa significativa de la baja producción y el fracaso del cultivo en la agricultura de secano es la falta de agua en el suelo. Esto se debe a la combinación de una lluvia escasa y errática con una mala utilización del agua disponible. El manejo de la humedad del suelo es, entonces, un factor clave cuando se trata de mejorar la producción agrícola. El incremento de la cantidad de agua almacenada en el suelo puede dar por resultado:
• Rendimientos más altos (si también existen suficientes nutrientes).
• Reducción del riesgo de pérdidas debido a la sequía.
• Recarga del agua subterránea, asegurando el nivel del agua en los manantiales y la continuidad de los flujos de ríos y cursos de agua.

La compactación sub-superficial por labranza continua ha devenido en degradación estructural y escorrentía / Foto: T.F. Shaxson

Como es poco lo que se puede hacer para incrementar la cantidad o la frecuencia de las precipitaciones, deberíamos enfocarnos al mejoramiento de la captación de lluvia, la disponibilidad de agua en el suelo y la eficiencia de su uso en las tierras de agricultura de secano. Esto significa que debe aumentarse la cantidad de agua que ingresa al suelo (infiltración) y reducirse la pérdida de humedad a través de la escorrentía y evaporación. Una mayor cobertura y mejor manejo del suelo pueden ayudar a lograr esto. El suelo debe ser perturbado lo menos posible, protegido con una cobertura permanente, y su contenido de materia orgánica debe ser incrementado.

La caza del tesoro en tierras secas

Cuando la lluvia cae a la superficie del suelo, parte de ella se infiltra en el suelo, y al fluir a través de éste recarga el agua subterránea. Otra parte discurrirá como escorrentía superficial y la restante se evaporará directamente de la superficie desprotegida del suelo y de las hojas de las plantas.

Una costra superficial delgada causada por el impacto de las gotas de lluvia sobre un suelo desnudo con pobre estructura / Foto: T.F. Shaxson

La cantidad de agua que puede ser mantenida en el suelo y estar disponible para el uso del cultivo no sólo está determinada por la cantidad de lluvia que cae, sino también por las propiedades químicas y físicas del suelo. Cuando la mayoría de la gente piensa sobre el suelo, piensa en la parte sólida. Pero los poros, o la estructura del suelo son igualmente importantes.

Los suelos difieren en su capacidad para retener el agua y hacerla disponible para los cultivos. Esto depende de:
• La textura del suelo (las proporciones de arena, limo y arcilla)
• La profundidad del suelo (los suelos delgados sostienen menos agua que los suelos profundos)
• La estructura del suelo (el espacio entre partículas: poros)
• El contenido de materia orgánica (una mayor cantidad de materia orgánica significa que puede retener más agua)
• La actividad biológica (los agujeros que dejan las lombrices de tierra, por ejemplo, aumentan significativamente la posibilidad que el agua ingrese al suelo).

Porosidad

El número, tamaño y conexiones entre los poros juegan un papel crucial en la determinación de la cantidad de agua que puede infiltrarse en el suelo, y de la cantidad de agua que el suelo puede absorber, sostener y proveer a las plantas.

Es importante tener interconectados muchos poros de un rango amplio de tamaños, particularmente en la superficie del suelo. Esto mejora la infiltración, reduce la escorrentía y beneficia el desarrollo del cultivo.

El número, el tamaño y la conexión entre los poros del suelo varían de acuerdo al tipo de suelo y la manera en que éste es manejado. Poco se puede hacer por el tipo de suelo, pero un buen manejo de la tierra puede tener un gran impacto en la restitución, mejoramiento y protección de la porosidad del suelo. Esto, a su vez, incrementará el contenido del agua del suelo disponible y los poros interconectados minimizarán cualquier riesgo potencial de anegamiento.
Estrés hídrico del cultivo

El estrés hídrico del cultivo se da cuando la planta no puede extraer agua del suelo a través de sus raíces a la misma velocidad con la que pierde humedad de la superficie de sus hojas. Para asegurar que los cultivos sean capaces de utilizar la lluvia disponible, debemos entender el por qué de una pobre estructura del suelo, tanto en la superficie como debajo de ella.

El impacto de las gotas de lluvia sobre la superficie de un suelo desnudo labrado intensivamente puede producir el sellamiento de la superficie y la formación de costras, lo que disminuye la porosidad y limita el nivel de infiltración, propiciando el incremento de la escorrentía. Esta última es responsable de la erosión del suelo y de las crecientes fluviales, que sobrepasan los cauces normales. Sin embargo, esto es una consecuencia de la degradación del suelo, no una causa primaria. Estructuras físicas, como las terrazas o los surcos en contorno, disminuyen la escorrentía y protegen al suelo de la erosión, pero no resuelven el problema de su degradación en la medida que no incrementan la porosidad.

Cualquier tipo de tránsito por el campo, ya sea de la maquinaria, el arado, o las pisadas humanas y de animales, puede agregarle presión al subsuelo, especialmente cuando el suelo está húmedo. La presión destruye los espacios porosos, en particular el espacio poroso intercomunicado. El suelo se compacta y la infiltración y la capacidad de almacenamiento de agua se reduce. Las raíces de las plantas tienen dificultad para penetrar el suelo compactado y sus sistemas radiculares no desarrollan bien.

La labranza, en particular el voltear el suelo por medio del arado, también puede causar una disminución de la fertilidad del suelo. Esto reduce el contenido de materia orgánica y tiene un efecto negativo sobre la actividad biológica, por ejemplo, destruyendo las galerías formadas por las lombrices de tierra.
El papel de la Agricultura de Conservación

Los cuatro principios básicos de la Agricultura de Conservación pueden ayudar a lograr y mantener un suelo biológicamente rico, con buena capacidad de absorción. Estos cuatro principios son:

a. Mantenimiento de una cobertura permanente del suelo
Una cobertura permanente del suelo, ya sea con residuos vegetales o cultivos en desarrollo, protege la superficie del efecto negativo del impacto de las gotas de lluvia. Esto reduce la formación de costras y la susceptibilidad a la erosión, y mejora la porosidad en la superficie. También reduce la pérdida directa de agua por la evaporación que se produce en las capas superiores del suelo, estableciendo mejores condiciones para la conservación de la humedad. También mantiene un suministro de alimento continuo para los organismos del suelo, desde microbios hasta gusanos.

b. Minimización de la perturbación mecánica del suelo
Eliminar o reducir la labranza, significa que el suelo no es perturbado y que se evita la pérdida de humedad y la compactación que sigue a la labranza. Esto incrementa la infiltración y la percolación del agua a través del suelo, conduciendo a un mejor desarrollo radicular y al crecimiento del cultivo. También se reduce la descomposición de la materia orgánica y la consecuente pérdida de humedad por evaporación. Algunas veces se requiere solamente una descompactación para que el suelo vuelva a una mejor condición de inicio. Uno de los impactos más importantes de la minimización de la perturbación del suelo es que esto mejora las condiciones de vida de los organismos benéficos y, con ello, mejora su actividad. Las raíces de los cultivos y los organismos del suelo son responsables de la creación de una red de poros intercomunicados. Estos organismos llevan a cabo la labranza biológica y con ello mejoran la estructura del suelo. Además, la actividad biológica asegura que los residuos de los cultivos sean incorporados al suelo.

c. Control del tránsito en el campo
Es vital asegurar que el tránsito en el campo siga caminos permanentes. De esta manera, la compactación del suelo se restringe a áreas determinadas, determinadas, año tras año. Cuando esto se combina con la labranza cero o reducida, el resto del campo queda libre de compactación. La porosidad del suelo y la infiltración de agua se maximizan, los gusanos y otros animales del suelo prosperan y no se pierde materia orgánica sino que ésta llega a unirse e integrarse
con el suelo. El impacto global es un sistema edáfico productivo, capaz de mantener cultivos en condiciones secas debido al mejor almacenamiento de agua en el suelo, al enraizamiento profundo de los cultivos, a la actividad biológica y al alto contenido de materia orgánica.

d. Rotación de cultivos
La rotación de cultivos y el uso de cultivos de cobertura para incrementar la materia orgánica del suelo reducen la erosión y devuelven la diversidad biológica al suelo. La rotación de diferentes cultivos, con sus diferentes sistemas radiculares, optimiza la red de canales de las raíces, propiciando el incremento de la penetración del agua y la capacidad del suelo para el mantenimiento de la humedad, así como una mayor disponibilidad de agua para uso del cultivo, en suelos más profundos. La rotación de cultivos también mejora la diversidad biológica y ayuda a reducir el riesgo de brotes de plagas y enfermedades.
Monitoreando la humedad del suelo

No podemos predecir cuánta lluvia caerá durante el período de crecimiento. Es posible, sin embargo, conocer cuánta agua existe en el suelo, disponible para la planta antes de la siembra. Saber cuánta agua hay disponible para la planta en el suelo puede ayudar a tomar una sabia decisión sobre qué cultivo sembrar.

Se pueden hacer mediciones del contenido del agua del suelo con una variedad de equipos, pero la mayoría de los agricultores tendrán que hacer una estimación basada en el tacto y apariencia de su suelo. Esto variará según la textura y el contenido de humedad del suelo, pero con experiencia, la humedad puede ser estimada con una precisión aproximada de 95 por ciento.

Alternativamente, puede efectuarse una prueba de la humedad del suelo para determinar la cantidad de agua que está disponible para las plantas. Ésta es estimada a partir de la profundidad de la calicata. Sin embargo, sus resultados tienen que ser interpretados de acuerdo a la textura del suelo.
Conclusión

Los cuatro principios básicos de la Agricultura de Conservación trabajan juntos para crear un suelo que tenga una mayor capacidad de absorción del agua de lluvia. A pesar de que no existe una sola receta que se adecue a todas las condiciones, la Agricultura de Conservación mejora la condición física y biológica del suelo. Un suelo que es poroso, absorbente y rico en materia orgánica y actividad biológica es capaz de soportar un máximo de producción de cultivos por cada gota de agua que recibe.

 

José R. Benites y Antonio Castellanos
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación
(FAO), Viale delle Terme di Caracalla, 00100 Roma, Italia.
Email: Jose.Benites@fao.orgAntonio.Castellanos@fao.org
http://www.fao.org/landandwater

Referencias:
– Barber, R.G. 1998. Linking the production and use of dry-season fodder to improved soil conservation practices in El Salvador. En: Towards sustainable land use: furthering co-operation between people and institutions. (eds.: H.P. Blume, H. Eger, E. Fleischhauer, A. Hebel, D. Reij & K.G. Steiner). Vol. II. Advances in Geoecology 31: 1311 1317, Reiskirchen: Catena-Verlag.
– McGarry, Des., 2000. Optimising soil structure condition for cropping without tillage. Soil and Tillage Conference Paper. ISTRO, julio 2000.
– FAO, 1999a. New concepts and approaches to land management in the tropics with emphasis on steeplands. FAO Soils Bulletin No. 75. FAO, Roma. 125 pp.
– FAO, 2003. Optimizing soil moisture for plant production; the significance of soil porosity. Por T.F. Shaxson y R.G. Barber. FAO, Roma. Por publicarse.
– Shaxson, T.F., 2001. Soil moisture conservation. En Vol.1 de: Conservation Agriculture, a worldwide challenge. (eds.: L. García-Torres, J. Benites, A. Martínez-Vilela). Córdoba (España): XUL Publishers. 2 vols.

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