Desafíos para la convivencia con el semiárido
Tanto en términos territoriales como en términos demográficos, el Brasil alberga una de las más grandes regiones semiáridas del planeta, la que comprende un área geográfica de 858.000 Km2,. Concentrada sobre todo en el noreste del país, la región tiene una población de 21 millones de habitantes (Barbosa, 2002).
En el semiárido, la agricultura familiar se ha desarrollado al margen del latifundio y se ha visto excluida de los beneficios de las políticas gubernamentales. A pesar de eso, y de los enormes desafíos impuestos por el ambiente de semiaridez, se trata de la región brasileña donde se concentra el mayor número de establecimientos agrícolas familiares. Constantemente desafiada a ejercitar su creatividad en la gestión de los recursos naturales, la población ha desarrollado estrategias productivas que comprenden sofisticados mecanismos técnicos y socio-organizativos para la convivencia con el ecosistema del semiárido.
Manifestación de agricultores familiares en el Día Mundial del Agua / Foto: P. Petersen
Ya que el agua es el factor crítico del ecosistema, esas estrategias se orientan principalmente a su aprovechamiento máximo en la atención de las múltiples necesidades de las familias agricultoras en los diferentes períodos del año. El clima de la región se caracteriza por la fuerte irregularidad e incertidumbre en la lluvia, con un corto período marcado por la concentración de precipitaciones y otro de larga sequía. Para hacer compatible esa oferta natural de carácter estacional con las demandas regulares de las familias durante el año, sólo hay un camino: almacenar agua para estabilizar su disponibilidad. Esta estrategia guarda gran analogía con los procesos ecológicos de funcionamiento de los ecosistemas naturales en el semiárido, en particular la capacidad que tienen algunas especies de la Caatinga (vegetación nativa del semiárido brasileño) de presentar rápido desarrollo vegetativo en los cortos períodos lluviosos y de acopiar agua, nutrientes y energía para pasar los períodos de sequía.
Las estrategias tradicionales de almacenamiento de agua se basan en la implementación de infraestructura en los predios familiares y en las microcuencas en que se encuentran ubicadas. Por ese motivo, las lógicas tradicionales de abastecimiento hídrico en el semiárido son muy dependientes de la combinación de procesos familiares y colectivos de gestión y uso de las reservas de agua.
La lógica del uso de las diferentes reservas de agua se orienta por el tipo de demanda (para el consumo doméstico, para los animales, para la agricultura), por la calidad del agua almacenada, por los volúmenes disponibles y por la facilidad de acceso (distancia, disponibilidad de mano de obra y medios de transporte disponibles). Como esos criterios cambian en el tiempo y espacio en razón de la irregularidad de la recarga de los reservorios y otras estructuras almacenadoras, una misma demanda puede ser satisfecha por diferentes fuentes en diferentes momentos. Cuando los predios y/o las microcuencas poseen poca infraestructura de acopio y/o atraviesan un período de larga sequía, las diferentes necesidades son satisfechas por los mismos reservorios, comprometiendo la seguridad hídrica de los agroecosistemas, el bienestar y la salud familiar (Petersen y otros, 2002).
El proceso de fragmentación de las unidades productivas familiares por causa de la división hereditaria, ha llevado a las comunidades y propiedades rurales de esta zona del semiárido brasileño al deterioro y precariedad de la infraestructura para el abastecimiento de agua. Al mismo tiempo, esa fragmentación induce a las familias a intensificar el uso del espacio productivo sin que para ello incorporen ajustes correspondientes en la base tecnológica, que continúa basada en métodos extensivos de uso y gestión ambiental (Sidersky y Silveira, 1998). Como consecuencia, se constatan intensos procesos de deforestación en los agroecosistemas, comprometiendo definitivamente su hidrología. En efecto, aunque la población rural afirme que las lluvias escasean, dificultando la producción de los cultivos anuales, esa percepción no es ratificada por el análisis de las series históricas de pluviometría. Esa percepción de aumento de la vulnerabilidad agrícola debe ser atribuida a la intensificación de los procesos erosivos y a la menor capacidad de los suelos de almacenar el agua de las precipitaciones.
Contrariando las estrategias tradicionales de suministro hídrico que se basaban en la descentralización de la infraestructura mediadora entre la oferta y la demanda de agua, la orientación de las políticas gubernamentales de recursos hídricos estuvo fundamentalmente centrada en las grandes obras de ingeniería hidráulica destinadas a concentrar la captación, el acopio y el transporte de grandes volúmenes de agua. El trasvase del río San Francisco -el único río con caudal perenne en el semiárido- actualmente en debate, se presenta como una más de las medidas sustentadas por esa concepción, convencionalmente denominada de «solución hidráulica». Aunque esas obras atiendan las necesidades de la creciente población urbana en el semiárido, en gran parte originada por la crisis de la agricultura, no responden a las necesidades geográficamente difusas y funcionalmente diversificadas de la agricultura familiar. Por el contrario, hacen a las familias muy dependientes de las fuentes de agua lejanas, cuyo acceso es posible por medio de camiones cisternas facilitados por las medidas políticas de carácter asistencial y puestas en práctica en las situaciones de emergencia. Además de no favorecer la autonomía hídrica de las familias, esas «soluciones» refuerzan vínculos de dependencia política de la población rural con relación a los poderes públicos locales, en general dominados por la élite agraria. La continuidad de esas relaciones de clientelismo viene dificultando el surgimiento de procesos sociales autónomos capaces de implementar alternativas técnicas y socio-organizativas dirigidas a la promoción de la seguridad hídrica.
Enfoque agroecológico para la promoción de la seguridad hídrica en el semiárido: el caso del agreste de Paraíba
Asesoradas por las ONG y alimentadas por el ingenio creativo de los agricultores y agricultoras, y por el saber tradicional acumulado en la gestión productiva de los recursos locales, las organizaciones de agricultura familiar en el agreste de Paraíba congregadas en el Polo Sindical de Borborema vienen estimulando el surgimiento de procesos sociales dedicados a la experimentación e intercambio de propuestas técnicas y socio-organizativas innovadoras, dirigidas a la promoción de una agricultura productiva en convivencia con el semiárido. En el campo de la gestión de los recursos hídricos esos planteamientos se caracterizan por tres principios:
1. La descentralización de la oferta hídrica, buscando brindar una infraestructura más adecuada a la diversificación de la demanda y a las características de la inseguridad hídrica en las comunidades y predios rurales;
2. El aprovechamiento máximo de las lluvias en los procesos de producción biológica en agroecosistemas a través del empleo de métodos que tienen por objeto aumentar el almacenamiento de agua en el suelo y el uso de especies vegetales adaptadas;
3. El estímulo a los procesos colectivos de gestión de recursos hídricos en comunidades rurales y microcuencas hidrográficas.
Mediante diferentes combinaciones de propuestas técnicas, varios grupos de agricultores-experimentadores buscan desarrollar e intercambiar conocimientos sobre los sistemas integrados dirigidos a la captación, el transporte y almacenamiento de agua en los predios familiares y las microcuencas hidrográficas.
Con el objetivo de identificar y calificar desequilibrios entre las ofertas y demandas de agua en los agroecosistemas, AS-PTA ha desarrollado la metodología del Diagnóstico Rápido y Participativo de Recursos Hídricos – DRRH. Al caracterizar las disfunciones en el sistema de suministro hídrico en los predios y comunidades rurales, el DRRH ha sido un importante instrumento para la planificación y el estímulo de la movilización social en relación al proceso de experimentación y ajuste de innovaciones técnicas y socio-organizativas.
Ese proceso de movilización de las energías sociales latentes en las comunidades, ha propiciado el desarrollo de formas eficientes de gestión colectiva de los recursos hídricos. Por medio de esas dinámicas sociales se ha conseguido aprovechar al máximo los escasos recursos financieros disponibles para la construcción de infraestructura descentralizada dirigida a la captación y almacenamiento de agua para el uso comunal y familiar. Ese máximo aprovechamiento ha sido posible tanto a través de la realización de procesos de autoconstrucción, como a través del establecimiento de fondos rotativos solidarios para la gestión comunal de los recursos financieros conseguidos. El financiamiento de cisternas familiares de «placa» por intermedio de esos fondos rotativos, ha sido uno de los procesos innovadores a gran escala social en el agreste paraibano (ver recuadro).
Además de aprovechar al máximo el capital disponible, al comprometer recursos de contrapartes locales y garantizar la restitución de los recursos financieros, asignados en beneficio de un fondo colectivo para su reinversión en acciones de desarrollo local, ese planteamiento alternativo de financiamiento lleva a crecientes grados de cohesión social entre los grupos beneficiarios y a la ruptura con las relaciones de clientela tan comunes en la cultura política del medio rural.
Además del considerable impacto positivo en las familias y comunidades rurales del agreste paraibano, la experimentación de esa innovación socio-organizativa viene influenciando a numerosas organizaciones de otras regiones del estado de Paraíba, comprometidas en la ejecución del Programa Un Millón de Cisternas (P1MC), financiado por el gobierno federal como parte integrante del desafío nacional de promover una sociedad sin hambre.
Movilización social para la convivencia con el semiárido: el ejemplo de la difusión de las cisternas de placas
Entre las diferentes dimensiones que componen el cuadro de inseguridad hídrica que caracteriza las poblaciones rurales del semiárido brasileño, la cuestión del consumo humano merece ser realzado especialmente. El suministro doméstico de agua no es una tarea trivial para las familias rurales, sobre todo para lasmujeres y niños que diariamente hacen largas caminatas para buscar agua.
En los períodos lluviosos, las familias rurales tradicionalmente captan el agua que cae sobre los tejados debido a su reconocida calidad para el consumo humano. Para eso, se valen de diversas técnicas. Para la captación utilizan tanto canalones improvisados hechos de hojas de agave, de reciclaje de botellas,de madera, etc, como de canalones más elaborados hechos de hojas de zinc. Para almacenar el agua captada utilizan tarros, baldes, toneles y pequeños tanques de mampostería.
Fondo rotativo solidario: un modelo de crédito administrado localmente
El Fondo Rotativo Solidario (FRS) es un sistema alternativo de financiamiento administrado por grupos informales y asociaciones comunales. En lugar del financiamiento directo a la familia, los recursos financieros que componen el FRS apoyan a grupos de familias que se hacen responsables solidariamente por la gestión del capital. El carácter rotativo del FRS se refiere al sistema de financiamiento en cadena establecido por los grupos, donde cada familia integrante se beneficia directamente de los recursos provenientes de la devolución del crédito hecha por otra familia.
El uso de cisternas equipadas con canalones bien construidos no era una práctica muy difundida en el semiárido hasta una década atrás. Esto porque, además de ser una obra cara debido al elevado costo de los materiales empleados en su construcción, presentaba frecuentes problemas de rajaduras que después hacía inviable la inversión. Ese problema ha empezado a ser superado a partir de la iniciativa de Nel, un agricultor/ albañil del estado de Sergipe, que utilizó su creatividad para desarrollar un modelo de cisterna barato y durable. Basándose en los mismos principios empleados en las cisternas tradicionales, él modificó el proceso de construcción al emplear la tecnología del fierro-cemento. Además de hacer posible, con esta tecnología, la reducción del costo por unidad de una cisterna con capacidad de 15.000 litros, de US $ 690 a US $ 240, Nel consiguió perfeccionar el equipo al concebirlo en forma cilíndrica, eliminando los ángulos en las paredes verticales que se constituían en puntos frágiles por donde se iniciaban las frecuentes rajaduras y filtraciones.
Encuentro de los agricultores familiares de la cisterna de Lagoa Seca / Foto: P. Petersen
Después de examinadas, adaptadas y aprobadas, inicialmente en los estados de Sergipe y Bahía, las cisternas de placa continuaron difundiéndose entre los demás estados del Noreste por iniciativa de organizaciones de la sociedad civil. En el agreste de Paraíba las cisternas todavía eran una gran novedad en 1997, con apenas seis unidades experimentales construidas con el aporte de AS-PTA. Actualmente, con base en la proliferación de los sistemas de fondo rotativo solidario, ya se registran 1.380 unidades. De esa cantidad, 656 fueron construidas con recursos del resarcimiento de las familias que devolvieron el crédito del FRS. Esos datos evidencian el papel de los FRSs en la optimización de los recursos financieros empleados en las dinámicas locales de desarrollo. Además de movilizar recursos de contrapartida local en la forma de trabajo familiar y comunal-lo que reduce el costo por unidad de una cisterna en 30%- ese proceso permite ciclos subsiguientes de reinversión de los recursos con la devolución paulatina del capital originalmente empleado. Hasta hoy, el carácter rotativo del crédito ya ha permitido el incremento en 90% del número de familias beneficiarias de los recursos originalmente empleados. Si a esa cifra se le agregase el valor de la contrapartida local, alcanzamos el incremento de 172% en el número de familias beneficiadas. Esto significa que, en el caso que el programa fuera implementado por empresas de construcción civil contratadas por el estado, «en la mejor de las hipótesis», tendríamos un número de 506 cisternas construidas.
La experiencia con la gestión colectiva de recursos financieros ha sido sistematizada en el vídeo «Fondo Rotativo Solidario: una experiencia de vida y de organización comunal», que viene siendo un instrumento decisivo en el proceso de formación de nuevos grupos en las comunidades y municipios interesados en integrarse al P1MC en Paraíba. Hasta hoy el vídeo ha sido visto por más de 15.000 personas en las comunidades rurales del semiárido paraibano. Los estimados para este año 2003 son que con los recursos del P1MC, los FRS se expandan por todo el estado de Paraíba y beneficien inmediatamente a 3.770 familias. Con la devolución de los recursos otorgados a esas familias y con el incremento de nuevos recursos para el Programa, se espera que cada familia rural del semiárido paraibano construya su cisterna doméstica. Además, con la continuidad del FRS en aquellas comunidades en las cuales todas las familias son beneficiadas, tal como ya se verifica en algunas comunidades del agreste paraibano, los recursos serán reinvertidos en otros tipos de infraestructura descentralizada capaces de proveer niveles crecientes de seguridad hídrica en el medio rural.
Además de la multiplicación de los recursos materiales, esa iniciativa de las organizaciones paraibanas viene permitiendo el fortalecimiento de los vínculos de solidaridad entre familias en el medio rural, condición necesaria para el fortalecimiento de los mecanismos colectivos de defensa contra la sequía y para la convivencia con el semiárido.
Paulo Petersen y José Camêlo da Rocha
técnicos de AS-PTA
Rua da Candelaria Nº9 – 6º Andar, Centro
Rio de Janeiro, Brasil Email: paulo@aspta.org.br; ASPTA@aspta.org.br
Referencias
– Barbosa, E. M. Crítica ao modelo atual de desenvolvimento agrícola e à transição agroecológica no semiárido. In: Encontro Nacional de Agroecologia. Anais. Rio de Janeiro, AS-PTA/CTA-ZM/Fase, 2002. p.25-32
– Mattos, L.C. Manejo da água na parcela; possibilidades para a agricultura de sequeiro no semi-árido brasileiro. In: Alternativas; cadernos de agroecologia. Rio de Janeiro, AS-PTA, 1996.
– Petersen, P.; Silveira, L.; Almeida, P. Ecossistemas naturais e agroecossistemas tradicionais; uma analogia socialmente construída e una oportunidade para a conversão agroecológica. In: Silveira, L.; Petersen, P.; Sabourin, E. Agricultura familiar e agroecologia no Semi-Árido; avanços a partir do Agreste da Paraíba. Rio de Janeiro, AS-PTA, 2002. p.13-122
– Sidersky, P. e Silveira, L. Experimentar com agricultores; a experiência da AS-PTA na Paraíba. Recife, AS-PTA, 1998.