septiembre 2003, Volumen 19, Número 2
Usando todas las gotas de agua

Manejo del suelo en sabanas semiáridas

JOSEPH MWALLEY Y JOHAN ROCKSTRÖM | Página 7-9
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En el África subsahariana, el 40 por ciento de la tierra de cultivo está localizado en las sabanas semiáridas y las secas subhúmedas.

Estas áreas se caracterizan por la extrema variabilidad de la precipitación pluvial y la gran intensidad de las tormentas. La precipitación fluctúa entre los 400 y los 900 mm y se concentra en una breve estación lluviosa, que dura sólo de tres a cuatro meses, cuando todos los cultivos se hallan en crecimiento. Es en estos sistemas agrícolas que vive la mayoría de los agricultores de escasos recursos, y es aquí donde la cosecha de agua puede hacer una gran contribución al mejoramiento de los medios de subsistencia.

Sorprendentemente, a pesar de la frecuente escasez de agua, en la mayoría de los años existe agua en cantidad más que suficiente para producir un buen cultivo. El problema esque se pierden grandes volúmenes de agua a través de la evaporación del suelo, de la escorrentía superficial y la percolación profunda, debido a una combinación entre la lluvia tropical intensa y un mal manejo del suelo. Por el campo del agricultor pasa, sin contribuir al desarrollo del cultivo, un promedio de 70 a 85 por ciento del agua de lluvia. En los climas tropicales cálidos y secos el arado convencional -con el cual se voltea el suelo- contribuye fuertemente a la rápida pérdida de materia orgánica, compactación y formación de costras. La Agricultura de Conservación o Labranza de Conservación, puede ofrecer una oportunidad para revertir este proceso. Este artículo presenta experiencias de ensayos conducidos por agricultores con técnicas de Agricultura de Conservación en Tanzania.

Los sistemas agrícolas con mínima o ninguna labranza han sido adoptados a gran escala por los agricultores de América Latina, América del Norte y algunas partes de Asia. Estos sistemas dependen mucho del uso del ‘mulch’ o mantillo orgánico, que contribuye a mantener las capacidades del suelo para la infiltración y retención del agua. Pero esto requiere un medio ambiente que pueda mantener un crecimiento de biomasa considerable. En las sabanas semiáridas, simplemente no hay disponibilidad de biomasa para asegurar la aplicación de ‘mulch’ durante todo un año. En estas áreas, entonces, la Agricultura de Conservación adquiere un enfoque diferente. Aún más, la meta es minimizar la perturbación del suelo, pero los agricultores en lugar de aplicar una labranza mínima o no hacer ninguna (labranza cero), usan roturadores y arados subsoladores, lo que les permite abrir partes del suelo para la infiltración del agua de lluvia. En este contexto, la Agricultura de Conservación es un sistema de cosecha de agua que integra la conservación de este recurso y el mejoramiento del suelo.

Adaptación de la tecnología conducida por el agricultor

En el nordeste de Tanzania, en las sabanas semiáridas de los distritos de Arusha, Arumeru y Babati, décadas de arado han ocasionado una severa degradación de la tierra, y en algunos lugares, incluso, la desertificación de tierras anteriormente fértiles. Los agricultores comerciales de la región han adoptado prácticas de Agricultura de Conservación durante la última década, abandonando el arado de disco por arados de cincel tirados por tractor, con el fin de cosechar agua. Sin embargo, no han habido alternativas de labranza de conservación asequibles los pequeños agricultores. En 1998, el Programa Piloto de Conservación del Suelo y Agroforestería de Arusha (Soil Conservation and Agroforestry Pilot Programme Arusha – SCAPA) estableció una asociación entre agricultores y extensionistas para la introducción y adaptación de prácticas simples de Agricultura de Conservación de bajo costo, y para formar capacidades para ello.

Los agricultores se mostraban muy escépticos al inicio. El abandonar el arado, fundamento mismo de la labranza, era una idea completamente extraña que parecía ser muy drástica. Sin embargo, la crisis agraria que afrontaban los agricultores de esta zona hizo que fueran muy receptivos a nuevas ideas. Se realizaron reuniones con los agricultores para discutir el flujo del agua en la agricultura y las causas de la escorrentía, con énfasis particularen los efectos de la compactación del suelo y la disminución de la materia orgánica debidos al arado convencional y a la remoción de los residuos de cultivos.

Luego, se introdujo a los agricultores en los principios de la Agricultura de Conservación. Se hicieron demostraciones de nuevos implementos, incluyendo un roturador a tracción animal (ver Figura 1 y 2) y un arado subsolador. La Agricultura de Conservación fue explicada y discutida con los agricultores, señalando los impactos de ésta sobre la programación de las operaciones: el desyerbe, el manejo de la fertilidad, el ‘mulching’, los cultivos de cobertura, el manejo de plagas, la cosecha y el manejo post-cosecha.

Los agricultores quisieron probar si esta nueva práctica de labranza realmente funcionaba. Como resultado, diseñaron una serie de sistemas de producción con Agricultura de Conservación, para ser puestos a prueba. Se establecieron pequeñas porciones de terreno experimental en los campos de unas diez fincas, para allí probar tres sistemas principales de producción: (1) Agricultura de Conservación basada en la roturación a tracción animal usando, solamente el primer año, un arado subsolador en un suelo seriamente degradado; (2) Agricultura de Conservación basada en un sistema manual usando azadones de mano para cavar pequeños hoyos de siembra; y (3) el uso convencional del arado de vertedera tirado por animales (práctica usual de los agricultores).

Los agricultores estuvieron muy interesados en conocer el efecto de la mejora de la cosecha de agua a través de los cambios en las prácticas de labranza, así como también el de combinar la cosecha de agua con el manejo de la fertilidad del suelo, donde la Agricultura de Conservación permite una mejor aplicación del estiércol y los fertilizantes a lo largo de los surcos de siembra abiertos por el roturador. Para hacer esto los agricultores decidieron probar los dos sistemas de labranza: arado convencional y prácticas de Agricultura de Conservación, ambos con y sin aplicación de fertilizante.

Con el fin de investigar los efectos de un cultivo de cobertura, se agregó al experimento un ensayo de Agricultura de Conservación con Dolichos lablab, una planta leguminosa trepadora que es un cultivo de cobertura favorito entre los agricultores. Sus frutos, los frijoles dólicos o zarandajas, son vendidos en los mercados de Arusha. En las parcelas de demostración de la Agricultura de Conservación, las mujeres que participaban en los ensayos monitorearon la precipitación pluvial y documentaron las necesidades de trabajo. Debido a que la roturación requiere menos potencia animal de tracción, es posible la preparación de la tierra antes del comienzo de las lluvias; una circunstancia crítica en las regiones semiáridas donde el 25 por ciento de la lluvia de una estación puede caer durante las pocas primeras tormentas. Por esto, todos los sistemas de Agricultura de Conservación fueron sembrados en seco. En las líneas roturadas permanentemente para la siembra se aplicó estiércol y roca fosfórica, procesada localmente. El fertilizante nitrogenado, en baja cantidad (30 kg N/ha), se aplicó dos veces: la primera vez, antes de la siembra, y la segunda, como abonamiento superficial aplicado de cuatro a cinco semanas después del brote del cultivo.

El desyerbe es una preocupación principal en los sistemas de Agricultura de Conservación, en particular durante los primeros años. Sin arado para suprimir las malezas, su control se convirtió en un dilema para los agricultores. El control de malezas fue discutido extensamente y, al último, se acordó que la mejor solución era agregar un tercer desyerbe, al final de la estación, con el propósito de evitar que las semillas de las malezas caigan al suelo. Los agricultores no consideraron el uso de herbicidas, porque son muy costosos.

Los rendimientos y la productividad del agua se incrementan

En cada temporada los resultados de los rendimientos fueron discutidos y analizados con los agricultores. Los rendimientos fueron medidos según la cantidad de bolsas de 90 kg obtenidas por acre (1 acre = 0.40 hectárea), que es la medida de rendimiento mejor comprendida por los agricultores de la zona. Se compartieron experiencias y se hicieron adaptaciones a los ensayos. La práctica convencional del agricultor -solamente arardio por resultado un rendimiento promedio de 1,6 t/ha, lo que constituye un rendimiento superior al de 1 t/ha obtenida, generalmente, por los pequeños agricultores de la región. Sólo por la cosecha de agua posibilitada por la roturación, sin arado y sin manejo de los nutrientes del suelo, se obtuvo un un incremento de 60 por ciento en el rendimiento, con un promedio de 2,5 t/ ha. Aunque muy interesante, este rendimiento producido sólo por la cosecha de agua no fue el óptimo, pero cuando el manejo de la fertilidad del suelo estuvo asociado a la cosecha de agua se pudo experimentar el efecto total de la adopción de la Agricultura de Conservación, con un incremento del 240 por ciento en el rendimiento, alcanzando un promedio de 3,9 t/ha. Los agricultores se entusiasmaron mucho con el efecto sinérgico entre el manejo del agua y el de los nutrientes. La importancia de ambos factores fue demostrada claramente, por el hecho que atendiendo solamente la fertilidad del suelo el resultado fue un nivel de rendimiento casi similar (2,8 t/ha) al obtenido sólo con la cosecha de agua (2,5 t/ha).

Con los hoyos se obtuvo, aproximadamente, el mismo rendimiento promedio que el sistema a tracción animal (3,5 t/ ha). Para los agricultores, este fue el sistema preferido. La razón es que el cavado manual de hoyos es barato, no requiere bueyes o nuevos implementos y, sobre todo, les da a los agricultores el control total sobre el uso de insumos valiosos, tales como las semillas, el estiércol y los fertilizantes, en la medida que éstos pueden ser colocados cuidadosamente -a la profundidad perfecta- en cada hoyo de siembra. Los agricultores concuerdan, sin embargo, en que el sistema de formación de hoyos fue muy intensivo en mano de obra comparado con la roturación. En comparación con el arado convencional, la roturación significó un ahorro promedio de 50 por ciento de mano de obra.

Figura 1: El roturador ‘magoye’ a tracción animal, adherido al marco del arado normal usado por los agricultores / Más cultivos por cada gota

Para los agricultores es claro que el principal beneficio de la Agricultura de Conservación, tal como es practicada entre los agricultores experimentadores de Tanzania, proviene del incremento de la cantidad de agua que llega a la zona de la raíz del cultivo. Los agricultores manifiestan que no se observa escorrentía superficial en los campos roturados apropiadamente, mientras que aun en los campos terraceados (todos los ensayos se llevaron a cabo en campos con buenas medidas de conservación del suelo) con suelos arados se produce escorrentía. Para los agricultores, la Agricultura de Conservación se ha convertido en la respuesta a la preocupación común de «qué hacer como alternativa a las terrazas» dado que ellos reconocen que, a pesar de la adopción exitosa de esta medida de conservación del suelo, el impacto en los rendimientos ha sido poco.

El efecto de la cosecha de agua de lluvia de la Agricultura de Conservación puede ser cuantificado estimando la cantidad de cultivo producido por gota de agua. Sólo se producen 2,6 kg de granos por mm de lluvia en el sistema agrícola actual, basado en el arado y en un pobre manejo de la fertilidad del suelo, comparado con los 7,4 kg por mm de lluvia obtenidos a través del sistema de Agricultura de Conservación. Esto indica que la capacidad del cultivo para tomar agua del suelo se ha incrementado. También es probable que la evaporación del suelo haya disminuido como resultado de una mayor cobertura de cultivos.

Sensibilidad de género

La mejora en el rendimiento del cultivo y la cantidad de cultivos por cada gota de agua es importante, pero uno de los mayores beneficios de la Agricultura de Conservación es la mejora en la programación de las operaciones y los ahorros logrados en mano de obra. La roturación se realiza solamente a lo largo de las líneas permanentes de siembra, y el espacio de 80 cm entre las hileras se deja sin intervenir. Esto se traduce en una gran reducción de la cantidad de tracción requerida. La roturación también permite la preparación de la tierra fuera de estación. La práctica actual es que los agricultores esperen a que el suelo esté húmedo antes de arar. En esencia, esto significa que toda el agua de las primeras lluvias se pierda a través de la evaporación, y que el arado se haga en un suelo mojado, lo cual agudiza el problema de la compactación. Al mismo tiempo, esta práctica golpea duramente a los hogares encabezados por mujeres y agobiados por la pobreza, en la medida que estas agricultoras no tienen su propio buey, sino que recurren a sus vecinos para poder arar. El arado es llevado a cabo después que el propietario del buey ha terminado de arar, lo cual ya puede ser muy tarde. Por lo tanto, los cultivos de estas mujeres agricultoras empiezan muy tarde. La roturación cambia las cosas por completo.

Ahora las agricultoras pueden prestarse un buey durante la estación seca, y preparar la tierra mucho antes de que lleguen las lluvias. La siembra de la semilla adelantará de manera importante el inicio del cultivo, lo cual puede significar la diferencia entre el fracaso total del cultivo y el logro de una cosecha. A medida que se incrementa rápidamente el número de hogares encabezados por mujeres debido al VIH pandémico (Virus de Inmunodeficiencia Humana), esto significa una importante mejora en las prácticas agrícolas.

Sostenibilidad

Los casos de Tanzania descritos arriba, muestran que la Agricultura de Conservación es una estrategia de cosecha de agua muy importante en los esfuerzos por actualizar los sistemas agrícolas de secano semiárido. También entre los pequeños agricultores del distrito de Babati, al sur de Arusha, el uso del arado de cincel tirado por tractor, ha mostrado un incremento progresivo de los niveles de rendimiento y un mejoramiento en la cosecha de agua de lluvia en la última década. En Kenia y Zambia, paises vecinos de Tanzania, se han registrado experiencias similares.

El reto a largo plazo es elevar la calidad del suelo a través de una labranza sabia combinada con el manejo apropiado de los cultivos de cobertura y el ‘mulching’. En la actualidad, los agricultores de las sabanas semiáridas del África subsahariana tienen grandes dificultades para asegurar una cobertura de ‘mulch’, debido al efecto combinado de una alta competencia por los residuos de la cosecha, el pastoreo libre post-cosecha y el uso de los residuos como combustible y material de construcción, y otras causas inherentes a este ecosistema como son la baja producción de biomasa, la larga duración de las estaciones secas -hasta ocho meses sin lluviay la proliferación de termitas. Aún así, es absolutamente necesario tratar de incorporar al sistema un cultivo de cobertura (preferentemente una leguminosa), con el fin de asegurar una construcción progresiva de las propiedades del suelo. El ‘mulch’ también es la clave para eliminar las malezas y conservar la humedad. La infestación de malezas es una de las mayores preocupaciones señaladas por los agricultores. Se han introducido cultivadores tirados por animales para el desyerbe y trabajan bien, pero son costosos. Hasta ahora, parece claro que será necesario un desyerbe persistente durante los primeros tres a cuatro años con el fin de reducir progresivamente la infestación de malezas.

La Agricultura de Conservación es mucho más que un simple cambio de implementos. El abandono del arado cambia todos los componentes del sistema agrícola. Esta es la razón por la que se requiere un enfoque de sistemas, en el que todos los aspectos del agua, suelo y cultivo sean atendidos. Los agricultores y los extensionistas necesitan construir las capacidades que permitan tratar las implicancias de un cambio total, desde la actual labranza -basada en el arado convencional- hasta la Agricultura de Conservación. Debe darse un énfasis particular a la capacitación de las mujeres, en la medida que la mayoría de los aspectos de manejo críticos de una Agricultura de Conservación exitosa se relacionan con la oportuna realización de operaciones tales como el desyerbe, el manejo de la fertilidad del suelo y el manejo post-cosecha de los residuos; tareas mayormente ejecutadas por las mujeres. La labranza es importante, pero es un paso relativamente pequeño. Sin embargo, debería notarse que se necesita un esfuerzo serio para entrenar al buey para que camine en línea recta durante la roturación. La roturación es realizada con un yugo más amplio que el del arado ordinario con el fin de asegurar un espaciamiento entre líneas de 75 a 80 cm, lo cual significa que el buey no tiene un surco a seguir o un buey vecino en el que apoyarse.

Los roturadores y sub-soladores son nuevos implementos que no se consiguen fácilmente en el mercado. Los agricultores de escasos recursos necesitan no sólo acceder a implementos de buena calidad, sino que también éstos estén a su alcance. Actualmente, esto constituye un cuello de botella, aunque existen buenas señales de progreso.

Figura 2: Bueyes llevando a cabo la roturación.

En Kenia, los ‘jua-kali’, fabricantes locales de implementos agrícolas, han sido capacitados para producir equipamiento para las necesidades de la Agricultura de Conservación. En Tanzania y Zambia existen varios talleres produciendo implementos con propósitos comerciales. Tanto en Kenia como en Uganda, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha apoyado recientemente dos Proyectos de Cooperación Técnica para promover la fabricación de implementos y alentar las prácticas de la Agricultura de Conservación. Estos son desarrollos prometedores, que podrían convertirse en los pasos iniciales de una revolución agrícola para los pequeños agricultores del África sub-sahariana, y quizás un desarrollo importante de la cosecha de agua en sabanas propensas a la sequía.

Joseph Mwalley y Johan Rockström

Joseph Mwalley
Department of Agriculture, Mechanisation Unit, PO Box 3163, Arusha, Tanzania.

Johan Rockström
WaterNet, University of Zimbabwe, PO Box MP 600,

Harare, Zimbabwe.
Email: rockstrom@eng.uz.ac.zw

Referencias
– Benites, J., Vaneph, S., y Bot, A., 2002. Conservation Agriculture: Planting concepts and harvesting good results. LEISA Magazine 18.3, p.6-14.
– Rockström, J., Kaumbutho, P., Mwalley, P., Temesgen, M., 2001. Conservation farming among small-holder farmers in E. and S. Africa: Adapting andadopting innovate land management options. In: Conservation Agriculture, a worldwide challenge. En: L., Garcia-Torres, J. Benites, A.
– Martínez-Vilela (eds.), First World Congress on Conservation Agriculture, Volume 1: Keynote Contribution, 39: 363-374, FAO, Roma, Italia.
– Rockström, J. y Jonsson, L.O., 1999. Conservation tillage system for dryland farming: On-farm research and extension experiences. Artículo presentado en la Conferencia Nacional de Manejo de Tierra y Agua KARI, Nairobi, 15-18 de noviembre, 1999.
– Tiffen, M., Mortimore, M. y Gichuki, F., 1994. More people, Less Erosion – Environmental recovery in Kenya. ACTSPRESS, African Centre for Technology Studies, Nairobi, Kenia, p.301.

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