junio 2003, Volumen 19, Número 1
Aprendiendo con las ECAs

Escuelas de Campo de Agricultores

STEPHEN SHERWOOD | Página 4-5
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En América Latina, el paradigma predominante para el mejoramiento de la producción agrícola se ha centrado en manipular organismos (el cultivo y sus plagas) a través de tecnologías (fertilizantes sintéticos y plaguicidas), en lugar de explotar las numerosas oportunidades y complementariedades biológicas que existen entre los organismos dentro de un sistema ecológico.

Numerosos estudios han mostrado que la consecuencia más seria de la dependencia creciente de insumos sintéticos en la agricultura puede ser el deterioro de la salud humana de los productores, tanto como la perturbación ecológica que interrumpe mecanismos naturales de manejo de plagas y fertilidad de suelos.
Como argumenta el agroecólogo y actual presidente de la Fundación Rockefeller, Gordon Conway, la próxima revolución verde necesitará producir más alimentos que la primera, pero, además, tendrá que ser más «verde». Es decir, que sus métodos tendrán que conservar el medioambiente y la salud humana, integrando una perspectiva agroecológica y tecnologías biológicas al sistema actual de dependencia de insumos externos y tecnologías abióticas. El fin ultimo de las Escuelas de Campo de Agricultores, conocidas simplemente por sus siglas ECAs, es contribuir al cambio en tal dirección.

Dado que los recursos como el suelo y el agua son cada vez más escasos, el incremento en la producción tendrá que venir del mejoramiento en la productividad. La tierra adicional que se incorpora a la producción es, por lo general, de menor calidad y presenta mayores riesgos de degradación que la actualmente cultivada. También, se continúa perdiendo tierra cultivable debido a la erosión y al crecimiento de las poblaciones urbanas, entre otros factores. Además, en el futuro existirá una mayor competencia por el acceso al agua de buena calidad, que al igual que en el caso del suelo se prevé una disminución continua en su calidad. En consecuencia, el crecimiento de la producción agrícola tendrá que ocurrir en una base más pequeña y más vulnerable de recursos naturales. Así, la intensificación y la sostenibilidad necesitan ser imperativos para el futuro.

Por otro lado, los agricultores necesitan acceso a mercados más competitivos y de alto valor. Para poder responder a las demandas de volumen y calidad de estos mercados, los pequeños productores tendrán que organizarse para, en forma conjunta, lograr la comercialización de su producción a mayor escala. El sector rural de la región necesita una fuerte inversión socio tecnológica para ayudar a las comunidades a desarrollar sus capacidades productivas en forma sostenible y ganar acceso a los mercados de alto valor en cada país.

Esperanza para el futuro

Debido a las enormes exigencias del campo, los agricultores han mostrado ser innovadores muy capaces. A través de siglos de prueba y error, domesticaron plantas y desarrollaron sistemas de cultivo que permitieron el crecimiento de poblaciones y el desarrollo de las sociedades sofisticadas de hoy. El mero hecho de su sobrevivencia bajo condiciones tan difíciles muestra esta tremenda capacidad. A pesar de los logros históricos de los agricultores de pequeña escala, generalmente ellos desconocen detalles sobre su agricultura, como por ejemplo, la existencia de microorganismos o las diversas funciones ecológicas de los insectos. Este desconocimiento limita su capacidad de manejar las ecologías de sus fincas a su favor y lograr sus objetivos de producción.
Los agricultores no desarrollaron conocimientos en estas áreas por diversas razones. Una de ellas es que muchos organismos son pequeños o altamente motiles, características que hacen su observación difícil, si no imposible sin la ayuda de tecnologías sofisticadas como los microscopios. Además, debido al limitado impacto de la agricultura tradicional sobre los ecosistemas, anteriormente no fue necesario manejar tantos detalles sobre la biología o la ecología para sobrevivir. No obstante, el crecimiento de poblaciones humanas y la asociada perturbación de los ecosistemas han cambiado esta situación. Como resultado, hoy en día los agricultores tienen que lograr una intensificación sin precedentes de sus sistemas.

Escuelas de Campo de Agricultores

La metodología de las ECAs nació en el sureste de Asia en los años 80; con más de un millón de agricultores participantes, ha llegado a fortalecer diversos movimientos locales de desarrollo rural en África y América Latina. Desde 1999, se han capacitado en la metodología más de 300 facilitadores provenientes de varios países de América Latina, quienes hasta la fecha han conducido más de mil ECAs. Como resultado, la metodología está comenzando a fortalecer los movimientos de Campesino a Campesino en Centro y Sur América, y está complementando las iniciativas de Desarrollo Participativo de Tecnologías. No obstante, existen muchos obstáculos que enfrentar para lograr aprovechar el potencial de la metodología.

Las ECAs se centran en temas prioritarios de aprendizaje sobre aspectos productivos y ambientales y aplican un diseño probado de educación noformal de adultos: el aprendizaje por descubrimiento. Proveen una nueva plataforma de interacción entre las instituciones de ciencia y desarrollo y la práctica de la agricultura, donde ofrecen mejorar tanto el diseño de las capacitaciones como su relevancia en el contexto local. Debido a su orientación sumamente práctica, la metodología se presta a sistemas de capacitación facilitados por los mismos agricultores. Además, como proceso grupal de aprendizaje y acción, la metodología se presta a fortalecer las capacidades organizativas.

En América Latina, la metodología de las ECAs ha sido aplicada a diversos temas y contextos, desde el cultivo de fríjol, maíz, granos andinos, papa y diversas hortalizas, hasta el mejoramiento de pastos y el manejo de animales menores y mayores. Los temas técnicos comunes a las ECAs han sido: el manejo ecológico de suelos, el mejoramiento de germoplasma, el manejo de plagas y la comercialización y mercadeo de productos.
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En el primer artículo, Kevin Gallagher (página 6), quien ha trabajado con ECAs desde su inicio en el sureste de Asia, nos introduce a la metodología. Según Gallagher, la metodología no es particularmente difícil o misteriosa, pero sí tiene un fin muy claro: el empoderamiento de los participantes a través de la educación en conceptos y habilidades. En consecuencia, las ECAs demandan un ambiente de empoderamiento donde los participantes determinan los contenidos y controlan los procesos de aprendizaje y acción.

De hecho, muchos de los problemas que estamos enfrentando con el desarrollo endógeno se centran en la institucionalidad y profesionalismo de hoy en día. La institucionalidad de hoy emergió de una época cuando concebíamos el desarrollo como una cuestión de falta de tecnología y cuando pensábamos que, siendo agentes externos a la comunidad, podíamos preplanificar y diseñar las intervenciones. La experiencia nos ha enseñado que la inclusión de actores locales, y su liderazgo creciente, en el diseño y ejecución de proyectos fueron esenciales para el logro de cambios relevantes y sostenibles en la satisfacción de sus necesidades. Como resultado, surge la demanda de reorganizarnos y ajustar nuestro papel como trabajadores del desarrollo.Alfredo Malarin (página 25), quien coordina una iniciativa nacional de la FAO en Perú, comparte los retos de institucionalizar la metodología de ECAs a través de la diversidad de organizaciones públicas y no públicas involucradas en la educación del MIP en el país. Él concluye que las organizaciones necesitan superar las barreras de su administración y sostiene que, en vez de preocuparse por la eficiencia de entregar servicios, deberían centrarse más en la calidad de la capacitación.

Un Día de Campo en Chimborazo, agricultores discuten la sintomatología de los daños causados por plagas insectiles y enfermedades / Foto: Stephen Sherwood

La metodología ha sido aplicada en diversos contextos, culturales y sociales. Este número de LEISA incluye contribuciones de varios países de América Latina. Myriam Paredes (página 28), resume sus estudios sobre la composición social de las ECAs en el norte de Ecuador y presenta un argumento para una mayor atención a las distintas demandas de cada grupo. Hasta la fecha, en América Latina no hemos realizado ECAs enfocadas específicamente en los asuntos de género, pero en este número hemos incluido una traducción del artículo sobre la experiencia de Manssur Fakih en Indonesia (página 30).

Diversas organizaciones de educación e investigación han adaptado la metodología de las ECAs para lograr sus fines de generación de conocimientos de tecnologías, incluyendo la Escuela Agrícola Panamericana (Zamorano) en Honduras, CORPOICA en Colombia, INIAP en Ecuador y PROINPA en Bolivia. El Centro Internacional de la Papa (CIP) y la FAO han jugado un papel central en el desarrollo del currículo y la capacitación de los capacitadores.

De acuerdo con la experiencia del INIAP y el CIP en Ecuador, un artículo por Manuel Pumisacho e Iván Reinoso (página 22) presenta cómo las metodologías participativas pueden permitir una transformación de la modalidad de trabajo de los centros de investigación, bajo las condiciones de descentralización de los gobiernos hacia las provincias y la privatización de los servicios públicos. Compañeros de la Fundación PROINPA en Bolivia presentan sus diversas experiencias con las ECAs y otras metodologías similares, como los Comités de Investigación Agrícola Local (CIALs) y minitalleres para la generación de ideas y prácticas útiles para el mejoramiento agrícola. En los últimos años han rediseñado su modalidad de interacción con productores y han logrado nuevos arreglos con los gobiernos locales, bajo las normas de las políticas nuevas de participación popular en el país. De igual forma, Carlos Cerna y César Porras presentan una experiencia similar en Perú.

Kim Groeneweg y Jorge ChavezTafur, de Perú (página 67), así como Ross Mary Borja (página 64), de Ecuador, comparten sus experiencias con las dificultades de establecer sistemas de monitoreo y evaluación de ECAs. Colegas del INIAP en Ecuador y CORPOICA en Colombia comparten sus estudios sobre el impacto inmediato de las ECAs en zonas donde el uso de agroquímicos es alto, donde los agricultores han identificado cómo reducir el uso de insumos externos a la mitad sin afectar su productividad.
Al final, Graham Thiele y Stephen Sherwood (página 80), quienes regularmente asisten y hacen el seguimiento de las ECAs en los diferentes países andinos y centroamericanos, comparten sus lecciones y dan opiniones para asegurar que esta metodología promisoria supere los obstáculos institucionales y posibilite un nuevo enfoque de desarrollo agrícola centrado más en los productores. Y aquí recordamos el propósito último de las ECAs: la facilitación de los procesos de aprendizaje y acción, cada vez más dirigidos por los agricultores mismos. Los autores enfatizan en la necesidad de considerar el nuevo papel de los técnicos y especialistas, tanto como la demanda para un nuevo profesionalismo y organización de las instituciones de apoyo. Hacen un llamado para un movimiento multi-institucional centrado en hacer caminar las ECAs y otras metodologías similares.

Stephen Sherwood
Editor invitado

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