de especímenes de fauna, flora o microbiota, que afectan a las cadenas tróficas en sus diversos niveles, con la suficiente eficacia como para inducir desequilibrios drásticos en bosques, ríos, etc. Asimismo, al eliminar especies benéficas, estos productos externos y artificiales afectan la propia producción agrícola, con el incremento de plagas por ejemplo, generando un círculo vicioso donde la empresa productora de insumos químicos es la gran beneficiaria.Basándonos en lo anterior, podemos decir que es clara la contradicción existente entre el control químico y la conservación de la biodiversidad, lo cual incluye la disminución de posibilidades del control biológico por dos razones:
• El uso de agentes agrotóxicos determina la desaparición de enemigos o depredadores naturales locales de las plagas, pero afecta también la existencia de nichos adecuados para la reproducción de biocontroladores.
• Al disminuir la biodiversidad se incrementa la posibilidad de eliminar parientes silvestres de las especies en cultivo, extinguiéndose con ello las perspectivas de mejoramiento genético asociado a la resistencia a plagas o a factores climáticos.
Es fácil apreciar que la conservación de la biodiversidad favorece ampliamente los procesos de control biológico. Para resaltar este hecho es preciso recalcar que habrá mejor posibilidad de encontrar a los depredadores locales, en tanto y en cuanto existan los nichos ecológicos.
La relación natural entre huésped y parásito permite plantear las bases fundamentales del Control Biológico y, por lo tanto, la conservación de la biodiversidad. Asimismo, plantea como un hecho aceptado que, a mayor diversidad, mayor posibilidad de establecer equilibrio en menor lapso de tiempo. En este marco se da una relación armónica en el Control Biológico, como elemento fundamental de la conservación de la biodiversidad.
Control biológico y transgénesis
La afirmación anterior plantea el camino que la propia naturaleza nos ha señalado siempre; sin embargo a partir de los años ochenta, a pesar de que en muchos países desarrollados se admitía el control biológico como un método efectivo y sin riesgos para la salud humana, la industria de agroquímicos realizaba importantes inversiones en el campo de la biotecnología, con el propósito de llevar a cabo la manipulación genética de organismos con fines concretos.
Estos fines concretos fueron los siguientes: Incorporación en la información genética de un organismo vegetal, otro gen y/o genes similares de otro organismo animal, bacteria o virus. Es decir, que en la información genética de una planta, se le incorpora un gen de otro organismo, otorgándole un nuevo rasgo deseado, el mismo que puede ser por ejemplo, el de resistencia a una plaga, herbicida, enfermedad, etc.; o que pueda durar más tiempo luego de la cosecha y mantenga sus niveles de proteínas, etc.
Los riesgos presentes
Sin embargo, la aparente panacea de los organismos transgénicos plantea serios riesgos para el medio ambiente, la biodiversidad y el ser humano:
• No se garantizaría el debido control para evitar que los cultivos transgénicos, sembrados en campo abierto, se crucen con otras variedades silvestres, generando desequilibrios al desplazar a otras variedades del ecosistema, disminuyendo la biodiversidad.
• Aparición de alergias a proteínas extrañas (insectos que no forman parte de la dieta humana: escorpiones, mariposas, bacterias, etc.) que el organismo humano rechazaría porque nunca formaron parte de la dieta humana.
«Un organismo es como una tela de araña. Todos sus hilos vibran, y por tanto la tela entera, al tocarse un solo punto. Lo mismo ocurre con el genoma humano; un gen o una proteína no funcionan de forma aislada, sino que se incluyen mutuamente. Como consecuencia, la alteración de un gen -su mutación- no tiene consecuencias sobre un único órgano o tejido, sino que repercute globalmente en todo el organismo» (Miguel Beato: Director del Instituto de Biología Molecular de Marburgo).
• Los cultivos tradicionales pueden entrar en desuso y acelerar la erosión genética, ya que los genes se pueden transferir horizontalmente, –virus que pasan sus características transgénicas a otras especies– pudiéndose generar patógenos no conocidos.
Los riesgos presentes
El 12 de febrero de este año apareció la primera evidencia tentativa de daños a la salud por alimentos GM. A partir de 1996, el Dr. Arpad Pusztai, del Instituto de Investigaciones Rowett en Aberdeen, Escocia, alimenta a ratas con papas modificadas genéticamente, observando atrofia en el crecimiento y daños al sistema inmunológico, incluyendo lesiones en varios órganos importantes (riñones, bazo, timo y estómago). El Dr. Pusztai es un veterano científico del Instituto Rowett y realiza investigaciones en ese instituto desde hace 35 años, tiempo durante el cual publicó 270 artículos científicos.
Por su parte, Monsanto (la empresa líder en cultivos transgénicos), ha admitido que nadie sabe -o puede saber- qué sucederá cuando se coloquen organismos modificados por ingeniería genética directamente en la cadena alimenticia humana y sean liberados en el ambiente natural, como es el caso de los cultivos modificados genéticamente.
El avance de la biotecnología en la última década ha estado orientado fundamentalmente hacia los cultivos comerciales, lo que supone impactos en el medio ambiente. Este aspecto representa una justificada preocupación pública por las repercusiones sociales que podría tener en la seguridad y la salud de las personas, mucho más si tomamos en cuenta que en los últimos veinte años se han liberado OGM en el medio ambiente. Sólo en la década de los noventa se reportaron 246 liberaciones de organismos vivos genéticamente modificados. Obviamente, estas liberaciones están asociadas a la agricultura, la industria y a la medicina humana y veterinaria (J. Rodríguez: Aspectos éticos y sociales de la biotecnología; Cuba: 1999).
Consecuencias
Las consecuencias son previsibles y podrían ser muy graves. Por eso en Gran Bretaña, por ejemplo, Confianza Nacional (National Trust), organización responsable de la protección del Patrimonio Nacional, se pronunció por la moratoria de la comercialización de alimentos GM, los mismos que son producidos en 700 granjas.
Asimismo, una cadena de supermercados excluyó de sus stocks, los productos GM y anunció que eliminaría todos los productos transgénicos de sus 136 cafeterías y restaurantes, así como de sus 127 tiendas. Medidas como éstas se vienen dando en muchos países de Europa y América Latina.
Pero, ¿qué ocurre en Bolivia? Es sabido que una de las empresas líderes en la manipulación genética de semillas, Monsanto, está probando la semilla de soya transgénica RR y algodón (Bt). Asimismo, el Gobierno boliviano autorizó, a la Fundación PROINPA, la realización de experimentos con papa transgénica bajo el pretexto de controlar, mediante estos cultivos el ataque de plagas, como el Premnotrypes sp. (gorgojo de los Andes), Nacobus aberrans y Meloydogine (nematodos), Epitrix y Epicauta. Sin embargo, es preciso que la opinión pública conozca los riesgos que implica la introducción de estos cultivos, aunque sea en forma experimental; mucho más si se carece de parámetros científicos y de capacidades institucionales para evaluar, supervisar, reglamentar y controlarlos. No olvidemos que esta clase de biotecnología podría provocar modificaciones radicales en la naturaleza.
Los recursos genéticos representan una gran riqueza acumulada por generaciones de campesinos e indígenas en Bolivia. En el caso de la papa, Bolivia, junto con Perú y Ecuador tiene un gran potencial y diversidad, por lo que la introducción de cultivos GM dará lugar a una erosión genética sin precedentes. Los recursos genéticos de Bolivia son utilizados en la actualidad como materia prima en la industria biotecnológica, y muchos se exportan del país ilegalmente, con la venia de los Centros de Investigación privados, ONGs conservacionistas, etc., como es el caso de la pretendida colecta de maní silvestre que pretende realizar el Departamento de Agricultura de los EEUU en varias zonas de Bolivia contando, para ello, con la autorización del Gobierno y la “comedida ayuda” de una ONG «conservacionista». Esto provocará que, en el futuro, se venda a nuestros agricultores OGM potencialmente peligrosos para el medio ambiente, la salud humana y la economía boliviana.
Una alternativa al desastre
El Control Biológico representa una alternativa concreta al uso de los organismos manipulados genéticamente, porque rescata y fortalece el equilibrio ecológico que existía antes del uso de agroquímicos. Felizmente esta alternativa existe en Bolivia y está siendo utilizada con mucho éxito por más de 1.400 agricultores, pequeños y medianos, y por medianas empresas que exportan productos ecológicos.
Los hongos entomopatógenos pueden causar daño a los insectos, en cualquier estadio de desarrollo, al ser ingeridos por éstos o al entrar en contacto con la cutícula, cuando las esporas inician su proceso de germinación, en condiciones específicas de temperatura y humedad. Durante la germinación del hongo, dentro del insecto se producen enzimas que destruyen la pared celular y matan al insecto por daño mecánico.
Bajo este principio, los biorreguladores reproducidos por PROBIOMA, como su nombre lo indica, regulan las poblaciones de insectos considerados plaga. Es decir, no aniquilan a toda la población de insectos plaga, sino que permiten regular el desequilibrio de la microfauna, dando lugar al establecimiento de la fauna benéfica. En las parcelas de agricultores campesinos, que están aplicando el control biológico desde hace dos años, se han podido comprobar los siguientes impactos:
• Reducción gradual de la aplicación de los biorreguladores, debido a que se ha establecido el inóculo benéfico de dichos biorreguladores en el área.
• Aparición de otros biorreguladores (crisopas, mariquitas, avispas metálicas, etc.) que permiten el establecimiento gradual del control natural.
• En las parcelas donde se dejaron de aplicar los biorreguladores, especialmente los hongos micoparasíticos, se ha comprobado que el inóculo permanece activo después de nueve meses.
Estos impactos están demostrando el gran aporte que significa esta iniciativa, que desde ningún punto de vista significa dependencia, sino que por el contrario coadyuva a romper el grado de dependencia de los agroquímicos y los transgénicos, mediante el fortalecimiento y multiplicación de la fauna benéfica que permite el control natural de las plagas.
Esta iniciativa es ejecutada por PROBIOMA, una institución privada de desarrollo social que cuenta con un centro de investigación, diagnóstico y producción de biorreguladores. Estos productos, en un número de más de 75 líneas, son biocontroladores de más de 40 plagas y 8 enfermedades, en más de 45 cultivos agrícolas. Dichos biorreguladores no han sido manipulados genéticamente, sino que han sido descubiertos en la naturaleza y han pasado por un proceso de reproducción y formulación orgánica que permite su reinserción en la naturaleza, a fin de reestablecer el equilibrio ecológico.
En el caso de la papa, PROBIOMA ya tiene probados biorreguladores nativos (hongos entomopatógenos, micoparasíticos y nematodos entomopatógenos), que son capaces de controlar biológicamente las plagas. Para los casos de la soya y el algodón, podemos afirmar lo mismo.
Los biorreguladores, que son inocuos para la salud del hombre y los animales, están siendo aplicados masivamente por los agricultores de varias zonas de Santa Cruz y en varias regiones de Bolivia. Estos bioreguladores han pasado por un proceso de evaluación, por parte del Instituto Nacional de Salud Ocupacional (INSO), que ha demostrado su inocuidad. Asimismo, en las pruebas de eficiencia de campo los resultados alcanzados, de acuerdo a las fórmulas y evaluación de las aplicaciones realizadas, demostraron una eficiencia del 75 al 95%.
A pesar que esta iniciativa significa para Bolivia un paso muy importante en esta tecnología, la difusión ha sido escasa frente a la gran importancia que tiene, por significar una real alternativa al alto grado de dependencia a insumos externos que, como el caso de los cultivos transgénicos, traerá aparejado graves consecuencias para los valiosos recursos genéticos de Bolivia.
Miguel Angel Crespo-PROBIOMA
Referencias bibliográficas
Pruebas de eficiencia de campo: Verticillium lecanii, Tricoderma sp., Beauveria bassiana, Metarhizium anisoplae, Heterorhabditis bacteriophora; Villarroel, D. – PROBIOMA: Santa Cruz, Bolivia 1998.
Villarroel, D, 1997, Manejo de Plagas. Tomo I. Cadia/Bilance. Cochabamba, Bolivia. Carvajal S. R. 1998, Uso y Manejo de la Biodiversidad, PROBIOMA, Santa Cruz- Bolivia.
Carvajal S.R. 1998, Biorreguladores y Biodiversidad, , PROBIOMA, Santa Cruz- Bolivia