octubre 2001, Volumen 17, Número 2
¿Globalizarse o localizarse?

Pérdida de lo local y fantasmas de lo global

A.R. VASAVI | Página 19-20
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Campesinos suicidándose, grupos cada vez mayores de gente emigrando a las ciudades, agricultores furiosos destruyendo frutas y hortalizas, peleas en los mercados de granos a medida que los precios colapsan, el trauma de la venta de tierras: esto y más son testimonios de la pérdida de lo local y del espectro de lo global en el sector agrario de la India.

“Semillas híbridas, cultivos híbridos... hasta los niños se vuelven híbridos”, dice una anciana / Foto: AV Vasavi

Mientras que se vincula la pérdida de lo local a la pérdida del conocimiento local y de las estructuras que apoyan el aparato social, el espectro de lo global se presenta como la subordinación de la agricultura local al mercado global y a las recetas institucionales, con la consiguiente pérdida de autonomía y de los medios de subsistencia.

Lo local es subvaluado y erradicado

La apertura de la agricultura de la India al capital y mercado globales representa no sólo un cambio de la política de autosuficiencia agrícola a una de integración al mercado, sino también un cambio sustancial en las relaciones entre la naturaleza y los seres humanos y entre los mismos humanos. Según el discurso de la Organización Mundial del Comercio que propicia que el país se vuelva competitivo y atractivo en la arena global, la nueva agenda agrícola ignora no solamente a las fuerzas locales, sino también sus necesidades y requerimientos. Como muchos académicos han observado, la agricultura en la India está siendo perjudicada más por el injusto sistema de acceso y derechos a los recursos que por la falta de conocimiento o de capacidad. Sin embargo, desde que se impuso la agenda de liberalización económica se han descuidado todas las políticas destinadas a enfrentar los problemas de la distribución desigual de los recursos, incluyendo cualquier tipo de reforma agraria. En cambio, el conjunto de conocimientos agroecológicos locales es identificado como una fuente de problemas y se busca erradicarlo. Además, el Estado, que hasta ahora ha sido un actor crucial para el reordenamiento de la agricultura, se está retirando parcialmente del sector, permitiendo entonces que las emergentes agencias nacionales e internacionales de agronegocios se conviertan en los principales actores. Actualmente, en muchas aldeas y en el campo los agentes de las compañías de agronegocios tienen mayor presencia e influencia que los trabajadores estatales.

Incremento del dominio de la agroindustria

Aprovechando su capital y capacidades en comercialización, las corporaciones transnacionales de agronegocios buscan maximizar los bajos costos de mano de obra y de la producción agrícola eco-específica, mientras que, simultáneamente, conservan las relaciones precapitalistas que tenían con relación a la producción y a las condiciones de trabajo. Un ejemplo es el establecimiento de las fincas de semillas por contrato en ciertas áreas tales como Haveri y Ranibennur en Karnataka. Las condiciones de producción que se asemejan a las de una fábrica han reemplazado las prácticas ecológicas, pero se han conservado los patrones de tenencia de tierra y de mano de obra. Las fincas están bajo contrato en términos inflexibles, en los cuales las compañías estipulan qué y cuánto cultiva cada agricultor contratado, lo que significa que pierden el control sobre su producción. No se trata solamente de cultivos de variedades de alto rendimiento; la agricultura por contrato articula el dominio de las finanzas, mercados y conocimientos metodológicos (‘know-how’) internacionales, por encima de la base económica, social y ecológica de la agricultura local.

Pérdida de la base cultural y del control

Dicha integración a los regímenes del agronegocio y la biotecnología, intensa y significativa, implica no solamente la pérdida del conocimiento colectivo, eco-específico, sino también la destrucción de las bases locales y culturales de la agricultura. Muestra elocuente de tales cambios son la pérdida de veneración por la naturaleza, la separación de la agricultura de la ecología, la devaluación del conocimiento local y un nuevo orden en las relaciones sociales y orientaciones culturales de la gente. Cada uno de estos elementos está siendo influenciado por una nueva presencia de las agencias del agronegocio global, que refuerza la individualización de la agricultura iniciada por la agricultura moderna. Individualmente los agricultores interactúan con los agentes del agronegocio global, después de competir entre ellos por el acceso a la información, por insumos y por asegurar sus ventas. También, como lo observa Lewontin (1998), la agricultura por contrato basada en las nuevas biotecnologías, convierte a los agricultores en asalariados, una tendencia que agrava la pauperización actual de los medianos y pequeños productores.

Desintegración de lo colectivo y pérdida de autonomía

Los regímenes agrícolas basados en la biotecnología y promovidos por los agronegocios globales conducen a una integración vertical de insumos y productos en los procesos de producción agrícola (Lewontin, 1998). Esa integración vertical (por medio de la cual la agencia vende los insumos y también compra la producción) en este nivel, se compatibiliza y alinea con la desintegración de la orientación local y colectiva de la agricultura, y con la pérdida de autonomía en los procesos de producción. Las nuevas variedades de semillas acortan los ciclos de producción e incrementan la productividad, pero niegan a los agricultores la capacidad y el derecho de reproducir las semillas. Se debe obtener el conocimiento y el ‘know-how’ de fuentesexternas, con frecuencia junto con otros insumos de fertilizantes, plaguicidas y tecnología. A medida que las compañías del agronegocio ganan control absoluto sobre el proceso de producción, los Estados y los países en desarrollo, especialmente, tienen menos control sobre dichas decisiones y pierden el derecho de procesar democráticamente esas políticas. Esto ha sido particularmente observado dentro del contexto de la promoción de las nuevas biotecnologías, incluyendo Cultivos Genéticamente Modificados (CGMs). En algunas partes de la India no se debaten en público las políticas para usar y promocionar semillas CGMs y no se advierte a la gente de cualquier peligro que pudiese haber en esos programas.

Espera de altos réditos que termina en suicidios

Sin embargo, los agricultores son atraídos a dichos programas porque las agencias de la agroindustria publicitan un fácil acceso a una buena vida. Una cultura cada vez más orientada al consumismo los induce a entrar en esquemas que generan altos ingresos. Esperando altas rentas en poco tiempo, los agricultores se someten a esas agendas sin saber o sabiendo poco de las caídas del mercado, la pérdida de la diversidad genética, la pérdida de autonomía, etc.

Pero, el ingreso y crecimiento de mercados en la vida de una comunidad agrícola incrementan el desequilibrio de poder entre sus miembros y entre la comunidad y el mercado. Los «agriculturistas» con éxito no sólo se retiran de su comunidad inmediata de producción sino que se identifican como «agricultores progresistas» y, como tal, forman alianzas no con otros «agriculturistas» de la región, sino con aquellos que tienen su mismo status económico. Es más, al producir para el mercado, con insumos del mercado y en términos dictados por el mercado, los «agriculturistas» se someten a los giros y fluctuaciones del propio mercado. Mientras la producción privilegia los ingresos del mercado por encima de la subsistencia de las familias, una caída del mercado puede tener un efecto devastador para la seguridad alimentaria en los hogares y puede ser el comienzo de un círculo vicioso de deudas. Esto es especialmente cierto para los «agriculturistas» pequeños y medianos, quienes con poco o sin capital ni acceso a recursos adquieren créditos informales a exorbitantes tasas de interés, no pudiendo recuperar los costos básicos al final del ciclo de producción. Y, la pérdida de los cultivos, como la producción agrícola, se ha convertido en una experiencia que se tiene que sobrellevar individualmente. En todo el país, la ola de suicidios entre los agricultores está ligada a esta carga de deudas, a la individualización y a la pérdida de una orientación colectiva en la agricultura.

No hay foros de agricultores en contra de la globalización

Aunque en varios distritos de Andhra Pradesh, Karnataka, Maharashtra y Punjab se han reportado suicidios relacionados con la pérdida de cultivos, no hay una presión colectiva importante de los «agriculturistas» contra el Estado y las agencias de capitales. Y, a pesar del hecho de que algunos movimientos de agricultores indios cuestionan la globalización de la agricultura en su país, lamentablemente no hay un foro de agricultores, bien desarrollado y cohesivo, contra la nueva agenda agrícola. En realidad la membresía y el apoyo a las organizaciones de agricultores no están tan difundidos como se quiere hacer creer. En vez de eso, pareciera que las movilizaciones por castas y basadas en la religión estuvieran ganando fuerza, lo cual fomenta la intolerancia y enfrenta a las comunidades unas contra otras, y a algunas comunidades privilegiadas contra el Estado. Dichas movilizaciones se abocan a revivir viejos símbolos ancestrales o inventar tradiciones paraoponerse a los reclamos de algún grupo opositor sobre la exclusividad de derechos heredados. Mientras que esas movilizaciones culturales pueden lograr que algunos «agriculturistas» se conviertan en políticos, no se traducen en políticas que privilegien una equidad económica o social.

Se necesita una redistribución de recursos

Aunque Gandhi pasó por alto las dimensiones políticas y económicas de las comunidades rurales, y, más específicamente, su papel en la reproducción de un sistema jerárquico e injusto, reconoció la importancia de una cultura rural descentralizada, plural. Afirmando la importancia de la agricultura como una vocación, creyó que ésta era capaz de servir de cuna para el ‘Swaraj’, el nuevo sistema ético y moral que permitiría no solamente que India se liberara del colonialismo, sino que generara una nueva civilización. Sin embargo, en la India de hoy, la agricultura y las culturas agrarias se están integrando cada vez más a un agro-régimen global, que privilegia el consumo de elites y el acceso al capital por encima de la sostenibilidad ecológica y social. Esto genera nuevas tensiones, no sólo porque la agricultura globalizada separa al sistema de producción de su base ecológica, distancia a los individuos de la vida de la comunidad y presenta al conocimiento local como «arcaico», sino también porque está erosionando rápidamente las premisas fundamentales del pluralismo de la India. Aunque la distribución desigual de la tierra, del capital y del acceso al agua es un tema urgente, la tendencia actual consiste en incrementar la productividad de cultivos selectos, dejando de lado tanto la base del sustento de la gente como la sostenibilidad de los sistemas agroecológicos. Las agroecologías plurales premodernas permitieron que la ecología local influenciara a la agricultura, creando una gama de agriculturas. Pero, los agro-regímenes individualizados, orientados al mercado, crean las bases para las condiciones en las cuales la tierra se convertirá en lo que Marx denominó «tierra limpiamente desyerbada», mientras que la gente excluida y desplazada será tratada como « hierbas humanas sucias «.

A. R. Vasavi
National Institute of Advanced Studies
Indian Institute of Science
Campus Bangalore 560 012, India

Referencias
Lewontin, R. 1998. The maturing of capitalist agriculture: The farmer as proletarian. Monthly Review, Vol. 50 (3).
Ludden, D. 1997. India’s Development regime. En: Colonialism and Culture, Nicholas Dirks, Editor. Ann Arbor: University of Michigan Press.
Marx, K. Das Kapital, Vol. 2. Edición de 1966.

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