El informe abarca 39 países en desarrollo de África, Asia y Latinoamérica. Los estudios de casos analizan los impactos del Acuerdo para la Agricultura (ApA) de la Organización Mundial del Comercio (OMC), suscrito en 1994, de los Programas de Ajustes Estructurales (PAEs) impuestos por el Banco Mundial / Fondo Monetario Internacional desde 1980, y los acuerdos regionales de libre comercio. A continuación se presenta un resumen de algunos de los hallazgos más importantes mencionados en la presentación general.
Liberalización del comercio
Según los PAEs y el ApA, los países en desarrollo tienen que efectuar importantes cambios en sus políticas alimentarias y agrícolas. Forzosamente tienen que abrir sus economías a alimentos importados baratos y reducir drásticamente el apoyo a sus agricultores. La mayoría de los PAEs requieren más medidas corrientes de liberalización que las del ApA y también demandan medidas vinculadas, tales como la privatización de empresas estatales, la eliminación de subsidios y de controles de precios, y la abolición de las juntas de comercio. En contraste, el ApA -que se centra en las medidas de liberalización del comercio- exige, por ejemplo, que en un período de 10 años los países miembros de la OMC reduzcan en 24% sus aranceles a la importación de alimentos. Se excluye de esto y de otros compromisos de reducción a los 48 países menos desarrollados. El ApA, un pacto en gran parte armado por los Estados Unidos y la Unión Europea bajo la presión de las corporaciones comerciales, afina los ajustes estructurales. Los estudios de casos muestran que esto trae las siguientes consecuencias:
Importaciones baratas
La mayoría de la gente en los países en desarrollo pertenece a familias de agricultores. Casi todos los agricultores lo son a pequeña escala, con a lo sumo unas pocas hectáreas de tierra y a veces hasta menos. La competencia con las importaciones baratas de los Estados Unidos y de la Unión Europea, como también de otros países en desarrollo, está sacando del negocio a los pequeños agricultores. Esas importaciones provienen, tanto de canales comerciales como de ‘dumping’ (alimentos que se venden por debajo del costo de producción para disponer de los excedentes). Ghana es, justamente, uno de los muchos países incluído en esta encuesta donde se ve cómo los importadores de alimentos han desmoralizado a los pequeños agricultores. Los agricultores no pueden obtener precios económicamente viables por su producción de maíz, arroz, fríjol de soja, conejos, carneros y cabras, ni siquiera en los mercados de las aldeas. Su producción simplemente no puede competir con las importaciones baratas. La producción doméstica de alimentos está en riesgo y el sector agrícola, en jaque.
Los estudios demuestran que la liberalización ha hecho que los precios de los insumos usados en las fincas se incrementen, lo cual causa graves problemas a los pequeños agricultores. El caso de los aceites comestibles en India revela que el problema común de los agricultores es que pagan más por sus insumos y reciben menos por sus cultivos. En términos económicos, pareciera que con la liberalización del comercio se han empeorado los términos de intercambio entre la producción y los insumos. Podría parecer que los consumidores ganan con las importaciones baratas de alimentos, pero solamente lo harían si tuvieran dinero para comprarlos, y mucha gente en los países en desarrollo no lo tiene. Las importaciones de alimentos baratos dañan los medios de vida de los pequeños agricultores y también al sector básico de la economía de los países: su sector de producción de alimentos. Además, si la liberalización del comercio otorga más poder a los monopolios, entonces serán los consumidores los que pagarán los precios más altos.
Prioridad a los cultivos de exportación
Tal como ha sido demostrado en muchos estudios, la liberalización del comercio ha dado como resultado que se dediquen más tierras y recursos a los cultivos de exportación y menos a producción de alimentos para el consumo interno. En Benin, por ejemplo, los incentivos gubernamentales han motivado el incremento de la tierra dedicada al cultivo del algodón; las exportaciones de esta fibra han crecido a costa de la producción de alimentos y de la seguridad alimentaria. El principal estudio en Uganda evidencia que el énfasis en las exportaciones, tanto de cultivos comerciales tradicionales como de los no tradicionales, ha hecho declinar la producción de alimentos para el consumo local, en lo que se refiere a su cantidad y a su variedad. Esto, consecuentemente, ha minado la seguridad alimentaria en los hogares.
Aunque, generalmente, los gobiernos están dando mayor importancia a los cultivos de exportación, los agricultores no reciben necesariamente mejores precios por ellos. En el mercado mundial los precios de muchos de estos cultivos disminuyen, tal como se demuestra en los estudios de Kenia, Sierra Leona y Uganda. Ya que mayormente son comerciantes privados y no entidades gubernamentales los que están comprando estos cultivos, los precios que se ofrecen a los agricultores están relacionados, en cierta medida, a los precios mundiales. Pero, el poder de los comerciantes puede hacer que los precios ofrecidos a los agricultores estén muy por debajo de los precios mundiales.
Corporaciones transnacionales (CTs)
En los estudios de India, Filipinas, Uruguay y Camboya se demuestra claramente que la liberalización del comercio está siendo muy beneficiosa para grandes entidades, tales como las CTs. Pero, no solamente está probando ser beneficiosa para ellas, sino parece que las está beneficiando a expensas de los pobres. El estudio sobre el algodón en India muestra cómo la liberalización del comercio ayuda a las CTs a costa de los agricultores. El estudio de FAO, incluido en el informe, señala que este proceso está conduciendo a la concentración de la propiedad de las tierras “en una muestra representativa de una amplia gama de países” y a la marginación de los pequeños productores, aumentando el desempleo y la pobreza.
En México, los favorecidos por la liberalización del comercio están concentrados en las áreas del país donde se cultivan frutas y hortalizas, y donde la producción es predominantemente a gran escala, en fincas bajo riego. Hay un “un incremento dramático de inversiones en estas áreas, en grandes fincas o en tierras arrendadas por empresas”. Este hallazgo coincide con los patrones mundiales. El estudio de Camboya estima que desde la adopción de una economía liberal de mercado, en 1989, entre el 10 y el 15% de los agricultores se ha quedado sin tierras; se está concentrando más tierra en manos de pocos.
Mujeres
Los estudios de Kenia, Ghana, Uganda, Zimbawe, México, Jamaica y Filipinas muestran cómo la liberalización del comercio impacta fuertemente sobre las mujeres y acentúa la desigualdad de género. En Kenia, como resultado de la liberalización del comercio agrícola, muchas mujeres no tienen los recursos para adquirir químicos y fertilizantes adecuados, y la producción en sus fincas ha disminuido. En Uganda, la liberalización puede significar el cierre de los depósitos paraestatales locales y que los productores tengan que salir de las aldeas para vender su producción. Si no lo hacen, se verán forzados a vender sus productos a precios más bajos a los comerciantes de las aldeas, quienes se benefician de esta situación.
Las mujeres productoras del 60 al 70% de los alimentos en la mayoría de los países africanos, se han visto desproporcionadamente afectadas por la eliminación de los subsidios, el agotamiento de los créditos y el aumento de la importación de alimentos como resultado de la liberalización del comercio. Los precios de los insumos para las fincas se han elevado y los ingresos de las familias agricultoras sufren severas presiones. Como resultado, muchas personas se han visto forzadas a bajar la calidad y frecuencia de sus comidas.
En México, la investigación muestra cómo la migración de la mano de obra masculina incrementa la carga laboral de las mujeres y de los niños, quienes con frecuencia son retirados de las escuelas. Se estima que ahora las mujeres constituyen aproximadamente un tercio de los jornaleros que trabajan en el campo mexicano. “En la medida en que la liberalización acelere estas tendencias, se exacerbarán los problemas de desigualdad y de pobreza rural”, señala el estudio.
Los estudios de Kenia, Uganda y Zimbawe muestran que la liberalización del comercio ha tenido algunos efectos positivos. En Kenia, por ejemplo, ha permitido que las mujeres rurales generen micro y pequeñas empresas. Pero, los estudios indican que los efectos negativos superan de lejos a los positivos.
Desempleo
No hay cifras universales que indiquen cuánta gente ha perdido sus puestos de trabajo en los últimos 20 años como resultado de la liberalización del comercio. En México se perderán entre 700.000 y 800.000 sustentos con la caída de los precios de maíz, lo que representa el 15% de la población económicamente activa en agricultura. En India, se perdieron 3 millones de puestos de trabajo de procesadores de aceites comestibles. En Sri Lanka ocurrió una “clara caída del empleo rural”, dice el estudio de FAO, perdiéndose 300.000 puestos de trabajo tras la caída de la producción de cebollas y papas. Por lo tanto, no estaría fuera de la realidad estimar una cifra de por lo menos 30 millones de puestos de trabajo perdidos en los países en desarrollo a causa de la liberalización del comercio y factores afines. Cuando disminuyen las barreras comerciales, muchos pequeños agricultores abandonan sus tierras y emigran hacia pueblos y ciudades esperando encontrar empleos.
¿Qué precio obtendremos por nuestro cacahuate? Agricultores en el norte de Ghana / Foto: Bertus Haverkort
Medio ambiente
Los cultivos comerciales para la exportación generan considerables impactos en el medio ambiente. En Filipinas, por ejemplo, el uso extensivo de agroquímicos en la producción de cultivos para la exportación ha incrementado los niveles de degradación del suelo y la pérdida de biodiversidad. La liberalización es un estímulo para que los productores abandonen las prácticas tradicionales y ecológicamente sólidas, en favor de monocultivos de exportación. Además, el fomento de cultivos para exportación de origen agrícola en zonas especiales de desarrollo propicia colonizaciones masivas en cuencas hidrográficas críticas y el agotamiento de los recursos de agua en las áreas de regadío, donde antes se sembraban cultivos alimenticios. La liberalización del comercio puede fomentar un tipo de agricultura más extractiva y no sostenible.
Servicios gubernamentales
Bajo la influencia de los PAEs, la liberalización va de la mano con una reducción del apoyo gubernamental a los agricultores, como por ejemplo en la inversión en investigación y extensión agrícola, control en la determinación de precios y comercialización, y en subsidios para los insumos. Los gobiernos se están retirando y dejan a la gente sola a merced de las fuerzas económicas. Aquellos que tienen adecuados recursos pueden sobrevivir, pero se condena a los pobres. Las Filipinas son un caso típico de escaso apoyo estatal en servicios como el riego, facilidades pos cosecha y carreteras que conecten las fincas al mercado; esto hace que los pequeños agricultores no puedan mejorar sus niveles de productividad ni hacer llegar sus productos al mercado a precios que cubran los costos.
Auto suficiencia alimentaria y soberanía
El impacto negativo de la liberalización del comercio para el auto abastecimiento de los alimentos, y por supuesto para la soberanía, aparece en muchos de los estudios. Los efectos de la liberalización del comercio en el sector de aceites comestibles en India son sorprendentes. La reducción de los aranceles, para permitir importaciones masivas, hicieron que India, antes auto suficiente en aceites comestibles, se convirtiera en el mayor importador de aceites del mundo en solamente cinco años. En varios países la liberalizacióndel mercado ha incrementado la participación de compañías privadas e individuos en la comercialización de alimentos, a diferencia del pasado, cuando las instituciones públicas dominaban la comercialización. Mientras que en teoría estas actividades podrían generar más oportunidades de empleo, pareciera que en la realidad esto no sucede.
Conclusión
Como dice el autor del estudio de Tailandia: “Desde hace tiempo, muchos de nosotros hemos estado diciendo que el comercio global liberalizado, sin controles, es un desastre que solamente está esperando la oportunidad para desencadenarse. Nadie nos escuchó. Ahora, el desastre ha ocurrido”. Los pequeños agricultores están cargando con el peso de este “desastre”. Pero, los consumidores también son vulnerables.
En la teoría del libre comercio la producción se localizará donde los costos son menores, beneficiando a los consumidores – pobres y ricos- con los bajos precios. En las últimas dos décadas, la liberalización del comercio se ha basado en la esperanza que la producción agrícola en países en desarrollo se vuelque a cultivos de gran valor para la exportación, lo que permitiría la importación de alimentos baratos logrando así una seguridad alimentaria. Sin embargo, la realidad es más complicada. El estudio de FAO encontró que en algunos países, como por ejemplo Etiopía, Sierra Leona y Bangladesh, la liberalización del comercio no trajo los beneficios esperados de las exportaciones.
La agricultura es el principal medio de sustento para cientos de millones de personas en los países en desarrollo. Si los pequeños agricultores no pueden competir y no tienen una fuente alternativa de sustento, la disponibilidad de alimentos baratos importados no los beneficiará mucho. Según los estudios, aparentemente los gobiernos están mal informados o se sienten presionados y colocan todas sus esperanzas en la liberalización del mercado, o lo hacen con demasiada rapidez, sin una preparación adecuada. La seguridad alimentaria basada en el comercio es para los pobres, por lo menos en este momento, más un espejismo que una realidad.
En muchos países, la liberalización del comercio es sólo uno de los factores que exacerban los problemas de los pobres. Los estudios, frecuentemente, revelan la interacción de factores que afectan la seguridad alimentaria, tales como la privatización, las políticas económicas y financieras nacionales, y la incidencia del VIH/SIDA. Como señala el estudio sobre Tailandia: “el lío no es simple”; los devastadores patrones climáticos, el desempleo masivo, la necesidad de obtener divisas para “sacar de apuros a un sector privado, increíblemente irresponsable” son otros factores.
Sin embargo, la liberalización es una opción política y no es inevitable. Este informe sugiere que se necesita una revisión fundamental del paradigma político dominante y que, por lo menos, la Organización Mundial del Comercio-OMC debe cambiar sus reglas para que los países en desarrollo proporcionen apoyo nacional y otras normas para proteger los medios de vida de los pequeños propietarios y promover la seguridad alimentaria.
Tomado de:
Madeley, J., 2000. Trade and hunger: an overview of case studies on the
impact of trade liberalisation on food security
Un informe de The Church of
Sweden Aid, Diakonia, Forum Syd
Swedish Society for Nature Conservation and
Programme of Global Studies
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