julio 2001, Volumen 17, Número 1
Enfrentando el desastre

Un caso de resiliencia: “así que la desgracia es con felicidad”

JOSÉ CARVAJAL | Página 31
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Corría el año de 1998, cuando una madrugada los pobladores de la comunidad de Angahuana, (Cantón Ambato, provincia de Tungurahua, Ecuador), entre ellos doña Angelina Agualongo —que había enviudado meses atrás y había quedado como jefe de familia—, se vieron sorprendidos por un aluvión y solamente atinaron a ponerse a salvo en las partes altas.

El invernadero

Al igual que sus vecinos, al llegar el alba, doña Angelina constató lo que quedaba de su chacra: solamente las plantas de mora estaban de pie. Para sus adentros, se dijo: “el aluvión me quitó los animalitos y la producción del invernadero, pero, gracias a Dios, estoy viva como mi familia, así que la desgracia es con felicidad.”

Los vecinos de Angahuana recurriendo a la ayuda mutua, o ‘minga’, comenzaron a rehabilitar las chacras. Doña Angelina, consiguió un nuevo crédito para reconstruir el invernadero y la construcción de un nuevo galpón para la crianza de cuyes y conejos. Para levantar el galpón utilizó materiales de la zona, como adobes y los restos del aserrío de árboles, que en la zona les llaman ‘destapes’, asimismo reutilizó el plástico que cubría el invernadero destruido por el ‘deslave’ o avalancha.

“Gracias a los ingresos que obtengo de la venta de mis moritas, que para mí es (como) mi ‘taita’ (padre), mi marido y mi compañero, me he ayudado a cambiar mi tristeza por alegría, mi dolencia por esperanza y mi desgracia por solidaridad”, dice doña Angelina quien también integra un equipo de educación bilingüe, en la parte de manejo de cuyes y apoya a un programa de mujeres y al IIRR, en el programa Campesino a Campesino.

Doña Angelina, con los deshechos de cocina, rastrojos de cultivos y humus de lombriz elabora el abono orgánico que necesita para rehabilitar el suelo de su chacra, y aun le queda abono para vender. Con estos ingresos está reponiendo los animales de crianza que perdió, ha sembrado nuevos pastos y ya cuenta con varios animales menores. Al principio, le parecía difícil volver a recuperar el patrimonio familiar, pero gracias a su dedicación, al apoyo de su familia y de la comunidad, doña Angelina ha vuelto a sonreír, a creer en sí misma y en los demás. Ella ahora sostiene: “Diosito nos manda estas pruebas y creo que la chacra está mejor que cuando sufrimos este percance.” Este caso nos demuestra:

• La capacidad de doña Angelina para demostrar que la mujer puede liderar su hogar y transformar un hecho trágico en una propuesta y reto, empleando su capacidad de liderazgo como cabeza de familia y cumpliendo el rol de promotora campesina, haya conseguido unir a su familia en la reconstrucción de su chacra.

• La solidaridad de la gente de su comunidad, para apoyarse mediante la tradicional práctica de la ‘minga’ (ayuda en trabajo) en el desalojo de materiales y en la reconstrucción de las chacras con sus propios recursos, y, en base a la experiencia acumulada, restaurar la dinámica de la chacra en corto tiempo y la esperanza en mejorar su vida mucho más.

José Carvajal
ingeniero agrónomo, responsable del Programa “Campesino a Campesino” –IIRR, Ecuador
Apartado Postal 17-08-8494, Quito.
Correo electrónico: rola@ecuanex.net.ec

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