1. Mejor uso de recursos naturales disponibles localmente – en el 88% de los casos.
2. Uso intensificado de micro ambientes en los sistemas de las fincas (jardines, huertas, lagunas) – 21%.
3. Diversificación añadiendo nuevos componentes para la regeneración – 59%.
4. Mejor uso de insumos no renovables y de tecnología externas –18%.
5. Procesos sociales y participativos que llevan a una acción de grupo – 55%.
6. Construcción de capital humano a través de programas de aprendizaje continuo– 92%.
7. Acceso a financiamiento asequible (créditos, subvenciones, subsidios) – 17%.
8. Procesamientos para dar valor agregado, para reducir pérdidas y para incrementar retornos – 12%
9. Incorporación de valor agregado a través de comercialización directa u organizada para los consumidores – 15%.
Logros
De los 208 casos, 91 incluían datos sobre cambios en los rendimientos obtenidos por las mejoras presentadas en el recuadro. Los incrementos proporcionales de los rendimientos fueron generalmente de 50 – 100% para cultivos de secano (aunque considerablemente mayores en algunos pocos casos); y de 5-10% para cultivos bajo riego, aunque estos últimos se medían teniendo como base un rendimiento absoluto más alto.
La mayor parte de las iniciativas reportó incrementos significativos en la producción de alimentos para las familias –algunos como mayores rendimientos, y otros como incrementos en la intensidad de los cultivos o en la diversidad de los productos. La evidencia muestra que:
1. Para 4,42 millones de agricultores en 3,58 millones de hectáreas, el promedio de producción de alimentos por familia se incrementó en 1,71 toneladas (un incremento del 73%).
2. Para 146 000 agricultores en 542 000 hectáreas donde se cultivan tubérculos (papa, camote y yuca), el incremento de la producción de alimentos por familia fue de 17 toneladas (un incremento del 150%).
3. Para los agricultores de mayor tamaño en Latinoamérica (con fincas de 90 hectáreas en promedio), la producción total se incrementó en 150 toneladas por familia (un aumento del 46%).
Factores propicios
Los éxitos se han basado, principalmente, en:
• Una tecnología apropiada adaptada según experimentación hecha por agricultores;
• Aprendizaje social y enfoques participativos;
• Buenas relaciones entre los agricultores y las agencias externas, junto con la existencia de asociaciones de trabajo establecidas entre las agencias;
• Presencia de capital social en el ámbito local.
Se concluye que si se difunde la agricultura sostenible entre un número mayor de agricultores y comunidades, se necesitará concentrar la atención en:
1. Asegurar que el entorno político sea un factor propicio y no un impedimento.
2. Invertir en infraestructura para mercados, transporte y comunicaciones.
3. Asegurar el apoyo de las agencias gubernamentales, particularmente para iniciativas locales de agricultura sostenible.
4. Desarrollar el capital social dentro de las comunidades rurales y entre las agencias externas.
Casos que llenan de orgullo
Tanto en la página Web como en la publicación se presenta una impresionante lista de casos de agricultura sostenible que enorgullecen a la gente. He aquí dos ejemplos: La mayoría de las iniciativas buscan reducir la erosión del suelo y, al mismo tiempo, mejorar la estructura física del suelo, su contenido en materia orgánica, su capacidad de retener agua y el equilibrio de los nutrientes. Una tecnología de la agricultura sostenible que se difunde a una velocidad extraordinaria es la práctica de labranza cero o mínima. En Brasil, por ejemplo, en 1991 hubo 1 millón de hectáreas bajo prácticas de labranza cero; hacia 1999, esta práctica había crecido hasta abarcar 11 millones de hectáreas, solamente en tres estados del sur. La práctica de labranza cero ha dado como resultado un mejor uso de los insumos, retención de agua, manejo del suelo, rotaciones diversas, cultivos de quiebre para el control de maleza (por ejemplo, avena de rayo y negra entre maíz y frijol de soja) y el uso de abono verde y cultivos de cobertura. La práctica de labranza cero también disminuye la erosión y la escorrentía, reduciendo así la contaminación del agua.
Muchas iniciativas de la agricultura sostenible han reportado grandes reducciones en el uso de plaguicidas, después de que el Manejo Integrado de Plagas fuera adoptado en los agro-ecosistemas de arroz, a través de las escuelas de agricultores.
En Kenia, aproximadamente 2 000 agricultores han adoptado estrategias de “empujar – halar” desarrolladas por el ICIPE para repeler (empujar) a los insectos perforadores de tallos de los cereales (maíz y sorgo) usando un cultivo alterno repelente (por ejemplo pasto de melaza – Melinis minutiflora-, y hojas plateadas – Desmodium uncinatum-), atrayéndolos (halar) hacia los cultivos alternos o a los pastos forrajeros de barrera, por ejemplo pasto Napier (Pennisetum purpureum) o pasto de Sudán (Sorghum vulgare). De esta forma, en 1998 –99 los rendimientos de maíz mejoraron de un 60 a un 70%. ICIPE también encontró que alternando el cultivo de maíz con las leguminosas forrajeras hoja plateada y hoja verde (Desmodium intortum), se reducía la infestación de la maleza parásita Striga hermonthica por un factor de 40, en comparación con los monocultivos de maíz. Estos resultados son significativamente mayores que cuando se cultiva maíz alternado con soja, canabis de sol y caupí.
Faltan políticas de apoyo
En la década pasada se ha visto un considerable reconocimiento mundial a la necesidad de políticas que apoyen la agricultura sostenible. Sin embargo, en la mayoría de los países las políticas de agricultura sostenible permanecen siendo marginales. La evidencia recolectada demuestra que los sistemas de agricultura sostenible pueden ser económica, ambiental y socialmente viables, y que contribuyen positivamente al sustento local. Pero, sin un apoyo político apropiado, probablemente continúen siendo prácticas localizadas.
De: Pretty, J. y R. Hine. 2001. Reducing Food Poverty with Sustainable Agriculture: A Summary of New Evidence. Informe Final del Proyecto de Investigación SAFE-World, febrero del 2001, Universidad de Essex, Colchester, Reino Unido. Se puede obtener un resumen del informe en: http://www2.essex.ac.uk/ ces/ResearchProgrammes/SAFEW47casessusag.htm
Referencias:
– Pretty, J. 1999. Can sustainable agriculture feed Africa? New evidence on progress, processes and impacts. Environment, Development and Sustainability 1:253-274. Kluwer Academic Publishers.
– Pretty, J. y R. Hine. 2000. The promising spread of sustainable agriculture in Asia. Natural Resources Forum 24 (2000) 107-121. Elsevier Science Ltd.