Chacsinkín es una comunidad maya, situada en uno de los diez municipios más pobres del estado de Yucatán, al sureste de México. Las 250 familias que la componen se dedican,, entre otras actividades, a la agricultura migratoria o de roza-tumba-quema con métodos tradicionales.
La milpa maya como agricultura migratoria
Ejemplo de «Milpa-roza» en el primer año (‘Chak-ben’), con maíz, calabaza, ‘ib’ y ‘chili’
La agricultura migratoria ha sido desde hace diez mil años el modo predominante para aprovechar los recursos naturales en las zonas tropicales y subtropicales del planeta, como la península de Yucatán. Aquí este sistema toma el nombre de «milpa», o «kool» en lengua maya. Se trata de un policultivo basado en la asociación del maíz (Zea mais) con el camote (Hypomoea batata), la calabaza (Cucurbita moschata) y varios tipos de leguminosas (Phaseolus vulgaris, Phaseolus lunatus, Vigna spp). La milpa es una forma viva de manejo de los recursos naturales de la selva. Sólo en el estado de Yucatán existen cerca de 80,000 milperos; la tercera parte de los suelos (unas ochocientas mil hectáreas) están dedicados a la milpa, y más de la mitad del maíz que se consume es producido por ellos. Es gracias a actividades tradicionales como la milpa y la apicultura, que se ha preservado parte de las selvas de la región, a diferencia de otras zonas tropicales de México y Centroamérica, donde la ganadería extensiva y los cultivos comerciales las han substituido.
La milpa ha sido fuertemente estudiada en su forma tradicional desde los inicios del siglo veinte . Muchos estudios concluyen que actualmente la milpa está en crisis, a causa sobre todo de los grandes cambios económicos, ambientales y socioculturales que está sufriendo la región. A este respecto, podemos decir que se han acortado los periodos de descanso de las tierras (de cerca de 20 a menos de 7 años), reduciendo con ello la fertilidad del suelo y la productividad de la milpa; los periodos de lluvias y sequía se han vuelto sumamente erráticos, aumentando el riesgo de pérdida de cosechas; y, finalmente, los precios del maíz (principal producto comercial de la milpa) han caído por debajo de sus costos de producción debido a la apertura comercial al bloque norteamericano. Sin embargo, muy pocos estudiosos han prestado atención al hecho de que la milpa se sigue sembrando aún bajo estas nuevas presiones. No es común que se den a conocer las diversas formas en que los mayas la están modificando para adaptarla a estos cambios.
¿Quiénes son los y las protagonistas en esta historia?
En 1994 se fundó la cooperativa Mayaoob (Gente Maya) en Chacsinkín, Yucatán. El grupo está formado por 13 varones y 8 mujeres, y se dedica a actividades múltiples y diversas, que les permiten llenar sus necesidades de consumo y de ingresos. En un inicio, comenzaron con una parcela de hortalizas, cercana al poblado, donde podían conseguir agua para riego a muy bajos precios. Ahí, desarrollaron formas de producir verduras con muy pocos insumos externos. Para aprovechar los subproductos de su parcela, empezaron a criar cerdos, que sirven sobretodo de ahorro para las familias de los y las socias. Más adelante, en 1997, construyeron un tanque para la piscicultura, pensando en consumir carne de pescado a bajos precios, y vender los excedentes en la comunidad. En menos de tres años, llegaron a tener cuatro tanques en producción.
Desde 1996 comenzaron a realizar innovaciones en sus parcelas de «milpa», haciéndola sedentaria, utilizando abonos verdes (leguminosas locales y exóticas) y técnicas como la «labranza mínima» para conservar la fertilidad del suelo. Los rendimientos de las llamadas «milpas ecológicas» después de tres años son de tres a siete veces mayores a los de la milpa tradicional. Desde 1998, comenzaron a enriquecer la vegetación secundaria de las selvas que rodean sus milpas, sembrando especies frutales, maderables, de construcción, etc., que les interesa conservar y aprovechar.
Su éxito en el área de la sedentarización de la milpa y la eliminación de la quema es notable. En 1998, sólo 4 campesinos probaron estas innovaciones. En 1999 la cifra subió a 13, y para el año 2000, el número se disparó a 120 campesinos. El impacto ambiental de estos resultados es muy interesante. Calculamos que gracias a esos cambios, se están dejando de emitir 1,200 toneladas de CO2 a la atmósfera cada año, además de la conservación de los suelos y de la selva.
La capacidad de generar estrategias con coherencia
Comparación entre una parcela de «labranza mínima» (derecha) y una convencional «mecanizada» (izquierda). Durante un año de sequía como lo fue 1998, la «labranza mínima· protegió las plantas de maíz de la deshidratación y muerte. Es por ello que esta práctica reduce el riesgo de la pérdida total del cultivo.
¿Quién se puede adjudicar estos logros? Muchas instituciones han intervenido a lo largo de este proceso. El grupo Mayaoob está siendo acompañado desde 1994 por MAC, una organización civil de la región. Igualmente han intervenido varias instituciones de investigación (institutos de agricultura, de antropología, Universidad de Yucatán, etc.), así como agencias gubernamentales (secretarías de Agricultura, de Medio ambiente, de Desarrollo Social), y hasta la Iglesia Católica y algunos líderes tradicionales. Cada institución ha puesto un granito de arena, pero ninguna de ellas coordina los esfuerzos de las demás.
Mirando con atención, nos dimos cuenta que los y las integrantes del grupo han logrado formar una red o «vehículo social» de apoyo para fortalecer sus propias prácticas. En forma sutil los dirigentes de Mayaoob «coordinan» los esfuerzos de todas las instituciones, dirigiendo los diferentes recursos hacia el cumplimiento de una estrategia conscientemente planeada por ellos y ellas. Efectivamente, desde 1996 el grupo preparó lo que sería su propuesta de desarrollo para Chacsinkín. Como parte de este plan, los asociados han difundido algunos de sus logros y se ha incrementado el número de personas interesadas en seguir su ejemplo. Socios del grupo han logrado colocarse en cargos de responsabilidad comunitaria como el comisariado ejidal (autoridad local agraria), otros han aprovechado tecnologías exógenas de todo tipo; también han conseguido créditos y subsidios para su grupo y se han capacitado en áreas como la comercialización y la contabilidad. El grupo define qué oportunidades aceptar y cuáles rechazar, usando criterios propios y manteniendo un balance entre todas las personas e instituciones externas de manera que cada cual obtiene lo que busca. De este modo, un proceso técnico-productivo, ha ido de la mano con un paulatino incremento en el control de su sistema socio-cultural, económico y político, es decir, se ha convertido en un proceso de «empoderamiento».
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La conexión con su identidad y cosmovisión |
Junto con sus prácticas agroforestales, también se han revalorado sus conocimientos y su cosmovisión. Lo que es evidente a través de varios indicadores, como la interiorización de las nuevas prácticas en su sistema tradicional, la continuidad en la práctica de sus ceremonias religiosas, la reversión de la tendencia de migración laboral, entre otros. Creemos que estos logros en el terreno técnico y organizativo han ayudado a mejorar su seguridad como grupo y a reafirmar su identidad étnica. La ONG MAC realiza continuamente actividades educativas en Chacsinkín con el sentido de conocer, compartir, celebrar y revalorar sus tradiciones, lo cual también ha influido en este proceso; pero son especialmente las y los socios de Mayaoob los que llevan en esto la delantera.
Las nuevas prácticas propuestas no alteran en ellos el concepto de milpa o kool. Se trata de la misma milpa, pero adaptada a las condiciones ambientales, económicas y socioculturales del presente. Ellos han interiorizado estas prácticas en su sistema, conservando el resto de sus elementos: trabajo familiar, uso de múltiples razas y variedades de maíz, destino de parte de la producción para el autoconsumo y parte para la venta, control local en la toma de decisiones, uso de múltiples terrenos para reducir riesgos, diversidad de especies, etc.
El grupo ha mantenido la costumbre de hacer ceremonias tradicionales para pedir lluvia, para proteger la parcela agroforestal contra extraños, y para agradecer las buenas cosechas. Estos rituales, aunque ya sincretizados con el cristianismo, tienen un claro origen prehispánico, y constituyen una importante defensa de la identidad indígena maya.
El papel de la investigación en el desarrollo endógeno
Las y los investigadores externos hemos empezado a utilizar el enfoque del desarrollo endógeno. En vez de poner atención en los procesos de transferencia de tecnologías occidentales convencionales, se ha profundizado en las prácticas y los conocimientos locales, evaluando el potencial para el desarrollo endógeno que tienen. El grupo Mayaoob y sus asesores de MAC han recogido esos resultados y los están aplicando en su trabajo, asegurando así que los financiamientos y capacitación se dirijan a fortalecer iniciativas verdaderamente locales, aprovechando todo el potencial que tienen.
Por ejemplo, durante 1998, un tesista de la Universidad de Agricultura de Wageningen, de los Países Bajos, identificó el potencial que la práctica de la «labranza mínima» tiene para elevar la producción de maíz y reducir los riesgos en la milpa maya en Chacsinkín y otros pueblos vecinos. Los experimentos, las mediciones, el análisis, se llevaron a cabo junto con los campesinos y los miembros de MAC. Creemos que esto ha influido para facilitar la adopción de esta práctica por otros campesinos. También en el terreno social se está dando esta complementariedad. En 1999, una investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia, profundizó en las formas de organización local para la tenencia de la tierra y la toma de decisiones, encontrando una fuerte correlación entre familias extensas (linajes), y los ocho diferentes rumbos ó caminos en que está dividido el territorio de Chacsinkín . Esto está siendo utilizado por el grupo Mayaoob para reproducir su experiencia de organización para la producción, respetando y fortaleciendo las instituciones locales (formas de organización y formas de trabajo locales).
Este esquema de colaboración negociada entre investigadores, promotores del desarrollo y grupos locales ya no es la excepción. En general, ha empezado a dar muy buenos resultados en varias comunidades mayas del sureste de México (Xohuayán, San Antonio Sihó, Sinanché, Kochol, etc.), y se caracteriza porque en ellas coinciden un grupo local fuerte, un organismo intermedio (normalmente una ONG) y una institución de investigación competente. Es indispensable la utilización de métodos participativos, tanto en la tareas de investigación como en las de desarrollo; pero aún más importante es adoptar un enfoque endógeno, a partir del cual las acciones se respetan y se construyen sobre iniciativas locales, y los procesos se dirigen, sistemática y progresivamente, hacia la interiorización por parte de la población local.
Innovando para resolver los cuellos de botella
Junto con las diferentes personas que dan asesoría al grupo Mayaoob, los socios y socias han participado en diferentes talleres y cursos. Los temas de los talleres son elegidos por la asamblea del grupo y, después de cada taller, los socios hacen pruebas de las soluciones tecnológicas propuestas.. Un comunero, formado como técnico en agricultura ecológica, se encarga de apoyar este proceso en forma participativa, financiado por MAC y por el propio grupo Mayaoob. Gracias a esta cooperación, tenemos registros más o menos sistemáticos de los experimentos y sus resultados técnicos.
Un ejemplo de este trabajo es la adopción y posterior interiorización de la práctica de la «labranza mínima», tal como se conocía en el sur de Yucatán. En su versión original, la «labranza mínima» requiere una gran inversión de trabajo, pues en su primer año se deben abrir surcos y llenarlos con estiércol animal o restos de leguminosas. En Chacsinkín, liderados por un miembro de Mayaoob, la gente decidió adquirir un pequeño tractor con un crédito y abrir caminos que pasen por las parcelas que están en un mismo «rumbo». Así, se ha facilitado el trabajo, permitiendo que cada campesino haga de una a dos hectáreas de «milpa ecológica». Además, los campesinos han aprendido a preparar compostas concentradas, que contienen los mismos nutrientes, pero en menor volumen que el estiércol animal. Finalmente, en lugar de usar especies de abonos verdes como el «frijol terciopelo» (Mucuna pluriens), siguen utilizando leguminosas locales, como los ‘ibes’ o pallares (Phaseolus lunatus), cuya aportación de nitrógeno es un poco menor pero que son altamente aceptadas en la dieta local y en los mercados regionales.
Nuevos retos en el horizonte
Quedan algunos retos pendientes en este proceso. Algunos de ellos son la inequidad que aún se da al interior del grupo Mayaoob entre socios varones y mujeres, las dificultades políticas del grupo en el complejo contexto regional, y el hecho de que su producción anual no ha llegado a cubrir las necesidades totales de ingresos monetarios de sus asociados y asociadas. Sin embargo, experiencias como la de Mayaoob deben cuestionar nuestros modelos de investigación y desarrollo. Por un lado, la utilización de métodos participativos, la alianza de investigadores con ONGs, el respeto y fortalecimiento de su identidad cultural, entre otras cosas, han influido positivamente para obtener los resultados actuales. Por otro lado -y esto nos parece determinante- los actores internos y externos han tomado el camino de un desarrollo endógeno, construyendo sobre iniciativas locales (prácticas, conocimientos, cosmovisión, etc.), e intencionalmente guiando el proceso hacia el empoderamiento de los sujetos locales.
Bernardino Ku Yah es promotor de agricultura ecológica en la ONG MISIONEROS, A.C. (MAC); Xavier Moya García es asesor de MAC y del grupo Mayaoob.
Referencias
1. Revisar: Terán, S. & Rasmussen, Ch. (1994) La Milpa de los Mayas. DANIDA. Mérida, México, y Hernández, X. (1981) «Prácticas agrícolas», en Vázquez Pasos, L. (Ed.) La Milpa entre los Mayas de Yucatán. UDY & DECR. Mérida, México.
2. Rosales, M. (2000) «Organización e identidad en torno al uso y distribución de la tierra como base para el desarrollo endógeno». Ponencia para el Congreso: «Tenencia de la tierra y estructura socioeconómica en los ejidos de Yucatán: permanencia y cambios recientes», en la UADY, Mérida, México.