octubre 2000, Volumen 16, Número 2
Innovación desde las bases

Plataformas complementarias para la innovación de los agricultores

ANN R. BRAUN, GRAHAM THIELE Y MARÍA FERNÁNDEZ | Página
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El factor esencial para fortalecer la capacidad de innovación de los agricultores no es la tecnología per se, sino la construcción de los procesos sociales que son el soporte de la experimentación y el aprendizaje (ver Braun y Hocdé, en prensa; y Braun y colaboradores, 2000).

Esto significa ir más allá de las experiencias individuales hacia diversas formas de grupos de experimentadores que usan diferentes enfoques. A lo largo del proceso interactivo de investigación conducido por agricultores, coexisten varias experiencias, invitando a crear un enfoque multi-linear donde se integran las redes de “expertos” y rigurosos agricultores experimentadores, redes menos rigurosas de investigación comunal y una investigación individual informal a gran escala.

Enfoques complementarios

En Latinoamérica, las plataformas coexistentes incluyen Campesino a Campesino (Hocdé y colaboradores, p. 14), DIP, PRIAG (Hocdé y colaboradores, p. 16), CIALes y Escuelas de Campo para Agricultores (ECAs). Hasta hace poco, ha habido poca interacción entre ellos. Sin embargo, los practicantes en este campo han comenzado a intercambiar y analizar colectivamente sus experiencias. Este artículo se centra en las Escuelas de Campo para Agricultores (ECAs) y en los CIALes, dos plataformas que han comenzado a operar en las mismas áreas geográficas, y que con frecuencia son facilitadas por la misma organización. Los agricultores, los investigadores y los extensionistas se preguntan cómo se relacionan unos con otros y cuáles son sus ventajas comparativas. Este artículo compara sus características esenciales y explora cómo pueden articularse mejor.

El Comité de Investigación Agrícola Local, un CIAL – originalmente desarrollado por CIAT-Colombia (Centro Internacional de Agricultura Tropical), es un servicio de investigación permanente operado por una comunidad rural. El equipo de investigación está conformado por agricultores voluntarios diestros en experimentación. El CIAL vincula a los agricultores investigadores con los sistemas de investigación formales e incrementa la capacidad local de demandar algo del sistema formal y de lograr acceso a destrezas, información y productos de investigación útiles.

El CIAL tiene cuatro miembros elegidos y un facilitador. Los facilitadores son agrónomos capacitados que provienen de centros de investigación, universidades, servicios de extensión u ONGs que dan su apoyo. También pueden ser agricultores capacitados que han sido miembros de un CIAL. Los facilitadores juegan un papel clave en desarrollar la competencia de investigación del CIAL y en transmitir las prioridades de los agricultores y los resultados de la experimentación a los sectores de investigación formal y servicios de extensión.

Construyendo la capacidad de investigación

Los facilitadores visitan al CIAL regularmente hasta que por sí sólo pueda manejar el proceso. El facilitador ayuda al equipo de investigación de agricultores a conducir experimentos comparando alternativas con un tratamiento testigo y sus respectivas réplicas. La capacitación familiariza a los agricultores investigadores con el manejo de la terminología que da credibilidad a los resultados ante los investigadores formales. La capacitación también está dirigida hacia planificación, administración, conducción de reuniones, monitoreo y evaluación, mantenimiento de registros y contabilidad básica. El trabajar en y con un CIAL requiere de profundos cambios en la actitud y en las relaciones de parte y entre los mismos agricultores, comunidades rurales y profesionales agrícolas.

Lo primero que hace el facilitador es invitar a la comunidad a una reunión donde se discute el propósito del CIAL. Se invita a que los agricultores analicen lo que significa experimentar con tecnología agrícola. Se discuten las experiencias locales, los resultados experimentales y la posibilidad de lograr acceso a nuevas tecnologías que provengan de fuera de la comunidad. Si la comunidad decide formar un CIAL, se elige un comité.

El fondo de investigación

Los riesgos de la investigación son absorbidos por un fondo del CIAL, de propiedad de la comunidad. Generalmente, el dinero inicial —fondo semilla— proviene de una donación, pero puede originarse de un fondo rotatorio manejado por una asociación de varios CIAL. El comité usa el fondo para adquirir insumos para los experimentos y para compensar las posibles pérdidas que afecten a los asociados. Cuando una innovación prueba ser exitosa, el CIAL puede aumentar recursos al fondo vendiendo la cosecha o los productos de investigación (por ejemplo, semillas). A medida que el fondo crece, el CIAL puede ampliar su investigación, compartir las ganancias con los participantes, invertir en nuevos equipos y servicios o establecer una pequeña empresa.

El proceso de investigación

Se realiza una reunión abierta para determinar el tema de investigación. La primera pregunta es “¿Qué queremos investigar?” La comunidad selecciona y establece la prioridad de los temas, basándose en la probabilidad de éxito, en quiénes son los beneficiarios y en la estimación de costos.

Los facilitadores ayudan a que el comité obtenga la información requerida para planificar los experimentos. Con frecuencia se consulta a otros agricultores y al personal de la investigación formal y de los servicios de extensión. Los facilitadores trabajan con los CIAL para formular objetivos claros para cada experimento. Entonces, el CIAL decide qué comparar, cómo y cuándo evaluar las variables experimentales, los criterios para evaluar los resultados, los datos necesarios y los parámetros de medición.

Después de completar los experimentos, el CIAL extrae las conclusiones y presenta los resultados a la comunidad. El análisis incluye la pregunta: “¿Qué hemos aprendido?”. El análisis del proceso es especialmente importante cuando una innovación no tiene éxito o cuando los resultados son inesperados.

Tres tipos de experimentos

Los facilitadores guían a los CIAL a través de tres experimentos sucesivos. Uno de carácter “exploratorio”, cuando las innovaciones se prueban en parcelas pequeñas, posiblemente con varios tratamientos, como, por ejemplo, diferentes variedades de cultivos, cantidades y tipos de fertilizantes, fechas o densidades de siembra. Estos ensayos “exploratorios” ayudan a eliminar opciones que difícilmente tendrían éxito en las condiciones locales. Los tratamientos prometedores se ensayan en parcelas de mayor tamaño, en un segundo experimento. Finalmente, en el tercero, se plantan las dos o tres opciones que tienen el mejor rendimiento en un área aún más grande, con frecuencia llamada la parcela de producción.

Es esencial comenzar a pequeña escala. Las parcelas pequeñas proporcionan experiencia en la aplicación de nuevos conceptos, tales como réplica y control. Ellas permiten que los CIAL obtengan confianza antes de pasar a escalas de mayor tamaño y riesgo. Gradualmente, a medida que los CIAL adquieran mayor destreza, los facilitadores reducen el número de visitas de dos al mes a una cada tres o cuatro meses. Acuden a los CIAL experimentados para actualizarse acerca de las necesidades prioritarias de experimentación y los resultados obtenidos, y, a su vez, informar sobre la tecnología que está siendo desarrollada por los servicios formales de investigación. Hace cinco años, la mayoría de los CIAL estaban experimentando con variedades de cultivos; ahora, también incluyen crianza de animales menores, manejo de plagas, enfermedades, suelos, agua y nutrientes.

Escuelas de Campo de Agricultores

Inicialmente, las ECA fueron diseñadas para tratar problemas de dependencia de plaguicidas y para desarrollar una especialización en un manejo que responda a las condiciones específicas del lugar, independientemente del sistema formal de investigación. La ECA clásica para el manejo integrado de plagas (MIP) del arroz, se usa ahora con otros cultivos y tópicos.

Convertirse expertos en el manejo del agroecosistema significa adquirir mayor comprensión de los principios y procesos ecológicos, así como del impacto de las decisiones de manejo tomadas por los agricultores. Las ECA proporcionan una oportunidad para aprender haciendo las cosas, basándose en los principios de una educación no formal. Los extensionistas o los agricultores capacitados facilitan el proceso de aprendizaje, estimulando a que los agricultores encuentren conceptos agroecológicos claves y desarrollen destrezas administrativas a través de su propio aprendizaje en las actividades en el campo.

En la ECA participan de 20 a 25 personas provenientes de un grupo de agricultores o una comunidad establecidos. Este equipo forma la base para la acción colectiva y las actividades de seguimiento tras finalizar la escuela. Cada cierto tiempo, la ECA lleva a cabo reuniones a lo largo de todo el ciclo agrícola. Una mejor toma de decisiones surge de un proceso reiterativo de análisis del agroecosistema (AAE), tomando e implementando las decisiones correspondientes, observando los resultados y evaluando el impacto global. Esto se combina con una experimentación que tiene como meta la comprensión de patrones, interrelaciones y estructura del agroecosistema, como base para resolver los problemas y tomar las decisiones. Para la experimentación de la ECA es fundamental la observación, la evaluación del contexto y la identificación de las interacciones entre los diferentes elementos del sistema. Los agricultores de la ECA usan dibujos y otros métodos visuales para lograr una comprensión de los mecanismos claves autorreguladores de la retroalimentación. El enfoque de la ECA asume que la innovación de los agricultores se ve limitada por una falta de conocimientos agroecológicos y por una información errónea proporcionada por los programas de extensión poco precisos y por los distribuidores de agroquímicos.
Comparación entre las ECA y los CIAL

Las ECA y los CIAL comparten principios fundamentales. Ven a los agricultores como expertos, enfatizan el respeto de los valores y conocimientos locales, construyen capacidad a través de experiencia práctica. Ambos reconocen e intentan reducir el riesgo asociado con el aprendizaje y la investigación. Consideran los resultados como patrimonio público.

Aunque se organizan de manera distinta, tienen varios procesos en común. Los estilos de facilitación y el rol de la motivación son similares. Ambos tienen como meta fortalecer la experimentación e innovación de los agricultores, pero lo hacen de diferente manera. Los experimentos de los CIAL son relativamente formales: la mayoría son comparaciones controladas que involucran varias opciones tecnológicas. Los métodos de evaluación han sido adaptado a los niveles locales de alfabetización, usando símbolos y procedimientos simples para clasificar y tabular. Los agricultores establecen sus propios criterios de evaluación, sin influencia de parte de los investigadores profesionales.

Para garantizar una evaluación sistemática de las opciones tecnológicas, los CIAL están conformados por pequeños grupos de agricultores experimentadores especializados, elegidos debido a su reputación como tales, y capacitados para desarrollar más sus destrezas de investigación. Al contrario de los CIAL, las ECA no se concentran en identificar soluciones entre una gama de opciones tecnológicas. Ellas desarrollan la capacidad de las comunidades para manejar mejor las relaciones ecológicas. Las ECA no están dirigidas a un grupo especializado de agricultores experimentadores, sino que tratan de asegurar un proceso permanente de aprendizaje, teniendo como beneficiarios a un grupo relativamente grande y heterogéneo.

Las ECA han sido efectivas en tratar problemas en sistemas agroecológicos bien comprendidos (por ejemplo, arroz bajo riego en Asia). Cuando la comprensión de los componentes y de las interrelaciones del sistema está menos desarrollada (por ejemplo, en el caso de los cultivos exóticos que carecen de mecanismos de auto regulación), la capacidad local para evaluar las diferentes opciones de manejo (tecnologías) es importante y es necesaria una experimentación controlada. La demanda de opciones tecnológicas implica la necesidad de mantener fuertes vínculos con la investigación formal. Aquí, los CIAL tienen una ventaja comparativa. Como una consecuencia de la demanda, las ECA de segunda generación han comenzado a incluir experimentación controlada, la evaluación de las opciones técnicas y han establecido lazos con la investigación formal.

Complementariedad y sinergia

Las ECA se centran en la educación agroecológica mientras que los CIAL se concentran en establecer un servicio de investigación comunal vinculado con el sistema formal de investigación. Las ECA se limitan a una o dos temporadas agrícolas; los CIAL son permanentes. La experimentación de las ECA es principalmente cualitativa, mientras que los CIAL se concentran en experimentación a través de comparaciones cuantitativas controladas. Las ECA elaboran conocimiento agroecológico que podría hacer más significativa la investigación de los CIAL. Los CIAL pueden generar opciones tecnológicas adaptadas localmente para fortalecer a las ECA. Ambas pueden establecerse en la misma área o comunidad, aunque la secuencia de su establecimiento y los vínculos deberían ser cuidadosamente planificados (Braun y colaboradores, 2000).
Combinando ECA y CIAL

En muchos países se cuestiona el valor y el significado que la investigación y el desarrollo agrícola tienen para los pequeños agricultores. Las ECA y los CIAL promueven un compromiso más cercano con la sociedad rural y construyen estructuras y procesos institucionales locales para el desarrollo agrícola. Al colocar a los agricultores en el centro de los procesos de desarrollo y al hacer posible transformaciones fundamentales en los sistemas de investigación y desarrollo agrícolas, hacen que la investigación y el desarrollo sean más relevantes. Cada vez más, representan una nueva alternativa viable para las organizaciones de financiamiento e implementación. En estas circunstancias, creemos que hay un considerable potencial para hacer mayor uso de las plataformas, y para alentar una mejor evolución y una mayor sinergia entre ambas estructuras.

 

Ann R. Braun, Graham Thiele y María Fernández

Ann R. Braun, Paideia Resources, PO Box 462, Nelson, Nueva Zelanda.
Graham Thiele, Proyecto Papa Andina, Centro Internacional de la Papa (CIP), Cochabamba, Bolivia.
María Fernández, Universidad Nacional Agraria, Casilla R18-067, Lima 18, Perú.

Referencias
– Ashby, J.A., A.R. Braun, T. Gracia. M.P.Guerrero, L.A. Hernández, C.A. Quirós y J.I. Roa, 2000. Invirtiendo en los agricultores como experimentadores: Experiencia con los Comités de Investigación Agrícola Locales en Latino América. Centro Internacional de Agricultura Tropical, Publicación 318, Cali, Colombia. 199 pp.
– Braun A.R., G. Thiele y M. Fernández, 2000. Farmer Field Schools and Local Agricultural Research Committees: Complementary platforms for integrated decision-making in sustainable agriculture. AgREN Network Paper No. 105, ODI, UK.
– Braun, A.R. y H. Hocdé, en prensa. Farmer Participatory Research in Latin America: Four Cases. Stür, W.W., P.M. Horne, J.B. Hacker y P.C. Kerridge (editores). Working with Farmers: The Key to the Adoption of Forage Technologies. ACIAR.

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