julio 1996, Volumen 12, Número 1
Montañas en equilibrio

Conocimiento indígena revalorado en la agricultura de los Andes

MIGUEL A. ALTIERI | Página
SMALL
CERRAR MODO LECTURA
COMPARTIR

A pesar de la creciente industrialización de la agricultura, la gran mayoría de agricultores en los Andes son campesinos o productores a pequeña escala. Aún cultivan los valles y laderas con métodos tradicionales y de subsistencia.

Después de siglos de evolución cultural y biológica, los agricultores tradicionales han desarrollado y heredado sistemas agrícolas complejos, adaptados a las condiciones locales. Esto los ayudó a administrar ambientes agrestes de manera sostenible ya satisfacer sus necesidades de subsistencia sin depender de la mecanización, los fertilizantes químicos, pesticidas u otras tecnologías de la ciencia agrícola moderna.

Las terrazas de las laderas de los Andes y los waru-waru (camellones) y qochas en el Altiplano son expresiones sofisticadas de modificaciones del paisaje que, históricamente, han aportado más de un millón de hectáreas de tierra para propósitos agrícolas (Rengifo 1987). La existencia pasada y presente de estas y otras formas de sistemas intensivos de agricultura demuestran una adaptación exitosa a ambientes difíciles por parte de los agricultores indígenas. En realidad, la investigación aplicada, realizada en dichos sistemas revela que muchas prácticas agrícolas tradicionales, antes consideradas primitivas o mal encaminadas, son ahora reconocidas como sofisticadas y adecuadas. La evidencia agroecológica y etnológica indica cada vez más que dichos sistemas son productivas, sostenibles, ecológicos y que se orientan hacia las características sociales, económicas y culturales del heterogéneo paisaje de los Andes (Earls 1989). Las adaptaciones culturales que los agricultores han desarrollado en los Andes incluyen:

  • la domesticación de una diversidad de plantas y animales y el mantenimiento de una amplia base de recursos genéticos.
  • establecimiento de diversas zonas de producción a lo largo de las gradientes altitudinales y verticales.
  • desarrollo de una serie de tecnologías tradicionales y de prácticas de uso del terreno para enfrentar problemas como la altitud, las pendientes, los climas extremos, etc.
  • dferentes niveles y tipos de control social de las zonas de producción incluyendo sectores sin cultivar.

Cautivados por las implicancias ecológicas de los antiguos agrosistemas de los Andes, muchos científicos están empezando a interesarse en la agricultura tradicional, mientras buscan maneras de corregir las deficiencias del desarrollo agrícola moderno, reconociendo que los agricultores indígenas y sus sistemas pueden poseer mensajes de esperanza para el futuro de la agricultura en los Andes.

En la actualidad es ampliamente aceptado el hecho de que el conocimiento indígena es un recurso poderoso por derecho propio y es complementario al conocimiento disponible de las fuentes científicas occidentales (Denevan 1995). Así pues, en esta nueva concepción emergente de desarrollo agrícola, el conocimiento del poblador rural sobre las plantas, los suelos y los animales adquiere un significado sin precedentes. Los científicos involucrados en el desarrollo agrícola a pequeña escala deben sistematizar rápidamente e incorporar el conocimiento campesino antes de que este caudal de conocimiento práctico se pierda para siempre, dado que la mayoría de los sistemas agrícolas tradicionales están desapareciendo rápidamente frente a importantes cambios sociales, políticos y económicos que están ocurriendo en los países en desarrollo.

Dibujo Minka

Economía destructiva

Los cambios económicos impulsados por el capital y la penetración del mercado están conduciendo a un colapso ecológico que está empezando a destruir la productividad y la sostenibilidad de la agricultura tradicional. Después de crear sistemas de conservación de recursos durante siglos, las culturas tradicionales en áreas tales como los Andes, están ahora siendo socavadas por fuerzas externas de orden político y económico. La biodiversidad está disminuyendo en las fincas, la degradación del suelo se está acelerando, la organización comunal y social está colapsando, los recursos genéticos se están erosionando y las tradiciones se están perdiendo.

En este contexto y debido a las presiones comerciales y a las demandas urbanas, muchos de los que trabajan en desarrollo argumentan que el rendimiento de la agricultura de subsistencia es insatisfactorio y que la intensificación de la producción con herramientas modernas y nuevas variedades es absolutamente esencial para la transición de la producción de subsistencia a la producción comercial (Brush 1990). La mayoría de los agroecologistas se oponen a este punto de vista y argumentan que el reto es cómo guiar dicha transición de tal manera que el producto y las ganancias aumenten sin incrementar la dependencia y la deuda de los campesinos y sin la posterior exacerbación de la degradación ambiental. Los agroecologistas sostienen que esto puede llevarse a cabo generando y promoviendo tecnologías agroecológicas y de conservación de recursos cuyas fuentes constituyen verdaderamente los sistemas tradicionales que la modernidad está destruyendo.

A pesar de que sería imposible el retorno de la agricultura tradicional a su estado original de equilibrio, lo que es posible es revertir el proceso actual de la «involución» agrícola encabezada por el desarrollo de mira estrecha, guiando la transición de las diversas fases de la agricultura «modificada» del campesino hacia una sociedad rural más sostenible.

Buscando alternativas

Debido a la incapacidad de la Revolución Verde para mejorar la seguridad alimentaria, se hicieron evidentes la producción y las utilidades de las fincas de los más pobres y en los Andes se inició una búsqueda de alternativas agrícolas a pequeña escala, ecológicas, productivas y sostenibles. De muchas maneras, la emergencia de la agroecología estimuló a diversas organizaciones no gubernamentales (ONG) y otras instituciones de la región a buscar activamente nuevos tipos de desarrollo agrícola y estrategias de administración de recursos que basadas en la participación local, habilidades y recursos, aumenten la productividad de las pequeñas fincas a la vez que conserven los recursos.

Uno de los primeros proyectos que adoptó este planteamiento agroecológico se llevó a cabo a principios de los años ochenta en Puno, Perú. Diversas organizaciones gubernamentales y no gubernamentales crearon el Proyecto Interinstitucional de Rehabilitación de Waru-Waru en el Altiplano (PIWA) cuyo objetivo era ayudar a los agricultores locales en la reconstrucción de un ingenioso sistema de carnellones que evolucionó en las altas planicies de los Andes hace aproximadamente 3,000 años. Estos waru-waru consistían en plataformas de suelo rodeadas de zanjas llenas de agua.

Producían abundantes cosechas haciendo frente a inundaciones, sequías, y destructivas heladas, sucesos frecuentes en alturas de casi 4000 metros. Inicialmente los técnicos ayudaron a los campesinos locales en la reconstrucción de aproximadamente 10 hectáreas de las antiguas fincas con resultados prometedores. Por ejemplo, el rendimiento de las papas cultivadas en los waru-warus puede sobrepasar al de los campos fertilizados químicamente. Las recientes mediciones indican un rendimiento de los cultivos de papas de waru-warus de 10 toneladas por hectárea en comparación con el promedio regional de una a cuatro toneladas por hectárea (Erickson y Chandler 1989).

La combinación de camellones y canales ha probado tener efectos ambientales especialmente sofisticados. Durante las sequías, la humedad de los canales asciende lentamente por las raíces por acción capilar y durante las inundaciones los surcos drenan el flujo excesivo. Los waruwarus también reducen el impacto de las temperaturas extremas. El agua en los canales absorbe el calor del sol durante el día y lo irradia durante la noche, ayudando así a proteger los cultivos de las heladas.

En los camellones, la temperatura nocturna puede ser algunos grados más alta que en las zonas circundantes. El sistema mantiene también su propia fertilidad del suelo. En los canales, el limo, el sedimento, las algas y los residuos animales y vegetales se descomponen formando un abono rico en nutrientes que puede ser desenterrado por estaciones y puede añadirse a los camellones. Esta antigua tecnología está probando ser productiva y poco costosa, de manera que ahora está siendo activamente promocionada en todo el altiplano. No requiere de herramientas modernas o fertilizantes, el mayor gasto lo constituye la mano de obra para cavar los canales y construir los camellones.

Restableciendo andenes abandonados

También en el Perú muchas ONG así como agencias gubernamentales se han comprometido en programas para restaurar andenes abandonados y construir nuevos en diversas regiones del país. Por ejemplo, en el valle del Colca, PRAVTIR (Programa de Acondicionamiento Territorial y Vivienda Rural) patrocina la construcción de andenes ofreciendo a las comunidades campesinas préstamos a bajos intereses o semillas u otros insumos con el fin de restaurar grandes áreas de andenes abandonados.

Las mayores ventajas de utilizar andenes es que minimizan los riesgos en épocas de heladas y/o sequías, reducen la pérdida de terreno, amplían las opciones de cosecha, debido al microclima y a las ventajas hidráulicas de los mismos y mejoran el rendimiento de los cultivos. Los rendimientos del primer año de los andenes mostraron un 4365% de aumento del rendimiento en el cultivo de papas, maíz y cebada en comparación con los rendimientos de esos mismos cultivos en las laderas. Uno de los mayores obstáculos de esta tecnología es que el trabajo es muy intenso y requiere aproximadamente de 350 a 500 horas/hombre por hectárea (Treacey 1989). Sin embargo, dicha demanda puede disminuirse cuando las comunidades organizan y comparten las tareas.

A pesar de la arremetida de la modernización y de los cambios económicos que han promovido una confianza excesiva en la maquinaria costosa, químicos y semillas mejoradas, incentivando el monocultivo agroindustrial, aumentando la concentración de la tenencia de la tierra y de la riqueza en el campo acelerando el éxodo de los pequeños agricultores a las ciudades sobrepobladas, aún sobreviven en los Andes unas pocas administraciones agrícolas tradicionales y sistemas de conocimientos. Estos sistemas muestran importantes elementos de sostenibilidad, principalmente: están bien adaptados a su ambiente particular, dependen de recursos locales, son a pequeña escala y descentralizados, mantienen la biodiversidad y conservan la base del recurso natural (Rengifo y Regalado 1991). Por consiguiente, estos sistemas comprenden un legado neolítico de considerable importancia, sin embargo la agricultura moderna amenaza constantemente la estabilidad de este patrimonio.

Opciones prometedoras

Este microcosmos de agricultura tradicional ofrece modelos prometedores para otras áreas, a la vez que promueve la biodiversidad, enriquece sin agroquímicos y rinde todo el año. Es particularmente evidente, a partir de los ejemplos proporcionados, que los antiguos sistemas y tecnologías agrícolas pueden ayudar a rescatar a los agricultores andinos del actual círculo vicioso de la pobreza rural y la degradación ambiental. Para los agroecologistas, lo que ha sido especialmente útil son los principios ecológicos que subrayan la sostenibilidad de los sistemas agrícolas tradicionales, y que una vez obtenidos y sistematizados pueden combinarse en sistemas de producción alternativos para los agricultores.

La investigación agroecológica muestra, de manera convincente, que las combinaciones de cultivo y animales desarrollada por agricultores tradicionales puede adaptarse con frecuencia para aumentar la productividad cuando la estructura biológica de la parcela es mejorada y el trabajo y los recursos locales se utilizan de manera eficiente. Este hecho ha sido validado por el diseño de la finca modelo de IDEAS en San Marcos, provincia de Cajamarca (Chávez et al. 1989). Los principales aspectos de la propuesta agroecológica de IDEAS incluyen:

  • Uso racional de los recursos locales, incluyendo el trabajo humano y animal
  • Gran diversidad de cosechas nativas y exóticas adaptadas y de animales criados en base a patrones relacionados con los policultivos y patrones rotatorios.
  • Reciclaje de residuos orgánicos y administración óptima de pequeños animales

El módulo agroecológico consistía en una finca modelo de una nectárea inmersa en un área con condiciones similares a las que enfrenta el campesino promedio del área. La finca se dividió en cuatro parcelas, cada una de las cuales tenía un diseño rotatorio particular. Después de tres años de funcionamiento, los resultados mostraron las siguientes tendencias:

  • El contenido de sustancia orgánica aumentó del nivel bajo a niveles medio y alto, y los niveles de nitrógeno aumentaron ligeramente.
    La incorporación de fertilizantes naturales fue necesaria para mantener niveles óptimos de sustancia orgánica y nitrógeno.
  • El fósforo y el potasio aumentaron en todas las parcelas.
  • El rendimiento de los cultivos sufrió variaciones entre las parcelas, sin embargo, en parcelas con buenos suelos se obtuvieron rendimientos altos de maíz y trigo.
  • Los policultivos sobrepasaron los rendimientos de los monocultivos en todas las instancias.
  • Para cultivar una hectárea de la finca modelo fue necesario utilizar 100 horas/hombre, 15 horas/buey y aproximadamente 100 semillas.

Estos resultados preliminares indican que el diseño de finca propuesto tiene potencial para aumentar la diversidad de los cultivos alimentarios disponible para la familia, para incrementar los ingresos a través de una mayor productividad y para mantener la integridad ecológica de la base de recursos naturales.

Conocimiento combinado

De manera realista, la búsqueda de modelos de agricultura sostenible para los Andes deberá combinar elementos tanto de la agroecología moderna como de la tradicional. Los patrones y prácticas tradicionales abarcan mecanismos para estabilizar la producción en un ambiente propenso a riesgos sin subsidios externos y para limitar la degradación ambiental. Dichas cualidades estabilizadoras de la agricultura tradicional deben ser apoyadas y complementadas por prácticas agroecológicas que mejoren el terreno, el agua y el potencial de conservación de germoplasma de las tecnologías tradicionales y que también proporcionen pautas de diversificación sobre cómo ensamblar la biodiversidad funcional, de manera que los sistemas campesinos puedan patrocinar su propia fertilidad de suelos, la salud de las plantas y la productividad.

Por ejemplo, podría ser posible utilizar el lupino u otras leguminosas adaptadas que producen una gran biomasa, como abonos verdes para mejorar los sistemas de descanso tradicionales o para incorporar dichas leguminosas en los sistemas de rotación de cultivos con el fin de romper la naturaleza de monocultivo en los sistemas de producción de papas. Esto permitiría a los agricultores obtener beneficios en lo que se refiere a fertilidad del suelo y regulación de plagas que emergen de rotaciones y policultivos bien planificados.

Miguel Altieri
Universidad de California
Berkely 1050 San Pablo Ave
Albany CA 94706, USA

Referencias

  • Altieri,M. 1995. Agroecology: the Science of Sustainable Agriculture. Westview Press, Boulder.
  • Araujo, H. et al. 1989. Ecología, agricultura y autonomía campesina en los Andes. Fundación Alemana para el Desarrollo Internacional. Feldafing-Lima-Hohenheim.
  • Brush, S. et al. 1981. «Dynamics of Andean Potato Agriculture». en Economic Botany 35: 70-88.
  • Brush, S. 1990. «Diversity and Change in Andean Agriculture». en P. Little et al. (eds.), Lands at Risk in the Third World, pp. 271-289. Westview Press, Boulder.
  • Chávez, J. et a1. 1989. Propuesta de agricultura orgánica para la sierra. IDEAS-CONCYTEC, Lima.
  • Denevan, DW. 1995. «Prehistoric Agricultural Methods as Models for Sustainabilitya». Advanced Plant Pathology II: 2143.
  • Earls, J. 1989. Planificación agrícola andina. COFIDE, Lima.
  • Erickson, CL y KL Chandler. 1989. «Raised Fields and Sustainable Agriculture in the Lake Tilcaca Basin of Peru». en: JO Browder (ed.). Fragile Lands of Latín America. Westview Press, Boulder.
  • Rengifo, G. 1987. La agricultura tradicional en los Andes. Editorial Horizonte, Lima.
  • Rengifo, G. y E. Regalado. 1991. Vigorización de la chacra andina. PRATEC-PPEA, Lima.

Ediciones Anteriores

LEISA es una revista trimestral que busca difundir experiencias de agricultores familiares campesinos.
Por ello puedes revisar las ediciones anteriores.

Suscribete para recibir la versión digital y todas las comunicaciones que enviamos periodicamente con noticias y eventos

SUSCRIBIRSE AHORA