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Mié, Oct

¿Puede la agricultura urbana alimentar a las ciudades?

Socla
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En el 2030 el 80% de la población mundial vivirá en ciudades, incluyendo el 56% de los más pobres y el 20% de los malnutridos. Una ciudad de 10 millones de habitantes debe importar seis mil toneladas de alimento por día, que viajan en promedio 1500 kilómetros. Las implicaciones ecológicas de dicho sistema alimentario en términos de uso de energía y emisiones de gases de invernadero son enormes y su vulnerabilidad es obvia si se produjera una interrupción importante de la distribución de alimentos si, por ejemplo, ocurriera un gran terremoto. Factores como fallas en la agricultura industrial por el cambio climático, mayores costos de la energía, presión demográfica por migraciones masivas y el control corporativo del sistema alimentario, auguran un aumento del precio de los alimentos y mayor escasez de estos en las grandes urbes.

Dado este escenario sombrío, la agricultura urbana (AU) se enarbola como una alternativa para mejorar la seguridad alimentaria en un planeta urbanizado. Se argumenta que la producción de frutas frescas, verduras y productos de origen animal en ciudades, puede mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición locales, especialmente en las comunidades marginadas. Aunque se ha estimado que la AU puede proporcionar entre el 15 y el 20% de los alimentos globales, una pregunta persiste: ¿qué nivel de autosuficiencia alimentaria pueden obtener las ciudades a través de la AU? Se calcula que para proporcionar 300 g / día per cápita de verduras frescas, 51 países tendrían un área urbana insuficiente para cumplir con este objetivo nutricional. Además, la AU requeriría que el 30% del área urbana estuviera disponible para satisfacer la demanda mundial de verduras, algo difícil dado los problemas de acceso a la tierra y al agua y a la expansión urbana.

Sin embargo, estudios estiman que la AU puede suplir entre el 30 y hasta el 100% de la demanda de vegetales de varias ciudades. En Cleveland, Ohio (400000 habitantes) tiene el potencial de satisfacer las necesidades de su población en un 100% de hortalizas, 50% de carne y huevos de aves, y el 100% de miel. Estos datos fueron calculados para una temporada de 130 días, y para parcelas de 10 por 10 m que producen anualmente 6,2 kg de biomasa comestible fresca por m2. Pero este potencial de rendimiento podría mejorarse dramáticamente si, por ejemplo, se aplicaran métodos agroecológicos bien probados y aplicados en Cuba, donde alrededor del 50% de los vegetales de la isla, y 39 mil toneladas de carne y 216 millones de huevos, se producen en más de 300000 granjas y jardines urbanos que alcanzan un rendimiento de 20 kg por m2 al año.

La ciudad de Oakland, California está llena de desiertos alimentarios poblados por gente pobre y marginada pero, paradójicamente, esta ciudad posee 400 hectáreas de espacios públicos abandonados o sin uso. Imaginémonos entonces escalonar una AU tipo cubana en esta ciudad, suponiendo que los agricultores capacitados lograrán 10 kg / m2 por año, se podrían producir 40 mil toneladas de hortalizas; una cantidad suficiente para proveer durante todo el año 100 kilos de alimentos sanos y locales a 100000 habitantes. El secreto para alcanzar estos niveles de producción radica en el uso de prácticas agroecológicas de manejo –que mejoran la salud del suelo– y el uso de la diversificación con rotaciones y policultivos.

Para escalonar la AU se deben promover programas de investigación y extensión agroecológica que ayuden a los agricultores urbanos a optimizar el diseño y manejo de fincas urbanas. También es importante superar una de los principales obstáculos que son el acceso a la tierra y el agua. Hay ciudades que poseen leyes e incentivos para estimular la AU, pero no abordan el problema de tenencia de la tierra. Una posibilidad sería que las ciudades pongan a disposición de la UA terrenos públicos vacíos a través de arrendamientos multianuales a bajo costo y, al mismo tiempo, proporcionar tasas de descuento de las tarifas de agua para los agricultores que usen prácticas de riego eficientes. O tal vez se pueda seguir el ejemplo de la ciudad de Rosario, Argentina, donde 1800 residentes practican la horticultura en 72 hectáreas de tierra, algunas de las cuales son privadas, pero a aquellos propietarios que disponen sus tierras para la AU reciben un recorte de impuestos. Parte de los alimentos producidos (10 al 30%) se podrían destinar a los mercados sociales (escuelas, hospitales, centros para personas mayores, y a las poblaciones pobres) y el excedente venderlo en los mercados que privilegian la comercialización directa entre productores y consumidores, muchos de los cuales a través de la educación popular conocen las contribuciones ecológicas, sociales y de salud pública de la UA.

Miguel Altieri
Universidad de California, Berkeley
Centro Latinoamericano de Investigaciones Agroecológicos (CELIA)

15/febrero/2019

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